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miércoles, 14 de octubre de 2015

El taxi del mañana


En una Quinta Avenida desierta, a primera hora de la mañana, un taxi se aproxima hasta el escaparate de la joyería Tiffany´s bajo los acordes de Moon River. ¿Quién lo ha visto mil veces esta maravillosa escena?


El cine ha hecho que imaginemos Nueva York plagado de taxis amarillos, sin duda, uno de los iconos más representativos de la Gran Manzana. Aunque los taxis neoyorkinos se remontan a 1899, fue en 1907 cuando se puso en circulación la primera flota importante de coches traídos desde Francia, todos pintandos en amarillo con el fin de facilitar su identificación a gran distancia. 


Inolvidable Robert de Niro al volante de Taxi Driver de Scorsese. Incluso en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? teníamos a Benny, el taxi animado. Sin olvidar al personaje de Carrie Bradshaw, auténtica adicta a los taxis en Sexo en Nueva York.


El anterior alcalde de NY, Michael Bloomberg, puso en marcha el advenimiento del Taxi of Tomorrow, un modelo con un sistema de airbags más seguro, un motor de consumo eficiente, un sistema de luz interior mejorado, techo transparente, asientos traseros más amplios, puertas corredizas, tomas de USB para cargar móviles y iPads y tapicería antiolores. Pues bien, desde el 1 de septiembre, el Taxi del Mañana ha llegado a la ciudad de los rascacielos.


De haberse rodado hoy Desayuno con Diamantes, Audrey Hepburn se habría saltado el escaparate de Tiffany´s por estar cargando su móvil, mientras que Robert de Niro se habría hecho ecologista con un vehículo de bajo consumo energético. Los tiempos cambian y los taxis también.

miércoles, 5 de agosto de 2015

En vacances

Cerrado por vacaciones en el mar. No más vicios hasta septiembre.


Audrey Hepburn y Albert Finney en "Dos en la carretera"

miércoles, 15 de abril de 2015

Marineros en la ciudad


Vuelve a ponerse de moda lo que ahora, las it girls, llaman estilo navy, que en castellano se traduce por marinero, es decir, las rayas horizontales (o rayas Breton) de toda la vida. Parece ser que las camisetas de rayas se remontan a comienzos del siglo XIX, cuando los pescadores del Canal de La Mancha las utilizaban bajo la ropa, para calentarse. Sin embargo, fue Gabrielle "Coco" Chanel la primera diseñadora en apostar por el estilo marinero en 1917, vistiendo de rayas a las mujeres de la burguesía parisina. A partir de entonces, y a lo largo de todo el siglo XX, otras figuras de la moda -como Yves Saint Laurent-, el arte -Picasso o Warhol- y el cine -Audrey Hepburn, Brigitte Bardot o James Dean- se convirtieron en abanderados del look navy, uno de los emblemas del chic francés.


Si un marinero es mar,
rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
quiero sólo ir al mar donde me anegue,
barca sin norte,
cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia.

(Luis Cernuda)

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Cuando las mujeres empezaron a llevar "minis" y pantalones (1960-1969)

Jacqueline Kennedy fue el ideal de la elegancia durante los primeros años de la década de los 60. Jackie fue una gran conocedora de la costura europea, pero como primera dama de Estados Unidos eligió al americano Oleg Cassini para diseñar su indumentaria. Se le conoció por sus trajes sencillos, sus vestidos de tubo, sus casquetes y sus sobrios pero elegantes vestidos de noche.

 
En la misma época, Audrey Hepburn tenía un estilo juvenil y sofisticado vestida por Hubert de Givenchy en su papel de Holly Golightly en Desayuno con diamantes. El "petite robe noire" había sido introducido por Chanel en 1926, pero la versión glamourosa de Givenchy inspiró el traje de cóctel para varias generaciones de mujeres.

 
La falda con vuelo de la década de 1950 seguía estando de moda, sin embargo, a mediados de los 60 Cardin y Balenciaga introdujeron nuevas formas que modernizaron la silueta femenina. Adré Courrèges lanzó una colección ultramoderna de temática espacial. Úrsula Andress, con un biquini blanco, y Sean Connery, con sus trajes entallados, marcaron tendencia en la primera película de James Bond, 007 contra el Dr. No, de 1962.

 
La moda de la década, como la política, cambió drásticamente su rumbo en 1965. La modelo Jean Shrimpton impresionó a los espectadores del Victoria Derby en Melbourne (Australia) al aparecer con falda corta y sin guantes. Mientras, los 3.500 marines recién llegados a Vietnam señalaban el comienzo oficial de un conflicto que pronto dividiría a la nación. Ese mismo año, se fundó la Organización Nacional para la Mujer en Estados Unidos y el musical Hair debutó en Broadway. Twiggy, con su delgadez y su corte de pelo andrógino, comenzó su carrera de modelo en Londres como la cara del "Swinging Look" y la diseñadora inglesa Mary Quant introdujo las faldas que llegaban a unos 15 centímetros por encima de la rodilla en una boutique londinense, Bazaar.

 
La película de 1965 Doctor Zhivago inició una tendencia de moda rusa en la que las mujeres se ponían grandes abrigos tres cuartos, sombreros de piel y botas militares, que pasaría sin transición a las tendencias gitanas y renacentistas. Los peinados femeninos ahuecados y con las puntas hacia fuera dieron pie a estilos más largos y naturales. Por otro lado, los hombres jóvenes optaron por llevar el pelo más largo y dejarse crecer el pelo facial.

 
Si bien la segunda parte de la década estuvo dominada por un mercado juvenil y una moda inspirada en la calle, los grandes diseñadores continuaban redefiniendo el mercado de lujo. En 1966, Yves Saint Laurent, protegido y sucesor de Christian Dior, introdujo "Le Smoking", es decir, el corte de esmoquin para señora, al que pronto seguiría su colección safari. Sus populares trajes facilitaron la liberación de las mujeres, que ahora llevaban pantalones, y muy a gusto.

Anuncios de moda en la década de 1960-1969:

martes, 11 de noviembre de 2014

Givenchy... ¡torero!


El conde Hubert de Givenchy nació en Beauvais, un municipio francés situado en la región de la Picardía, muy al norte del país. Sin embargo, el maestro del diseño mantuvo cierta vinculación con la cultura española en general, y con la tauromaquia en particular. Amigo y discípulo de otro genio, Cristóbal Balenciaga, Givenchy tiene creaciones profundamente inspiradas en la fiesta de los toros, como puede comprobarse en la exquisita retrospectiva que ha presentado el Museo Thyssen.

 
Casualmente, con Monsieur Hubert retirado de la firma desde 1995, la casa Givenchy fichó al torero José María Manzanares junior para la campaña primavera/verano de 2013. Todo un horror, por cierto. Con razón, Hubert de Givenchy, un auténtico gentleman, declaró recientemente que la pasarela de ahora es muy vulgar. "Balenciaga es mi religión. Me apoyó y me asesoró. Era una excelente persona", afirmó en una ocasión.
 
 
"Nací el 20 de febrero de 1927 en Beauvais, localidad de la Picardía que es famosa por su magnífica catedral y también por sus tapices, ligados a la Manufactura de los Gobelinos. Mi abuelo materno, Jules Badin, administrador de la Manufactura de Tapices de Beauvais,  era un gran coleccionista no sólo de muebles y otros objetos sino también de trajes antiguos y telas preciosas, como los bordados que atesoraba entre sus piezas. Tuve por este motivo el gran privilegio de crecer rodeado de cosas bellas, algo que influyó sin duda en mi futura vocación. Cuando sacaba buenas notas en el colegio, como premio me dejaba acceder a esos tesoros, tocarlos un poco, admirarlos y así soñar...
 
 
Decidí que un día sería modisto debido a la admiración que me producía el corte impecable, la elegancia y la modernidad de las creaciones de Cristóbal Balenciaga. Tuve la gran oportunidad de entrar a trabajar con Jacques Fath, diseñador joven y de gran talento, y un año más tarde continué mi formación con Robert Piguet. Por entonces conocí a Christian Dior, que estaba preparando la apertura de su propia casa, y me propuso que trabajara con él más adelante. Mientras tanto, hice un breve stage en la firma de Lucien Lelong y después me ocupé de la tienda de la diseñadora Elsa Schiaparelli. Esta última experiencia me reafírmó en la idea de hacer una línea propia y de abrir mi propia casa de moda con esa nueva fórmula de un prèt-à-porter de lujo. Decliné así la invitación del Sr. Dior y su generosa propuesta de trabajar con él.
 
 
En 1952 nacía la Maison Givenchy con una primera colección a la que llamé Separates, que fue presentada por las más bellas modelos de París. A mi lado, Bettina Graziani se ocupó con gran entusiasmo de la prensa y el acontecimiento fue todo un éxito, aunque creo que mi fórmula era demasiado nueva para la época [...] Dos figuras icónicas me ayudaron desde el principio a crear la Maison Givenchy. Una fue Jackie Kennedy Onassis, y la otra, claro está, Audrey Hepburn. Ambas me dieron su confianza. Hubo a partir de entonces muchas clientas americanas que querían parecerse a aquellas dos mujeres excepcionales.
 
 
Vestir a la Sra. Kennedy en su viaje oficial a Francia, en el que apareció junto al General De Gaulle, supuso un gran éxito para nuestra casa. La juventud, la belleza y el encanto de la Sra. Kennedy pedían la imagen de un estilo sencillo, despojado de artificios y elegante como era ella misma. Con su aspecto más juvenil, y con un estilo distinto tanto por su encanto como por su marcada personalidad, Audrey Hepburn hizo también mucho por el éxito de nuestra firma. Durante años, Audrey me pidió que la vistiera en películas suyas, como Sabrina, Desayuno con diamantes, Una cara con ángel y muchas otras, con lo que fue creciendo nuestra amistad. Y la alegría de trabajar juntos nos fue deparando momentos inolvidables.
 
 
En 1995 decidí que había llegado la hora de retirarme. Además, los tiempos habían cambiado. Fue una decisión que me produciría una gran nostalgia, pero sé que fue acertada. Mis sueños infantiles se habían cumplido".
 
Hubert de Givenchy (septiembre 2014)
 

sábado, 20 de septiembre de 2014

El río que desembocaba en Vogue

La lluvia ni sabe ni quiere ir a la moda. Quedó claro el jueves, durante la Vogue Fashion Night Out 2014, cuando el cielo del Barrio de Salamanca se abrió en dos, como un enorme costurón, y alguien arriba grito "¡agua va!".
 
 
Dicen los organizadores que, a pesar del mal tiempo, la noche fue un éxito. Y sí: es muy posible que se dispararán las ventas de paraguas. Salvo eso, vi tan pocas bolsas como tarjetas de crédito. Las niñas estaban más preocupadas en peinarse los cabellos falsamente alisados que, con el agua, volvían a su estado natural, rizado y rebelde. Las alfombras rojas escupían lluvia y los tacones resbalaban por las aceras madrileñas. Sólo Audrey Hepburn era capaz de conservar el glamour bajo una tormenta.
 
 
Dentro de las tiendas, los fashionistas intentaban recuperar la compostura. Los paraguas chorreantes iban dejando un reguerillo entre sección y sección, como pequeños ríos en el interior de Zara o Massimo Dutti. Bajo las luces de neón, el rímel de las muchachas también goteaba hasta formar grotescas lágrimas negras. El agua es implacable ante los decorados de cartón-piedra.
 
 
Las páginas de Vogue, siempre luminosas y seductoras, se volvieron papel mojado. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza.

martes, 2 de julio de 2013

Complementos infalibles: un morenazo con Vespa

"À partir du 2 juillet, plus de laine, ni de corset"
 

Se cumplen 60 años desde aquellas felices Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953) que catapultaron a la fama a Audrey Hepburn. La película no sólo sirvió para que la actriz y la Ciudad Eterna firmaran una larga historia de amor, sino también para que todo el planeta soñara con comerse un helado en la Plaza de España. La obra de Wyler -que, en un primer momento y plegándose a los deseos de la Paramount, pensó en Elisabeth Taylor como protagonista- cosechó tres estatuillas: Óscar a la mejor actriz principal, al mejor guión adaptado y al mejor vestuario.
 
 
Curiosamente, Audrey pasa las tres cuartas partes de la película con la misma indumentaria; ésa que elige la noche en que decide escaparse del palacio y vagabundear por Roma hasta que Gregory Peck la encuentra dormida en un banco. ¿Y en qué consiste este look? En una sencilla camisa blanca abotonada hasta el cuello, un cinturón ancho, una falda plisada camel por debajo de la rodilla y unas bailarinas. Aunque, aparentemente, no parece un vestuario de Oscar, con unos toques de customización y tuneo, Audrey -gracias a la habilidosa mano de la diseñadora Edith Head- se convierte en una romana terriblemente chic.
 

¿Cuáles son estos pequeños cambios? Para empezar, se remanga la camisa por encima del codo, se desabrocha los botones superiores y se anuda un desenfadado pañuelo de rayas al cuello. A continuación, cambia las bailarinas por unas sandalias y, finalmente, se corta el pelo. Como complemento infalible, un morenazo (Gregory Peck) que conduce una Vespa. Un look que, sesenta años más tarde, resiste al paso del tiempo.
 

Curiosamente, cuando Audrey recoge el Oscar a la mejor actriz por su papel en Vacaciones en Roma, luce el mismo vestido que lleva al final de la película, aunque también algo retocado. Desde entonces la artista lo llamaría "el traje de la suerte".
 
 
Sin embargo, poco faltaba para que abandonase las creaciones de Edith Head (también trabajaría con ella en el maravilloso vestuario de Sabrina) y para que su diseñador de cabecera fuera, por siempre, Hubert de Givenchy. La futura estrella Miss Hepburn cambió así los helados italianos por los delicados croissants franceses.