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jueves, 31 de enero de 2013

Tengo el caballo en la puerta

"Cada época tiene su porte, su mirada y su gesto"
Charles Baudelaire

Algunas dirán que este precioso poema de Manuel Benítez Carrasco es machista. Poco me importa. Lo considero masculino, engallado, dominador, altanero, arrebatador... embaucador, en definitiva, como esos hombres que ya escasean de beso blando y brazo fuerte. Llegará un día en el que domar y someter a un caballo estará mal visto.


"Tengo el caballo a la puerta,
¿te quieres venir conmigo?
Yo no te obligo.
Sólo te brindo ocasión
de darte en mi soledad
una casa, un corazón
y un cariño de verdad.
¿Qué no quieres...? Allá penas.

Mientras yo tenga en mis venas
sangre de piropo y ronda;
mientras, por más que se esconda,
no haya mujer que resista
este pase de conquista
de los vuelos de mi capa;
mientras la flor que se tapa
con clavel y celosía
se asome a verme pasar
pensando en la Vicaría;
y mientras de par en par
se abran a mi reclamo
el corazón donde llamo
y la boca donde toco...
a mi se me importa poco
que quieras o que no quieras
ser dueña de mi fortuna.
Hay mucha espiga en las eras
para pensar sólo en una.

Y mira lo que te digo:
un día dejé la luna
porque no quiso venir conmigo.
Y no me costó ninguna
fatiga romper cadenas.
Con esto quiero decir
que a ti, que no eres la luna,
me costará menos pena
dejarte, si lo prefieres.

Me sobran a mí mujeres.
De modo que tú dirás;
si me das el sí, tendrás
beso blando, brazo fuerte,
casa, cariño y corona
y, si es preciso, mi muerte
por defender tu persona.

¿Qué no quieres...?
No hay que hablar
de olvidos ni sufrimientos:
que tengo yo muchos vientos
por donde poder volar.
Y me iré calle adelante,
sin fatiga y sin desplante,
con una copla de mayo
saltando en el corazón
mientras me acompaña el son
el paso de mi caballo:
Voy a la esquina a cambiar
por una rosa otra rosa,
y a ver quién lo va a notar;
que si una rosa es hermosa...
la otra... no se queda atrás.

En fin; no quiero hablar más
de lo que ya no precisa
más explicación.
Mi corazón va deprisa
y no le gusta perder
tiempo en la conversación,
mientras se pueda entender
a besos por los balcones,
Y, torero sin fracaso,
pueda torear al paso
cinturas y corazones.

Ya lo sabes; junto al río
tengo un huerto de limones
Y un arroyito de frío
que va sembrando canciones.
Y en la loma
tengo un blanco caserío
como una blanca paloma
que se asoma
para beber en el río
Y entre arrayán y romero
un beso sin estrenar
que está diciendo “me muero”
porque no puede aguardar.
Y creciendo junto a una
rosita sin jardinero
tengo la flor de un “te quiero”
para tu pelo de luna.

Todo esto, junto al río,
en mi cabaña desierta.
Piénsalo bien, amor mío...
Tengo el caballo a la puerta…"
(MANUEL BENÍTEZ CARRASCO)

"Apoyá en er quisio de la mansebía
miraba ensenderse la noche de mayo;
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo.
«Serrana, ¿me das candela?»
Y yo te dije: «Gaché,
ven y tómala en mis labios
que yo fuego te daré».
Dejaste er caballo
y lumbre te di,
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos pa mí.

Ojos verdes, verdes como la albahaca…

[…] Dejaste mis brazos cuando amanecía
y en mi boca un gusto de menta y canela.
[…] Subiste ar caballo,
te fuiste de mí
y nunca una noche
más bella de mayo
he vuelto a viví".
(RAFAEL DE LEÓN)
"Que me entierren con espuelas
y el barbuquejo en la barba,

que siempre fue un mal nacido

quien renegó de su casta..."
(FERNANDO VILLALÓN)

jueves, 24 de enero de 2013

La banderilla


¡La banderilla!
¡Mire “usté” que poca cosa!
Cualquier rosa
tarda más en crecer.
Cualquier rosa, si se empeña,
puede llegar a ser mujer
en el color,
en la presentación.
Cualquier flor
por pequeña
que sea, se puede envanecer.

Pero la banderilla...
Nunca puede crecer hasta
bandera.
Se ha quedado en chiquilla.
...pequeña, zalamera,
graciosa,
airosa.
Un poco nerviosilla
y un mucho pinturera,
pero chiquilla.
Por eso se le llama banderilla.
Que, si fuera bandera,
puede que tuviera
más hermosura,
pero menos fragilidad,
más majestad,
pero menos finura,
más aristocracia,
pero menos salero,
más vuelo,
pero menos gracia.

Y es que cada cosa
tiene su cosa especial
¿Ve “usté” qué grande y qué
hermosa
la catedral de Sevilla
y a su “lao”, qué sin valor
esta flor
de la banderilla?
Pues siendo ésta tan chiquilla
y aquella tan monumental,
yo no cambiaría
la catedral por la banderilla
ni la banderilla por la catedral.
Porque cada cosa
tiene su cosa especial.
“Pa” rezar
me sobra la banderilla,
¡eso es natural!;
pero “pa” torear
me sobra la catedral,
aunque sea la de Sevilla.

¿Y a que no adivina “usté”
de dónde nació esta flor?
¿De la orilla del rio...? No, señor.
La banderilla es cosa de tierra
adentro.
¿De un encelamiento
con los claveles...? ¡Ni hablar!
La banderilla es el viento
que se hace flor... ¡y a bailar!
y el clavel es el tormento
de ser sangre y no volar.
La banderilla nació
de esta chulería
señorial y flamenca y bravía
de España.

Aquí “pa” cantar, la caña como
un poquito de broma
“pa” empezar.
Aquí, “pa” bailar, primero
un poquito de zureo
de paloma,
y el ¡”arsa” que toma!
y el ¡vamos a verlo!
y el ¡olé tus pies!,
“pa” después,
la sangre caliente
“quebrá” la cintura
y “empiná” la frente,
llenar el aire de volantes
y desplantes,
de finura y calentura.
Y “pa” jugarse a la suerte
la vida o la muerte
ante el toro,
mucho capote de oro,
mucha seda, mucha flor,
y mucha marchosería
de sangre fría
en el corazón.
¿Que tú me vas a matar,
porque en tus pitones tengas
dos muertes sin estrenar...?
¡Venga, venga...!
¡Prueba a ver si lo consigues!
Yo, en cambio, si me persigues,
“pa” que veas la nobleza
con que juegan a la muerte los señores,
antes de darte muerte
te voy a tirar dos flores.

¡Chulería!
Y de esta marchosería
con que España
burla, piropea,
engaña y pelea
a la orilla
de una cornada mortal,
nació la gracia sin par,
- síntesis de quiebro y maña-,
de esta fina banderilla.
Tan solo caña delgada,
temblor, airecillo... ¡nada!
y esa es su gracia mayor:
saber hacer una flor
con un poquito de nada.

¡Vengan flores de lis, rosas de Francia,
a competir con esta fina banderilla!
Tan poca cosa..., tan chiquilla...
¡pero vaya elegancia!
Y vengan “toas” las flores del mundo entero
a morirse de rabia frente a mi banderilla.
Tan poca cosa..., tan chiquilla...
¡pero vaya salero!
(MANUEL BENÍTEZ CARRASCO)

Uno, dos y tres
tres banderilleros en el redondel,
sin las banderillas, tres banderilleros
sólo tres monteras tras los burladeros.
Uno, dos y tres
luego tres capotes en el redondel,
puntos cardinales de una geografía de sol y sangre
y el toro en el sur.
(MANUEL BENÍTEZ CARRASCO)

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un libro y cinco toritos negros

Si Papá Noel ha pasado de largo ante su casa, es señal de que vive en un hogar castizo y con las tradiciones en su sitio. Los Reyes son quienes reparten el bacalao. Cuando apenas quedan diez días para comprar los regalos, si me lo permiten, voy a sugerirles un obsequio más valioso que el oro, el incienso y la mirra: un libro. Pero no un libro cualquiera, sino uno de los pilares de la cultura popular de nuestro país: "Rapsodia española", escrito por don Antonio Burgos, y que la Esfera de los Libros ha vuelto a editar. Desde 2005, esta Biblia recitada con la voz del pueblo vive en mi mesilla, siempre a mano, junto a obras como la biografía de Juan Belmonte firmada por Chaves Nogales, el "Viaje a los toros del Sol" de Navalón o "Historia de una taberna" de Cañabate. Lean las siguientes críticas y comprobarán que no exagero:
 
 
«No es un libro de poesía, sino de Historia de España» (José Luis Garci); «Un viaje a la memoria lleno de recovecos en los que detenerse» (Juan Ignacio García Garzón); «Un bellísimo y vertiginoso libro dedicado al amor por la poesía popular» (Alfonso Ussía); «Poesía popular que fue felicidad y cultura de esas masas que ciertos poetas remilgados y críticos soplacirios tanto desprecian» (Arturo Pérez-Reverte).
Manuel Benítez Carrasco con Lola Flores (1963)


Si tuviera que rescatar una perla entre el poemario seleccionado por Burgos, quizás elegiría los cinco toritos negros de Manuel Benítez Carrasco (1922-1999), "granadino del Albaycín, heredero universal de los grandes poetas populares españoles y también de los inolvidables rapsodas [...] Manuel Benítez Carrasco tenía el absoluto dominio de la palabra: al escribirla y la declamarla [...] Sus poemas tienen la fuerza dramática del propio teatro de la vida que describen, del amor al desamor, del dolor a la alegría. En cincuenta versos, Benítez Carrasco era capaz de declamar todos los sentimientos del hombre [...] Manuel Benítez Carrasco es el último de los grandes clásicos populares".

 
"Contra mis cinco sentíos,
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
Barreras puse a mis ojos,
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mi boca,
tu boca las hizo leño.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las prendió fuego.
Barreras puse a mis manos,
las hizo sombra tu pelo.
y puse barreras duras
de zarzamora a mi cuerpo,
y saltó sobre las zarzas
el tuyo, torito negro.
¡Deja, que no quiero verte!
¡Déjame, que no te quiero!
 Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo;
 tus ojos me perseguían
como dos toritos negros.
y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
... tu pelo se me enredaba
igual que un torito negro.
y luego junté mi boca
contra la cal de mi encierro;
... tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
y luego mordí mi almohada
para contener mi beso;
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
y luego arañé mi carne,
de tentación y deseo,
para que no gritara
que yo te estaba queriendo;
y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante mis ojos
igual que un torito negro".
 
"Tus cinco toritos negros", que comenzó siendo un extenso poema, el pueblo -con la inestimable ayuda del maestro Solano- la hizo copla. Fue estrenada por Rocío Jurado, que acentuó, si esto fuera posible, la sensualidad de sus versos.
 

Antonio Burgos saca de los chiqueros dijes como los toritos negros de Carrasco y muchos otros versos que un día fueron nuestros. Por eso, estos Reyes Magos no pido eau de toilette ni e-books, yo quiero rapsodia, "Rapsodia española".