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viernes, 20 de noviembre de 2015

"Madrid no me valió"


Recientemente, en un programa de radio, me preguntaron cuál había sido, para mi gusto, la mejor faena de la temporada 2015. Dudé entre tres: Talavante con un Juan Pedro en San Isidro (29 de mayo), Rafaelillo con un Miura en la Feria de Julio de Valencia (26 de julio) y Morenito con un Montealto en Madrid (2 de mayo). Finalmente, elegí esta última. Tal vez por eso, me acerqué anoche a Casa Patas, a las tertulias de la Asociación del Toro, donde el invitado era el diestro de Aranda. Generalmente, este tipo de charlas, cuando participa un torero, suelen ser bastante descafeinadas: se escucha aquello de "he disfrutado mucho", tres tópicos más, y todo queda muy políticamente correcto. Sin embargo, con Moreno no fue así. Ya avisó al comenzar, que quería hablar con verdad y de frente. Fue así, puesto que se guardó poco.


Su primera reflexión resultó demoledora: "Madrid no me valió". Un pensamiento que constató El Rosco: "Me aflije que un torero como tú, después de hacer una faena tan maciza como el 2 de mayo, apenas haya toreado. Tienes que explicarnos qué ha pasado". Y lo explicó. Todo se resume a unos apoderados que no lucharon por él en los despachos como debieran y un sistema asfixiante que apenas permite que nuevos valores entren en las ferias. "Quizás el equivocado sea yo -ponderó el diestro-, pero no me arrepiento de ser como soy ni de tomar las decisiones que he tomado".


Errores a un lado, ciertamente, es incomprensible que el balance tras cortarle dos orejas a un toro y abrir la Puerta Grande de Las Ventas sea torear 18 corridas en Roa de Duero, Cantalejo, Iniesta, San Martín de Valdeiglesias, Cortegana, Aranda de Duero, Medina de Pomar... ¿Desde cuándo Madrid ya no da ni quita? "A Alberto López Simón sí le ha servido. A mí, no". Por el momento, Morenito continúa sin apoderado. "No sé cómo será la próxima temporada ni cuánto voy a torear". Los grandes empresarios han prometido que, para el próximo año, abrirán carteles, permitiendo que toreros incipientes compitan con los grandes. Falta hace ya que, desde hace 10 años, con Talavante, no ha salido una nueva figura del toreo. El actual sistema se asemeja a Cronos devorando a sus hijos. 


¿Conseguirá Moreno, con su rebeldía, su capote y su mano izquierda, dinamitar el statu quo de la torería? Lo merece. "Yo aspiro a que, dentro de 20 ó 30 años, en una tertulia o una conversación, podáis decir que uno de vuestros toreros fue Morenito de Aranda". No habrá que esperar tanto. 

lunes, 20 de julio de 2015

La Mariló de los ruedos


La plaza de Roquetas de Mar quedó conmocionada a causa de un robo a mano armada acaecido el pasado sábado. Un insensible presidente deció negarle el rabo del quinto toro a Miguel Ángel Perera, quien declaró en el callejón: "Aquí hace falta triunfalismo y sobra el purista, porque para purista y para recortes ya están los de Podemos". A pesar de que un rabo en la Monumental de Roquetas cambia el rumbo de la temporada, algunos aficionados -a todas luces "puristas"- criticaron las palabras del torero de la Puebla del Prior, argumentando que "lo que sobran son figuras que torean toros de tercera en plazas de segunda". Ciertamente, Perera es un especialista en tener enganchadas con los aficionados pues, casi siempre que abre la boca, sube el pan. Podría considerarse la Mariló Montero de los ruedos. De hecho, Televisión Española debería barajar la posibilidad de ficharlo como presentador de Las Mañanas.

Desgraciadamente, y aunque comprendo que sea una jodienda, Perera debería pensar que los "puristas" también pagan por entrar en una plaza de toros, por tanto, son clientes... Esto es: no conviene tocarles mucho los costaos. Por otro lado, mendigar un rabo en Roquetas no deja de resultar un tanto estrambótico, incluso en los mundos de Mariló Montero.

Me da la impresión que las figuras, con la excepción de Talavante y Castella, andan algo atorados esta temporada. La buena noticia es que otros toreros, con frescura y reaños, poco a poco, van triunfando en las ferias. Es el caso de López Simón, Morenito de Aranda, Manuel Escribano, Paco Ureña, Rafaelillo, Joselito Adame, Juan del Álamo, Fernando Robleño, Alberto Aguilar, Eugenio de Mora... Gracias a su esfuerzo, se están ganando un hueco en las plazas, ahorrando dislates y hablando exclusivamente con la muleta y el estoque. ¿Sin rabo en Roquetas no hay paraíso? Próximo tema a debatir en el programa de Mariló. 

domingo, 10 de mayo de 2015

Morenito, ya Moreno, y el apagón


Morenito ya puede quitarse el diminutivo del nombre: con el paso de los años se ha convertido en un torero "moreno" y curtido por el oficio, de buen corte y gusto. Me alegraría mucho si los empresarios le dieran sitio en las ferias relevantes, empezando por Pamplona. El de Aranda ha venido a Madrid con la hierba en la boca y, sumando la de este domingo, ha cortado tres orejas en dos tardes. Pero nada de orejitas baratas, sino orejas de ley, de torero en sazón. Anduvo listo con el sobrero del Risco -muy serio de pitones, galopón y con la cara suelta- que salió en quinto lugar sustituyendo al Valdefresno que se rompió una mano en el tercio de banderillas. Morenito -ya Moreno- lo toreó templado por la derecha coronando las series con unos elegantísimos remates. Mató de una buena estocada -completada por la certerísima puntilla de Pascual Mellinas- y paseó la oreja. Con el capote también anduvo hábil toda la tarde, aunque su compañero Eugenio de Mora no se quedó en la zaga.


El veterano diestro de Mora de Toledo recibió al cuarto Valdefresno bajando las manos como hacía tiempo que no se daba una verónica. Empezó la faena de rodillas, arrebatado como un novillero que empieza, apurando su vehemencia con un templadísimo pase de pecho. Alargó el trasteo en exceso -¡benditos los toreros con sentido de la medida!- y mató de una estocada trasera, por lo que el trofeo concedido por la Presidencia resultó desproporcionado. De cualquier manera, alienta ver un matador competente en la técnica, la colocación y los terrenos. Todo lo contrario que el mexicano Arturo Saldívar quien, salvando las vistosas serpentinas capoteras, dijo poco.


A la corrida de Valdefresno, de desigual presentación, le faltó casta. Los más nobles y "colaboradores" fueron los dos colorados del lote, el 4º y el 6º, procedentes seguramente de los Atanasios comprados a Javier Pérez-Tabernero en 2008. Primero y segundo se rajaron. Remendaron el conjunto dos sobreros: el anteriormente mencionado del Risco (5º bis) y un toro de Hermanos Revesado (3º bis). Se desmonteró David Adalid tras parear al quinto.


Nota final: En Las Ventas han saltado los plomos: cuando el sexto Valdefresno asomó por toriles, se fundió, al completo, la hilera de focos del graderío, quedando sólo las luces de la andanada. Un ambiente más íntimo, sin duda. Desconozco si la empresa desea fomentar el arrumaco entre la afición o, simplemente, se ha producido un fallo eléctrico. Sea como fuere, la plaza quedó muy bella a media luz. "¡Y un gato de porcelana pa´que no maulle al amor!", que reza el tango.

domingo, 3 de mayo de 2015

Morenito de Aranda y López Simón desbaratan Madrid

Es curioso esto de los toros. Hay muletazos -pocos, bien es cierto- capaces de desencuadernar el tiempo. ¿Cuántos segundos transcurren antes de recobrar el aliento? Resulta difícil de calcular. Pero uno regresa al presente con el pulso descabalado, con la impresión de haber perdido, entre el embroque y el remate, un trozo de realidad. Se trata, de cualquier manera, de una pérdida insignificante en comparación con lo sentido durante el muletazo. Lo de desencuadernar el tiempo, como digo, pueden conseguirlo muy pocos toreros, pues el temple -como el ritmo en la poesía o el compás en el baile, como todo lo extraordinario-, está al alcance de unos pocos, entre ellos, un torero de Aranda de Duero.


Las cosas sucedieron más o menos así: 

Una vez finalizado el paseíllo goyesco y cuando todas las cuadrillas se deshicieron del horrendo sombrero de medio queso, Morenito de Aranda se fue para la puerta de chiqueros, por donde apereció un toro monumental, de más de 600 kilos, tocado con divisa negra. A pesar de la imponenencia del colorado de Montealto, de nombre "Barrabás" para más señas, el arandino firmó pasajes muy bellos, como el inicio de faena con la rodilla genuflexa, sacando al astado hasta el tercio. El conjunto habría merecido una oreja pero el público, aún frío, andaba en otros menesteres. El respetable despertó poco después, con la cornada que el segundo le infirió a Ángel Teruel, quien toreando al natural quedó fuera de cacho, dejando un hueco que permitió a "Bordador" cazarle en el muslo izquierdo. Salió entonces Morenito con el estoque para tumbar al toro de su compañero herido. Pero las emociones no habían hecho más que aflorar. 


Alberto López Simón, que cerraba el cartel goyesco, se lanzó al ruedo hambriento por torear: con enorme decisión, empezó su trasteo al tercero, "Durmiente", en una faena ligada que fue de más a menos. Cuando todo parecía hecho, al entrar a matar, el de Montealto le prendió feamente por la zona de la corva. Visiblemente conmocionado y arrastrando la pierna, López Simón continuó en la arena hasta ver rodar a su oponente, cortando una oreja merced a su pundonor y hombría. Dejando la sensatez a un lado, el madrileño rechazó meterse en la enfermería, pidiendo que le echaran el tendría que haber sido el sexto toro de la tarde, "Lentejuelo". Con éste estuvo aún mejor, atornillado en la arena por limitaciones físicas, pero también por principios. La ambición le ayudó a pegar otra buena estocada, que le brindó su segunda oreja. Puerta Grande (simbólica) y enfermería.


Y cuando la tarde rozaba el infarto, volvió Morenito con "Frutero", un gran Montealto, astifino y serio de cara, de enorme codicia y movilidad, con el que se lució la magnífica cuadrilla del burgalés, formada por Luis Carlos Aranda, David Adalid y Pascual Mellinas, quienes saludaron una ovación (aunque la corrida fue interesantísima y de enorme emoción, resultó más bravucona que brava, por no decir mansa: ningún toro se entregó en el caballo). "Frutero", como decimos, llegó crudo a la muleta, donde se encontró con un Morenito torerísimo, que supo templar su fiereza. Se produjo entonces un derechazo interminable, seguido de un pase de pecho colosal, capaces de desencuadernar el tiempo. La eficaz estocada fue el epílogo de una faena con poderío, de mano baja y crujir la plaza. Dos orejas. Con el último Montealto, "Veraniego", volvió a comprobarse el compromiso del espada a quien, hasta ahora, nunca habíamos visto torear tan bien ni con tanta profundidad. En recompensa por su clase, Morenito salió a hombros de Las Ventas al son del pasodoble de los nardos. Gran tarde de toros ésta del 2 de mayo en Madrid.


viernes, 10 de mayo de 2013

El brochazo del Papa Negro: "Apura la cicuta"

"Ya sé que las soluciones virtuosas pasan por los términos medios. Eso creyeron los ganaderos incluso los de divisas duras cuando decidieron quitar agresividad a sus toros para darles nobleza. Eufemismos, y poco más que eufemismos: el toro, o es una fiera con todos sus derechos y con todas sus consecuencias -entre ellas, el toreo defensivo-, o es un animal azucarado en beneficio del torero".
(Javier de Bengoechea "Tabaco y oro")

...Y en esto hemos venido a dar: lo que cría la familia Pereda ("La Dehesilla") es una colección de mansos descastados disfrazados de "guapos lindos", una comedia de "figurón" como aquel "Lindo Don Diego" de Moreto: fachada y nada por dentro (es lo que gusta a la torería andante... lo ha dicho en el Plus Caballero, que esta corrida "enamoraba en los corrales") y el lote "que se deja" le toca a Leandro que está para irse a su pueblo a encandilar al mujerío.


Es decir: si oyes a los toreros decir que están "enamorados" de un "lindo Don Diego", echa a correr. Si la corrida "es un tacazo", bebe a morro medio litro de cicuta para que el aficionado que aún queda entre tus entretelas tenga una muerte digna y rápida. Amén.

Aficionado después de ver un "tacazo" de corrida
que enamoró a los toreros
 

sábado, 4 de mayo de 2013

El inefable "look" goyesco


Han transcurrido ya varias horas desde la tarde del 2 de mayo y sigo horrorizada con el desfile de trajes goyescos. No existe prenda más anti-erótica que ese pijama colorinesco y flojucho. Mi amiga Josephine sostiene que el problema proviene de la chaquetilla, que queda demasiado suelta. A mí me preocupa todo el conjunto, desde el sombrero de medio queso hasta las medias que, para más dolor, en el caso de Alberto Aguilar y Morenito de Aranda (que llevaba una calzona más fea que un frigorífico por detrás), fueron negras. Negras como las más profundas duquelas que taladran el alma. Y la vista.
 
 
Aunque los diseñadores Victorio y Lucchino, autores del pijama de Antonio Ferrera, aseguraron que su terno iba a ser rompedor, yo lo encontré francamente familiar. Esa chaquetilla gris-celeste la llevo viendo desde mi más tierna infancia, cuando en el colegio nos martirizaban con leer "El Principito", la sobrevalorada -y peligrosísima- obra de Antoine de Saint-Exúpery.
 
 
“Tiene que haber una revolución en los vestidos de torear, así que espero que después de este vestido, nos encarguen muchos más. Respetando lo esencial, yo cambiaría casi todo el diseño del vestido para dotarlo de una gran categoría y elegancia. Ahora mismo, se siguen haciendo los mismos vestidos que hace un siglo y no se ha cambiado en nada. Lo antiguo no vale en estos momentos en los que estamos reinventando el mundo” (declaraciones de José Víctor Rodríguez, "Victorio").


Unos inventan el toro-artista y otros, los vestidos de torear... ¡Dios nos libre! Sobre todo que algún ser extra terrenal nos proteja de esas zapatillas de raso celeste que le embutieron al pobre Ferrera. Menos mal que el extremeño, incluso de Victorio y Lucchino, es un tío de cabo a rabo y acabó manchando de sangre la chaquetilla "principesca". Aún no he olvidado aquella tarde de Pamplona, en la que un Victorino casi le arranca la oreja... Eso sí que era un "look" para un torero cuajado como él.  
 
 
Lo de Luis Carlos Aranda me parece algo sobrenatural: no sólo derrocha torería sino que, además, le sienta bien el sombrero de medio queso. Un caso único.
 
Gracias a Juan Pelegrín y a su incansable objetivo
 
Salvando el "front row" de pijamas, la goyesca del 2 de mayo en Madrid tiene el encanto del desfile de carruajes justo antes de comenzar la corrida, un momento amenizado por la banda de música, que cierra el cortejo tocando "Los Nardos". Los de Taurodelta ya podrían invitarnos a un bailecito en el ruedo de Las Ventas más a menudo. La gente sube después al tendido con otra cara. ¿Dónde guardan Matilla y Choperita la hoja de sugerencias? Además, seguro que Casas, responsable máximo del Arte y la Cultura, estaría encantado con la idea. 
 
 

jueves, 2 de mayo de 2013

Crónica del 2 de mayo: "La fortuna del medio queso"


Si el sueño de la razón produce monstruos, el vestido de torear goyesco, también. Ahora que está tan de moda prohibir cosas, las autoridades deberían tomar medidas y meter "el pijama" en el lote. Sin embargo, si todas las corridas goyescas salieran tan entretenidas como la de este 2 de mayo en Madrid, los aficionados firmaríamos ahora mismo un pacto con el sombrero de medio queso. Y que nadie piense que el festejo terminó felizmente merced al juego de los toros. Ni mucho menos. Los Lozano trajeron un saldo cinqueño -tres toros de El Cortijillo y tres de Lozano Hermanos- en "manso toreable". A buen seguro, una oferta 3x2 -llévate tres y paga dos- que la empresa de Las Ventas ha metido en el carrito con fervor. Descartada la bravura de los toros, el mérito de la tarde ha recaído, pues, en la terna, compuesta por Antonio Ferrera, Morenito de Aranda y el único madrileño, Alberto Aguilar.


Fue Morenito el primero en caldear el ambiente, toreando de capa francamente bien al segundo de la tarde. El burgalés, con el capote, tiene manos de seda. La lidia fue "in crescendo" con los pares de banderillas de Luis Carlos Aranda, que reaparecía tras su reciente cornada en Zaragoza. Tan torero como de costumbre, expuso mucho y recibió una ovación. Después, Morenito -que brindó a la Infanta Elena con un "por la Fiesta y por España"- firmó una faena desmayada, personal y liviana, con los mejores momentos por la diestra. El toro, como la mayoría de sus hermanos, se movió mucho, pero sin clase y manseando, con la cara suelta, sin romperse ni empujar con los cuartos traseros. La actuación se saldó con una estocada fulminante y el castellano cortó una oreja cariñosa. En el quinto, en cambio, no convenció. El toro, desde luego, tampoco, y cada uno fue por su camino.  


El siguiente que tocó pelo fue Antonio Ferrera, que este dos de mayo estuvo soberbio: torero cuajado como lidiador, como matador y con la infrecuente virtud de saber ver y adaptarse a sus toros. El cuarto de Lozano Hermanos no quería ver el peto del caballo ni forrado de alfalfa. Ferrera fue ordenando a su picador que se desplazase hacia chiqueros, pero ni por ésas el bicho sintió el acero. En otro tiempos, habría merecido banderillas negras, sin embargo, acabó enarbolando dos pares con la bandera extremeña y uno con la española clavados por el propio matador. Ferrera, roto y entregado, apostó por el manso y, en terreno de chiqueros, empezó a propinarle naturales encajado, vertical y con la muleta por el albero. Y la plaza de Madrid, que se había puesto borde, sucumbió como siempre hace ante el toreo de verdad. Lanzó el diestro la ayuda al albero y, tras los lances por la izquierda, comenzó a torear al natural por la derecha. Madrid crujió. La estocada, hasta la bola, explosiva, cayó baja y el de Lozano dobló sin puntilla. Oreja de ley que, en mi modesta opinión, podría haber ido acompañada de la segunda.


Cerraba la goyesca Alberto Aguilar, que tampoco es manco ni está falto de valor. Con el tercero -que tuvo el honor de ser lidiado por el capote de Rafael González-, largo como un tren y feo como un demonio, anduvo valentísimo. Sobrado. Empezó dándole sitio y citándole desde largo; luego, pudo con él por la derecha y se la jugó por la izquierda. El premio llegó tras la lidia del sexto, el mejor toro del lote enviado por los Lozano: un ejemplar que metió los riñones en el caballo y que empujó en la muleta, hasta que se rajó. Aguilar, cruzándose y sincero, ganó la partida pegado a las tablas, pasándoselo más cerca que la mar. Lo despachó de un estoconazo al encuentro, tirándose sobre la divisa, y paseó una merecida oreja.


A "pelúa" por coleta, por tanto. Y la terna con sus correspondientes cuadrillas, se marchó de Las Ventas sonriente al son de "Los Nardos". El sábado, prometo completar la crónica con unas notas de sociedad y moda, porque la goyesca, tras las bambalinas, también tuvo su miga. Ahora sólo me queda tiempo para adelantar una conclusión: Luis Carlos Aranda y Rafael González son los únicos toreros a los que les cae bien "el pijama". Eso es tan loable como cuajar a un manso en Las Ventas.