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jueves, 23 de octubre de 2014

El arma blanca en la copla

"En la lucha por puro prestigio, el hombre se hace reconocer por el hombre" (Kojève)
 

En comparación con las armas de fuego, que ponen distancia al duelo, las armas blancas tienen la ventaja de la cercanía y la inmediatez. Un hombre puede matar a otro mirándole a los ojos. Por eso, cuchillos, espadas, puñales y navajas han sido, desde siempre, el armamento del pueblo español. Y de la canción andaluza. Los compositores de copla tomaron el testigo de Lorca, autor de aquel poema titulado "Herido de amor":

Bisturí de cuatro filos,
garganta rota, y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy malherido,
herido, de amor huido.
¡Herido! ¡Muerto de amor!
 
 
En 1943, Rafael de León escribió "La baladilla de los tres puñales" para su libro Jardín de Papel. Al leerla, el maestro Juan Solano le puso música y fue estrenada en 1964 por Marifé de Triana con enorme éxito. Recientemente, Miguel Poveda ha grabado  una versión soberbia.

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...
 
 
También para Marifé, y en el mismo año de 1964, Valerio y Solano compusieron "Cuchillito de agonía".

Cuchillito, cuchillito pa´mi muerte...
No pidas, tormento mío,
que deje yo de quererte.
 
 
Pero volvamos a las puñaladas, asestadas tanto por hombres como por mujeres, como la que pegaba bajo unos soportales "La Guapa", después de que un hombre la humillara por ser una mujer "de mal vivir". La canción fue estrenada por Conchita Piquer en 1947 durante su espectáculo llamado... ¡"El Puñal y la Rosa"!

Y una guapa te paró,
sólo por eso... ¡por guapa!
Y un cuchillo te clavó
y la sangre chorreó
en el embozo de tu capa.
Ya he perdido hasta mi nombre,
no es Mercedes ni es María,
que la sangre de ese hombre
otro nombre me ponía.
 
 
En el pueblo llano, las grandes traiciones siempre se han vengado con la punta de un cuchillo... o con tres puñales atravesados. "Mañana sale" fue compuesta por Rafael de León para Concha Piquer, que se cortó la coleta tras cantar esta complicada copla sobre una lotera despechada.

¿A quién le vendo la suerte?
¡Mañana sale y está premiao!
Mis ojos tienen que verte
con tres puñales atravesaos.
 
 
Decían de la bailarina y actriz Lola Montes que tenía en los ojos puñales con los que iba matando a los hombres más cabales. Así lo recogió en 1942 Rafael de León en su bellísimo pasodoble dedicado a aquella irlandesa de clisos claros que enamoraron hasta al rey Luis I de Baviera.

 
En este repaso por las armas blancas del repertorio coplero, no podemos dejar en el tintero "Cuchillo y espada", nueva obra de Rafael de León y Juan Solano, popularizada a comienzos de los 70 por Rocío Jurado, que solía interpretarla con un espectacular vestido de noche.

Toda la noche entre sueños
he sentido las navajas
navegando por mi sangre
igual que peces de escarcha.
 
[...] Espada, chuchillo,
dentro de un miedo amarillo,
cuchillo, espada,
espero tu puñalada...
¡mátame!

 
Poetas como Rafael de León o Xandro Valerio superaron, con mucho, a García Lorca. Como muestra este botón coplero, que parece patrocinado por una empresa de acero inoxidable. No existe mejor forma para cerrar el interminable y trágico duelo con armas blancas que recordar aquella estrofa de "A tu vera"...
 
Ya pueden clavar puñales,
ya pueden cruzar tijeras,
ya pueden cubrir con sal
los ladrillos de tu puerta...

jueves, 10 de abril de 2014

Noches de copla de Sevilla a Madrid

El pasado martes, 8 de abril, el teatro Nuevo Apolo de Madrid se llenó. No es fácil meter a 1.200 espectadores un día entre semana con entradas a 35€. Ningún actor o cantante de moda actuaba esa noche. En el cartel se programaba un espectáculo de copla. Coplas de Sevilla a Madrid, concretamente, interpretadas por cuatro jóvenes andaluces: Verónica Rojas, Inmaculada de Herves, Patricia del Río y Álvaro Hernandez. La espectacular ceutí Nazaret Compaz no pudo asistir a causa de un problema de salud, por lo que salió como sobresaliente otro animal escénico, Selina del Río. Y de maestro de ceremonias, para presentar cada copla, el conocedor del género y productor musical, Pive Amador.
 
 
Todas las coplas se cantaron a piano, magníficamente tocado por el isleño, de San Fernando, Jesús Lavilla. El hilo conductor consistía en que las historias transcurrieran en Sevilla o Madrid, por lo que el repertorio estuvo formado por joyas como La Violetera, La cruz de mayo, Puerto Camaronero, Catalina Fernández la lotera, Rocío, Cocidito madrileño, No te mires en el río, Mañana sale, La rosa del Altozano, Dicen, Con el Catapum, las Coplas de Luis Candelas, Isabela de Solís, Romance de la reina Mercedes, Triniá, Tu ropita con la mía o Los nardos. En el ecuador del espectáculo, subió al espectáculo Selina del Río para cantar una "pieza puente" entre Sevilla y Madrid, Puentecito. La cordobesa aprovechó la ocasión para anunciar que será la protagonista de la próxima película de Gonzalo García Pelayo, ambientada en el mundo de la copla.
 
 
En pocas ocasiones, el teatro Nuevo Apolo ha contado con una voz tan cristalina, casi de elixir, como la de Verónica Rojas Román, una elegante morena clara nacida en San Roque. Ni con un cante tan rotundo como el de la castillejana Patricia del Río. Todo en Castilleja de la Cuesta alimenta, incluso la voz de su gente. Llevaba tiempo la plaza de Tirso de Molina sin "decir copla" como lo hace la onubense Inmaculada de Herves, exquisita intérprete. Y, para completar el cartel, un galán preciso, que no se deshace en alharacas. A los cuatro, el público de Madrid les pidió regresar. Ojalá. Los números de la taquilla hablarán. Si un teatro todavía se llena gracias a un espectáculo de copla, quizás a nuestra civilización le queda algún atisbo de esperanza... Se despidieron con Los Nardos, pero como no es época, en sustitución, sobre la platea se lanzaron alhelíes...
 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Puertas abiertas

"Pelando la pava" por Santiago Rusiñol

Había en el pueblo media docena de casas ricas, con zaguán y portón de clavos dorados. El resto de las viviendas no lo tenían, y la puerta de la calle abría directamente sobre el interior de la casa, a la pieza que por la misma razón llamábase “el portal”. Y estas puertas y portones estaban siempre abiertos.

Había una tácita confianza en el prójimo. Y el único trámite para penetrar en la vivienda ajena era la salutación religiosa.
 
- Ave María purísima...

Y contestaba dentro:
 
- Sin pecado concebida.


La gente pasaba al interior con respeto y llaneza. Hablaban de sus cosas.

Todas las puertas abiertas daban al pueblo un aire de gran familia compenetrada y sin secretos. Sólo la muerte hacía que pasajeramente quedasen entornadas las hojas de maderas a la calle, como luto y forzada ausencia del mundo, impuesta por el dolor o un aciago destino.

Las casas era, hasta las más pobres, limpias, blancas de cal, refulgentes. El cotidiano aljofifado de los suelos sacaba brillo a la vasta arcilla de las solerías. Los metales de los aldabones, como de oro pálido.

Por el invierno, los portales olían a azúcar quemada, a alhucema en el brasero. En las casas más humildes trascendía a la puerta el sano olor modesto de los pucheros en la lumbre.
 

JOAQUÍN ROMERO MURUBE
 


 
Puertecita de mi casa
Umbrales de mi alegría
Ni yo vivo sin tu sombra
Ni tu vives sin la mía.
 
Puertecita de mi casa
Testigo de mi niñez
En el filo de la noche
Me di de cara con él.

(Quintero, León y Quiroga)


lunes, 27 de mayo de 2013

Cruces de mayo en la copla

Una Cruz de Mayo en 1922

Un bonaerense criado en Sevilla, Salvador Valverde (1895-1975), es autor de una de las coplas más hermosas de las que discurren en Triana: "La Cruz de Mayo" (1921). Para musicarla, se cruzó en su camino el genial Manuel Font de Anta, de quien ya hemos hablado aquí con motivo de sus marchas procesionales. De inmediato, todas las estrellas de la época se disputaron aquella Cruz de Mayo: Pastora Imperio, Amalia Molina, Paquita Escribano... Apenas diez años después, rozando la década de los treinta, Valverde unió su destino a Manuel López Quiroga. Y a continuación, al joven poeta Rafael de León.
 
El mocito parose tras la cancela,
contemplando la hermosa fiesta gitana,
preguntole a mi madre: ¿Qué es eso, abuela?
La mejor Cruz de Mayo que hay en Triana.

Derramó en la batea cuanto tenía,
en el patio metiose muy decidío,
y, aunque toditos los ojos le sonreían,
se fijaron sus ojos solo en los míos.
Lucerito de la noche,
me dijo al verme bailar,
tú eres de luz un derroche,
quién te pudiera robar,
lucerito de la noche.
Cruz de Mayo sevillana,
Cruz de Mayo
que en mi patio levanté,
te echaré muchas más flores,
si consigo su querer,
Cruz de Mayo sevillana.
Se pasaron los años en un segundo,
Y se hundieron mis sueños de chavalilla.
Me sentí el alma rota, cansada del mundo,
y, una noche de mayo, volví a Sevilla.
Se escuchaban las coplas en la plazuela,
Me acerqué a mi casita limpia y galana,
y quedé contemplando, tras la cancela,
la mejor Cruz de Mayo que hay en Triana.
En la Cruz de la alegría
yo sólo vine a rezar,
por el dolor de mi vida,
y nadie me vio llorar,
donde todo el mundo reía.

En 1958, el mismo año del maravilloso y sensual "Cordón de mi corpiño", Antoñita Moreno grabó la copla "Al pie de la cruz de mayo", obra del letrista gaditano Salvador Guerrero y del cordobés Carlos Castellano.
 
Se paró ante mi puerta, casi temblando
diciéndome serrana, yo quiero hablarte
y junto a los jazmines, me fue jurando
quererme pa´los restos, sin olvidarme.
Me sentí la mujer más feliz de España
su palabra marchosa, yo le creí
y a la sombra morena de sus pestañas
en el patio florío, le oí decir...

Cruz de Mayo que a tus plantas, rompe el silencio Sevilla.
Cruz de Mayo pura y blanca, retablo de maravilla.
La persona que yo quiero, me lo tiene que jurar
al llegar el mes de Mayo, que pa´mí sola será.
Cruz de Mayo cancionera, de mis sueños y penillas.
Dios te puso pa´que fueras sí... que sí
Cruz de Mayo sí... que si... retablo de maravilla.

De Sevilla el mocito se fue cantando
prometiendo escribirme todos los días
y al pie de la Esperanza quede rezando
esperando su vuelta con alegría.
Pero el tiempo pasaba y aquella carta
que en mis noches soñaba... nunca llegó
y entre risas y coplas con voz amarga
otra noche de Mayo cantaba yo.
 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nombres de perdición


La copla se nutre de dos prototipos femeninos radicalmente contrapuestos: de un lado, la mujer sumisa, fiel y sacrificada; de otro, la mujer libre, rebelde y mal vista por la sociedad de la época. En este segundo grupo, una de las alhajas del cancionero lleva por título Yo soy ésa (Quintero, León y Quiroga, 1952), una desgarradora zambra en la que la protagonista, una oscura clavellina que va de esquina en esquina, se ha convertido en la perdición de los hombres tras jurarles falso amor. Afirmaba Manuel Rey: "Si cantas Yo soy ésa, te conviertes en una puta. Si te cantas Tatuaje, además de puta, eres borracha". A pesar de su enorme éxito popular, gracias en buena parte a Juanita Reina, la censura echó el guante a Yo soy ésa entre 1952 y 1967, fecha en la que por fin se le permitió a Pedrito Rico interpretarla en tono cómico.


"Si alguien me pregunta que como me llamo,
Me encojo de hombros y contesto así:

Yo soy...ésa.
Esa oscura clavellina
Que va de esquina en esquina
Volviendo atrás la cabeza.
Lo mismo me llaman Carmen,
Que Lolilla que Pilar.
Con lo que quieran llamarme
Me tengo que conforma.
Soy la que no tiene nombre,
La que a nadie le interesa,
La perdición de los hombres,
La que miente cuando besa.
Ya lo sabe… Yo soy... ésa".

La guapa, guapa
-escrita en 1954 por la segunda gran tripleta de la copla, Ochaíta, Valerio y Solano- narra la historia de otra hembra indómita que pierde hasta su nombre tras cometer un crimen por las hambres del querer. Es una canción genial que sólo Concha Piquer tuvo los reaños de estrenar.

"Al preguntarme los jueces
¿por qué en el banquillo estás?
yo les respondí cien veces
que por guapa y nada más.
¡Por Guapa, por Guapa, por Guapa!
Ahora escondo mi amargura en lugar que nadie sabe
y de mi puerta cerrada más de cien tienen la llave.

Dime ese nombre tuyo que se me escapa,
porque quiero que seas tú mi querida.
Que yo no sé mi nombre lo sabe el Papa;
que soy sólo una hembra comprometida
y cuando firmo un pliego, firmo: La Guapa.

Pa´las hambres del querer
basta con eso: La Guapa,
que mi nombre de mujer
se borró un amanecer
en los vuelos de una capa".

La tercera copla que alude el tema de la prostitución es, por supuesto, la inmortal Bien Pagá, otra mujer que es arrastrada por los desengaños amorosos hasta lo más profundo de su ser. Fue escrita durante los años de la Segunda República por Ramón Perelló y Juan Mostazo, aunque su estreno resultó un rotundo fracaso. Miguel de Molina la rescató del olvido hasta convertirla en un puntal del género cuando la incluyó en su repertorio en 1938.

"Bien pagá,
si tú eres la bien pagá
porque tus besos compré
y mi te supiste dar
por un puñao de parné,
bien pagá, bien pagá fuiste, mujer.

No te engaño,
quiero a otra,
no pienses por eso
que te traicioné.
No cayó en mis brazos
me dio solo un beso,
el único beso
que yo no pagué.

Na te pido,
na me llevo,
entre esta paredes
dejo sepultás
penas y alegrías
que te he dao y me diste
y esas joyas que ahora
pa´otro lucirás".

La última copla está abierta a todo tipo de interpretaciones: ¿la protagonista de la historia también cobraba por sus besos? Tengo mis dudas; sea como fuere, cualquier excusa es buena para volver a escuchar En una esquina cualquiera, compuesta en 1960 por Molina Molés, Rafael de León y el maestro Quiroga para Marifé de Triana. Se trata de una de las letras más terribles, y a la vez hermosas, de mujeres echadas a la perdición a causa del engaño de un hombre.


"En una esquina cualquiera,
Con sus ojos me encontré,
Y mis veinte primaveras
Se me pusieron de pie,
Morena, quieres un vaso,
De un mosto que es oro fino,
La lumbre de sus ojazos,
Me quemaba más que el vino.

Oscuridad de tormenta,
Donde ciega me perdí,
Cuando quise darme cuenta,
En sus ojos yo me vi.

Ojos negros de locura,
Ojos negros de pasión,
Centinelas de amargura,
De mi pobre corazón,
Son dos pozos, dos luceros,
Dos carbones encendidos,
Son dos lobos traicioneros,
Que al camino me han salío".

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Triana, puente y aparte... sobre el Sena


Parece el Puente de Triana, pero se trata de París; y el río no es el Guadalquivir, sino el Sena. El puente de la foto se llama del Carrousel y fue inagurado trece años antes que el sevillano (1834 y 1852, respectivamente). Puede considerarse un "padre" arquitectónico. Su construcción fue encargada a Antoine-Rémy Polonceau, quien diseñó un puente en arco sustentado sobre una compleja estructura de hierro y madera.


A sus colegas parisinos -amantes de los puentes colgantes- no les convenció el resultado y, con guasa digna de Andalucía, llamaron a los círculos metálicos que adornaban su estructura ronds de serviette (aros de servilleta). Sin embargo, muchos artistas impresionistas se sintieron atraídos por su gracia y esbeltez, incluido Van Gogh, que lo plasmó en 1886, o Camille Pissarro, en 1903.


A causa de su escasa anchura (menos de 12 metros) e inestabilidad desde que aparecieron los primeros automóviles, el puente del Carrusel acabó siendo demolido en 1930. Ahora es una moderna y funcional construcción de hormigón sin encanto.


En Sevilla, donde también tienen una extraña habilidad para arrasar con las joyas de su patrimonio (sólo hay que recordar las setas de la Encarnación o la Torre Pelli), se antoja un milagro que el puente de Isabel II, conocido como de Triana, siga en pie. Para aumentar su solidez, los ingenieros franceses responsables del diseño -preveyendo, seguramente, el peso de las hermandades de La Esperanza de Triana, La Estrella, El Cachorro, La O y San Gonzalo- eliminaron la madera y emplearon exclusivamente hierro y piedra. Pero, a buen seguro, si el puente de Triana continúa en pie no ha sido gracias al material utilizado, sino por la protección de don Juan Belmonte, que vigila desde el Altozano, y de la pintoresca capilla del Carmen, El Mechero, construida por Aníbal González en 1928.


A falta de cuadros impresionistas, el puente de Triana ha sido motivo de incontables coplas y sevillanas. Una de mis favoritas es "La rosa del Altozano", obra poco conocida de Rafael de León y Arturo Pavón, marido de su primera intérprete, Luisa Ortega.

"Los ojitos del puente
que están pendientes
de aquellas ducas,
lloran un son de fragua
que lleva el agua hasta Sanlúcar".


Y por cambiar de palo, también son hermosas las sevillanas de Manuel Pareja-Obregón tituladas "Perdónala" y "Cuando paso por el puente".


"Cuando paso por el puente, Triana.
Contigo vida mía, Triana.
Pa´mirarte solamente, Triana.
Me muero de alegría.

Porque tienes unos ojos, Triana.
Igual que dos luceros, Triana.
Y una clase de hechura, Triana.
Que vale el mundo entero.

Si por otro me dejaras, Triana.
De pena moriría, cariño.
Te quiero y te querré.
Eres mi norte y mi guía, Triana.
Triana y olé".

lunes, 22 de octubre de 2012

Lo anti-erótico

La otra noche, el periodista Paco Robles, tras hablar sobre menudencias cofrades, preguntaba a sus tertulianos en TeleSevilla qué era lo anti-erótico. Unos contestaron: "aquello que no es pornografía"; otros, "calcetines tobilleros que hacen marca"; y los más rancios, "una camiseta de tirantes blanca caladita". Se les pasó por alto una prenda muy de moda a la que los modenos llaman "short". ¿Qué es un "short"? La mejor definición se la escuché a un amigo que la describió como ropa interior femenina elaborada con tela vaquera.


Lo más "in" de los "shorts", consiste en que de frente asome
el forro del bolsillo y de espaldas, una generosa porción de carne.

Probablemente, lo más anti-erótico del mundo -más, incluso, que la camiseta de tirantes caladita- sea la vulgaridad, es decir, enseñar soezmente en vez de insinuar con elegancia. Pero en estos tiempos del reinado de la televisión y el constante bombardeo publicitario, todo se enseña, todo tiene que verse hasta el último detalle porque ya nada se imagina. Así es la dictadura de la imagen.


«Cuando me ve mi novio
con esa blusilla
de encaje bordá,
yo no sé lo que se figura
que me dice que me quiere más».

¿Qué maravillas imaginaría el muchacho de la copla "Corona de perlas" cuando contemplaba a su novia estrenando una sugerente blusa de encaje -sin necesidad de llevarla desabrochada hasta el ombligo- con olor a azucenas, carne y placer?


Pepe Pinto, que era un visionario, se olió la modernidad de los "shorts" y le leyó la cartilla a su María Manuela cuando aún estaba a tiempo.


«María Manuela, ¿me escuchas?
Yo de vestíos no entiendo,
pero... ¿te gusta de veras
ese que te estás poniendo?
Tan fino, tan transparente,
tan escaso y tan ceñío,
que a lo mejor por la calle
te vas a morir de frío.

Te sienta que eres un cromo,
pero cámbiate de ropa,
si es un instante, lo justo
mientras me tomo esta copa.
Ponte el de cuello cerrao
que te está de maravilla
y que te llega dos cuartas
por bajo de la rodilla.

[…] Se acabó enseñar las piernas,
y los brazos, y el escote,
y el rostro no te lo pintes
ni aunque te salga bigote;
que te hizo Dios tan hermosa
como una rosa temprana
y se va a enfadar contigo
por enmendarle la plana.

[…] No quiero que me pregunten
"Esa gachona, ¿quién es?,
¿una secretaria de esas
que beben champán francés?"
Ni tú eres mujer moderna
ni quiero que lo aparentes
que yo te prefiero antigua
y oliendo a mujer decente.

Que con el triguito limpio
toito er mundo te compare,
que por defuera y por dentro
te parezcas a mi mare.
¿Te cambiaste ya el vestío?
Pues andando p'al teatro,
ya verás tú con qué envidia
nos contemplan más de cuatro:
"¡Vaya un marío con suerte
y una mujer bien plantá,
es una vara de nardos
con la carita lavá!"».

Al final de la noche, los rancios de Paco Robles llegaron a la conclusión que no había nada más erótico que un polo napolitano de sabor fresa-nata o vainilla-chocolate envuelto en un papel de plástico transparente.