Heinrich Himmler presenció una corrida de toros en Las Ventas durante la temporada de 1940. Al líder de las SS, jefe de la policía alemana, mano derecha de Hitler y, dos años después, a partir de 1942, organizador del holocausto judío, las autoridades franquistas le eligieron un cartel excepcional: Marcial Lalanda, Rafael Ortega "Gallito" -causa de los suspiros de una joven Lola Flores- y Pepe Luis Vázquez, que confirmaba alternativa ante Carmoneño. Los toros eran de Bernardo Escudero -que posteriormente pasarían a manos de Victorino Martín- y Manuel Arranz -que no llegaron a lidiarse-, y sus divisas, azules y encarnadas, hicieron juego con las esvásticas que engalanaron la plaza.
Pepe Luis Vázquez entra a matar al toro de su alternativa
Llovió a lo largo del festejo -que comenzó puntual a las cuatro menos cuarto de la tarde- y acabó por suspenderse al caer el tercero de Escudero, no sin que antes sonaran los himnos de Alemania, España y La Falange. En el cartel se rogaba a las "señoras y señoritas" que fueran ataviadas con "el clásico mantón y peinetas españoles". Rompiendo la costumbre en Las Ventas, "una brillante banda" amenizó el espectáculo, "interpretando los más escogidos pasodobles toreros".
A pesar de que Himmler orquestaría una de las mayores atrocidades humanas, horrorizado por la crudeza de la Fiesta, sufrió un desmayo en el palco de Las Ventas y tuvo que ser atendido por los servicios médicos. Después de aquel 20 de octubre de 1940, declaró que los toros le parecían un espectáculo "deleznable y extremadamente sangriento". Al igual que los anti-taurinos actuales, el futuro supervisor de los campos de concentración consideraba que los animales estaban por encima de las personas (no olvidemos que, desde la época del Imperio Romano, Hitler fue el primer dirigente en promulgar leyes que penaban el maltrato animal).
Tras la truncada corrida, los matadores subieron al palco para cumplir con el nazi mareado, quien les regaló unas pitilleras de plata y los condecoró con unas medallas alemanas.
- ¿Qué le parece la medalla, maestro? -le preguntó un subalterno a Lalanda.
- Está bien, pero donde se pongan dos orejas, un rabo y salir a hombros por la Puerta Grande... ¡las medallas pa´la Virgen!
La plaza de toros de Bayona tampoco se libró de la visita nazi
Los aficionados también entraremos en Las Ventas brazo en alto...
por si se nos cae encima la cubierta
por si se nos cae encima la cubierta