Superado El Pilar, los toreros van echándole el cierre a la temporada. Con la denostada feria de Zaragoza casi fuera de juego y la de Jaén comprimida en dos carteles mediocres, los festivales se han convertido en una forma amable de zanjar el año taurino. Algunos matadores despiden octubre con una necesidad imperiosa de pasar por el taller. Y otros, a causa de la dureza sufrida en los ruedos, de conseguir un corazón nuevo. Cuando se acerca el invierno, mientras que el valor se agota, las viejas heridas se resienten. A pesar de todo, este domingo en Chinchón se respiraba buen humor. Era "la joie de vivre", que dicen los franceses, algo que va más allá de la mera alegría de vivir; un sentimiento más meritorio, pues se trata de una celebración por seguir en pie, por no haber sido abatidos. Y, con ese espíritu, salieron al precioso ruedo de Chinchón los toreros y sus cuadrillas. Enhorabuena a todos estos hombres que nos han emocionado, por su honor, arrojo, torería y vitalidad, a lo largo de la temporada.
"Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido..."
(Pedro Salinas)
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