lunes, 23 de marzo de 2015

El origen de La Ruta del Toro

Por todos es conocido el arte de Hércules para burlar y capturar toros. Quizás por ello, Euristeo le encargó asesinar a Gerión, rey mitológico de Tartessos, y robarle sus famosos astados retintos que pastaban en la desembocadura del Guadalquivir. Hércules, eficaz como de costumbre, cumplió con su cometido; sin embargo, más ducho en asuntos bélicos que cabestreros, perdió por el camino parte de la manada cuando intentaba llevársela como ofrenda a Euristeo. Cuenta la leyenda que, tras avatares diversos, algunos toros del fallecido Gerión quedaron en el Campo de Gibraltar.


A comienzos del siglo VIII, las tropas árabes desembarcaron en la Península Ibérica y fundaron una ciudad que llamarían Isla Verde, embrión de la actual Algeciras. Los musulmanes quedaron sorprendidos por los toros tan fuertes, lustrosos y bien armados que encontraron en aquella zona… descendientes, probablemente, del hato perdido por Hércules. Hasta tal punto que, al poco de tiempo de instalarse, decidieron acabar con los animales más violentos porque no les permitían arar las tierras. 



Dichosamente, algunas cabezas sobrevivieron a la matanza, formando, muchos años después, las ganaderías de Cebada Gago, Torrestrella, Carlos Nuñez, Gavira, Núñez del Cuvillo y otras divisas, fundadoras todas ellas de la mítica Ruta del Toro, entre Jerez de la Frontera y Tarifa. Lo que habría disfrutado Hércules en la Venta El Frenazo, a las puertas de Los Alcornocales, con esa sopa de tomate, capaz de resucitar al mismísimo Gerión.


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