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miércoles, 15 de julio de 2015

El verano de nuestro descontento

"Mañana en la batalla acuérdate de mí, y caiga tu espada sin filo: ¡desespera y muere!". Con estas palabras, atormentaba el espectro al rey Ricardo III en la célebre obra de Shakespeare. Las ferias de Pamplona y Céret, dos de los bastiones toristas por excelencia, también han tenido mucho de espada sin filo... Los aficionados a la emoción y a la casta se han acordado de más de un ganadero y, a la postre, se han rendido desesperados ante la falta de un toro fiero. Shakespeare hablaba del "invierno de nuestro descontento"... Sólo hay que cambiar el invierno por el verano y el acto primero ya cuadra. La guerra de hosco ceño ha alisado su arrugada frente.

Escribano en Pamplona con un Miura (Foto: EFE)

¿Dónde queda aquel toro bravo, poderoso, celoso en el peto y violento en la muleta que cortaba la respiración hasta el mes de agosto? ¿Qué han hecho con él los ganaderos, incluidos los supuestos criadores "toristas"? "Ahora, en vez de cabalgar corceles armados para amedrentar las almas de los miedosos adversarios, [la guerra] hace ágiles cabriolas en el cuarto de una dama a la lasciva invitación de un laúd". 

Robleño en Céret con un Adolfo (Foto: Tierras Taurinas)

Tras el fracaso de la última semana de San Isidro y el desarrollo de las ferias de Pamplona y Céret, se ha comprobado que las ganaderías "toristas" fabrican dos prototipos con cuernos: el toro que no embiste -clásica prenda agarrada al piso que no pasa ni a tiros- o el que "se deja" noblemente. Ante la prenda, ha habido toreros que han sacado mucha más casta que sus adversarios: véanse los casos de Manuel Escribano, López Simón, Paco Ureña, Fernando Robleño, Alberto Aguilar... Unos tíos que están luchando a brazo partido durante la batalla de julio y cuyas frentes deberían están ceñidas por guirnaldas victoriosas. Aunque ciertos aficionados echamos de menos las otroras temibles músicas de marcha, no todo es descontento en nuestro verano (pero que salga ya el toro, por favor).

miércoles, 18 de febrero de 2015

A media luz los tres


¿Todas las mujeres son iguales? ¿Es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer? ¿El buey suelto bien se lame? ¿Un burro es un caballo que no ha podido ir a la escuela? Con un ritmo trepidante, un humor que no ha pasado de moda y unos personajes llenos de frescura, la obra A media luz los tres, de Miguel Mihura, da respuesta a todas estas preguntas a través de las peripecias de Alfredo, un solterón cuyo único objetivo consiste en conquistar a una mujer, se llame Mariví, Elena o Lulú. Sin embargo, sus sucesivos fracasos amorosos -en comparación con los éxitos de su buen amigo Sebastián- provocan una pequeña crisis de fe en Alfredo, que empieza a considerar que no sabe tanto de mujeres como él creía.

Los tres actores en escena:
Rocío Saro Marqués, Jose Millor y Edgar Costas
 
ALFREDO.- Bueno, bueno, bueno… pues no sabes lo que me alegro de que estés aquí… (Se acerca a ella más, pero ante la mirada fría de MARIVÍ se levanta y va hacia la llave de la luz). Perdona un momento…
MARIVÍ.- ¿Qué vas a hacer?
ALFREDO.- Hay demasiada luz. ¿No te parece? Estaremos mejor así… (Apaga todas las luces, dejando solo su efecto de rojo y verde).
MARIVÍ.- ¿Vas a cantar un tango?
ALFREDO.- No, pero…
MARIVÍ.- En ese caso, prefiero que lo dejes como estaba…
ALFREDO.- ¿Qué más te da?
MARIVÍ.- Eso mismo digo yo… ¿Qué más te da dejarlo como estaba?
ALFREDO.- (Volviendo a encender). Bueno, como quieras… Pero haría bonito estar a media luz los dos…
MARIVÍ.- Dirás los tres.
ALFREDO.- ¿Los tres?
MARIVÍ.- Sí, claro. Tú, yo y el burro…
ALFREDO.- ¡Ja, ja, ja!... ¡Eres deliciosa! ¿Otro coñac?
MARIVÍ.- Sí… Doble…


A media luz los tres fue estrenada, por primera vez, en el Teatro de la Comedia de Madrid durante el invierno de 1953. La buena acogida entre el público, hizo que se llevara al cine en 1958, bajo la dirección de Juan Soler, y a la televisión para el programa de TVE Estudio 1. Recientemente, ModusOperandi Arte y Producción S.L. y la compañía Ves-Arte Teatro han vuelto a poner en escena esta deliciosa comedia que puede disfrutarse los viernes, sábados y domingos en el número 5 de la madrileña calle Reina Mercedes.

 
ALFREDO.- Estás tú muy tonto con las citas.
SEBASTIÁN.- Si tú vieras la gracia que me hace irme ahora a merendar a casa de una señora gorda y tocarle un brazo…
ALFREDO.- ¿Por qué vas entones?
SEBASTIÁN.- ¡Porque las señoras no me dejan en paz! Porque mi mujer, desde que se ha enterado de mis conquistas, no hace más que hablar con sus amigas de mis éxitos.
ALFREDO.- ¿Y qué?
SEBASTIÁN.- ¿Cómo que y qué? Que me hace una propaganda imposible... Que ya no hay ninguna amiga suya que no me guiñe un ojo… Y que con la propaganda aumenta la clientela, ¡y que ya estoy harto!
ALFREDO.- No exageres, caramba…
SEBASTIÁN.- No exagero ni un pelo… Vosotros los solteros, como no tenéis una mujer que os haga propaganda, no sabéis lo que es esto. Si tú te casaras, que es lo que deberías hacer, ya verías los líos que te saldrían…
ALFREDO.- ¿Es que me vas a decir ahora que no los he tenido ni que los tengo?
SEBASTIÁN.- Pero líos de soltero, pequeñitos y estúpidos… Y lo que quieren las mujeres son los líos gordos, enormes, llenos de peligros y de borrascas… Por eso nos prefieren a nosotros.


Fotografías de Elena Guerrero
 

martes, 3 de junio de 2014

El caso del señor vestido de violeta

La noche del 17 de abril de 1954, en el Teatro de la Comedia, Miguel Mihura estrenó El caso del señor vestido de violeta, la historia de Roberto Zarzalejo, un torero científico interpretado por Fernando Fernán-Gómez. Este matador era tan extremadamente meticuloso y erudito, que analizaba las fotos de los toros antes de lidiarlos en la plaza. Incluso, ordenaba hacerles un análisis de sangre. A su cuadrilla, el picador Patas Largas (Joaquín Regález) y el banderillero Carnicero (Manuel Alexandre), les tenía terminantemente prohibido hablar con acento andaluz, a pesar de que ambos habían nacido en Sevilla y eran muy devotos de la Macarena. Todas estas manías del maestro servían, cómo no, para disimular un profundo miedo...
 
 
El siguiente fragmento tiene lugar en la casa de Roberto Zarzalejo,
la mañana antes de la corrida.
 
ROBERTO-. ¡Nada de compare! ¡No olviden, señores, que yo soy el torero de la aristocracia! ¡El íntimo de la familia real inglesa! ¡El proveedor de la Real Casa!...
 
PATAS LARGAS-. ¡Pero don Roberto de mis carnes!...
 
ROBERTO-. ¡Ni carnes, ni cuernos! (Arrepentido, tocando madera). Y ustedes perdonen que pronuncie esta palabra antes de la corrida... Pero si no están conformes con pertenecer a mi cuadrilla, ingresen en la de los siete niños de Écija, donde se podrán expresar con esos modales impertinentes...
 
PATAS LARGAS-. (Esforzándose por no hablar en andaluz). Eso tampoco, señor Zarzalejo...
 
CARNICERO-. (Igual). Nosotros procuraremos ser lo más educados que podamos.
 
PATAS LARGAS-. Sobre todo, no debe usted alterarse por cuestión tan obvia...
 
ROBERTO-. Muy bien. Así... Y ahora volvamos al trabajo (A PATAS). Acérquese. Aquí, sobre las fotografías, le he marcado con unas iniciales los lugares exactos donde ha de picar el primer toro... Éste recibirá tres puyazos: en A, B y C. El segundo toro, según está tan aumentado de glóbulos, recibirá cuatro puyazos, marcados en A, B, C y D. Obsérvese bien que D, a escala, está a unos diez centímetros de A. ¿Entendido?
 
PATAS LARGAS-. ¿No lo voy a entendé?... Pero si está clarísimo... Lo que usted quiere es que me los cargue...
 
ROBERTO-. Quédese con los planos, y cállese.
 
PATAS LARGAS-. Sí, señó...
 
CARNICERO-. ¿Y yo, don Roberto, le tengo que agachá la cabeza al bicho?
 
ROBERTO-. Al primero se la agachará usted muy levemente. Respecto al segundo, le daré instrucciones en el lugar de acción...
 
CARNICERO-. Está bien, don Roberto... ¿Desea usted alguna otra cosita?
 
ROBERTO-. Deseo, señor Canales, que no vuelva a poner banderillas de papeles chillones y extravagantes. Nada de rojos y morados y amarillos... Para las banderillas debe elegir un gris perla, o un beige muy claro...
 
CARNICERO-. Sí, zeñó... Lo que usted mande...
 
ROBERTO-. ¿Habló con el director de la banda?
 
CARNICERO-. Ya le di el mandao... Le dije que cuando torease el señó no tocase pasodobles...
 
ROBERTO-. Exactamente... Me molesta esa música canalla... Prefiero que toquen Chopin, o Mozart, o, en el peor de los casos, Bizet... Y nada más, señores... A las cuatro en punto en la Plaza de las Ventas, Alcalá, 213. No lo olviden...
 
PATAS LARGAS-. No, señó; descuide...
 
CARNICERO-. ¿Dónde va uno a meterze azí vestío....?
 
ROBERTO-. (Le pone derecha la corbata a CARNICERO). La corbata, en su sitio. Y lávense las manos antes de salir al redondel...
 
CARNICERO-. Zí, zeñó...
 
PATAS LARGAS-. A las güeñas tardes...
 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Con los Difuntos llamando a la puerta... "Baile de Huesos"


Recuperar la esencia del teatro, íntimo, directo y casi desnudo. Ésta es la aspiración de una pequeña compañía, Martes Teatro, que desde este verano ha instalado su cuartel general en una minúscula sala cerca de la glorieta de Embajadores, bautizada con el emblemático nombre de Estudio 2, en recuerdo al programa televisivo Estudio 1. Al frente del proyecto se encuentra uno de los más grandes actores españoles: Manuel Galiana, quien ostenta el récord de ser el profesional en activo que más veces ha subido a las tablas.
 
 
Aún recuerdo una noche de febrero, hace ya trece años, en la que vi a Galiana interpretar Cyrano de Bergerac en el Teatro Español. Eran otros tiempos, cuando el Español aún estaba libre de tipos modernos como Mario Gas o Natalio Grueso. Declamando los versos de Edmond Rostand, Galiana se comió aquella sala atiborrada hasta la bandera, donde entran más de 750 personas. Ahora, cansado de la tiranía de los grandes teatros y de directores de casting ineptos, en Estudio 2, el madrileño actúa ante 50 butacas de segunda mano. Ver y escuchar a un actorazo de su talla a apenas cinco metros, supone un deleite difícil de describir.
 
 
La obra que tienen en cartel, Baile de Huesos, es además muy recomendable. Se trata de una comedia negra escrita por Elena Belmonte que describe, con ritmo y humor, la catarsis que sufren cuatro personajes en la antesala de la muerte. La espartana puesta en escena no requiere nada más: en Estudio 2 se retoma el teatro de toda la vida, con buenos actores y buen texto. Ni que decir tiene que Galiana representa a la Parca que, en esta ocasión, se nos antoja más cálida que nunca.
 
 
Dentro de este ambiente casi familiar, a cambio de 12 euros que cuesta la entrada, uno se reconcilia con el theatrón, que en griego significaba "lugar para contemplar". Con el Día de los Difuntos a las puertas, esta obra es una excelente opción para complementar una tradicional bandeja de Huesos de Santo. Al igual que Cyrano, lanzo el guante.
 
 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La Odisea de Homero en el siglo XXI

"¡Ay, ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde", dijo Zeus en el Olimpo.
 
 
Como puede comprobarse en este pasaje de La Odisea, echarle la culpa al vecino y no asumir la responsabilidad individual es una práctica que viene practicándose desde el siglo VIII antes de Cristo. Se trata de la arraigada filosofía del "pío, pío, yo no he sido", cimiento de nuestro actual sistema democrático. Quizás este fuera el motivo del malhumorado carácter de Zeus, que se empeñó en ponerle mil zancadillas a Ulises durante su regreso a Ítaca.
 
Hasta el domingo 22 de septiembre, Rafael Álvarez "El Brujo" repasa en el Teatro Alcázar de Madrid la obra maestra de Homero y su influencia en el siglo XXI. Gracias a la genialidad del actor de Lucena, caemos en la cuenta, por ejemplo, de por qué todos los puticlubs de carretera se llaman "Calipso".
 
 
"Agotado y sucio, el naufrago [Ulises] llega a una isla. Una mujer preciosa acude a socorrerlo. Es la ninfa Calipso. El propio nombre de la ninfa explica lo que hace Calipso. Viene del verbo kalýptein, ocultar. La isla está tan lejos del mundo que parece que está fuera de él. Sus habitantes están ocultos a todos. Calipso le recoge, le lava y cura sus heridas dulcemente. Ulises se deja hacer. Calipso lo retiene en aquella isla alejada del mundo durante muchos años. Le ama y aspira a conservarle eternamente. Desde el Olimpo, Atenea la protectora de Ulises, observa a la pareja. Acude a su padre y le dice que ya va siendo hora de que Ulises regrese a su casa. Ulises mientras tanto, llora desconsolado pensando en su hogar. Cuando llega Calipso esconde sus lágrimas. A pesar de todo, la diosa se da cuenta.
 
- Si te quedas conmigo te ofrezco la inmortalidad.
- Deseo volver a mi hogar, a Ítaca.
- ¿Es Penélope mejor que yo?
- Claro que no. Tú eres una diosa. Eres mucho mejor que ella. Pero Penélope es mi hogar, es mi vida.
Calipso se rinde. Entre los dos construyen una barca para que Ulises emprenda su viaje de vuelta.  Calipso le ve alejarse, desde la playa".

Según "El Brujo", la promiscuidad de las mujeres ha sido la causa de todas las desgracias de la Humanidad, de todas las guerras, de todas las crisis económicas. Desde Helena de Troya en adelante, no ha habido excepción. Pero también, y quizás por ello, el hombre, desde la Grecia arcaica, se ha caracterizado por su resistencia, por su capacidad para resistir ante las veleidades desencadenadas por señoras adúlteras. "Las muy putas", dice "El Brujo", que también regala bellas palabras a Angela Merkel (no podemos asegurar que la canciller sea infiel, pero sí que representa el caballo de Atila contemporáneo, sobre todo para los griegos).  
 
"En tanto que agitaba esto en su mente y en su corazón, salió Helena de su perfumada estancia de elevado techo semejante a Afrodita, la de rueca de oro […] Así dijo, y la argiva Helena ordenó a las esclavas colocar camas bajo el pórtico y disponer hermosas mantas de púrpura, extender por encima colchas y sobre ellas ropas de lana para cubrirse. Así que salieron de la sala sosteniendo antorchas en sus manos y prepararon las camas. Y un heraldo condujo a los huéspedes. Acostáronse allí mismo, en el vestíbulo de la casa, el héroe Telémaco y el ilustre hijo de Néstor. El Atrida durmió en el interior del magnífico palacio y Helena, de largo pelo, se acostó junto a él, la divina entre las mujeres".
 
 
Si tienen tiempo, les recomiendo que se acerquen al Teatro Alcázar para conocer el resto de esta historia narrada por un juglar brillante que, ya hace muchos años, nos enamoró con su papel de "Búfalo" en Juncal.