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lunes, 13 de enero de 2014

Cagancho, el gitano de los ojos verdes

Tenía rebasado el medio siglo cuando, inesperadamente, un domingo fuera de feria lo anunciaron en Las Ventas. La plaza registró una excelente entrada porque había curiosidad por ver a este torero de leyenda, y viejos aficionados, a punto de echar el bofe, se apresuraban a ocupar sus localidades con tiempo suficiente para no perderse el paseíllo. "Sólo con verle hacer el paseíllo me conformo", decían, tras recuperar el resuello y obsequiar a la afición con un surtido recital de toses bien ensayadas y contundentes. En efecto, la estampa de Cagancho desfilando al frente de las cuadrillas, era enormemente sugestiva. Tenía esa elegancia peculiar que es patrimonio de los toreros gitanos, y aún no de todos. Pero luego vendría la sorpresa. Ocurrió en el cuarto toro, cuando se abrió de capa y dibujó unos majestuosos lances a la verónica, que alborotaron el tendido, hicieron llorar a los abueletes, asombraron a las jóvenes promociones, y dieron tema de conversación a los aficionados de cualquier edad para toda la temporada adelante y muchas más.
(artículo de Joaquín Vidal, publicado en enero de 1984)
 

Hace pocos días, publicaba en su cuenta de Twitter el escritor trianero Ángel Vela Nieto: "El 1 de enero, hizo 30 años de la muerte de un genio de la torería: Joaquín Rodríguez Cagancho. El año pasado hizo 100 de su nacimiento. Cagancho (Sevilla, 1903 - México, 1984) nació un año después que su amigo Curro Puya (Gitanillo de Triana). Entre los dos, está la capa con más arte de la historia del toreo. Hubiera hecho falta un Chaves Nogales que biografiara a Joaquín Rodríguez, el Cagancho de una legendaria estirpe de cantaores. Cagancho tuvo más de una vida. El gitano de los ojos verdes, toreó como vivió. De Triana a Madrid y después a México... allí quedó. Rita Hayworth vio torear a Cagancho en México. Lo esperó porque quería tocar a un dios.
 

Cagancho
fue una especie de embajador vitalicio en México. Toreó e hizo cine; fue una estrella más que admirada. México fue el único lugar donde Cagancho no tuvo que huir de sí mismo. Los toreros españoles que iban a México eran recibidos por él; los guiaba y los ayudaba en lo que hiciera falta. Fue un genio...
 

El Cagancho torero no cantaba, pero, además de buen aficionado, sabía lo que era marcarse un baile por fiesta. Que se lo dijeran a Caracol. Cagancho, Rafael Gitanillo de Triana y Caracol se juntaron en más de una fiesta. ¡Y cómo bailaba Rafael...! ¡Vaya mano a mano con Joaquín!".
 
"En Andalucía se torea, de Despeñaperros arriba se trabaja"
(Cagancho)
 

En los mentideros charros, siempre se rumoreó que la ganadera Pilarín Coquilla bebía los vientos por el gitano de los ojos verdes, famoso en los ruedos tanto por su genialidad como por sus numerosas espantadas que solían terminar en el cuartel de la Guardia Civil (recuerden la expresión: "quedar como Cagancho en Almagro").



Pilarín era el emblema de la mujer moderna, adelantada a las costumbres de la época: montaba a caballo, toreaba, fumaba, conducía coches y, encima, era guapa. Un dije de señora. Su personalidad fascinó de tal modo a ganaderos, toreros y artistas, que quedó inmortalizada en varias coplas, entre ellas Con divisa verde y oro (1953), brillante en la voz de doña Concha Piquer. “El chiquillo de Osuna que quería ser torero” bien pudiera ser Cagancho o, al menos, así se rumoreaba en media Salamanca. Finalmente, para mantener su prestigio como ganadera, la presunta Pilarín Coquilla entierró aquel "te adoro" que iba dirigido a su gitano predilecto.
 

Ganadera con divisa verde y oro,
ten cuidado,
que el amor no te sorprenda como un toro
desmandado.
Por tu hacienda y tu apellido
se te guarda devoción,
y un clavel en tu vestido
llamaría la atención.
En tus ojos se adivina
la locura de un "te adoro".
Y has de ser como la encina,
ganadera salmantina
con divisa verde y oro.

martes, 10 de diciembre de 2013

Toros en París (II)

Hace algunas semanas, describíamos, gracias a la hemeroteca del ABC, cómo había sido un festejo taurino celebrado en el velódromo de París en 1949. Al leer el post, el incansable y certerísimo Xavier González-Fisher me mandó un documento que complementa a la perfección la visión de aquella corrida. Se trata de la perspectiva de Conchita Cintrón, que hizo el paseíllo al lado de Ángel Luis Bienvenida y El Vito. Al corresponsal del ABC se le pasó por alto que, en los improvisados tendidos parisinos, se encontraba la actriz Rita Hayworth.

 
Estaba en París. Vestía de corto y esperaba la hora: las nueve de la noche. Tocarían entonces el himno nacional del Perú y en seguida La Marsellesa. El embajador extranjero y todos los presentes permanecerían en pie. Terminadas las ardientes estrofas patrióticas se iniciarían las arias de la ópera Carmen. A su compás haría yo el paseíllo en el Vel d'Hiver .

Sabía todo esto porque la víspera había ocurrido así. Por cierto que durante mi actuación surgió un incidente gracioso: un representante de la Sociedad Protectora de Animales había querido comprobar si las banderillas le harían demasiado daño a su protegido, un toro de lidia. La cuadrilla había escondido rápidamente los palitroques detrás de un burladero y luego invitó al curioso señor a que entrara y viera las banderillas, pero como el toro estaba allí, su protector optó por no entrar... y continuó la lidia.

Qué duda cabe, sucedían muchas cosas graciosas en sitios donde la Fiesta era espectáculo nuevo. Ayer , en el tendido , el público se había presentado con smoking, Ali-Khan y su linda esposa, Rita, estaban en barrera, y el Vito había resultado cogido porque se quedó mirando a la estrella —princesa—. El hermano de Julio , para castigar su distracción en la arena —que en París era una alfombra cosida a mano— no le avisó de la salida del toro al ruedo.

—Tiene bonitas piernas —había observado el Vito, mirando, admirado, a la actriz.
—Mejores las tiene el que está detrás de ti —contestó su hermano .

Y listo. Menos mal que no pasó de una voltereta.
 
CONCHITA CINTRÓN
 
"Dos que duermen en un mismo colchón, se vuelven de la misma condición".
Rita, la eterna Gilda, se contagió de la afición de su segundo marido, Orson Welles.
 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Moriremos a los 150 años, sanos como peras, tiesos y sin pensión


A unos "expertos" de Nueva Zelanda, que tienen las neuronas de un koala, se les ha ocurrido animar a los gobiernos a que creen un impuesto (¡otro más!) que grave los refrescos azucarados y los alimentos ricos en grasas saturadas. "En base a los estudios de modelización, los impuestos sobre las bebidas carbonatadas y las grasas saturadas y las subvenciones a las frutas y verduras se asocian con cambios beneficiosos en la dieta, que tienen el potencial de mejorar la salud", han subrayado los koalas.

Fotografías de Martin Parr

¿Por qué el Estado tiene que velar sobre nuestra salud? Si una tarde me doy un atracón de donuts, ya sé que, además de ponerme como una foca, subirá mi colesterol junto al resto de índices malignos. Bueno, ¿y qué? En mis niveles de azúcar mando yo. La cruzada contra los fumadores también me enerva. Los ministros del Santo Oficio persiguen, multan, gravan, señalan y expulsan de los lugares públicos a cualquier ser que lleve un cigarrillo en los labios en pro del bien común, la paz social y la alegría infantil. Sepan ustedes, señores gobernantes, que, desde que prohibieron fumar hasta en la pantalla del cine, le han hecho un daño irremediable a los villanos, mujeres fatales y  rebeldes sin causa.


Ya en 1624, el Papa Urbano VIII prohibió el consumo de tabacó y decretó la excomunión para cualquier cristiano que fumase dentro de un recinto sagrado. El tabaco -sobre todo el esnifado- provocaba estornudos, una reacción corporal, bajo su punto de vista, muy similar a la eyaculación, por tanto, impura para el alma. En 1633, el sultán Murad IV pasaba a cuchillo a una media de veinte personas diarias por inclumpir la ley de no fumar en el Imperio Otomano. Poco después, el zar Miguel se lió a rebanar narices a todo ruso que tuviera el valor de humear en su presencia.



Dentro de poco, nos meterán en la cárcel por zamparnos un bocadillo de jamón en mitad de la calle. Sí, queridos koalas: los embutidos, la yema de huevo y algunos quesos también son alimentos ricos en ácidos grasos saturados. Así que, mientras vienen a por nosotros, esperemos fumando un buen cigarrillo a lo Gardel.



Moriremos a los 150 años, sanos como peras, tiesos y sin pensión.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Maquillar la ultrajante naturaleza


"La mujer tiene todo el derecho, e incluso cumple una especie de deber, cuando trata de parecer mágica y sobrenatural; tiene que asombrar, que hechizar; como un ídolo, debe dorarse para ser adorada. Debe pues tomar de todas las artes los medios necesarios para elevarse por encima de la naturaleza, para subyugar los corazones y cautivar las mentes con mayor facilidad. Poco importa que todos conozcan los trucos y el artificio, si el éxito está asegurado y el efecto siempre será irresistible. En estas consideraciones el artista filósofo encontrará fácilmente la justificación de todos los usos empleados por las mujeres en todas las épocas para consolidar y divinizar, digámoslo así, su frágil belleza. La enumeración no tendría fin; pero, limitándonos a lo que nuestra época llama vulgarmente maquillaje, ¿quién no se da cuenta de que el uso de los polvos de arroz, anatematizado tan neciamente por los filósofos cándidos, tiene como objetivo y resultado hacer desaparecer de la tez todas las manchas que la naturaleza ultrajante ha sembrado en ella...?".
 
CHARLES BAUDELAIRE ("El pintor de la vida moderna")


Homero Expósito, uno de los autores de tango más brillantes de la Historia, decía que no se podía componer un tango si no se sabía escribir un soneto. Precisamente, a partir de un soneto de los hermanos Argensola -"A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa"- compuso su célebre "Maquillaje" en 1956.

"Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!".
Berthe Morisot

El poema de los hermanos Argensola trata sobre el engaño, en este caso de doña Elvira, que gasta su dinero en esconder su verdadero rostro. Al final, el autor, decepcionado, completamente opuesto a las ideas de Baudelaire, comprende que la belleza de la mujer es una farsa.
"Pero antes de que te vistas
coge un poco de agua clara
y afuera los melinotes
que te embadurnan la cara;
ni más carmín, ni más cremas,
ni más tintes en el pelo;
no te aguanto más colores
que los que te puso el cielo".
(Rafael de León)

Georges-Pierre Seurat

"No...
ni es cielo ni es azul,
ni es cierto tu candor,
ni al fin tu juventud.
Tú compras el carmín
y el pote de rubor
que tiembla en tus mejillas,
y ojeras con verdín
para llenar de amor
tu máscara de arcilla.

Tú,
que tímida y fatal
te arreglas el dolor
después de sollozar,
sabrás cómo te amé,
un día al despertar
sin fe ni maquillaje,
ya lista para el viaje
que desciende hasta el color final...

Mentiras...
son mentiras tu virtud,
tu amor y tu bondad
y al fin tu juventud.
Mentiras...
¡te maquillaste el corazón!
¡Mentiras sin piedad!
¡Qué lástima de amor!"
 
Uno de los mayores ridículos en los que puede caer el ser humano consiste en no aceptar el paso del tiempo. Me refiero a esas personas que, incluso en la cincuentena, se empeñan en parecer modernos veinteañeros e intentan, en vano, usar la ropa de sus hijos.

martes, 11 de septiembre de 2012

Ejercicios de erotismo, insinuación y sensualidad

El domingo pasado, sobre las cinco de la tarde, cruzaba andando Chamberí camino de Las Ventas. Iba delante mía una muchacha de no más de dieciocho años que, a cada paso, tenía que sujetarse la camiseta que dejaba al descubierto tres cuartas partes de su espalda y, por supuesto, la ropa interior. No sé adónde se dirigía, pero seguro que llegaría desnuda. Hasta que la adelanté en un semáforo en Ríos Rosas, me preguntaba: ¿qué ha sido de la insinuación (dar a entender algo sin más que indicarlo o apuntarlo ligeramente), del arte de dejar ver sin enseñar? ¿Desde cuándo nos hemos convertido en una civilización tan soez?
Hace poco, leía este artículo de Vargas Llosa: "El erotismo ha desaparecido, al mismo tiempo que la crítica y la alta cultura. ¿Por qué? Porque el erotismo, que convierte el acto sexual en obra de arte, en un ritual al que la literatura, las artes plásticas, la música y una refinada sensibilidad impregnan de imágenes de elevado virtuosismo estético, es la negación misma de ese sexo fácil, expeditivo y promiscuo en el que paradójicamente ha desembocado la libertad conquistada por las nuevas generaciones. El erotismo existe como contrapartida o desacato a la norma, es una actitud de desafío a las costumbres entronizadas y, por lo mismo, implica secreto y clandestinidad. Sacado a la luz pública, vulgarizado, se degrada y eclipsa, no lleva a cabo esa desanimalización y humanización espiritual y artística del quehacer sexual que permitió antaño. Produce pornografía, abaratamiento procaz y canalla de ese erotismo que irrigó, en el pasado, una corriente riquísima de obras en la literatura y las artes plásticas, que, inspiradas en las fantasías del deseo sexual, producían memorables creaciones estéticas, desafiaban el statu quo político y moral, combatían por el derecho de los seres humanos al placer y dignificaban un instito animal transformándolo en obra de arte".

Las películas del Hollywood clásico reflejaban esta "refinada sensibilidad" a la que hacía referencia Vargas Llosa. Los hombres se enamoraban de Rita Hayworth sólo con aflojarse un guante o entonar una canción a medianoche sobre una mesa.


En aquellas películas de cine negro, la seducción era un arte dentro y fuera de la pantalla. Bogart se enamoró de Lauren Bacall, "La Mirada de Hollywood", en el rodaje de "Tener y no tener". Ella tenía 19 años. La frase: "si me necesitas, silba", se hizo mundiamente famosa tras la película.


En el verano de 2010 fallecía Patricia Neal, la actriz que se enamoró locamente de Gary Cooper. "Es una de las cosas más maravillosas que me ha sucedido en la vida. Le sigo amando, incluso ahora", escribió en su autobiografía. Cooper estaba casado y el romance con Neal terminó cuando su mujer rechazó concederle el divorcio.



Su actuación en "El cartero siempre llama dos veces" lanzó al estrellano a Lana Turner y a sus infinitas piernas. Fuera del restaurante-gasolinera donde trabajaba Turner colgaba un cartel: "Se necesita hombre" ("Man wanted"), un juego de palabras que encerraba un doble sentido: la necesidad de un hombre para trabajar, pero también para amar.


Continúa Vargas: "Hacer el amor en nuestros días, en el mundo occidental, está mucho más cerca de la pornografía que del erotismo y, paradójicamente, ello ha resultado como una deriva degradada y perversa de la libertad [...] Por ello, si queremos que el amor físico contribuya a enriquecer la vida de las gentes, liberémoslo de los prejuicios, pero no de las formas y los ritos que lo embellecen y civilizan, y, en vez de exhibirlo a plena luz y por las calles, preservemos esa privacidad y discreción que permiten a los amantes jugar a ser dioses y sentir que lo son en esos instantes intensos y únicos de la pasión y el deseo compartidos".

Burt Lancaster y Deborah Kerr en "De aquí a la eternidad"