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viernes, 17 de abril de 2015

Amante de abril y mayo en la Sala de Fitness

Entre abril y mayo llegan las primeras calores. Que la primavera altera la sangre es un dicho que se cumple tanto en los hombres como en las mujeres, principalmente entre las que andan por la cuarentena, hermosas y sin un amor (o con un marido, tanto da). De pronto, un buen día, estas señoras cambian de peinado y salen al zaguán a decir adioses a un niño tostado. O, en su defecto, se apuntan al gimnasio con el fin de arrimarse a su entrenador personal. 

 
Observo el modus operandi de estas mujeres en la Sala de Fitness. Todo comienza con un tirón ficticio, con una máquina que no funciona o con una duda sobre el plan de entrenamiento. Son señoras burguesas, de escudo y renta, todavía de buen ver, como la rosa de Peñaflor. Van al gimnasio con unos modelos meticulosamente estudiados -realzando las carnes en los puntos clave-, que relucen aún más gracias a los complementos: pendientes de perlas o pulseras de oro. Las alianzas de casadas quedan accidentalmente olvidadas dentro del joyero. 

 
Mientras el especialista en fitness acude cabalmente en ayuda de estas atléticas damas, venas adentro, corre un amor de mayo y abril. A veces, las vecinas -que también están apuntadas en el mismo gimnasio- hablan más de la cuenta: que si ella tiene cuarenta y que él sólo veintidos. Pero contra el viento de la comidilla y a pesar del tango de la edad, a las señoras con zarcillos de perlas les duelen los centros de tanto querer a su "entrenador de definición muscular".


Nada nuevo bajo el sol: en 1957, Rafael de León ya escribió Amante de abril y mayo para doña Concha Piquer. La misma historia... sólo que el especialista en fitness iba a caballo.
 

viernes, 13 de marzo de 2015

Las coplas de Susana


Susana, en egipcio, significa "flor de loto" y, en arameo", "lirio". Como la copla. Susana Díaz, candidata premamá, quiere mirar a los ojos a su hijo, el que aún lleva en el vientre, y contarle que los de su partido han dejado una Andalucía mejor que la heredada de nuestros padres. Así lo dijo durante la apertura de la campaña electoral que tuvo lugar en Almería. Y a mí aquello me sonó a copla. 

"A la nanita mi niño,
no llores ni tengas penas,
yo te daré mi cariño
porque seré una madre buena".
(Con los bracitos en cruz)


"Bordando pañales
pa su criatura,
lloraba Canales
la de Puerta Oscura".
(La niña de Puerta Oscura)



Susana dice que su niño, la flor de sus entrañas, se porta muy bien, "parece que quiere contribuir a la mayoría porque no me da fatiga, ni cansancio ni nada".

"¡Bendita sea la madre,
la madre que te ha parido!
Que solita se quedó
para darme a mí un jacinto
que alegraba sus jardines
y era gloria para el mío".
(Trece de mayo)


La futura madre Susana está en duermevela: PP, Podemos y Ciudadanos son tres clavos de amargura, como los hijos de la Gabriela. Cuentan que, arengando junto a la cuna, le dan las claras del día... ¡qué pena de suerte mía!

miércoles, 29 de octubre de 2014

Una coplera infiltrada en "El cantante de jazz"


"En 1926, año de plenitud del arte cinematográfico mudo, Hollywood vivía tiempos dorados de prosperidad y la demanda de público no exigía más de lo que por entonces la producción de los estudios le ofrecía. No pedía, por ejemplo, que las sombras de la pantalla rompiesen a hablar, porque le satisfacía plenamente el lenguaje visual al que estaba acostumbrado. Pero los hermanos Warner, cuyos negocios bailaban sobre la cuerda floja de la bancarrota, pensaron que tal vez podrían alejarse del fantasma del crack si lanzaban al mercado la golosa novedad del cine sonoro [...] En El cantante de jazz (The jazz singer, 1927), tras una canción, Al Jolson se dirigía al público estupefacto y le decía: «Esperen un momento, pues todavía no han oído nada. Escuchen ahora». La platea del teatro Warner se conmovió como sacudida por un terremoto la noche histórica del 6 de octubre de 1927 en que por vez primera la imagen de Jolson pronunció esta frase premonitoria ante las masas, gracias a la magia blanca del Vitaphone.
 
Efectivamente, los espectadores apenas habían oído nada, y no por el celebrado Ma-a-a-mee que entona este hijo de un rabino, que había proferido sus primeros gorgoritos cantando en la sinagoga y que ahora aparece ante las multitudes, con la cara embetunada e interpretando al hijo de un cantor religioso judío aficionado al jazz, que sigue su vocación a pesar de la oposición familiar y triunfa en los escenarios, sino por toda una nueva era del cine que se inaugura con este punto y aparte decisivo".
 
Román Gubern ("Historia del cine")
 
 
A la vera de Al Jonson, una muchacha valenciana, delgadita, con el pelo corto y vestida como un chico, también formó parte del elenco de El cantante de jazz. Se trataba de Conchita Piquer. Así lo explicaba la diva de la copla en una entrevista concedida a Manuel Vicent en 1981:
 
"El maestro Penella me había hecho una canción llamada La maja de rumbo para cantarla en el barco cuando pasara la línea del Ecuador. Subí y la solté. Y allí se cayeron los palos de sombrajo. El empresario dijo al instante: «Esta niña tiene que debutar aquí mañana». Y empezó el lío. Penella, durante la noche, me compuso una canción que tituló El florero. Era un pregón de un muchacho andaluz; yo, salía vestida de chico con una cesta de esas con que venden mariscos en Sevilla, pero con flores. Y como no tenía ropa ni nada, me puse unos pantalones del maestro Penella que era pequeño y delgadito, una guayabera de dril que me hizo mi madre en unas horas, un pañuelito rojo y una gorrita, y aquí me tienes que aprendí la canción en una noche y al día siguiente en el ensayo general fue un clamor. Paré el espectáculo. Como mi nombre no figuraba en la compañía, los periodistas me bautizaron como The Flower's Boy para los restos. Fue la novedad de cantar en español, yo no sé lo que sería; un milagro de la virgen de los Desamparados, pero el caso es que el día del estreno me hicieron repetir la canción hasta seis veces, y cuando el maestro daba con la batuta en el atril para volver a empezar se me nublaban los ojos de gusto. A los pocos días se recibió un contrato de los hermanos Schubert, que eran propietarios de cincuenta teatros, por cinco años, a razón de 350 dólares a la semana. Y así me tuvo Schubert cantando El florero durante un año entero en el Winter Garden, de la calle 52, y Broadway. Trabajé con todas las figuras del momento desde Al Jolson al último mono".
 
 
Con mucha gracia, el gran músico Pedro Iturralde recuerda esta semana en ABC los inicios de la Piquer en Hollywood: "A ella le fue bien en todos sitios. Sólo en Argentina tuvo problemas con su nombre porque por razones obvias [ya saben, la concha argentina] se lo quisieron cambiar. Ella, claro, se negó. Ella quería ser Conchita Piquer".

 
Para doña Concha, la "sonoridad" de El cantante de jazz de Alan Crosland no supuso novedad alguna. Ella ya había protagonizado una película sonora cuatro años antes, en 1923, bajo la dirección de Jorge M. Reverte. Aquella pequeña cinta de once minutos, filmada en español, incluía recitados, un cuplé andaluz, una jota aragonesa y un fado. En la década de los 20, el cine sonoro era, pues, una innovación relativa, pero hizo falta que el espectro de la quiebra se abatiese sobre la Warner Bros para que la novedad técnica se incorporase a la producción comercial. 
 
 
Tal como apunta Gubern, la diversidad idiomática supuso un serio obstáculo en la difusión universal del cine sonoro, que se trató de resolver con el rodaje de diferentes versiones de cada película en varios idiomas. Imposible olvidar a otra señora de la copla, Imperio Argentina, cantando Los Piconeros en alemán.
 

jueves, 23 de octubre de 2014

El arma blanca en la copla

"En la lucha por puro prestigio, el hombre se hace reconocer por el hombre" (Kojève)
 

En comparación con las armas de fuego, que ponen distancia al duelo, las armas blancas tienen la ventaja de la cercanía y la inmediatez. Un hombre puede matar a otro mirándole a los ojos. Por eso, cuchillos, espadas, puñales y navajas han sido, desde siempre, el armamento del pueblo español. Y de la canción andaluza. Los compositores de copla tomaron el testigo de Lorca, autor de aquel poema titulado "Herido de amor":

Bisturí de cuatro filos,
garganta rota, y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy malherido,
herido, de amor huido.
¡Herido! ¡Muerto de amor!
 
 
En 1943, Rafael de León escribió "La baladilla de los tres puñales" para su libro Jardín de Papel. Al leerla, el maestro Juan Solano le puso música y fue estrenada en 1964 por Marifé de Triana con enorme éxito. Recientemente, Miguel Poveda ha grabado  una versión soberbia.

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...
 
 
También para Marifé, y en el mismo año de 1964, Valerio y Solano compusieron "Cuchillito de agonía".

Cuchillito, cuchillito pa´mi muerte...
No pidas, tormento mío,
que deje yo de quererte.
 
 
Pero volvamos a las puñaladas, asestadas tanto por hombres como por mujeres, como la que pegaba bajo unos soportales "La Guapa", después de que un hombre la humillara por ser una mujer "de mal vivir". La canción fue estrenada por Conchita Piquer en 1947 durante su espectáculo llamado... ¡"El Puñal y la Rosa"!

Y una guapa te paró,
sólo por eso... ¡por guapa!
Y un cuchillo te clavó
y la sangre chorreó
en el embozo de tu capa.
Ya he perdido hasta mi nombre,
no es Mercedes ni es María,
que la sangre de ese hombre
otro nombre me ponía.
 
 
En el pueblo llano, las grandes traiciones siempre se han vengado con la punta de un cuchillo... o con tres puñales atravesados. "Mañana sale" fue compuesta por Rafael de León para Concha Piquer, que se cortó la coleta tras cantar esta complicada copla sobre una lotera despechada.

¿A quién le vendo la suerte?
¡Mañana sale y está premiao!
Mis ojos tienen que verte
con tres puñales atravesaos.
 
 
Decían de la bailarina y actriz Lola Montes que tenía en los ojos puñales con los que iba matando a los hombres más cabales. Así lo recogió en 1942 Rafael de León en su bellísimo pasodoble dedicado a aquella irlandesa de clisos claros que enamoraron hasta al rey Luis I de Baviera.

 
En este repaso por las armas blancas del repertorio coplero, no podemos dejar en el tintero "Cuchillo y espada", nueva obra de Rafael de León y Juan Solano, popularizada a comienzos de los 70 por Rocío Jurado, que solía interpretarla con un espectacular vestido de noche.

Toda la noche entre sueños
he sentido las navajas
navegando por mi sangre
igual que peces de escarcha.
 
[...] Espada, chuchillo,
dentro de un miedo amarillo,
cuchillo, espada,
espero tu puñalada...
¡mátame!

 
Poetas como Rafael de León o Xandro Valerio superaron, con mucho, a García Lorca. Como muestra este botón coplero, que parece patrocinado por una empresa de acero inoxidable. No existe mejor forma para cerrar el interminable y trágico duelo con armas blancas que recordar aquella estrofa de "A tu vera"...
 
Ya pueden clavar puñales,
ya pueden cruzar tijeras,
ya pueden cubrir con sal
los ladrillos de tu puerta...

miércoles, 9 de julio de 2014

Coplillas para las feas


La suerte de la fea, la bonita la desea. A la fea y a la hermosa, la copla en sus cabellos siempre engarzó una rosa. A las niñas morenas y a las rubias encendidas. Sin distinciones. Por eso, en 1950, Juanita Reina grabó La coplilla de la fea, compuesta por Antonio Quintero y Rafael de León. Una rareza del repertorio que, inexplicablemente, no se ha vuelto a versionar.
 
¿Por qué se fija ese hombre y arrepara
en esa niña que pasa por su lao,
por qué se ríe mirándola a la cara,
por qué el coló de la niña ha quebrao?
¿Por qué le dice la gente:
-Caballeros, atensión,
por qué a la triste inocente
se le parte el corazón?
Tú te diviertes,
malas ideas,
y con fatigas de muerte
va disiendo así la fea:
 
No sabes, niño bonito
que me miras y te ríes,
que soy como un huertesito
de claveles y alhelíes.
Que tengo las condisiones
de la casa del rey moro,
por fuera con desconchones
y por dentro es un tesoro.
Cuando lleno de angustias mortales
sin amigos yo te vea,
y la vida a los dos nos iguale,
ya verás tú lo que vale
el cariño de una fea.
 
 
Existe otra copla, algo más conocida y versionada, titulada Ana María, la fea. Fue compuesta en la década de los 30 por Perelló y Mostazo.
 
Era Ana María
Por buena y por fea
La risa del barrio
La burla de tós.

A nadie atraían
Sus trajes de sea
Y nadie en la vida
De amores le habló.

Cuentan que una noche
Un guapo mocito
Al verla tan rara se quiso burlar.
Y en plan de guasita
Con unos amigos
Al pie de de su reja
Lanzó este cantar:

Ana María.
Ana María la fea.
¡Qué desgraciaíta eres!
¡Que aunque te vistas de sea
Naide en el mundo te quiere!
¡Sal a tu reja y no llores!
¡No pierdas tú la alegría
¡Que yo te doy mis amores!
¡Ana, ay, mi Ana!
¡Mi Ana María!

Loca por la copla
Que alegre escuchaba
Su reja florida
Le abrió al rondador
Y al ver que de ella
Así se burlaba
de rabia y coraje
La fea lloró.
 

Con estas canciones populares, llegamos a la conclusión que, aunque oculta tras la celosía, más vale fea y con gracia, como la niña picadita de viruela, que bonita y sosona. Todas las coplillas de las feas tienen, pues, un final feliz, sin embargo, en el tango los desenlaces son mucho más descarnados, con la protagonista, como una flor de angustia, transida de dolor. 
 

Picadita, picadita,
picadita de viruela
con la cara morenita
del color de la pajuela.
Nadie le dice bonita,
nadie de amor la camela,
como un lirio se marchita
sentadita en su cancela.
Y el aquel de su penita
por Sevilla corre y vuela:
no se casa esta mocita
porque tiene la carita
picadita de viruela.

 
Procurando que el mundo no la vea
ahí va la pobre fea
camino del taller;
y a su paso, cual todas la mañanas,
las burlas inhumanas
la hieren por doquier.
Cuando alguno le dice una torpeza
inclina la cabeza
transida de dolor,
y piensa con amargo desencanto:
Por qué se reirán tanto
de mi fealdad, ¡Señor!...

Una noche su viejita
en el cuarto llorando la encontró
y la fea, ¡pobrecita!,
la tragedia de su alma le confió;
aquel hombre que debía
conducirla muy pronto ante el altar,
con su amiga Rosalía,
la que ella más quería,
se acaba de escapar...
 

miércoles, 26 de marzo de 2014

Las cinco farolas


Faltó muy poco para que la vereíta verde de Juanita Reina se cuajara de yerba. Quizás por este motivo, su padre nunca le dio permiso para que grabara el tema de Las cinco farolas, de Ochaíta, Valerio y Solano. La historia que contaba aquella copla se parecía demasiado a los amores entre su hija y el bailaor gaditano Caracolillo, ocho años menor que ella y eternos novios hasta el último minuto, porque la familia de la Reina no aprobaba la relación. Finalmente, la coplera pasó triunfal por el altar a los 39 años en la basílica de La Macarena.



Cinco luceros azules
alumbran cinco farolas
desde su casa a mi casa,
desde su boca a mi boca.

Cinco añitos que le quiero
cinco añitos que me adora,
la mala gente qué sabe
qué sabe de nuestras cosas.

Si yo sé que me quieres, como le quiero
pa qué darle tres cuartos al pregonero
desde su puerta misma hasta mi puerta
la vereíta verde, no cría yerba, no cría yerba
.

Aunque Las cinco farolas había sido compuesta para Juanita Reina, a causa de su indecisión, Concha Piquer tomó la delantera y la grabó en 1963. Celosa de que una compañera llevara en su repertorio una de sus coplas favoritas, la Reina la interpretó más adelante, convirtiéndola en una obra maestra.


"Estaba allí, en mitad del paseo de Recoletos, largo y ancho punteado de gente, entre el verde de los árboles y el negro claro y lírico de la sombra caliente y perezosa, al margen de los veladores de café --lápidas sepulcrales de cabezas de gamba y puntas de pitillos-- estaba allí el farol loco, digno en su locura, como un cirio grande y alto, sin llamar la atención con su espectáculo hermoso, impar y ebrio de sugerencias del mejor estilo.
 
Pues nadie se fijaba en él. Nadie.
A lo más, alguno le miraba y se echaba a reír.
 
¿Es que no se veía, claramente, como aquel farol mantenía, ni más ni menos que todo un criterio, que todo un concepto disconforme con la humanidad madrileña? Estaba allí representando la creencia de que era de noche, negando la luz del sol; o reenganchado al día como un girón de la noche que se hubiera cogido la capa y fuera un prisionero patético y conmovedor del día.

El farol loco permanecía encendido con toda su razón incomprendida.

También tenía algo de árbol seco con fruto único y espectral, con un fruto surgido contra la naturaleza, o simplemente de farol desvelado que no se ha podido dormir cuando el cielo aclara y entra a los faroles el desayuno del alba.
 
Superviviente, juerguista de su deber, obcecado, abstraído o loco, con voluntad genialoide. ¿Qué hacías tú, farol inadvertido, trágica espiga quemada nacida del asfalto?
 
Pasé otra vez de madrugada y en la noche cerrada sobre sí misma, el farol estaba apagado.
¿Habría muerto o simplemente nos querría decir que era de día?
Apagarse a la hora de deber lucir. Cosas son de españoles".
 
CÉSAR GONZÁLEZ-RUANO

 
Un arrabal con casas
que reflejan su dolor de lata...
Un arrabal humano
con leyendas que se cantan como tangos...
Y allá un reloj que lejos da
las dos de la mañana...
Un arrabal obrero,
una esquina de recuerdos y un farol...

Farol,
las cosas que ahora se ven...
Farol ya no es lo mismo que ayer...
La sombra,
hoy se escapa a tu mirada,
y me deja más tristona
la mitad de mi cortada.
Tu luz,
con el tango en el bolsillo
fue perdiendo luz y brillo
y es una cruz...
 

lunes, 17 de marzo de 2014

Tú eres mi marío


"[...] El machismo de la época era asumido de tal modo que la infidelidad del hombre era considerada una cosa casi natural que muchas mujeres aparentaban ignorar y aceptaban con resignación. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en una copla grabada en 1948 por Concha Piquer y titulada Como si fuera verdad, de la que escogemos los siguientes versos.
 
Pensando en la otra me besas mintiendo
y a veces su nombre te sube a la boca.
Yo bien que lo escucho mas sigo fingiendo
porque tengo miedo de volverme loca.
 
Por la gloria de tu mare,
miénteme por caridad,
para que yo me lo crea
como si fuera verdad.
 
Dime que me quieres mucho,
que a nadie quisiste más,
dilo cerrando los ojos
como si fuera la verdad.

 
Más resignada que la protagonista de Como si fuera verdad es la de otra tremenda copla titulada Tú eres mi marío, de la que ofrecemos unos versos.
 
Por qué inclinas la cabeza,
por qué llegas a la mesa
sin mirarme cara a cara.
¿Qué cavilas? ¿Dónde estás?
Como si un remordimiento
te amargara el pensamiento
y un delito me ocultaras
que no puedes confesar.
¿Qué te pasa a ti, alma mía,
que desprecias la comía,
que te está asomando el llanto
sin motivo ni razón.
Y te pones amarillo
cuando miras el cuchillo
como si te diera espanto
de una mala tentación?
 
Toma tu copita,
tu cigarro puro,
y anda y que te miren las niñas bonitas.
¡Te tengo seguro!
Que si ayer viniste
casi amaneciendo
fue por los amigos, que te entretuviste,
¡Yo tó lo comprendo!
Yo soy muy dichosa,
yo no desconfío.
Por más que le gustes a las buenas mozas...
¡Tu eres mi marío!
 
¿Por qué duermes intranquilo?
¿Por qué vives siempre en vilo
si yo no te pido cuentas
de ande vienes y ande vas?
¡Si es por mí por quien suspiras!
Lo demás sé que es mentira.
Ni le pasas una renta,
ni es tu amó, ni lo será.
Ni mereces un castigo
porque hablando tú conmigo
te equivoques y me sueltes
otro nombre de mujer.
Son cosillas pasajeras
que si yo me las creyera,
mereciera hasta la muerte
por dudar de tu querer...
 
 
Vemos hasta qué delirantes extremos podía ser aceptada la infidelidad masculina, y asusta un poco pensar que esta canción se escuchara en serio y se admirara a aquella mujer por su actitud".
 
PIVE AMADOR
El libro de la copla

martes, 4 de marzo de 2014

A la vera del Belmonte Rubio

A doña Concha Piquer nunca le gustaron los toreros... y sin embargo, acabó casada con uno, Antonio Márquez y Serrano. Cosas de la vida. "El Belmonte Rubio", como se le conocía entre los aficionados, tomó la alternativa en Barcelona de manos del Pasmo de Triana en 1921. Con la Guerra Civil, decidió retirarse de los ruedos y apoderar a su esposa, quien tenía más reaños que medio escalafón. Solía decirle: "Concha, si fueras toro, te cortarían siempre las orejas".
 
 
Ella recuerda así su primer encuentro durante un baile de máscaras, cuando Márquez aún estaba casado con la cubana Ignacia Gloria de Arechavala: "Yo lo había visto torear y ya me había fijado en sus ojos azules; le llamaban el Belmonte Rubio, y pensé que aquel hombre no se me podía escapar. Me enamoré de él por los ojos, por eso mi hija Conchín los ha sacado igual. Luego nos encontramos en un baile de máscaras en el teatro de la Zarzuela, donde yo iba a todo meter, y se quedó patidifuso, era el año 1928".
 
 
Ya ven: Antonio Márquez también era hermoso y rubio como la cerveza, aunque no sabemos si lucía un corazón tatuado en el pecho. El caso fue que, a pesar del matrimonio con la cubana, el torero y la coplera acabaron sorteando aquella "callejuela sin salida" y nadie se perdió en la revuelta de una sortija dorá. Ya podían clavar puñales o cruzar tijeras que aquella pareja estaba destinada a convivir para los restos.
 
 
Doña Concha nació en diciembre de 1906, en mitad de una tormenta, justo cuando caía un rayo descomunal. Esa tempestad, sin duda, influyó para siempre en su carácter de trueno. Incluso su final fue borrascoso. En 1958, actuando en Isla Cristina, le falló la voz, a causa, probablemente, de una faringitis mal curada. Al terminar la actuación, reunió a la compañía y les comunicó: “Hoy han escuchado ustedes por última vez a Conchita Piquer”, y dicho y hecho, se retiró definitivamente. Falleció en 1990, dos años después de Antonio Márquez. Sus últimas instrucciones iban dirigidas a su hija Conchín: "Que me pongan en un ataúd donde no entren bichos y vestidme con el traje de La Parrala".
 
 

sábado, 15 de febrero de 2014

Copleras y señoritos


Mañana, 16 de febrero, se cumple un año del fallecimiento de Marifé de Triana. Desgraciadamente, los pocos medios de comunicación que recuerdan este triste aniversario lo hacen bajo las notas de Torre de Arena, quizás su copla más emblemática junto a La Encrucijada y La Loba. A pesar de la cautivadora puesta en escena de Marifé, mira que es fea Torre de Arena, compuesta en 1956 por Lladré, Gordillo y Sarmiento. No hay por donde cogerla. Curiosamente, fascina a los homosexuales y aún sigue escuchándose en los bares gays de Chueca.
 
Torre de arena
que mi cariño supo labrar.
Torre de arena
donde mi vida quise encerrar.
Noche sin luna,
río sin agua, flor sin olor...
Todo es mentira, todo es quimera,
todo es delirio de mi dolor.


Sobre copleras y homosexuales, existen varias anécdotas simpáticas. En 1931, el poeta Rafael de León, que por aquel entonces tenía 23 años, cumplía el servicio militar. Una tarde del mes de junio, pidió permiso para acercarse hasta el Teatro de la Exposición de Sevilla, diseñado en 1925 por Vicente Traver, de estilo italiano y con 1.025 localidades. Actuaba en él la gran Concha Piquer y Rafael anhelaba conocerla en persona. Antes de empezar el concierto, vestido de militar, pues acababa de llegar, llamó a la puerta de su camerino. Toc-toc-toc.
 
- ¿Usted es Conchita Piquer?
- ¿Y usted es maricón? -respondió de inmediato la coplera.
- Uy, ¿en qué lo ha notado usted?
- En como lleva la gorra.
 

Más adelante, en una entrevista, doña Concha relataba este encuentro con su guasa habitual: "Y allí mismo nos hicimos amigos, y luego hemos pasado la vida juntos, como dos hermanas. Y, claro, yo a veces le contaba cosas de mi vida, cosas que me pasaban, ya digo como a una hermana, y él sacaba de eso tema para sus canciones".
 
 
Brillantina a lo Travolta
pantalón ancho y sin volta
con botitas mocasín,
el señorito.
Nadie sabe ni se explica
si es muy macho o es marica
para amar es indistinto
el señorito.

jueves, 13 de febrero de 2014

El tango de lo de la edad


Con la proximidad de San Valentín, leo por ahí que cada vez resulta más frecuente que mujeres en la cuarentena salgan con hombres veinteañeros. En algunos lugares, han bautizado este fenómeno como "cougars" ("pumas", para describir a estas señoras) o una relación "mayo-diciembre". Los "especialistas en la materia" aseguran que los hombres suelen sentirse atraídos por mujeres maduras ya que éstas no sufren los irracionales arrebatos emocionales propios de las jovencitas. Nada nuevo bajo el sol. Ya en 1957, Rafael de León le compuso a Concha Piquer el pasodoble "Amante de abril y mayo" para su último espectáculo, "Puente de Coplas
 
 
Andaba por los cuarenta,
La rosa de Peñaflor,
Señora de escudo y renta,
Hermosa y sin un amor.

Y de pronto un día cambió de peinao, cambió de peinao,
Y la vio to el pueblo salir al zaguán,
A decirle adioses a un niño tostao, a un niño tostao,
Que partió galope sobre su alazán.

Amante de abril y mayo,
Moreno de mi pasión,
Te llevo como a caballo
Sentao en mi corazón.

Me están doliendo los centros
De tanto quererte a ti
Me corre venas adentro.
Tu amor de mayo y abril.

Desde los pies a la boca,
Que aprendan todos de mí, ¡ay, de mí!
A querer como las locas.

Hablaron más de la cuenta
Las niñas de Peñaflor:
-Que si ella tiene cuarenta
y que él solo veintidós-.

Pero contra el viento de la comidilla, de la comidilla,
Y a pesar del tango de lo de la edad,
La vieron casada salir de mantilla, salir de mantilla,
Con aquel mocito de la catedral.


Sin embargo, Rafael de León, que se adaptaba a toda clase de circunstancias, también escribió el precioso poema "No me quieras tanto", en el que daba la vuelta a la tortilla: en sus versos, una veinteañera se enamora de un hombre que le dobla la edad. En esta letra se aprecian perfectamente los arrebatos emocionales propios de las jovencitas que mencionábamos al principio. Estas coplas, por cierto, escritas durante la dictadura franquista, sonaban sin cesar en las radios de cretona y nadie se escandalizaba ni se tiraba de los pelos. A veces, conviene recordarlo.
 
 
Yo tenía veinte años
y él me doblaba la edá.
En mis sienes había noche
y en las suyas madrugá.
Antes que yo lo pensara mi gusto estaba cunplío;
na me faltaba con él.
Me quería con locura, con tos sus cinco sentíos,
yo me dejaba queré.
Amor me pedía
como un pordiosero,
y yo le clavaba, sin ver que sufría,
cuchillos de acero.

¡No me quieras tanto
ni llores por mí!
No vale la pena que por mi cariño
te pongas así.
Yo no sé quererte
lo mismo que tú,
ni pasar la vida pendiente y esclava
de esa esclavitú.
¡No te pongas triste, sécate ese llanto!
Hay que estar alegre, mírame y aprende:
¡No me quieras tanto...!

Con los años y la vía
ha cambiado mi queré
y ahora busco de su labios
lo que entonces desprecié.
Cegaíta de cariño yo le ruego que me ampare,
que me tenga cariá.
Se lo pido de rodillas por la gloria de su mare
y no me sirve de na.
Como una mendiga
estoy a su puerta
y con mis palabras mi pena castiga
dejándome muerta.
 

De to lo del mundo sería capaz,
con tal que el cariño que tú me tuviste
volviera a empezar.
Por lo que más quieras sécame este llanto
maldigo la hora en que yo te dije:
"¡No me quieras tanto!"

miércoles, 15 de enero de 2014

El Café de Levante

"En el Café de Levante,
entre palmas y alegrías,
cantaba La Zarzamora;
se lo pusieron de mote
porque dicen que tenía
los ojos como las moras"
 

¿Dónde estaba aquel Café de Levante donde cantaba La Zarzamora? Según lo escrito por algunos autores, en el mismo corazón de Madrid. De hecho, este negocio tuvo tres ubicaciones, todas ellas alrededor de la Puerta del Sol: primero en la calle Alcalá (hasta 1857), luego en el número 5 de la misma Puerta del Sol (1860-1966) y, finalmente, en Arenal. Sin embargo, probablemente la copla hacía referencia a otro Café de Levante, quizás uno gaditano ya inexistente, puesto que el madrileño siempre se distinguió por su silencio y sus tertulias, fundamentalmente las literarias. No en vano, a causa de su tranquilidad, era frecuentado por militares retirados.
 

Cuando estuvo en Sol, el Café de Levante también alcanzó cierto prestigio gastronómico, gracias a la calidad de su bistec. Tampoco podemos olvidar que Manuel Fernández y González, de quien se decía que sus iniciales correspondían a "Mentiras Fabrico, y Gordas", escribió en este céntrico local la novela titulada El cocinero de Su Majestad, ambientada en tiempos del Felipe II.


Recorte en el Diario El Globo que demuestra que en Cádiz hubo un Café de Levante
(Gracias a Javier Osuna García y Rafael Román por su indispensable ayuda)


Actual Café de Levante en Cádiz (gracias a Teresa Torres)

Volviendo a la copla, seguramente tenga razón Antonio Burgos, quien sostiene que el Café de Levante de La Zarzamora era producto de la imaginación de Rafael de León, como sucedió con La Bizcocha de La Lirio o la Taberna El Tres de Espadas de La Ruiseñora. "Tampoco en Chicote estaba la crema de la intelectualidad, sino del puterío", apostilla Burgos. Si la leyenda resulta más hermosa que la realidad, mejor contar la leyenda.

En Cai, tié la Bizcocha,
un café de marineros,
y en el café hay una niña
color de lirio moreno.

 
En la Taberna del Tres de Espadas
entre guitarras y anís de mora,
cómo cantaba de madrugada
por soleares La Ruiseñora.

lunes, 13 de enero de 2014

Cagancho, el gitano de los ojos verdes

Tenía rebasado el medio siglo cuando, inesperadamente, un domingo fuera de feria lo anunciaron en Las Ventas. La plaza registró una excelente entrada porque había curiosidad por ver a este torero de leyenda, y viejos aficionados, a punto de echar el bofe, se apresuraban a ocupar sus localidades con tiempo suficiente para no perderse el paseíllo. "Sólo con verle hacer el paseíllo me conformo", decían, tras recuperar el resuello y obsequiar a la afición con un surtido recital de toses bien ensayadas y contundentes. En efecto, la estampa de Cagancho desfilando al frente de las cuadrillas, era enormemente sugestiva. Tenía esa elegancia peculiar que es patrimonio de los toreros gitanos, y aún no de todos. Pero luego vendría la sorpresa. Ocurrió en el cuarto toro, cuando se abrió de capa y dibujó unos majestuosos lances a la verónica, que alborotaron el tendido, hicieron llorar a los abueletes, asombraron a las jóvenes promociones, y dieron tema de conversación a los aficionados de cualquier edad para toda la temporada adelante y muchas más.
(artículo de Joaquín Vidal, publicado en enero de 1984)
 

Hace pocos días, publicaba en su cuenta de Twitter el escritor trianero Ángel Vela Nieto: "El 1 de enero, hizo 30 años de la muerte de un genio de la torería: Joaquín Rodríguez Cagancho. El año pasado hizo 100 de su nacimiento. Cagancho (Sevilla, 1903 - México, 1984) nació un año después que su amigo Curro Puya (Gitanillo de Triana). Entre los dos, está la capa con más arte de la historia del toreo. Hubiera hecho falta un Chaves Nogales que biografiara a Joaquín Rodríguez, el Cagancho de una legendaria estirpe de cantaores. Cagancho tuvo más de una vida. El gitano de los ojos verdes, toreó como vivió. De Triana a Madrid y después a México... allí quedó. Rita Hayworth vio torear a Cagancho en México. Lo esperó porque quería tocar a un dios.
 

Cagancho
fue una especie de embajador vitalicio en México. Toreó e hizo cine; fue una estrella más que admirada. México fue el único lugar donde Cagancho no tuvo que huir de sí mismo. Los toreros españoles que iban a México eran recibidos por él; los guiaba y los ayudaba en lo que hiciera falta. Fue un genio...
 

El Cagancho torero no cantaba, pero, además de buen aficionado, sabía lo que era marcarse un baile por fiesta. Que se lo dijeran a Caracol. Cagancho, Rafael Gitanillo de Triana y Caracol se juntaron en más de una fiesta. ¡Y cómo bailaba Rafael...! ¡Vaya mano a mano con Joaquín!".
 
"En Andalucía se torea, de Despeñaperros arriba se trabaja"
(Cagancho)
 

En los mentideros charros, siempre se rumoreó que la ganadera Pilarín Coquilla bebía los vientos por el gitano de los ojos verdes, famoso en los ruedos tanto por su genialidad como por sus numerosas espantadas que solían terminar en el cuartel de la Guardia Civil (recuerden la expresión: "quedar como Cagancho en Almagro").



Pilarín era el emblema de la mujer moderna, adelantada a las costumbres de la época: montaba a caballo, toreaba, fumaba, conducía coches y, encima, era guapa. Un dije de señora. Su personalidad fascinó de tal modo a ganaderos, toreros y artistas, que quedó inmortalizada en varias coplas, entre ellas Con divisa verde y oro (1953), brillante en la voz de doña Concha Piquer. “El chiquillo de Osuna que quería ser torero” bien pudiera ser Cagancho o, al menos, así se rumoreaba en media Salamanca. Finalmente, para mantener su prestigio como ganadera, la presunta Pilarín Coquilla entierró aquel "te adoro" que iba dirigido a su gitano predilecto.
 

Ganadera con divisa verde y oro,
ten cuidado,
que el amor no te sorprenda como un toro
desmandado.
Por tu hacienda y tu apellido
se te guarda devoción,
y un clavel en tu vestido
llamaría la atención.
En tus ojos se adivina
la locura de un "te adoro".
Y has de ser como la encina,
ganadera salmantina
con divisa verde y oro.

domingo, 20 de octubre de 2013

Un pañuelo con cuatro picadores... ¿o eran cuatro sinvergüenzas?


En el toreo, que es una tragedia clásica, la nota romántica la pone la mujer. Recordemos la copla:
 
La novia de Reverte,
borda un pañuelo
con cuatro picadores:
Reverte en medio.
 
La novia de Reverte era una dulce muchachita de Alcalá, ese pueblo sevillano, claro y limpio como un diamante.
Lo amó cuando era muchacho, lo adoró luego, cuando ya en sus ojos de hombre brillaban las luces de la ambición.
Lo esperó siempre...
Vida agitada la de Reverte.
Paseó bajo todos los cielos de España su poderío y su majeza.
Gastó y gastó dinero a raudales.
Amó y fue amado mil veces, mientras la novia de Reverte, olvidada en su pueblecillo de Alcalá, bordaba su pañuelo, con cuatro picadores, Reverte en medio...
Son famosos los amores de Reverte, aunque fue triste el final de su historia de amor. Triste como ninguna.
Reverte murió solo, abandonado e inválido, en un hospital, lejos del pueblo que le vio nacer, mientras la muchachita bordaba y bordaba el pañuelo de la espera, ese pañuelo que hizo inmortal la imaginación popular.
 
(Fragmento del libro "La voz de otros días", de Pedro Garfías)

  
Antonio Reverte era natural de Alcalá. Bien plantado, elegante, de facciones y porte atrayentes, cuentan sus biógrafos que ejerció desde la adolescencia una atracción visible sobre las masas, singularmente entre las mujeres, y se asegura que tuvo amores con varias damas ilustres [...] Hay una [copla] que fue muy repetida a finales del siglo XIX y que poco a poco se fue hundiendo en el olvido. En los corros infantiles se Sevilla se solía cantar:
 
Cuando anuncian los carteles
que Reverte va a matar,
se escandaliza Sevilla
y "to" el pueblo de Alcalá.
 
O aquella sevillana de júbilo erótico que terminaba con un ruego que era a la vez prometedor:
 
No te tires, Reverte...
¡Vente conmigo!...
 

La musa del pueblo no hacía más que recoger, en el envase sencillo de sus coplas de plazuela, un sentimiento [...] La virtuosa esposa que fue del torero alcalaíno guardaba en su serena viudedad en retiro muchos recuerdos del hombre que le dio su amor ante el altar. Incluso creemos recordar haber leído unas declaraciones interesantes de dicha respetada dama, fallecida, con referencia a la famosa, más que archisabida, copla del pañuelo de Reverte, cuya letra se cantó millares y millares de veces bajo el cielo de Sevilla especialmente:
 
La novia de Reverte
tiene un pañuelo
con cuatro picadores;
Reverte, en medio.
 

[...] ¿Qué hay de curioso precisamente con relación a esta copla famosa? ¿Existió en realidad ese pañuelo, regalo a la novia del diestro? ¿Fue acaso prenda de alguna damita de alcurnia enamorada más o menos platónicamente del lidiador? ¿Qué dirían nuestros lectores si les hiciéramos ver, llevados de la mano de un escritor ya muerto, que el origen de la célebre copla no tiene nada de romántico, sino al revés? Siempre es triste romper el juguete ideal que es la ilusión; pero también la verdad, la auténtica realidad de los hombres y de las cosas tiene su belleza. Ay, cuántos atardeceres de nuestra niñez recordamos hoy en una plaza sevillana escuchando a las niñas del corro cantando con voz cristalina:
 
La novia de Reverte
tiene un pañuelo...
 

[...] El señor Jenaro Cavestany dice: "Esta canción no es original. Se cantaba en Sevilla por los años veinte del pasado siglo...". Resulta, pues, que la simpática canción, erótica y taurina a un tiempo, se cantaba cuando Reverte tardaría aún en nacer nada menos que cincuenta años. Y el origen de la copla era totalmente distinto: su protagonista, en verdad, no era un torero garboso, sino un truhán. La copla del primer cuarto de siglo no hablaba de un Reverte todavía por nacer, sino de un Morales, del que vamos a dar breves noticias. Este Morales era un liberalote de marca mayor, un politiquillo con voluntad de veleta, pues tan pronto como se inclinaron los vientos por el absolutismo de Fernando VII, el muy frescales cambió al instante de librea y se convirtió en el más encarnizado perseguidor de sus antiguos correligionarios. Por todo lo cual el pueblo sevillano, agudo y bromista, creó y cantó una copla que decía textualmente:
 
La mujer de Morales
tiene un pañuelo
con cuatro sinvergüenzas,
Morales, dentro.
 

[...] De aquel Morales, saltarín de politiqueos, no perduró nada, ni siquiera la copla que le hicieron para mofa de su falsedad. En cambio, de Reverte no sólo se mantiene la memoria de su vida, sino el aura de su juventud tronchada por la muerte y la poesía romántica de su sombra de Don Juan.
 
(Artículo de Julio Estefanía publicado en 1959)