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sábado, 3 de mayo de 2014

En busca de la finca perdida


La tarde podría haberse titulado En busca de la finca perdida. Y el capítulo uno, Por el camino de San José del Valle, que es donde pastan los toros de Fuente Ymbro. Porque si huidizo fue uno, el siguiente lo superó. Para hacer balance de la corrida lidiada este viernes en Sevilla, diremos que el ganadero trajo tres mansos (4º, 5º y 6º) y tres mansos escandalosos (1º, 2º y 3º). Desigualmente presentados, descastados, sin fijeza, emplazándose en los terrenos de chiqueros y rehuyendo la pelea, tanto en el peto como en la muleta. ¿Seguirá teniendo problemas Ricardo Gallardo con el maíz? ¿Qué clase de mazorcas siembran en San José del Valle que absorben la bravura de forma tan desmedida?
 
 
Con semejante sequía de casta, poco pudo hacer la terna. Quien toreó de verdad fue, paradójicamente, el diestro menos jaleado: Paco Ureña quien, ante el quinto, ejecutó el toreo fundamental, puro y sin alharacas. Fue una faena larga que el público no apreció. El respetable maestrante también demostró frialdad durante el templado trasteo de Javier Castaño con el cuarto, técnico y eficiente, aunque más superficial que el murciano. Ambos, Castaño y Ureña, estuvieron muy por encima de sus respectivos lotes. El camero Esaú Fernández, quizás porque vestía un precioso terno caña con los remates en negro, porque mató bien, o porque fue el más bullanguero, con porta gayola incluida, se llevó el gato al agua cortando una oreja pueblerina al rajado tercero. Por un momento, La Maestranza, a medio llenar, pareció una versión barata de La Pañoleta.
 
Castaño y Ureña (Fotos de Arjona)
 
Muy interesante la actuación de las cuadrillas, sobre todo la esmerada lidia de Marco Galán, así como los pares de banderillas de Fernando Sánchez y Víctor Saugar "Pirri".

jueves, 1 de mayo de 2014

Bombonería fina en una Feria de Abril que comenzó en mayo


A buen seguro, aquellos seis "dijes", nacidos y criados en Matilla de los Caños del Río, no habían conocido semejante calor. No en vano, el primero remoloneó a la hora de salir de los chiqueros, desconcertado por la luminosidad hiriente de la tarde. Cuando se decidió, encontró una plaza de la Maestranza a medio llenar. Mitad de aire, mitad de gente. La corrida de Montalvo que ha descorchado esta Feria de Abril tardía, más que de una finca charra, parecía sacada de una bombonera fina. Nobilísima. Tierna como un bizcocho de chocolate derretido bajo el sol sevillano.

 
El único que no se disolvió en medio del ardor, el único diestro que demostró cierta consistencia, fue el mirobrigense Juan del Álamo. A su primero, un gran toro llamado Capullo, lo toreó ceñido por la izquierda y largo por la derecha, con mando, dibujando unos remates por bajo de mucho gusto. Una faena fresca, bien estructurada. Lástima que, a la hora de matar, pinchara varias veces, perdiendo una merecida oreja. A pesar de fallar con la espada, su presentación en La Maestranza ha sido notable.
 
Fotos: Arjona

Además de Capullo, otro ejemplar de Montalvo, Jugoso, fue ovacionado en el arrastre como premio a su infinita nobleza. Le cayó en suerte, cual lotería de Navidad bajo la flema, a Antonio Nazaré que, de nuevo, demostró detalles pintureros y poco más. Agua. El animalito se le fue entero, con su pequeño cortijo entre los pitones. Aún más liviano estuvo el mexicano Diego Silveti, a quien se le da muy bien pasearse. Mucho garbo, impertérrito ante el calor, pero a los toros, mejor ni verlos. Si con semejantes bombones estos toreros jóvenes no arman el taco, no ejecutan el toreo fundamental, que abandonen el dulce y se dediquen a otra cosa. A vender aparatos de aire acondicionado, por ejemplo.

 

sábado, 20 de abril de 2013

Apagón en la Feria de Sevilla


Este mes de abril andamos muy revueltos porque Canorea y compañía han orquestado un apagón televisivo en La Maestranza: ni Digital Plus ni autonómicas. Carta de ajuste y a volar. Los iluminados empresarios de la calle Adriano pensaron que así asomaría menos cemento en los tendidos. Craso error. Desgraciadamente para algunos y afortunadamente para otros, hoy en día, aquello que no se televisa no existe. Por ello, este año, los aficionados más románticos hemos vuelto a congregarnos alrededor de la radio, que ya no es de cretona sino que viaja por Internet, para escuchar las transmisiones desde La Maestranza. Luego "tuit a tuit", telegramas del siglo XXI, hemos reconstruido el apagón maestrante para hacernos una idea de lo que se cocía por el Baratillo.
 
Al leer la crónica de Antonio Díaz-Cañabate que reproduzco a continuación, uno se da cuenta de que, en el fondo, no hemos cambiado tanto... Y esto produce en mí un profundo sentimiento de tranquilidad.
 
 
"Escribo este artículo lejos de Sevilla, lejos de su abril, que no importa sea lluvioso para que sea esplendente. Lo escribo lleno de nostalgia. Porque ir a los toros en cualquier parte siempre es alegre. Pero cogerse el caminito del Baratillo, por entre calles que huelen a azahar, todavía con el regusto en el gaznate de un vino sanluqueño o jerezano, unas tapitas de jamón, una tortilla de bacalao, unas aceitunas gordales aliñás y el asombro del pescado frito, que fue, no nuestro almuerzo, porque en la feria de Sevilla no se come, sino que se picotea aquí y allá, en esta caseta y en la otra, es algo que sólo en Sevilla sentimos, porque lo taurino en Sevilla está en el aire.
 
 
Vamos a los toros con la absoluta seguridad de divertirnos. No importa que los toros salgan mansos y que los toreros estén mal. Nos basta con la plaza de La Maestranza y con su público. Cuando en el ruedo no ocurre nada que prenda nuestra atención, los ojos se recrean en la maravilla de sus arcos, gráciles, como curvas femeninas, y por los oídos nos entra la música del acento andaluz, que canta los decires del ingenio. Nos basta y nos sobra con la gracia que auténticamente se derrocha en los tendidos.
 
 
[...] La feria de Sevilla, la primera importante de la temporada, cuenta mucho en el planeta de los toros. Desde lejos la siguen todos sus habitantes. Valoran, adivinan las faenas por el tono de las crónicas y el laconismo de los telegramas. Muchos, muchísimos, no conocen Sevilla. Pero ya sabemos que en el planeta de los toros abunda la imaginación. Y se figuran "La Campana" y la calle Tetuán y la de las Sierpes talmente como si las estuvieran viendo. Y no digamos nada de las corridas de la feria. A las ocho de la noche de cada día de feria, en los colmados, en los cafés y en los corrillos callejeros madrileños se sabe lo que ha ocurrido en Sevilla, toro a toro y pase a pase. Los informes suelen ser muy escasos. Unos cuantos han llamado por teléfono a la casa de los apoderados o de los diestros que han toreado, y allí les han dicho lo que ocurrió, velado con velos tupidísimos, si la tarde se dio regular, o aumentando las exageradas hipérboles si hubo suerte y corte de orejas.
 
 
[...] El caso es que a poco de acabar la corrida en Sevilla ya todo el planeta de los toros madrileño está en conmoción. Cada uno habla de la feria según le va en ella... al torero de su predilección. Si éste flojea se argumenta así:
 
- Ningún torero ha estado bien nunca en la feria de Sevilla. Los toreros no están puestos. Los toreros no se centran hasta San Fermín, en Pamplona. De ahí p´alante es cuando las figuras del toreo empiezan a desarrollar.
- Pero, ¿y el Mengano que ha cortado orejas dos tardes?
- ¡Nada, orejillas sevillanas! ¡Todo eso de que el público de Sevilla entiende de toros es una leyenda! Del toro saben algo, lo concedo; pero lo que es del toreo, ¡quiá!
- Del toreo sólo sabes tú y un tío tuyo.
- ¡Naturalmente que sé!
 
Si el torero predilecto lleva bien la feria se echan a vuelo las campanas.
- ¡Ahí, ahí, en Sevilla, en la feria de abril está la llave de la temporada, porque el público de Sevilla es el más inteligente de España, y allá no pasa gato por liebre, y los toros van de grano y con cara y con tipo, y el pingüi no vale. Hay que torear y luego irse tras de la espada. Todas las figuras del toreo han cortado orejas en la feria de Sevilla".
 
ANTONIO DÍAZ-CAÑABATE

lunes, 15 de abril de 2013

Dumbo, al matadero

"En el toro de Victorino se bordeó el ridículo. El animal le pidió los papeles y Manzanares estaba indocumentado ante este tipo de ejemplares, con guasa y mal estilo" (crónica de Carlos Ilián).
 
 
José María Manzanares Jr., el rey que iba desnudo, está ofuscado porque el Victorino que le tocó lidiar durante su encerrona en La Maestranza, de nombre "Vengativo", no dejaba de mover las orejas. Así lo explicó este domingo en Carrusel Taurino:
 
"Yo lo vi muy malo. Quitando una tanda por el lado izquierdo, que se dejó más, luego se orientó muy rápido y para matar me tapaba la salida. Lo vi, más que complicado, que apenas se le podían pegar muletazos. Él no pegaba puntada sin hilo, cuando estaba delante de él no dejaba de mover las orejas, estaba pendiente de todo lo que ocurría a su alrededor".

Francamente, con la que está cayendo, no sé qué pretenden estos ganaderos que crían toros con orejas móviles. Las orejas están para cortarlas y tenerlas bien quietas. Luego nos extrañamos cuando desaparecen encastes. Dumbo, al matadero. Por ser cárdeno y mover las orejas. Lo sentimos. Lo manda Manzanares.
 
 

domingo, 14 de abril de 2013

El rey iba desnudo (crónica taurina)

El que hasta ayer llamaban "el príncipe de Sevilla".
No todos los hombres sirven para posar en Vogue o Vanity Fair,
de la misma manera que no todos los hombres sirven para matar un Victorino.

Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día escuchó a dos charlatanes llamados Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

«¡Pero si va desnudo!»


La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo escuchó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.

Hans Christian Andersen (1837)


Moraleja: No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad.
Moraleja (2): La manzana estaba envenenada.

martes, 22 de enero de 2013

La encrucijada de los Miuras


En nuestro querido, vehemente y particular planeta de los toros, lo mediocre se ha convertido en triunfo y lo ordinario en gesta. Este año, al fin, las figuras han decidido echar la pata pa´lante y salir del sota, caballo y rey (Cuvillo, Garcigrande y Victoriano del Río) para lidiar otras ganaderías menos "amables". Talavante ha pedido matar seis Victorinos en Madrid, Manzanares también ha elegido un Albaserrada de la "A" coronada para su encerrona en Sevilla y El Juli, herido en su amor propio, previsiblemente, se va a apuntar a la tradicional corrida de Miura que viene cerrando la Feria de Abril. Irreprochables decisiones que deberían tomarse con mayor frecuencia.

Fotografía: Tierras Taurinas

Llega a mis oídos la noticia de que, para la de Miura en Sevilla, va cogiendo fuerza la opción de montar un "mano a mano" entre El Juli y Javier Castaño, torero que esta temporada, al igual que la anterior, ha pedido matar toda la camada que pasta en Zahariche. Esta atractiva idea, al parecer, ha sido de los propios ganaderos, Eduardo y Antonio, quienes, deseosos quizás de agradecer la fidelidad y valor de Castaño, ya la han compartido con la empresa Pagés. De momento, Canorea ha aceptado, el torero charro también y ahora sólo falta conocer la opinión del Juli.

El Juli con un Miura en Valencia en 2006

Sin embargo -ya asoma por chiqueros el toro de la adversativa-, se rumorea también que Julián anda meditando emular a Talavante en Madrid y estoquear la de Miura en solitario, dejando fuera del cartel a un torero que tiene ganado su puesto a sangre y fuego. El madrileño, que además de buen y poderoso diestro es extremadamente listo, bien sabe que el reto no sólo reside en elegir las ganaderías más exigentes sino también a los compañeros que podrían hacerle sombra. Confío en que El Juli acabará aceptando medirse con el mayor especialista en Miuras que hay ahora mismo en el escalafón. De lo contrario, ¿qué corrida matará Castaño? ¿Acaso le dejarán entrar en la de Garcigrande, Cuvillo o El Pilar? Ni mucho menos.

Javier Castaño con Miura en 2012

¿Y qué ganaría El Juli echándose al coleto el atragantón de seis Miuras? ¿No sobra y basta con tres? Aunque, tal vez, matando la corrida completa, el lote que salga de Zahariche sea menos imponente que el elegido si el cartel queda en un mano a mano. De momento, así están las cosas. Mientras los aficionados esperamos que cuaje la segunda opción, mi enhorabuena a los toreros que compiten con Miuras, Victorinos y similares. Y que nadie vuelva a echar la pata atrás.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Sevilla me mata: las ruinas de La Monumental


Había pasado más de un año desde la última vez que estuve en La Maestranza. La encontré tan cálida, luminosa y mullida como siempre. Porque el albero de Sevilla es blando y esponjoso... ¡ni color con el de Las Ventas, donde resuenan las pisadas con un eco desangelado! La Maestranza resulta amigable incluso estando medio vacía, como ocurrió el pasado 12 de octubre. Tan sólo eché en falta el piar de los vencejos, custodios del cielo del Arenal, que ya habrán emigrado hacia tierras más cálidas. Aunque, bien mirado, ¿qué clima es más abrasador que el sevillano?

“¿En qué otra plaza del mundo hay estos vencejos envidiosos, que cuando ven torear según Sevilla también quieren ser figuras, bajan a la plaza y hasta le dicen su «¡eje!» al toro? Y en el espejo cóncavo del azul cielo, los ojos de los toros, grandes como marismas, miran a los vencejos, los oyen como chirriantes goznes de gozo que abren las puertas de la gloria y también los quieren imitar templando embestidas. No, en Sevilla, los buenos toros no hacen el avión. En Sevilla hacen el vencejo” (Antonio Burgos).
La corrida fue mejor de lo esperado. Reconozco que iba a la plaza sólo por reencontrarme con La Maestranza, pero para mi fortuna salieron unos Núñez de José Luis Pereda-La Dehesilla nada desdeñables, sobre todo el tercero, de nombre "Triguerito". A Antonio Nazaré -que tampoco anduvo mal considerando su escaso rodaje como matador- le tocó un lote de Puerta del Príncipe. Se marchó con una oreja, la simpatía del público e, incluso, el cante a capela de un vehemente aficionado que casi se tira de cabeza al patio de cuadrillas. Tras el festejo, vino la obligada parada y fonda en el Bar Taquilla, en la calle Adriano. De sus paredes cuelga una foto de la desaparecida Monumental que construyó Joselito El Gallo en la periferia del barrio de San Bernardo ("una plaza de toros para el pueblo infeliz", como él mismo la describió). Llegó a tener 10.000 localidades más que La Maestranza (23.000 espectadores cabían en sus tendidos) y los precios eran, consecuentemente, mucho más baratos. Sin embargo, apenas funcionó tres temporadas: en 1920, La Monumental dio toros por última vez. Diez años después, comenzaron a demolerla sin que Joselito, muerto en Talavera, pudiera hacer nada por impedirlo. Como en un poema de Rafael de León, la mejor plaza de toros que tuvo Sevilla se fue muriendo entre ruinas y olvido.
"En Sevilla se muere
con una muerte blanda y deseada,
y el dardo que te hiere
no es cuchillo ni espada,
que es de flor y de sol la puñalada".
 
 
 
 
En el ABC del 1 de mayo de 1984, se lee el siguiente artículo de Fernando López Vilches, un aficionado que presenció la época de esplendor de La Monumental: "Fuertes presiones, procedentes de muy altas esferas, fueron en realidad la falta de solidez de este magnífico coso que tenía una cabida muy superior a la Maestranza, y donde se podían ver novilladas de postín por 1,25 pesetas en grada de sombra, y por 0,35 pesetas en andanada de sol. Éste fue el auténtico motivo para declarar en ruina esta plaza".

De ella sólo se conserva, a duras penas, la puerta de cuadrillas que da a la avenida de Eduardo Dato, frente a Huerta del Rey. La citada entrada se encuentra sin encalar y transmite una sensación desoladora. Hasta hace un mes, la gente pasaba delante sin saber que tenían ante sí el último vestigio de La Monumental. A finales de septiembre, los gallistas, para celebrar el centenario de la alternativa de su ídolo y gracias a la iniciativa de Ignacio de Cossío y Domingo Delgado de la Cámara, colocaron un pequeño azulejo sobre las ruinas. Sevilla tiene vencejos, pero no solución.
En las traseras de la mencionada puerta de cuadrillas,
se encuentra el bar "La Monumental", un sitio muy recomendable
para tomar un salmorejo o una ración de croquetas.