Se descorchó este San Isidro en una tarde ventosa pero templada, con el Rey Felipe VI en una barrera del 1, una mansada de Lozano Hermanos/El Cortijillo y una oreja al valor de Juan del Álamo. Poco que destacar, salvo la disposición del salmantino, que citó a su primero -un manso que, como el resto de la corrida, no se dejó picar y galopó pegando tarascadas- desde el centro del anillo, a lo César Rincón, en una faena, quizás algo brusca, aunque vibrante, rematada de una buena estocada. Los embroques fueron de pasar miedo, mucho, pero Juan Del Álamo derrochó seguridad y raza. Oreja merecida a pesar de que, desde el 7, algunos gritaron que la vuelta al ruedo habría sido un premio más ponderado. Lo de siempre: los San Isidros pasan, pero la plaza, como las personas, no cambian. Y eso, en el fondo, acrecenta su encanto.
En el sexto, Del Álamo recibió un derrote en el pecho espeluznante. El toro se tiró al bulto con violencia: si el pitón llega a calar, lo mata. A todos se nos cortó la respiración. Por fortuna, al terminar la corrida, en la enfermería confirmaron que "sólo" llevaba una fuerte contusión en la región costal y el torero de Salamanca ya está pensando en su segunda tarde -la de Pedraza de Yeltes- para poner a la plaza de acuerdo. Que así sea.
De Pepe Moral sólo despuntaron unos naturales a su primero, mientras que Joselito Adame no tuvo opciones en una corrida de presentación muy desigual y desbravada. Estupendo Domingo Siro en banderillas.
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