jueves, 21 de mayo de 2015

Un lenguado al que se le caían las dos orejas


Si alguien tiene buen ojo para el marketing en este país es, sin duda, la Asociación El Toro de Madrid, que ha decidido repartir su boletín, "La voz de la afición", en los aledaños de Las Ventas una hora antes de comenzar la corrida de Núñez del Cuvillo. La lectura de la gacetilla mientras desfilaban los lisiados de "El Grullo" ha salvado la tarde. O casi. También ha colaborado un sobrero de Toros de El Torero que respondía al nombre de "Lenguadito". Dicho lenguado ha sido para llevárselo a casa y ponerle una pecera... ¡una máquina de embestir por mar y tierra! El prototipo del toro del siglo XXI: manso en el caballo y exquisito en la muleta, de tremenda clase y duración. Ante él, Castella ha estado casi a su altura, lo que no es minucia. Aunque al lenguado cinqueño se le caían las dos orejas, el francés firmó una elegante y templada faena iniciada con el ya tradicional pase cambiado por la espalda en el centro del anillo, marca de la casa. Primoroso el cambio de mano. Lástima la espada, que cayó baja. Los tendidos -abarrotados- pidieron una oreja que reconcilia a Castella con Madrid tras años plúmbeos. 

Fotografía de Antonio Heredia

Del resto de la corrida, salvo los artículos de "La voz de la afición", poco más que destacar. Algunos Cuvillos salieron derrengados de los cuartos traseros y otros de los delanteros. Ni el prometedor "Arrojado" arregló aquello. Diego Urdiales -que brindó su segunda faena a Curro Romero- pegó una trincherilla eterna. Estremecedora. El resto de la faena tuvo detalles de mucha torería y bastantes imperfecciones... pero, por la trincherilla, se ganó la vuelta al ruedo. De todos modos, que no me hablen de pureza: en el cartel de esta tarde quien realmente sabe torear es Talavante. Ha dejado unas verónicas -mucho debe agradecerle a Curro Vázquez- y un par de naturales sensacionales. Hoy por hoy, es la única figura que apetece ver. 


Aplaudidos el picador Óscar Bernal y el banderillero Juan José Trujillo, de la cuadrilla de Talavante. El rey Juan Carlos I presenció la corrida desde la meseta de toriles. 

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