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lunes, 14 de julio de 2014

El conejo y el burro del cabaret


Uno de los cabarets más antiguos de París tiene un nombre peculiar: "Lapin Agile" ("Conejo Ágil"). En realidad, la denominación proviene de una simpática deformación del lenguaje. A finales del XIX, el propietario de este local situado en la colina de Montmartre (22 de la Rue des Saules) encargó al caricaturista André Gill un símbolo para su negocio. El dibujante pintó en uno de los muros exteriores un conejo escapando del interior de una cazuela con una botella de vino en su mano-pata derecha. En poco tiempo, los parisinos empezaron a hablar del "lapin à Gill" ("el conejo de Gill"), que rápidamente derivó en el "lapin agile".
 
 
Gracias al generoso Père Frédé -que daba de comer y beber a los artistas a cambio de poemas, canciones o dibujos-, el cabaret del conejo conoció su época de mayor esplendor, recibiendo las ilustres visitas de Apollinaire, Modigliani, Picasso y Maurice Utrillo. Sin embargo, el personaje más célebre de la cantina era el burro Lolo, amigo de todos los bohemios de Montmartre y fiel compañero de Père Frédé durante su época como vendedor ambulante. En 1910, uno de los clientes habituales del cabaret, el escritor Roland Dorgelès, decidió dejar al mundo del arte en evidencia. En pleno apogeo de las vanguardias, ató un pincel a la cola del pobre Lolo para que éste pintara un lienzo "a rabazo" limpio, titulado Et le soleil s'endormit sur l'Adriatique. Así nació el movimiento del Excesivismo, que causó furor entre los críticos de la época... cometiendo una auténtica burrada. 
 
La burrada artística de Lolo
 
Picasso también regaló un cuadro a Père Frédé: se trataba de un alegre autorretrato donde el malagueño tomaba una bebida en la barra del cabaret disfrazado de arlequín. La joven del centro sería la amante de Picasso en 1905 (la modelo Germaine Pichot), y el guitarrista del fondo, el propio Frédé.
 
"Au Lapin Agile" se encuentra hoy en el Metropolitan de Nueva York

El pintor de Montmartre por excelencia, Maurice Utrillo, fue otro artista que plasmó, en diversas ocasiones, el "Lapin Agile" pero, a diferencia de Picasso, desde el exterior. Actualmente, el cabaret continúa existiendo, frente al viñedo del barrio más canalla de París.
 
El "Lapin Agile" de Utrillo y el auténtico

viernes, 4 de julio de 2014

La llegada del tren... a veces, sin frenos


"Satisfechos con los ensayos iniciales, los Lumière decidieron efectuar una presentación pública de su invento [el cinematógrafo] en la capital [París]. Un amigo de Antoine Lumière, el fotógrafo Clément Maurice, fue el encargado de gestionar la búsqueda de un local idóneo para llevar a cabo la presentación. El local que eligió finalmente Clément Maurice fue un saloncito situado en el sótano del Grand Café, en el número 14 del Boulevard des Capucines, elegante arteria de la orilla derecha del Sena, situada entre la Ópera y la Madeleine. El saloncito había sido bautizado con el presuntuoso nombre de Salon Indien y utilizado como sala de billares hasta que, unas pocas semanas antes, la prefectura de policía ordenó la clausura de las salas de esta clase, que se habían convertido en un terreno abonado para fáciles ganancias de los jugadores poco escrupulosos.

 
La sala era de dimensiones reducidas, tal como convenía a los Lumière, ya que pensaban que un fracaso pasaría así más inadvertido, mientras que un éxito provocaría aglomeraciones sensacionales en la entrada del local [...] Los inventores eligieron para la presentación del cinematógrafo la semana de Navidad, durante la cual los bulevares parisinos suelen estar atestados de viandantes, que pasean contemplando los escaparates de los comercios. Se estableció que el precio de la entrada sería de un franco y que se celebraría una sesión cada media hora [...] La fecha elegida para la presentación del cinematógrafo fue el 28 de diciembre de 1895 [...] Sin embargo, tan sólo algunas de las personas invitadas asistieron a aquella proyección histórica y el aspecto de la sala antes de comenzar la sesión no era muy alentador. Algunos transeúntes ociosos, que tenían media hora que perder, decidieron bajar los peldaños que conducían hasta el Salon Indien.
 

Aseguran las crónicas que flotaba en la sala, antes de comenzar la proyección, un ambiente de frío escepticismo. Este sentimiento duró todo el tiempo que las luces permanecieron encendidas, pues al apagarse, un tenue haz cónico de luz brotó del fondo de la sala y al estrellarse contra la superficie blanca de la pantalla obró el prodigio. Apareció, ante los atónitos ojos de los espectadores, la plaza Bellecour, de Lyon, con sus transeúntes y sus carruajes moviéndose. Los espectadores quedaron petrificados [...] La cinta La llegada del tren provocaba el pánico en la sala, pues los espectadores creían que la locomotora se les iba a arrojar encima. Esta inocente peliculita asustaba tanto a las damas y ponía tan nerviosos a los caballeros porque resultaba excesivamente realista para su mentalidad precinematográfica".
 
Román Gubern, Los fantasmas del Salon Indien
 
 
Efectivamente, en diciembre de 1895, los parisinos huían despavoridos del Salon Indien con sólo intuir el resoplido del tren de los Lumière. No era para menos. Hay un detalle que ha pasado inadvertido en todos los manuales sobre Historia del Cine que he leído. Exactamente ese mismo año, el 22 de octubre del 85, la locomotora de vapor de un Exprés que cubría la ruta Granville-París, atravesó la fachada de la estación de Montparnasse a causa de un fallo en los frenos. El accidente fue tan espectacular que creó una verdadera psicosis en la población. Milagrosamente, los 131 pasajeros y los dos conductores de aquel convoy salieron vivos del trallazo, siendo la única víctima mortal una mujer que, en mala hora, pasaba por la calle. Son los peligros de esperar el silbido del tren...
 
 
Je pouvais t´imaginer, toute seule, abandonnée
Sur le quai, dans la cohue des "au revoir".
Et j´entends siffler le train,
Que c´est triste un train qui siffle dans le soir...




miércoles, 25 de junio de 2014

La ciudad que olvida, pero no perdona


París está de cumpleaños: celebra las 125 primaveras de su vecina más esbelta, la Torre Eiffel. La dama de hierro se inauguró oficialmente el 31 de marzo de 1889, para la Exposición Universal. Aunque en su día no entusiasmó a los parisinos -la consideraban un monstruo de metal-, hoy acoge a siete millones de visitantes cada año. Sin embargo, pocos saben que la Torre Eiffel estuvo al pique de un repique de volar por los aires.
 
 
Si París sigue siendo la Ville Lumière se debe, en gran parte, al militar alemán Dietrich von Choltitz. Nombrado por el propio Hitler comandante de las tropas germanas en París en agosto de 1944, tenía la orden precisa de no entregar la ciudad a los Aliados sin arrasarla previamente, minando los 45 puentes que cruzan el Sena y sus principales monumentos: la Torre Eiffel, el Elíseo, el Arco del Triunfo, el edificio de la Ópera, las estaciones... Sin embargo, en el último momento, rodeado por las tropas estadounidenses en su avance por el Frente Occidental, Choltitz desobedeció la instrucción directa de Hitler de dinamitar toda la ciudad y convertirla en un campo de ruinas.
 
 
¿Por qué razón Choltitz corrió un riesgo así? No se sabe con seguridad. Al parecer, en su decisión influyó poderosamente la opinión de Raoul Nordling, un diplomático sueco nacido en París (durante la Segunda Guerra Mundial, Suecia fue neutral). Como curiosidad, en la película ¿Arde París? de René Clément (1966), Orson Welles interpretó el papel del cónsul Nordling quien, tras la guerra, fue nombrado "citoyen d´honneur de Paris" y hoy cuenta con una pequeña plaza al sur de la iglesia de Sainte-Marguerite. En cambio, ninguna calle parisina lleva el nombre de Dietrich von Choltitz. Bajo la larga sombra de la Torre Eiffel, la ciudad olvida, pero no perdona.
 
Choltitz (arriba) y Nordling (abajo)
 

jueves, 12 de junio de 2014

La gran inundación de París


La ONU ha alertado sobre un mayor riesgo de inundaciones en Europa debido a los efectos del cambio climático. Estos "comisarios" hacedores compulsivos de documentos son unos linces. ¿Los "expertos científicos" de la ONU conocerán la gran inundación de París de 1910?


Después de un intenso invierno de lluvias, en plena Belle Époque, el Sena arrasó la capital francesa durante 35 días. El agua salía a borbotones de las alcantarillas y las estaciones de metro, provocando el cierre de infraestructuras públicas básicas, como la estación de Orsay. Miles de parisinos fueron evacuados de sus casas, mientras que la policía, el ejército y los bomberos debían desplazarse en botes por las calles principales, dejando estampas auténticamente venecianas. Cada mañana, los ciudadanos acudían a contemplar la crecida, aterrorizados, desde el puente de Alejandro III, el más largo de la ciudad. Pero ya se sabe que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, de manera que, el 29 de enero, el sol volvió a despuntar sobre la Ciudad de la Luz.


Afortunadamente, en 1910 no había Calentamiento Global ni ecologistas ociosos, por lo que, cuando las aguas bajaron, los propios parisinos limpiaron de lodo la ciudad, los relojes se pusieron en marcha y todo volvió a la normalidad. Tomad nota, "expertos" de la ONU.

martes, 6 de mayo de 2014

Una noche de amor en una verbena madrileña


Para la mayoría de los mortales, Marcelle Auclair (1899-1983) es la cofundadora, junto a Jean Prouvost, de la revista femenina Marie Claire, creada en 1937. Esta hispanista francesa, que había pasado su juventud en Chile a causa del trabajo de su padre, un prestigioso arquitecto, de vuelta a París, contrae matrimonio con el escritor Jean Prévost en 1926. Tras tener tres hijos, Michel, François y Alain, la pareja se divorcia en 1939. Sin embargo, pocos saben que Marcelle fue el último amor que lloró el torero Ignacio Sánchez-Mejías. El pasado 3 de mayo, Andrés Amorós descubría esta hermosa historia en las páginas del ABC.
 

Marcelle Auclair, el último amor de Ignacio 

Cuenta Amorós: «En febrero de 1933, Marcelle, que tiene 34 años, visita Madrid. Lorca le recomienda que conozca a Ignacio, el andaluz por excelencia. Él es nueve años mayor que ella. Se conocen en casa de Jorge Guillén, en la lectura que hace Federico a un grupo de amigos de Bodas de Sangre. Años después, ella lo recuerda en su libro Enfances et mort de García Lorca: "Se sentó a mi lado. No decía nada. Me miraba. Yo le miraba. Los dos mudos, heridos en lo vivo. Yo estaba allí, en mi silla, y él me miraba. Sus manos temblaban. La idea de marcharme, al día siguiente, se me había hecho insoportable... Acabada la lectura, nos encontramos en la calle, Ignacio y yo, con los otros amigos, que no se atrevían a dejarnos. Federico gruñía: ¡Qué barbaridad! Pasamos toda la noche, parándonos de vez en cuando en algún café. Ignacio sólo bebió agua pero recitó poemas de Góngora, más ardientes que todos los licores" [...] Al final de la noche, fueron a un baile popular, en La Bombilla, Allí, bailaron juntos, al son de La verbena de la Paloma. "Al primer paso de baile que di, Ignacio me paró en seco y, poniendo sus grandes manos sobre mis hombros, me dijo: Aquí, soy yo el que mando"».
 
 
En aquel momento, Ignacio estaba casado con Lola Gómez Ortega, hermana de los "Gallos", y tenía como amante a Encarnación López, "La Argentinita". La carga familiar de Marcela tampoco era menuda: seguía casada con Prévost y la esperaban tres hijos en Francia. Continúa la narración Amorós: «Vuelve Marcelle a París, creyendo que la relación ha terminado. Pero Ignacio se presenta allí, en su casa y se encuentra con el marido: "La declaración de guerra entre los dos, fue muda pero brutal". Luego, esa tarde, la lleva a escuchar a unos gitanos: "Único contacto físico: un beso, en el taxi, que ha durado de Étoile a Montrouge. Quedamos en vernos al día siguiente". Pero un capricho del Destino lo impide».
 
 
No vuelven a coincidir hasta el 5 de agosto de 1934, durante una corrida que Ignacio torea en Santander. Aquella tarde, Sánchez-Mejías realiza una faena temeraria a un toro de Coquilla y corta cuatro orejas y un rabo. Completaban el cartel Victoriano de la Serna y Félix Colomo. Quizás porque localizó tarde a Marcelle en la plaza, no le brindó la muerte de ningún toro. Amorós termina así la historia: «Ignacio la descubre, en el tendido, al dar la vuelta al ruedo. Esa noche, la llama por teléfono [...] Seis días después, el 11 de agosto, Ignacio sufre una grave cornada, en Manzanares: muere en Madrid, dos días más tarde [...] Y hasta el final de sus días, en 1983, Marcelita guarda en su corazón el recuerdo de aquella despedida, en la estación de Orsay: siempre le quedó París. Y una noche de amor, en una verbena madrileña».
 
 
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!

(Federico García Lorca)

martes, 1 de abril de 2014

L'Alliance des Civilisations


Toma Alianza de Civilizaciones. Una gaditana en la alcaldía de París y un catalán como Premier ministre français. Ni Zapatero lo hubiera hilado mejor. Paradójicamente, Manuel Valls, nacido en Barcelona, es aficionado a los toros, mientras que Anne Hidalgo, de San Fernando, se ha aliado con los ecologistas (¡peligro!) para conquistar el ayuntamiento parisino. Ambos, eso sí, son hijos de exiliados y militantes del Partido Socialista.
 
 
Si los comparamos, Valls es, a todas luces, un homme politique más sólido que la Hidalgo y, además, habla claro. No olvidemos que, hace escasamente tres meses, declaró que su jefe Hollande-Follande padecía el comportamiento de "un adolescente tardío". Cuando ha tenido que defender la Tauromaquia, tampoco se ha andado con rodeos: "Es una tradición que existe en alguna regiones, sobre todo en el sur del país, y hay que mantenerla. Necesitamos esas raíces. No las arranquemos".
 

Tras los desmanes napoleónicos de comienzos del XIX, con las bombas que tiraban los fanfarrones, las gaditanas vuelven a hacerse tirabuzones (al menos, metafóricamente). Surge la duda de cómo traducir "pisha" al francés, pero todo se andará.
 
 
Los galos siempre han admirado a las "hembras cabales" que venían pidiendo guerra. Sirva como muestra la canción de Julien Clerc, C´est una andalouse. Enamoraíta andaba la criatura de la mushasha.
 
C'est une andalouse
Et son coeur insoumis
Dévore ma vie...
 
 
Pero para Alianza de Civilizaciones España-Francia, nada mejor que Julio Iglesias entonando Vous les femmes. Sensassssionaaaaa. Se rumorea que, pronto, la Hidalgo lo convertirá en el nuevo himno de París. A partir de ahora, menos mantequilla y más manteca colorá en el déjeuner du matin. Y por la tarde, a los toros. Eso habría querido Zapatero. Pauvres diables...
 

martes, 10 de diciembre de 2013

Toros en París (II)

Hace algunas semanas, describíamos, gracias a la hemeroteca del ABC, cómo había sido un festejo taurino celebrado en el velódromo de París en 1949. Al leer el post, el incansable y certerísimo Xavier González-Fisher me mandó un documento que complementa a la perfección la visión de aquella corrida. Se trata de la perspectiva de Conchita Cintrón, que hizo el paseíllo al lado de Ángel Luis Bienvenida y El Vito. Al corresponsal del ABC se le pasó por alto que, en los improvisados tendidos parisinos, se encontraba la actriz Rita Hayworth.

 
Estaba en París. Vestía de corto y esperaba la hora: las nueve de la noche. Tocarían entonces el himno nacional del Perú y en seguida La Marsellesa. El embajador extranjero y todos los presentes permanecerían en pie. Terminadas las ardientes estrofas patrióticas se iniciarían las arias de la ópera Carmen. A su compás haría yo el paseíllo en el Vel d'Hiver .

Sabía todo esto porque la víspera había ocurrido así. Por cierto que durante mi actuación surgió un incidente gracioso: un representante de la Sociedad Protectora de Animales había querido comprobar si las banderillas le harían demasiado daño a su protegido, un toro de lidia. La cuadrilla había escondido rápidamente los palitroques detrás de un burladero y luego invitó al curioso señor a que entrara y viera las banderillas, pero como el toro estaba allí, su protector optó por no entrar... y continuó la lidia.

Qué duda cabe, sucedían muchas cosas graciosas en sitios donde la Fiesta era espectáculo nuevo. Ayer , en el tendido , el público se había presentado con smoking, Ali-Khan y su linda esposa, Rita, estaban en barrera, y el Vito había resultado cogido porque se quedó mirando a la estrella —princesa—. El hermano de Julio , para castigar su distracción en la arena —que en París era una alfombra cosida a mano— no le avisó de la salida del toro al ruedo.

—Tiene bonitas piernas —había observado el Vito, mirando, admirado, a la actriz.
—Mejores las tiene el que está detrás de ti —contestó su hermano .

Y listo. Menos mal que no pasó de una voltereta.
 
CONCHITA CINTRÓN
 
"Dos que duermen en un mismo colchón, se vuelven de la misma condición".
Rita, la eterna Gilda, se contagió de la afición de su segundo marido, Orson Welles.
 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Toros en París


A tenor de la breve noticia que publicó el ABC el 11 de mayo de 1949, los aficionados a los toros no podemos decir aquello de: "Siempre nos quedará París". El invento de las "corridas incruentas" viene de lejos y nació, precisamente, en la capital francesa, aunque el exquisito público parisino, vestido de rigurosa etiqueta, no quedó del todo satisfecho.
 

Ha regresado de París el matador de toros Ángel Luis Bienvenida. Preguntado sobre el desarrollo de las corridas de toros celebradas últimamente en la capital de Francia, ha manifestado que aquello fue una parodia y "tuvo mucha gracia". Los bichos, de Tulio e Isaías Vázquez, fueron de poder y no se les picó, banderilleó ni mató; todo fue simulado. Las banderillas, en vez de arponcillo, tenían una especie de ventosas para que se pegaran, cosa que fue imposible. En la segunda corrida se sustituyó la goma con alfileres. La muerte se simulaba con una banderita. La corrida fue de noche y el público asistió vestido de etiqueta. La plaza semejaba una gran jaula con barrotes. Ángel Luis Bienvenida brindó un toro a Rita Hayworth. Con Ángel Luis alternaron El Vito y Conchita Cintrón, a la que la prensa de París llama "La diosa rubia". El público salió defraudado y pidió corridas de verdad, con muerte del toro (ABC).
 

Unos días después de este recorte, el 14 de mayo, el ABC proporcionó más detalles sobre la corrida parisina celebrada en el Velódromo de Invierno:
 
Desfiló la cuadrilla a los alegres toques de una marcha militar ejecutada con endiablada energía. Conchita Cintrón en un hermoso caballo velazqueño, y con ella Ángel Luis Bienvenida y El Vito, entraron en la pista de "Vel d´Hiv". Un público de carreras ciclistas los ovacionó y el "speaker" fue explicando a cada cual lo que ocurría y lo que iba a ver.
 
En verdad que ello era necesario, pues la pista estaba cubierta por unos veinte centímetros de polvo negro, que se alborotaba a la menor provocación, nublando lo que ocurría allí y haciéndonos creer que se trataba de una corrida dada en una carretera de Murcia allá por el mes de agosto.
 

"Le premier toro", como llamó cortésmente el "speaker" a un novillejo de Villamarta, salió de unas especies de camarines, muy iluminados, que habían colocado junto a la cancha. El toro, cuando la nube de polvo de hubo disipado, contempló el lugar del suceso y pudo ver que en vez de la redondez de sus premoniciones, se hallaba en una pista rectangular, a cuyos lados habían alzado una alta empalizada de hierro. ¡Atiza!, se dijo el novillo; se han creído que soy un león.
 
Pero la gentílisima caballista ya estaba dándole vueltas, y el de Villamarta no tuvo más remedio que aceptar el juego y empezar a darse batacazos en aquella polvareda, mientras que Conchita Cintrón le clavaba un pincho cada vez que se levantaba.
 
Terminada esta primera parte, un tétrico clarín anunció con dos notas solemnemente wagnerianas la "mise à mort". Por si alguien lo dudaba, el "speaker" afirmó: "Et maintenant Conchita Cintrón va a executer la mise à mort...". Como la Cintrón tiene pundonor taurino y afición, toreó a pie, como lo hubiera hecho en la plaza de Madrid en el mes de junio y con rejas, "speaker", banda militar, nubes de polvo y todo lo que se quiera, trajo un eco de esa trasustancia que es el arte taurino, y se ganó la gran ovación. Pero... no podía haber "mise à mort", lo habían prohibido las autoridades, y allí estaba el representante de la Sociedad Protectora para velar por el cumplimiento de la orden.
 
El "speaker" lo pasó regular para explicárselo al público, y éste se enfadó de firme y dijo lo que opinaba de la orden de un modo inequívoco. El caso es que Conchita simuló la estocada final y el toro quedó, como dijo el "speaker", "virtuellement mort"...
 

[...] Siguió la fiesta ya francamente entre una nube de polvo y, velados por ella, al parecer por fortuna, se vio a los toreros entendérselas con lo novilletes y entonces empezaron a ocurrir cosas pintorescas. El "speaker" explicaba todo lo que veía "vous avez vu El Vito executer des magistrales veroniques", "Bienvenida se dispose a donner une pase naturalle"... Pero cada vez que se anunciaba la "mise à mort" la banda comenzaba un vals bien ritmado, que convertía la faena en algo delirante. Por fin, y para que hubiera de todo, uno de los novillos, a pesar de haber recibido la estocada simbólica con una banderita sin punta, y estar, según insistió el explicador, "virtuellement mort", le pegó un revolcón al Vito, que se lo había creído, y cuando le levantaron de la carretera, se vio que tenía destrozada la taleguilla por la parte del "derrière". Esto le granjeó de tal manera las simpatías del público, que cada vez que se acercaba algo a los novillos, le aplaudían (ABC).
 

Nos quedan dos Telediarios para volver a celebrar
corridas "a la parisina"... ¡y sin la gracia del Vito!
 

domingo, 21 de abril de 2013

La parrilla del Elíseo


Últimamente, ir al cine, pagar los 9 eurazos que cuesta la entrada y que te guste la peli es ya todo un logro. Hace tiempo que desistí de buscar obras maestras: me conformo con pasar un rato agradable y que ninguna escena me deje más tarada de lo que ya estoy. Por eso, sentí que había alcanzado el triunfo cuando la semana pasada vi "Les saveurs du palais" (dirigida por Christian Vincent), que en España, en un ejercicio de imaginación ya acostumbrado, han traducido como "La cocinera del presidente". Puestos a cambiar, también la podrían haber llamado "La parrilla del Elíseo" o "Mitterrand entre fogones", rótulos, en mi opinión, con más gancho comercial.

La actriz Catherine Frot

"Les saveurs du palais" narra la historia de Danièle Mazet-Delpeuch (interpretada por Catherine Frot), cocinera personal del presidente François Mitterrand durante casi dos años y única mujer que había trabajado en la machista cocina del Elíseo. Cuando Mitterrand fue elegido en 1988, dejó muy claro que no quería más chefs para sus comidas privadas. Estaba hasta las narices de la nouvelle cuisine y de las ornamentales rositas de azúcar que, sistemáticamente, brotaban en los platos. En definitiva, necesitaba reencontrarse con la cocina de toda la vida, la de las abuelas. "Necesito recuperar el gusto de las cosas", decía.


"En cuisine, Mitterrand voulait une femme de la champagne", recuerda Mazet-Delpeuch en Sud Ouest. Y hace bien aclarando "en cuisine", porque, fuera de la cuisine, Mitterrand tenía fama de arrimarse a todo lo que llevara falda, fuera del campo, ciudad, zona minera o planeta desconocido.

En la peli, pintan a un Miterrand que parece un corderito,
enamorado de los recetarios de su abuela. ¡Tampoco es eso!

Para ello, contrató a una cocinera elegante, de manos finas y mirada severa, procedente de una familia dedicada, desde principios de siglo, a la recolección de trufas.

La verdadera Danièle Mazet-Delpeuch

"Je n'avais jamais touché à une casserole avant mon mariage, à 19 ans! C'est qu'il faut bien nourrir quatre enfants... Mon arrière-grand-mère et ma grand-mère maternelle étaient d'excellentes cuisinières. Cette dernière a pu exercer ses talents château, en Corrèze: elle en a tiré des raffinements, autour de son savoir-faire paysan. Ma mère et sa soeur en ont hérité. Elles élaboraient des soufflés, des timbales, des plats d'une cuisine élaborée, déjà bourgeoise. J'avais un père aussi très gourmand, amoureux des beaux produits: il vendait des fruits "de collection". C'est-à-dire les meilleurs et les plus jolis de nos arbres fruitiers, qu'il laissait pousser à l'abri dans des sacs individuels en papier kraft. Puis il les cueillait afin de les commercialiser dans une épicerie fine à Paris. En fait, j'avais beau ne pas cuisiner lorsque j'étais jeune, j'avais déjà la chance de connaître le goût des meilleurs produits" (en L´Express).


Así, la perfeccionista Mazet-Delpeuch, que trabajaba plácidamente en su granja del Périgord dando clases de cocina, pasó, de la noche a la mañana, a lidiar con las altas esferas de la burocracia parisina. Y, como era de esperar, la salsa no ligó. Según cuenta la película, luchó con uñas y dientes hasta que la dejaron trabajar con sus propios proveedores: traía los productos frescos de las mejores granjas de Francia, alejadas, por supuesto, del encorsetado y frío París. Verdura fresca, foie, quesos de todo tipo, pollos bien gorditos, champiñones del Périgord... Una bomba para el estómago. Y, encima, según reconoce ella misma, a veces se le iba la mano con la pimienta. Mitterrand estaba encantado.


"Cuando llegué al Elíseo comencé a hacer la compra yo misma. Le pedí al presidente encargarme de todo, y ese fue el comienzo de mis problemas con la Gran Cocina [la de los actos oficiales], porque ya no iban a tener el control" (Mazet-Delpeuch para el ABC).

El escritor Jean d´Ormesson hace de Mitterrand

En 1990, presentó su carta de dimisión cuando al monsieur Président le impusieron un régimen bajo en grasas y colesterol. Au revoir aux sauces et les sucreries. Por si fuera poco, los rancios parisinos, en un ajuste presupuestario, le cortaron el grifo de los proveedores locales. Mazet-Delpeuch, una señora con grandes dosis de carácter, pilló un barco y se plantó en una misión en La Antártida. En la actualidad, a sus 70 años, ha montado su propia granja de trufas en Nueva Zelanda. No sabemos qué desayuna la madame pero, sea lo que sea, le aporta grandes dosis de energía.


Mientras, en España, seguimos con una princesa que parece rescatada del Tercer Mundo. Quizás en la Zarzuela deberían servir menos pollo a la plancha y darle más al foie.


Por cierto, esta película recomiendo verla en francés: los nombres de los menús presidenciales suenan mucho más voluptuosos y apetecibles.