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viernes, 11 de diciembre de 2015

Grises


Hay ojos a los que les falta el color. Ni son verdes, ni pardos, ni azules. Son, quizá, grises. El poema de Rafael Salazar los comparaba con piedras, con espejos empañados, con cuevas guardando traición.

Ni son verdes, verdes,
ni son negros, negros.
Tus ojos malditos no tienen color,
ni pardo de tierra, ni azules de cielo,
ni grises de humo, ni rosa de flor.


La Paquera de Jerez y Bambino cantaban al frío de unos ojos grises, que eran de color acero, enloquecedores. 

Cuando sentí el frío de tus ojos grises,
los míos ya fueron dos barcos sin faro,
que adentro del alma me echaron raíces,
volviéndome loca, tus ojitos claros.


Y los poetas, como Constantino Cavafis, también dedicaron versos a unos hermosos -y generalmente, tristes- ojos grises.

Mirando un ópalo medio gris
recordé dos hermosos ojos grises
que vi: hará unos veinte años...

Por un mes nos amamos.
después se marchó, creo que para Esmirna,
a trabajar allí, y no nos vimos más.
Se habrán afeado -si vive- aquellos ojos grises;
se habrá arruinado el bello rostro.
Memoria mía, guárdalos tú como eran.
Y lo que puedas, memoria, de ese amor mío,
lo que puedas tráemelo esta noche.


Ojos grises, generalmente invernales, como el tiempo que comienza... Allí, donde termina tu mirada empieza el frío (Karmelo Iribarren).

jueves, 23 de octubre de 2014

El arma blanca en la copla

"En la lucha por puro prestigio, el hombre se hace reconocer por el hombre" (Kojève)
 

En comparación con las armas de fuego, que ponen distancia al duelo, las armas blancas tienen la ventaja de la cercanía y la inmediatez. Un hombre puede matar a otro mirándole a los ojos. Por eso, cuchillos, espadas, puñales y navajas han sido, desde siempre, el armamento del pueblo español. Y de la canción andaluza. Los compositores de copla tomaron el testigo de Lorca, autor de aquel poema titulado "Herido de amor":

Bisturí de cuatro filos,
garganta rota, y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy malherido,
herido, de amor huido.
¡Herido! ¡Muerto de amor!
 
 
En 1943, Rafael de León escribió "La baladilla de los tres puñales" para su libro Jardín de Papel. Al leerla, el maestro Juan Solano le puso música y fue estrenada en 1964 por Marifé de Triana con enorme éxito. Recientemente, Miguel Poveda ha grabado  una versión soberbia.

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...
 
 
También para Marifé, y en el mismo año de 1964, Valerio y Solano compusieron "Cuchillito de agonía".

Cuchillito, cuchillito pa´mi muerte...
No pidas, tormento mío,
que deje yo de quererte.
 
 
Pero volvamos a las puñaladas, asestadas tanto por hombres como por mujeres, como la que pegaba bajo unos soportales "La Guapa", después de que un hombre la humillara por ser una mujer "de mal vivir". La canción fue estrenada por Conchita Piquer en 1947 durante su espectáculo llamado... ¡"El Puñal y la Rosa"!

Y una guapa te paró,
sólo por eso... ¡por guapa!
Y un cuchillo te clavó
y la sangre chorreó
en el embozo de tu capa.
Ya he perdido hasta mi nombre,
no es Mercedes ni es María,
que la sangre de ese hombre
otro nombre me ponía.
 
 
En el pueblo llano, las grandes traiciones siempre se han vengado con la punta de un cuchillo... o con tres puñales atravesados. "Mañana sale" fue compuesta por Rafael de León para Concha Piquer, que se cortó la coleta tras cantar esta complicada copla sobre una lotera despechada.

¿A quién le vendo la suerte?
¡Mañana sale y está premiao!
Mis ojos tienen que verte
con tres puñales atravesaos.
 
 
Decían de la bailarina y actriz Lola Montes que tenía en los ojos puñales con los que iba matando a los hombres más cabales. Así lo recogió en 1942 Rafael de León en su bellísimo pasodoble dedicado a aquella irlandesa de clisos claros que enamoraron hasta al rey Luis I de Baviera.

 
En este repaso por las armas blancas del repertorio coplero, no podemos dejar en el tintero "Cuchillo y espada", nueva obra de Rafael de León y Juan Solano, popularizada a comienzos de los 70 por Rocío Jurado, que solía interpretarla con un espectacular vestido de noche.

Toda la noche entre sueños
he sentido las navajas
navegando por mi sangre
igual que peces de escarcha.
 
[...] Espada, chuchillo,
dentro de un miedo amarillo,
cuchillo, espada,
espero tu puñalada...
¡mátame!

 
Poetas como Rafael de León o Xandro Valerio superaron, con mucho, a García Lorca. Como muestra este botón coplero, que parece patrocinado por una empresa de acero inoxidable. No existe mejor forma para cerrar el interminable y trágico duelo con armas blancas que recordar aquella estrofa de "A tu vera"...
 
Ya pueden clavar puñales,
ya pueden cruzar tijeras,
ya pueden cubrir con sal
los ladrillos de tu puerta...

miércoles, 22 de octubre de 2014

La cerámica en Triana (II)

"Oficio noble y bizarro, de entre todos el primero,
pues, siendo el hombre de barro,
Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro".


El barro usado en Triana se formaba con tierras de dos tipos que eran transportadas hasta el alfar a lomos de un burro. La primera era llamada por los artesanos "antilla" o "barro azul", muy orgánico, maleable y extraído a orillas del Guadalquivir. El otro tipo era el que denominaban barro "alagartao", es decir, del color de la piel de lagarto. Solía extraerse este último en la cuesta del Aljarafe, donde las vetas profundas quedan al descubierto por el corte del terreno.


Al llegar al alfar, las tierras eran trituradas, echadas en balsas, mezcladas con agua, batidas, tamizadas y dejadas reposar hasta que perdían por evaporación gran parte de su humedad. Con ese grado de consistencia, la arcilla era extraída de los depósitos y amasadas con los pies para formar las pellas, que se almacenaban en un lugar húmedo para que se destruyeran lentamente sus restos orgánicos. Antes de usar la arcilla, se amasaba de nuevo, esta vez con las manos, sobre el sobadero, y con ella se creaban las piezas.

 
Los cacharros, torneados en la rueda de alfarero, eran colocados sobre largas tablas en las que se dejaban "orear" durante un tiempo, antes de ser introducidos en el horno. Cargado el horno, se cerraba con ladrillo y adobe y comenzaba la acción del fuego, al principio más suave, lenta y con humo, y al final, más intensa y limpia. El proceso duraba entre 12 y 15 horas y debía ser controlado para que las cerámicas se cocieran correctamente. El enfriamiento final tenía que ser lento para evitar cambios bruscos de temperatura que pudieran dañar las obras por una contracción repentina. La distribución uniforme del fuego en todas las partes de la cámara se regulaba abriendo o cerrando las lumbreras que hacían de chimeneas. El combustible usado en los hornos de Triana ha ido cambiando con los siglos. En el pasado era la "chamiza" o también la rama de olivo y, para loza dorada, el "borujo", esto es, el desecho de la molienda de la aceituna. Más recientemente ha sido frecuente usar la leña de pino y la de eucalipto.

 
En todo alfar solía haber hornos para "bizcochar" piezas crudas, hornos para cocer piezas decoradas y muflas. Los dos primeros tenían la misma forma y, aunque se les llamaba "morunos", su estructura esencial estaba ya definida desde el mundo antiguo. Construidos a principios del siglo XX, estos hornos eran bautizados con los nombres de famosos toreros de la época, como Gallito y Belmonte.


Cocida la arcilla una primera vez y convertida en "bizcocho" o "juaguete", puede ser cubierta por una capa que la impermeabiliza y que sirve de base a la decoración, como la cubierta de un esmalte opaco (el esmalte, cuando aún está crudo, es llamado en Triana "levadura" por ser un polvo blanco). Finalmente, los colores son óxidos minerales que, al fundirse, producen un tono determinado en cada caso. En el barrio se practicaron muchos procedimientos de pintura cerámica. Una vez decoradas las piezas con el procedimiento elegido (pintura a pincel, pintura sobre esmalte cocido, técnica de la arista, cuerda seca, reflejo metálico...), debían ser cocidas por segunda, y a veces por tercera vez, para lograr el producto definitivo.


La industria cerámica, a causa de la emisión de humos, siempre fue una actividad productiva molesta y por ello solía ser ubicada fuera de las ciudades. En el siglo XII, las alfarerías de Sevilla se establecieron preferiblemente a la otra orilla del río y, desde entonces hasta el XX, Triana ha sido el núcleo de producción cerámica más importante de Andalucía y uno de los más fructíferos de España. En la década de 1920, estaban activas en Sevilla más de veinte fábricas de este ramo, alcanzando su cénit en los años previos a la Exposición Iberoamericana de 1929.

(Fuente: Museo de la Cerámica de Triana, en la calle San Jorge)
 
Selección de azulejos trianeros:
 

lunes, 24 de junio de 2013

Miguel Poveda celebra 25 años de alternativa en Las Ventas


El reloj de la plaza de toros marcaba las diez y cuarto de la noche cuando empezó el concierto. Ya ni durante las corridas nocturnas de agosto nos dejan permanecer hasta esa seductora hora en Las Ventas. Quizás de ahí provenía aquel íntimo regocijo, alimentado por una luna casi llena y dos luceros perpendiculares al tendido 6 y 8. La faena de Poveda duró tres horas y media: hasta las dos menos cuarto no cayeron "Tres puñales" que, por fin, apuntillaron a este otoño intempestivo.
 

El cantaor de Badalona congregó el pasado sábado en Las Ventas del Espíritu Santo a casi 7.000 personas, una cifra que, en el mundo del flamenco, supone prácticamente un lleno de no hay billetes, aunque bajo el prisma de un avezado empresario taurino, la plaza sólo registró un tercio. Igual que durante una novillada de agosto. Miguel Poveda, por supuesto, no hizo el paseíllo solo, y contó en su cuadrilla con músicos de la categoría de Juan Gómez "Chicuelo" a la guitarra, Joan Albert Amargós al piano, Marcelo Mercadante al bandoneón y muchos más "ayudas", con "Londro" en los coros y "La Lupi" como bailaora y moza de espadas.
 

El largo trasteo, que festejaba 25 años de alternativa musical, fue irregular y de menos a más. Poveda, que a veces pecó de frío, no se desenvuelve en las suertes del tango o el bolero, sin embargo, borda los palos acompañados de guitarra, palmas y cajón, como esos tanguillos de "Triana, puente y aparte" o las bulerías y cantiñas que huelen a Cádiz. Sin olvidar un hermoso homenaje a capela a los cantaores antiguos, de Pepe Marchena a Antonio Mairena.
 

El toro que levantó la noche tenía la "Fina Estampa" de una grande: María Dolores Pradera, quien dijo con ironía que no eran horas para estar despierta: "tengo memoria, pero a estas horitas...". Con su señorío de otra época se ganó la Puerta Grande de Las Ventas mientras los tendidos la ovacionaban en pie. Junto con la vuelta al ruedo de la cuadrilla de Castaño, ha sido el momento más apoteósico de lo que llevamos de temporada.
 

Pero el público, que ya había entrado en calor, no quería escuchar más soleás, tientos ni mineras, ni más homenajes a los poetas del 27, a Chavela Vargas o a Camarón, ni más canciones del irrepetible Bambino, ni siquiera otro dúo con Carmen Linares, que de todo eso hubo. No. El pueblo, como siempre ha ocurrido, quería escuchar copla, y pedía enfervorecido "Ojos verdes" o "Los tres puñales" de Rafael de León. Entonó entonces Poveda fragmentos de "Carcelero", "Y sin embargo te quiero", "La bien pagá", "En el último minuto", "La senda del viento" y "A ciegas", desatando el entusiasmo popular. Y reconozco que me reconfortó comprobar cómo la copla, un género tan incomparablemente bello como agonizante por culpa de unos puñales que le habían dando muerte, resucitó a coro y de madrugada en Las Ventas.
 


Merci, Jos.
 
 

domingo, 24 de febrero de 2013

La copla se dice desde las entrañas (repertorio "desgarrao")

"Me siento muy orgullosa de haber tenido que comer peladuras de patata cocida"
(Marifé de Triana)

La copla, que es el latido del pueblo, íntima y a la vez de todos, no basta con cantarla: hay que saber "decirla". Ahora, a menudo, se vocifera, pensando erróneamente que produce un efecto más desgarrador.  Las buenas cantantes de copla han sido también unas magníficas actrices vocales. La otra noche, sin ir más lejos, escuché dos versiones de "Esclava de tu amor". Una, la original, en la garganta de Marifé; la segunda, interpretada por un chico de La Línea, con unas facultades extraordinarias que, literalmente, se desgañitó. Una estrofa que dice: "no dejo en mi silencio de quererte, más nunca ni a la hora de la muerte, se escapará tu nombre de mi boca", ¿por qué se brama?

 
 
Miriam Domínguez, medida y templada, también hace una magnífica
interpretación de "Ten cuidado", otra copla del repertorio de Marifé.
 
El caso opuesto es el final de la "Encrucijada", donde resulta necesario echar toda la carne en el asador: "¿Qué me pasa, dice... ¿pero es que estás ciego? ¡No ves que por otro me muero! Déjame en silencio, no preguntes nada, ya no tengo fuerzas pa´seguir callada". Sucede lo mismo en "Tres veces loca" o "Amor maldito".


 
 
Marifé era una maestra en "decir" la copla porque la cantaba desde las mismas entrañas. Quizás en esto la ayudó su propia historia. A los 27 años, tras una larga gira por América, conoció al amor de su vida: un joven rapsoda, alto y de buena planta, que se incorporó a su compañía el 5 de octubre de 1963. Ay, cinco, cinco de octubre, cuando me encontré contigo. Se llamaba José María Alonso Calvo y había nacido en El Bierzo. Su atractivo no había pasado inadvertido entre las bailarinas del Circo Price y, durante un tiempo, Marifé, que sin miedo se perdió por sus jardines, tuvo que compartir el cariño del recitador leonés. Formalizaron su relación en 1972, cuando se fueron a vivir juntos, y no se casaron hasta una década después, en octubre de 1982, tras veinte años "de novios". A José le encantaba que Marifé le cantase "Compañero" y, a cambio, le regalaba una rosa casi a diario. El matrimonio no tuvo hijos; quizás por eso, Marifé amadrinó artísticamente a varias generaciones de niñas que se asomaron al mundo de la copla.

 

"Tres puñales" (versiones de Marifé, Álvaro Díaz y Miguel Poveda)
 
Marifé, enamorada y temperamental, casi en un susurro o devorando el escenario, le cantó al amor, al desamor, a la locura y a los celos como ninguna otra. Dijo la copla desde las entrañas.