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jueves, 23 de mayo de 2013

Moustaki, con su cara de forastero, de judío errante, de patriarca griego


Georges Moustaki, Edith Piaf
y el secretario personal de ésta, Ginou Richer

Ha fallecido Georges Moustaki, compositor de la canción Milord (1959) que catapultó internacionalmente a Edith Piaf. La letra describe el encuentro entre una prostituta y un hombre rico que, dolido tras un desengaño amoroso, busca consuelo en un cabaret del puerto.

Allez, venez, Milord!
Vous asseoir à ma table;
Il fait si froid, dehors,
Ici c'est confortable.
Laissez-vous faire, Milord
Et prenez bien vos aises,
Vos peines sur mon coeur
Et vos pieds sur une chaise
Je vous connais, Milord,
Vous n'm'avez jamais vue
Je ne suis qu'une fille du port,
Qu'une ombre de la rue...


En una entrevista publicada en 2007, el propio Moustaki narraba la presentación de Milord durante un recital en el Carnegie Hall, una de las salas de conciertos más prestigiosas de Manhattan:

La primera vez que triunfó en Estados Unidos fue en el Carnegie Hall. Hasta entonces, siempre se la había considerado una cantante de segunda […] Después del recital en el Waldorf, Marlene Dietrich la felicitó. No existía nadie más que ella, Nueva York estaba a sus pies. Milord contribuyó a ese éxito. Era una canción que había dejado después de hacer el borrador, hasta un día en que encontré la hoja garabateada al lado de la máquina de escribir que ella me había regalado y la retomé. Cuando escribí la palabra fin, me encontré a Edith sentada en una silla detrás de la puerta de la habitación. Estaba esperando a que terminara el texto (Marguerite Monnot debía componer la música). Yo tenía apenas 24 años y, después de un año viviendo con ella, arrastraba la imagen de un gigoló arribista. Edith convocó a la prensa en Maxim's para presentarme como el autor de Milord [...] Ella dice: "Voy a grabar la canción de un gran gilipollas" y entona Milord.

Edith Piaf y Georges Moustaki en la playa de Deauville (1958)

Moustaki y Piaf se habían conocido un año antes, en París:
Tenía 23 años cuando me encontré con la Piaf […] En aquel entonces, yo daba mis primeros pasos en el escenario de La Colombe y de otros cabarés de la orilla izquierda. Si bien había escrito algunas canciones inspiradas por la Piaf, no había intentado ponerme en contacto con ella para enseñárselas. Había bastante gente que podía impedírmelo y yo tenía tiempo de sobra para hacerlo […] El apartamento de Edith, al que había llevado consigo un piano de cola, no era oscuro, sino amplio, desnudo y luminoso. Estaba situado en el bajo, con grandes ventanales hasta el suelo que se abrían a un pequeño jardín. En cuanto llegamos, Crolla [en referencia al guitarrista Henri Crolla] me elogió ante la Piaf. Ella quiso escucharme inmediatamente […] Yo no estaba afeitado -Crolla me había recogido nada más despertarme- ni preparado para cantar. Cumplí sin ganas y muy intimidado por ella y por todo su círculo de cortesanos (secretarios, autores, compositores, amigos y gorrones). Colé en medio de mis canciones Le gitan et la fille, que había escrito pensando en ella. La destrocé completamente. Me encontró lamentable, con toda la razón, y seguramente muy conmovedor al mismo tiempo. No hubo flechazo, pero sí una complicidad inmediata. Enseguida se mostró conmigo a la vez benévola y burlona. Dijo: "Tengo la impresión de que no me conoces muy bien. Ven esta tarde a escucharme en el Olympia... ¡Si es que sabes dónde está!".

[…] A los dos días, después del espectáculo y de la cena, nos quedamos solos, Edith y yo, en su casa del bulevar Lannes. Me propuso un café, una copa o un baño caliente. Opté por el baño. Esto la divirtió. Luego, como era muy tarde, murmuró: "Deberíamos irnos a dormir" […] Una noche la desperté hacia las cuatro de la madrugada para hacerle escuchar una canción que acababa de terminar, T'es beau, tu sais. Saltó de la cama para escucharla. Es poco decir que la canción era su vida. En casa era una buena mujer, pequeña y un poco encorvada, de salud precaria. Cuando cantaba era hermosa, deslumbrante y risueña. La he visto llegar radiante al Olympia para una sesión matinal cuando tres horas antes estaba enferma de muerte.

[…] Su dependencia del alcohol fue el motivo de nuestros problemas. Cuando nos volvimos a encontrar, se hizo la promesa de dejar de beber para merecerme. Comprendí muy tarde que bebía cerveza a escondidas en el cuarto de baño. Salía de allí roja como la grana, con exceso de energía y agresiva. Yo pensaba ingenuamente que lo de los cambios de humor era algo innato en ella […] Pasé un año tan apasionante como doloroso con esta mujer a la vez autoritaria y sumisa, femenina y cortante. Acabé por dejarla.
Con los años, Moustaki compondría una de sus canciones más hermosas: Le Métèque (1969).

Avec ma gueule de métèque
De Juif errant, de pâtre grec
De voleur et de vagabond
Avec ma peau qui s'est frottée
Au soleil de tous les étés
Et tout ce qui portait jupon
Avec mon cœur qui a su faire
Souffrir autant qu'il a souffert
Sans pour cela faire d'histoires
Avec mon âme qui n'a plus
La moindre chance de salut
Pour éviter le purgatoir.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Ladrones de besos (altamente azucarado)


"¿Qué es un beso?
Hablábamos de un beso
La palabra es dulce.
En realidad un beso, ¿qué expresa?
Un juramento cercano,
Una promesa sellada,
Un amor que se quiere confirmar,
Un acento invisible sobre el verbo amar,
Un secreto que confunde la boca con las orejas,
Un instante infinito, un murmullo de abejas,
Un sabor dulcísimo, una comunión,
Una nueva forma de abrir el corazón,
De circuncidar el borde de los labios,
Hasta llegar al alma".
(Fragmento de Cyrano de Bergerac)


Si algún lector tiene el azúcar alta, le recomiendo que vuelva mañana. El artículo de hoy chorrea almíbar: de vez en cuando, sobre todo en fechas próximas a la Navidad, conviene cambiar las trincheras por la vie en rose.


La capitulación de Japón puso punto final a la Segunda Guerra Mundial. Alfred Eisenstaedt, alemán de origen judío y reportero de la revista Life, retrató mejor que nadie la alegría por la paz recién conquistada. La foto que lo hizo famoso fue tomada con una Leica M3 en la plaza neoyorkina de Times Square el 14 de agosto de 1945 (existe otra versión, desde un ángulo peor, de Víctor Jorgensen). En ella, un marinero besa apasionadamente a una joven enfermera a la que agarra por el talle. Al fondo, varias personas que observan la escena, sonríen. Ella, sorprendida por el gesto espontáneo de él, pierde el equilibrio y carga su peso sobre los brazos del joven, que representa la fuerza y el poder del hombre. Si los besos pudieran clasificarse, éste probablemente sería más eufórico que amoroso. Eisenstaedt, un auténtico obseso de los besos, fotografió muchos otros, sobre todo de despedida o reencuentro en estaciones de tren.

"I was running ahead of him with my Leica looking back over my shoulder... Then suddenly, in a flash, I saw something white being grabbed. I turned around and clicked the moment the sailor kissed the nurse" (Eisenstaedt).


El segundo beso más conocido de la historia de la fotografía lleva la firma del francés Robert Doisneau. Normalmente, en sus fotos intentaba pasar inadvertido, pero en "El beso del Hotel de Ville" -un emblema de París, la ville de l´amour (1950)- se acercó más de lo acostumbrado. Al final de su vida se demostró que sus imágenes estaban programadas, es decir, eran grandes escenas organizadas por él mismo con la colaboración de actores profesionales. En esta ocasión, una pareja de jóvenes pasea por una calle concurrida. Él, de aspecto bohemio, viste una bufanda clara que lleva remetida de cualquier manera entre las solapas de una chaqueta cruzada. Ella, con rebeca oscura, también parece sorprendida por el beso de su amante. A diferencia de la foto de Eisenstaedt, los viandantes hacen caso omiso a esta manifestación pública de cariño.

“The world that I was trying to present was one where I could feel good, where people were friendly, where I could find the love I wanted. My photos were proof that this world could exist.” (Doisneau).


Y, para rematar el empacho, ¿qué me dicen del beso patrio? Tengo la impresión de que en España somos menos dulces y más... salaos.


"La española cuando besa
es que besa de verdad,
y a ninguna le interesa
besar con frivolidad.
El beso, el beso, el beso en España
lo lleva la hembra muy dentro del alma".

jueves, 20 de septiembre de 2012

Promesas de rebecas y franelas

El otoño llegará a las 16.49 horas (hora peninsular) de este sábado, 22 de septiembre, y durará 89 días y 20 horas. La estación acabará el 21 de diciembre con la llegada del invierno.

"El día es más solemne y más sereno
al declinar la tarde. En el otoño
hay brillos en el cielo, hay armonías
que el ardoroso estío desconoce
como si fueran algo inexistente"
(Shelley)


"El otoño es la estación preferida de los conversos. Detrás del cobrizo manto de las hojas, bajo el oro que comienzan a taladrar invisibles gusanos, mensajeros del invierno y el olvido, es más fácil sobrevivir a las nuevas obligaciones que agobian a los recién llegados a una fresca teología. Hay que desconfiar de la serenidad con que estas hojas esperan su inevitable caída, su vocación de polvo y nada. Ellas pueden permanecer aún unos instantes para testimoniar la inconmovible condición del tiempo; la derrota final de los más altos destinos de verdura y sazón" (Álvaro Mutis).

Les sanglots longs
Des violons
De l'automne
Blessent mon coeur
D'une langueur
Monotone.

(Escuchar la maravillosa versión de "Chanson d´automne" de Charles Trenet)

"Alrededor del seis de octubre, las hojas suelen empezar a caer, en sucesivos chaparrones, tras una lluvia o una helada, pero la principal cosecha de hojas, el súmmun del otoño, suele ser alrededor del dieciséis. Las calles están cubiertas por una capa espesa de trofeos, y las hojas caídas de los olmos crean un pavimento oscuro bajo nuestros pies. Tras uno o varios días especialmente cálidos del veranillo de San Martín, percibo que es el calor inusual lo que provoca, más que nada, la caída de las hojas, quizá cuando no ha habido lluvia ni heladas durante un tiempo. El calor intenso las madura y marchita repentinamente, igual que ablanda y pone a punto a los melocotones y otras frutas y las hace caer" (Henry David Thoreau).


Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Tu vois, je n'ai pas oublié
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Les souvenirs et les regrets aussi.


"Yo recordaba nebulosamente aquel antiguo jardín donde los mirtos seculares dibujaban los cuatro escudos del fundador, en torno de una fuente abandonada. El jardín y el Palacio tenían esa vejez señorial y melancólica de los lugares por donde en otro tiempo pasó la vida amable de la galantería y del amor. Bajo la fronda de aquel laberinto, sobre las terrazas y en los salones, habían florecido las rosas y los madrigales, cuando las manos blancas que en lo viejos retratos sostienen apenas los pañolitos de encaje, iban deshojando las margaritas que guardan el cándido secreto de los corazones. ¡Hermosos y lejanos recuerdos! Yo también los evoqué un día lejano, cuando la mañana otoñal y dorada envolvía el jardín húmedo y reverdecido por la constante lluvia de la noche. Bajo el cielo límpido, de una azul heráldico, los cipreses venerables parecían tener el ensueño de la vida monástica. La caricia de la luz temblaba sobre las flores como un pájaro de oro, y la brisa trazaba en el terciopelo de la yerba, huellas ideales y quiméricas como si danzasen invisibles hadas" (Valle-Inclán).

Inverno não ainda mas outono
A sonata que bate no meu peito
Poeta distraído cão sem dono
Até na própria cama em que me deito.


"Anteayer mismo, por la ventana abierta a través de la que veía un cielo grisáceo que trileaba con lluvias, entraba un aire que pretendía venderme promesas de rebecas, franelas, haz de luz de una lámpara baja, camilla, taza de té, tortas de aceite de Ochoa y lecturas gustosas. No me creí los grises, ni esperé oír caer la lluvia, ni le eché cuenta al mentiroso vendedor de escalofríos que invitan a recogerse. Hice bien. Ayer, mientras escribía este artículo, a través de esa misma ventana se veía un cielo desafiantemente azul y entraba el sol derramando la melaza caliente de otro día de bochorno. Hagan como yo. No se fíen de estos breves frescores, de estas lluvias impuntuales y perezosas, de estos nublados mentirosos, de estas promesas de otoño. Son tan falsos como las avanzadillas de la primavera que se aparecen, por sorpresa, un medio día de febrero para desvanecerse inmediatamente" (Carlos Colón).


The fundamental things apply
As time goes by...