Madrid se libra, una vez más, de los Juegos Olímpicos y, aunque resulte políticamente incorrecto, no oculto mi alegría. ¿Cuándo en este bendito país vamos a ser conscientes de que vivimos inmersos en una ruina económica y moral? Informa El Confidencial que la candidatura Madrid 2020 nos ha costado 8.000 millones de euros, es decir, lo que se quiere ahorrar gracias a la reforma local o la cifra que pretendía recaudar Hacienda en 2012 con la subida del IVA. A finales de agosto, Paco Jémez, entrenador del Rayo Vallecano, hizo una afirmación sobre su equipo que podría resumir el sueño Olímpico: "los más mierdas de la categoría somos nosotros. Cuando sepamos eso, podemos competir con cualquiera".
¿Cuándo vamos a seguir parcheando nuestra decadencia con éxitos deportivos -los de la ridícula "Roja"- que, informativamente, eclipsan la realidad? Si nos avergüenza llamar a nuestra bandera por su nombre, ¿cómo podemos pretender que la unión haga la fuerza? ¿Cuándo vamos a dejar de malgastar dinero público presentando candidaturas fallidas que sostengan nuestros "castillitos en el aire"? Madrid, y España, necesitan más lucidez y menos Juegos Olímpicos.
"Me lo pintaste de ensueño
con torres de luna en la madrugá.
y yo que estaba sin dueño,
te entregué los rumbos de mi voluntad.
[...] ¡Ay, mira, mira que mira!
Castillitos en el aire,
sabiendo que son mentira,
casi to el mundo lo hace.
Nuestro barquito de ensueño,
a pique se vino sin saber por qué,
y no valieron empeños
pa salvar la vía de nuestro querer".
Felizmente, Las Ventas seguirá abierta al cielo velazqueño de Madrid, dando toros en agosto, que para eso fue construida, y los peces del estanque del Retiro continuarán coleando en paz. Que inviertan ese dinero, por ejemplo, en reparar las escaleras mecánicas de Avenida de América, que buena falta hace.
Este fin de semana, en Ronda, los morantistas también han levantado castillitos en el aire. La cruz de la "beautiful rondeña" se encontraba en Sotillo de la Adrada, en pleno Valle del Tiétar, donde otro torero, Manuel Escribano, era reventado contra las tablas tras banderillear, con un insensato quiebro por los adentros, a un toro de Flor de Jara. Dos formas de poner banderillas con distinta suerte. Algunas personas no han nacido para vivir en castillitos.
Evidentemente ,Doña Gloria, es el menos común de los sentidos.Ya sabemos qué ocurre cuando hay que demostrar la evidencia,sea con la gente del tío del bigote,con la de los toros,o con las que se encargan de beatificar al Pernales.
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