"La miel es la epopeya del amor" (Federico García Lorca)
Una noticia me ha conmovido esta semana. Según publica Aplausos.es, la miel es el mejor remedio curativo para los toros indultados. Sin ir más lejos, Velero, de Domingo Hernández, a quien Juli salvó la vida en Arles, o Valenciano, de San Mateo, auxiliado por Ponce, han sido, literalmente, enmelados. Miel sobre miel. Más azúcar a lo que ya es dulce. Es decir, entripado garantizado.
Dulcísima. Dulce. Este es tu adjetivo.
Dulce como los vientres de las hembras.
Dulce como los ojos de los niños.
Dulce como las sombras de la noche.
Dulce como una voz. O como un lirio.
En su Canto de la miel, Lorca olvidó un último verso: "Dulce como un toro indultado". Imagino a los veterinarios, igual que la abeja Maya, untando de miel a los toros como si estos fueran pestiños. Y un pestiño pesado, cuando se atora en la garganta, causa estragos.
La corrida de toros será, a partir de ahora, una eterna luna de miel, cristalina y pura como la voz de Gloria Lasso. Por cierto, hablando sobre amor y viajes de novios, no me resisto a contarles una anécdota acaecida el pasado mes de julio en un Parque Nacional de Montana. Una joven de 22 años, en plena luna de miel, arrojó por un acantilado a su flamante marido. Poco después descubrieron que la novia estaba enamorada de otro y decidió deshacerse, sin posibilidad de indulto, de su antigua pareja. Pueden leer todos los detalles aquí.
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