martes, 23 de abril de 2013

Puertas a la incontenible primavera

La primavera es la estación más exuberante del año. Desconozco el motivo, pero el texto de José Antonio Muñoz Rojas “Las puertas al campo” me trae el recuerdo de una copla: “Sombra de mi sombra”, con letra de Rafael de León. Quizás sea por el elegante erotismo inherente a ambas creaciones. Y porque las dos huelen a campo.


"¿Quién sabe las razones de un amor? Son secretas como las aguas bajo la tierra, que luego salen en manantial donde menos se espera. Nada se guarda y el amor menos que nada. A fuerza de pasar los ojos sobre este campo, lo vamos conociendo como el cuerpo de una enamorada, distinguimos todas sus señales, sabemos la ocasión del gozo, la de la esquivez. ¡Oh enorme cuerpo del amante! Por tus barrancos y por tus veras, por tus graciosos cielos, por tus caminos, ya polvorientos, ya encharcados, por tus rincones ocultos y tus abiertas extensiones, por agostos y por eneros, te he cabalgado. Tú también conoces los cascos de mi caballo. En la más dura coscoja, en la mantilla más oculta, en vuelo y en terrón, en todo te he buscado.

Eres un río de hermosura pasando, sonando, ajustándote a la noche, al día, a la estación. Por ti siento pasos antiguos, correr sangre de esta misma de mis venas. Todos somos como tú, algo que ni empieza ni acaba, como la hermosura o estos olivares cuyo fin nunca alcanzan mis ojos.

Y esperamos. A veces es algo áspero este roce del corazón. Todo por fuera está inmutable y algo por dentro roza. ¿Qué será? Un gran aletazo del amor nos sacará a su luz. Quedará todo limpio. Allá en nuestro rinconcillo, el amor sigue. Oh campo, esta hermosura no tiene página ni espejo y sólo, a veces, se deja seducir por el temblor de la palabra, por la insinuación de la poesía. Pero, ¿recogerte, encerrarte? ¿Quién pone puertas al campo?".

(ANTONIO MUÑOZ ROJAS)

"Eras mi delirio, eras mi pasión 
y te camelaba por las cuatro esquinas
de mi corazón.
Me olía tu cuerpo a trigo y clavel
y en tu boca roja como una granada
saciaba mi sed
Primeros de mayo, últimos de abril,
con otra persona que más te gustaba
te fuiste de mí.
Sombra de mi sombra, pena de mi pena,
cómo echo de menos cuando estoy a solas
tus carnes morenas.
Tus brazos de hombre, tus muslos de trigo,
en la noche negra de mi desventura
ya no están conmigo.
Paso por tu culpa fatigas de muerte
porque tengo en vilo la raíz del alma
de tanto quererte".
(RAFAEL DE LEÓN)

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