miércoles, 9 de octubre de 2013

Campiña de Utrera

En la vega, junto al pozo de junqueras rodeado,
el cortijo en la campiña aparece como echado...
Una tropa de gigantes almiares le hacen guardia.
En la puerta hay una palma.
¡Sola mancha de verdor...!
Un mastín encadenado ladra fiero jadeante de calor.
 
(FERNANDO VILLALÓN)
 
 
"Aquella casa, aquel corral, aquellas cuadras donde yo pasaba las horas acariciando los caballos y mis esperanzas de jinete; aquellos mozos de cuadra tan listos que tenían para mí entonces proporciones científicas de catedráticos, tan escrupulosos en sus funciones que, por tener las cuadras siempre limpias, estaban avizores, sentados en sus banquetas de madera, y cuando un caballo alzaba la cola para hacer su gracia daban un salto y le presentaban el cubo para recogerla.

Aquella cal de las paredes, el eco del aljibe, la perra chata, que atacaba a las ratas grandes y respetaba a las pequeñas para que creciesen. Aquel olor de guarniciones limpias -sidol, limón y arena-. Era aquel mi mundo, adonde subía a avisarme el mozo del comedor poniéndose ya los guantes blancos para servir la mesa y me recomendaba que me lavase las manos. Lo hacía en la pila de los caballos para aprovechar mi estancia allí hasta el último minuto.

Mi tía, tan fina, se quejaba benévolamente de que alguna vez oliese a caballo. Pero mi tío fomentaba mi afición. Eran estos señores los padres de Fernando Villalón.

 
[...] Junto al olivar, dominando todo el llano con gran golpe de vista, se asomaba el caserío donde los padres de Fernando pasaban temporada. Ante la puerta había una gran explanada circular que antiguamente sirvió de era. Desde allí se comprobaba en mayo que la amapola, a pesar de la fuerza de su color, no le gana en profusión al jaramago blanco ni al amarillo, al nardo, a la cañahela y la biznaga. La toba, que desarrolla dos metros de altura y logra el grueso de una muñeca, dice mucho en los manchones. La malva pone zócalo verde a los caseríos.

La morta como el cardo, el cardillo y el espárrago, llaman al paladar del hombre.

Recatados en los arroyos florecen el taraje, la zarzaparrilla, la zarzamora, la adelfa, el rosal silvestre y el mimbre. Algún oculto manantial es delatado por el junco y la nea, la juncia (alfombra del Corpus) y la hierba del té".
 
RECUERDOS DE FERNANDO VILLALÓN
por MANUEL HALCÓN
 
 
En la puerta del cortijo para un Ford.
Es el amo. Ya no llega en su jaca como antes...
Es un nieto de los viejos labradores caminantes
y jinetes atrevidos que murieron. Va vestido de milord...

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