A contraquerencia de los tiempos. Este es un lugar pasado de moda, irremediablemente demodé; como una taberna aislada en la era de los pubs y las discotecas: vacía, silenciosa, sombría, con el dueño acodado en la barra, ataviado con su mandil, entre el olor a madera y vino. Este blog es como esa taberna, condenado a desaparecer.
El último cartucho es decisivo, en la paz y en la guerra, y
por supuesto, también en los toros. No hay cosa más desangelada que una faena que va de más a menos o un faenón emborronado por culpa de la espada. La gente se
queda con el último bocado. Daniel Luque, por ejemplo, ha empezado toreando
bien al último toro de tarde, un sobrero de José Luis Pereda. Lo ha visto pronto, muy firme y dominador con la muleta; primoroso antes a la verónica. Sin embargo, en el ecuador del
trasteo, cuando se ha echado la pañosa a la izquierda engarzando varios enganchones,
ha cambiado el toreo fundamental por fruslerías modernas. Lo hace a menudo. Y
la pólvora, así, no estalla (conclusión: vuelta al ruedo).
A los ganaderos de El Puerto de San Lorenzo les salen interesantes los
"Cartucheros". El del San Isidro pasado fue uno de los toros de la
feria. El de este año (4º) ha resultado un manso encastado de mucha emoción.
Ferrera le ha clavado un tremendo par de banderillas, el segundo, dándole todas
las ventajas al negrito, que se ha arrancado con violencia. El extremeño ha
llegado con dificultad a ganarle la cara y el derrote le ha lamido el corbatín.
Luego, en el tercer par al quiebro, Ferrera se ha hecho daño en la pierna y ha
quedado cojo. Mal asunto ir renco al frente, sobre todo porque "Cartuchero" pedía los papeles: en
los terrenos del 2, el del Puerto se ha hecho el amo.
A Abellán, que suele venir a Madrid con la escopeta cargada, también se le han humedecido algunos cartuchos. En su última tarde isidril, le ha faltado su habitual entrega, si bien es cierto que no ha sorteado un lote de tirar cohetes y que ha entrado a matar como un león. Otro que se ha jugado el tipo ha sido el banderillero "El Algabeño", de la cuadrilla de Luque.
La corrida de El Puerto de San Lorenzo -procedencia Atanasio-Lisardo- ha sido mansa, lidiada al completo en las cercanías del tendido 2 y "Cartuchero", uno de esos famosos "mansos encastados" que da esta casa.
Tiene cara de niño y cuerpo de hombre. A pesar de proceder de una acomodada familia limeña, para su debut en Las Ventas, no ha estrenado vestido de torear. Vive en Gerena, se arrima como un jabato y es la ilusión de su apoderado, José Antonio Campuzano. Se llama Andrés Roca Rey y este domingo ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas tras cortar dos orejas (una y una) a un lote complicado e incierto, formado por un novillo-toro de La Ventana del Puerto y un sobrero de José María López (procedencia Torrestrella). Desde 2011, ningún novillero salía en volandas hacia la calle de Alcalá. La hazaña le ha costado cara, pero podría haber sido peor: se lleva tres cornaditas, múltiples contusiones y su usado terno celeste y oro lleno de sangre. El peruano no dudó, Puerta Grande o enfermería, no existía más camino... y, al final, se juntaron ambas vías. Sus faenas también fueron una mezcla de olé y ay, enorme emoción en el ruedo y ni un parpadeo en los tendidos. ¡Así se viene a Madrid!
Guardadas en una maleta sin fondo, Roca Rey trajo desde Lima chicuelinas, tafalleras, caleserinas y enorme frescura. Sus faenas fueron una mezcla de determinación, improvisación y corazón. Un corazón a prueba de bomba tras ver los descomunales novillos -de la rama Aldeanueva- que los Fraile han lidiado en Madrid. Que tomen nota los figurones de Brihuega porque, como reza un refrán peruano, "jóvenes a la obra, viejos a la tumba". Y Roca Rey viene arreando, pues vale un Potosí. El maestro Campuzano tiene tan buen olfato como aquellos incansables buscadores de oro. Este torero con cara de niño y cuerpo de hombre es su nueva mina.
La novillada de La Ventana del Puerto, aunque excelentemente presentada, no salió buena, salvo el cuarto, "Niñoso", más noble y humillado. Al lote, en general, le faltó bravura, fijeza y romper para adelante. Los novilleros que completaban el cartel, Tomás Angulo y David de Miranda, anduvieron más que dignos con sus respectivas papeletas, matando bien; sin embargo, cierto sector del público los trató con excesiva dureza. Que afinen sus paladares de oro porque pocas novilladas vamos a ver esta temporada tan entretenidas como ésta.
La plaza de Madrid da y quita todo. A veces, en la misma tarde, como esos viejos y elegantes casinos europeos de finales del siglo XIX donde los nobles salían siendo pordioseros, y los pobres, burgueses. Los toreros no se convierten en figuras hasta que no entran en Madrid, en el corazón de la antojadiza afición de Madrid. Miguel Abellán tomó la decisión de sentarse solo en la mesa de la ruleta, apostó y, milagrosamente, no ganó, pero tampoco perdió. Cuando pisó el ruedo envuelto en un capote de paseo negro y oro, se santiguó y elevó la mirada hacia los tendidos, recibió una ovación reluciente, tan clamorosa como la que le tributaron terminada la tarde y abandonaba Las Ventas, a pie, por el patio de caballos. El jugador quedó en tablas.
Abellán fue, en todo momento, un tahúr sobrio, competente y digno, conocedor de su oficio, con el pulso firme y la cabeza despejada. Durante su apuesta, el azar quiso que le salieran dos tiradas ganadoras, Sospechoso y Burganero, el primer y tercer toro del Puerto de San Lorenzo, ovacionados en el arrastre. Con Sospechoso, que llevaba el hierro de La Ventana del Puerto, el torero realizó, quizá, su faena más profesional, conduciendo las embestidas con facilidad. Mató de una estocada trasera, el de Atanasio-Lisardo tardó en caer y del tapete, por arte de birlibirloque, desapareció una oreja que ya estaba ganada.
La bolita de Burganero salió, en los primeros tercios, fría y abanta, tanto que el varilarguero de la contraquerencia, Tito Sandoval, se quedó sin picar porque el toro se enceló con el que cerraba puerta. En banderillas, aumentó la incertidumbre, sin embargo, Abellán lo vio claro, cogió la montera con determinación y brindó la mano a ese público de Las Ventas que seguía con él. El único brindis de la tarde. Con la muleta en la derecha, el de Usera se acopló de inmediato al tranco de Burganero, un derroche de nobleza y fijeza. Un comienzo de faena con mucha torería y, después, dos grandes series. Con la izquierda, la bolita de la suerte empezó a oscilar, no obstante, el jugador retomó las riendas a tiempo en un final de muletazos genuflexos, muy bellos. La oreja, o quizá las dos, asomaban en el paño del crupier cuando, en mitad de un profundo silencio, Abellán pinchó arriba, truncando así toda la partida. Ovación para Burganero en el arrastre y ovación cerrada para el matador, que debió dar la vuelta al ruedo.
Desde entonces, la jugada se puso cuesta arriba. En la bolsa del Puerto de San Lorenzo ya no quedaban más bolitas de la suerte y la fatiga comenzó a asomar en el rostro del jugador. Cuando el casino apagó sus luces con el arrastre del sexto toro, Abellán se levantó de la mesa de la ruleta, decepcionado pero entero, y abandonó el círculo con una única ganancia: un ramo de claveles blancos que le lanzó una partidaria leal.
Este domingo se ha vivido en La
Glorieta una de las tardes de toros más emocionantes de la
temporada. La afición salmantina, que quizá no sea ya muy numerosa
pero sí con criterio, venía reclamando desde hacía tiempo una
corrida concurso de encastes charros en su plaza. Este año, bajo la
gestión de la casa Chopera, el deseo se materializó en eso que
ahora llaman “desafío ganadero”, es decir, las divisas no se
ordenan por orden de antigüedad a la hora de establecer el orden de
lidia, sino que se enlotan según acuerdo previo entre las
cuadrillas. Se decidió, pues, que el lote de Antonio Ferrera
estuviera formado por los toros del Pilar y Carmen Lorenzo; el de
Javier Castaño, del Puerto de San Lorenzo y Pedraza de Yeltes; y el
de Eduardo Gallo, de Carlos Charro y Adelaida Rodríguez. De seis,
salieron cuatro grandes toros charros, el de Pedraza (premiado con la
vuelta al ruedo), El Puerto, Adelaida y El Pilar.
No fue la única alegría de la tarde.
También el regreso del Castaño lidiador, templado, valiente que da
distancia a los toros y mata bien. Al del Puerto de San Lorenzo, de
nombre Cara Seria, Castaño lo toreó al ralentí, con enorme
suavidad y torería. No merecía menos el ejemplar de Lorenzo Fraile.
El delirio, sin embargo, llegó con Resistente, de Pedraza de Yeltes,
al que Castaño colocó tres veces al caballo desde el centro de La
Glorieta. Tito Sandoval dio un recital a caballo y la plaza, su
plaza, se puso en pie para ovacionarlo en un tercio de varas
emocionante y bellísimo. Toda la cuadrilla estuvo espléndida: la
lidia de Marco Galán, las banderillas de David Adalid y Fernando
Sánchez, sin olvidar la actuación de Fernando Sánchez picando al
del Puerto. Castaño, bajo la lluvia y los sones de “Nerva”,
cortó este domingo tres orejas en Salamanca a ley.
Sandoval ante el de Pedraza
Le acompañó en la salida a hombros
Gallo, que también sorteó un excelente toro de Adelaida Rodríguez,
Comilón, encastado, con transmisión y que fue a más en la muleta.
Era el ejemplar que cerraba plaza y, el público, emocionado, pidió
las dos orejas para Gallo a pesar de que la estocada cayó baja tras
una faena un tanto irregular rematada en las cercanías con el ya
acostumbrado arrimón. A pesar de salir también en volandas, quien
este domingo hizo el toreo, clásico y sin trampa ni cartón, fue
Castaño.
Merienda charra: hornazo pa´tos
Finalmente, Ferrera no tuvo su tarde y
no se acopló al buen ejemplar del Pilar que abrió plaza. Sombrillo,
se llamaba. El extremeño fue el único que abandonó La Glorieta
cabizbajo. El resto, toreros, cuadrillas, ganaderos y público, salió
entusiasmado a pesar de la lluvia que no cesó en toda la tarde, con
ganas de seguir hablando sobre la corrida hasta altas horas de la
noche, bajo la estatua del Viti o en tertulias interminables en los
bares de alrededor del coso, como antes, como siempre que la casta y
la hombría se adueñan del ruedo. ¡Así da gusto ir a los toros!
Las divisas charras no estaban teniendo buena suerte este San Isidro. Excepto un sobrero del Vellosino lidiado por Juan del Álamo a principios de la feria, Valdefresno y El Pilar pincharon, de Montalvo se esperaba más y sólo quedaba la carta del Puerto de San Lorenzo para salvar la mano. A priori, el cartel de este jueves -con Padilla, El Cid y Daniel Luque- resultaba altamente disuasorio. Parecía una de esas pruebas de fe que, de vez en cuando, organiza la empresa de Madrid para medir la resistencia de los aficionados, atorados tras un mes de toros. Pero he aquí que los caminos de Taurodelta son inescrutables y, lo que olía a descalabro, se convirtió en la mejor corrida de la feria, desde el punto de vista ganadero.
Lo del Puerto de San Lorenzo quizá no ha llegado a escalera de color, pero se ha quedado en póquer. Corrida muy bien presentada con un toro excelente, Cartuchero (3º), que optará, sin duda, a uno de los mejores del ciclo. Sobre el tapete también despuntaron, y con nota alta, Langosto II (5º, picado de forma criminal), Pitito (4º) y Mariposino (6º). Tuvo mucha calidad Langosto I (2º) pero le faltó fuerza, mientras que Bilanero (1º) fue devuelto por inválido, saliendo en su lugar un ejemplar soso del mismo hierro. El comienzo del festejo, con la aparición de los bueyes de Florito, afianzaba los peores augurios, no obstante, la tarde se fue calentando como una cautivante partida de cartas. Y es que la corrida del Puerto también ha apretado en el caballo, comportamiento no siempre usual en el encaste Atanasio-Lisardo. Enhorabuena, por tanto, a los ganaderos, Lorenzo y José Juan Fraile, así como al mayoral de la casa, el también picador Ney Zambrano. Así se viene a Madrid, con un as en la manga cuando nadie lo espera.
Daniel Luque, en su mejor versión, supo aprovechar las magníficas cartas que le deparó la suerte: Cartuchero y Mariposino. El sevillano, inspirado, hizo gala de cabeza fría y pies atornillados en el albero. Entendió bien a su lote, especialmente al sexto, se ajustó a ratos, templó a veces, exhibió desenvoltura con el capote y mató decorosamente, cortando oreja y oreja. Digna Puerta Grande, de las que, hablando en román paladino, calientan sin llegar a quemar. Las embestidas y el galope de Cartuchero pedían una jugada maestra que no se ejecutó.
Fotos de Juan Pelegrín
Sobre Padilla y El Cid, eludo cualquier comentario. Prefiero poner cara de póquer.
Tercer festejo de la Feria de Otoño. Con más de tres cuartos de entrada, se han lidiado toros del Puerto de San Lorenzo y la Ventana del Puerto (2º y 4º), bien presentados, complicados, con poder y emoción, algunos ásperos; los peores, 1º (falta de fuerza) y 6º (rajado). Alberto Aguilar, ovación tras aviso, silencio tras aviso y silencio; Joselito Adame, que resultó cogido, ovación; Jiménez Fortes, silencio tras aviso y silencio. Aplaudidos José Antonio Carretero y Raúl Ruiz.
Salamanca, incluso sin mar, posee puerto, El Puerto, y desde este muelle de los Fraile, de Lorenzo e hijos, este sábado se contempló un naufragio. Porque los complicados toros del Puerto de San Lorenzo ahogaron a Jiménez Fortes y se llevaron por delante a Joselito Adame. Únicamente Alberto Aguilar resistió a la tormenta charra con dignidad.
En general, a los matadores les faltó cabeza fría para plantear correctamente sus faenas y, tras estatuarios, recortes y remates por alto, consiguieron hacer más broncos unos toros que ya, de por sí, plantearon complicaciones y carecieron de esa "educación" moderna que prolifera en la mayor parte de las ganaderías de bravo. Aunque todos hicieron honor a su encaste y no apretaron en el caballo, luego dieron juego en la pañosa, algunos haciendo el avión, como Cubatonto (3º) o Cubanoso (5º). El 4º, Sospechoso, recibió palmas en el arrastre.
A Jiménez Fortes, sin brújula ni apoderado que le asesore, se le notó especialmente la falta de rumbo, mientras que Joselito Adame recibió una seria paliza cuando remataba su faena al segundo. Tras una aparatosa cogida y numerosos golpes, el parte médico dicta que sufre una posible fractura en el tobillo izquierdo, además de múltiples contusiones. Al mexicano, que había recibido a su toro a porta gayola, le faltó mando en el último tercio, donde se le vio desbordado y a merced de Huracán. Salvó la papeleta, en cambio, Alberto Aguilar, quien, sorprendentemente, ha cortado orejas con menos esfuerzo el pasado San Isidro.
Preocupa que tantos toreros jóvenes y prometedores zozobren cuando de chiqueros asoma un toro cuyo comportamiento dista de la docilidad y dulzura que exigen las figuras. Con la corrida del Puerto, ha quedado claro que la "tonta del bote" tampoco ha renovado su abono este otoño en Las Ventas.
Ese mito de que hay que ir todas las tardes a Las Ventas porque el día menos pensado salta la liebre, es cierto. Doy fe. Incluso en las novilladas infumables que Taurodelta nos programa en el mes de julio, contra todo pronóstico, suceden cosas. Los designios divinos son, de momento, más poderosos que los de Choperita, Matilla y el productor de arte. Este domingo, la liebre venteña se encarnó en un novillero de Albacete llamado Sergio Felipe Sánchez, Sergio Felipe en los carteles. Lo del nombre artístico admito que me mosquea. Suena a culebrón latinoamericano, no a torero. Antiguamente, las figuras de época se llamaban José, Juan, Manolo, Antonio... apelativos de andar por casa. No sé si Sergio Felipe, que hacía su presentación en Madrid, llegará a figura de época, pero sí le recomiendo que se rebautice y lo deje en Sergio Sánchez o Felipe Sánchez.
Salvando ese detale, el chico anda francamente bien y, albricias, tiene cara de torero. Posee un sentido natural del temple, muletea limpio y asentado, con las zapatillas bien plantadas sobre el albero y, sobre todo, calcula bien los tiempos, yendo a por el estoque cuando hay que ir, sin alargar tontamente las faenas. Rematados los pases de pecho y toreros los doblones por bajo. Clásico y fluido, sin retorcimientos ni moderneces. Habría cortado una oreja de su primero si no llega a pinchar y en el último, a pesar de matarlo decentemente (algo baja la espada), la presidencia decidió exhibir toda su cicatería con un novillero que el año pasado toreó cuatro tardes (dio una vuelta al ruedo). Espero que Taurodelta tenga a bien anunciarlo de nuevo.
Otra grata sorpresa fue el novillero de Béziers Cayetano Ortiz (nuevo también en Madrid), a quien ya le echamos el ojo hace un par de temporadas. Además de elegir con acierto a sus picadores (este domingo se trajo a Las Ventas, nada más y nada menos, que a Paco María y Tito Sandoval), volvió a exhibir su buen corte. Lástima que su lote no diera más de sí. El novillo de la tarde se lo llevó Rafael Cerro en la que fue su cuarta (¿o quizás quinta?) comparecencia esta temporada en Madrid. Como viene siendo acostumbrado, se marchó sin desagradar, ni tampoco agradar, tras una faena demasiado eléctrica y un sainete con la espada.
Se lidiaron cuatro novillos de La Ventana del Puerto (procedencia El Pilar a través de Carlos Charro), sosos y de poca fuerza en líneas generales, salvo el quinto, que manseó en los dos primeros tercios y sacó casta en la muleta. El sexto fue rebrincado. Se devolvieron dos por inválidos (primero y tercero) y desenchiqueraron sendos sobreros de Julio García a punto de cumplir los cuatro años. Unos toritos. El primero noblón y el tercero con más gracia, sobre todo por el pitón izquierdo. La novillada duró casi tres horas, pero no se hizo larga. Tarde fresca en la que se guardó un minuto de silencio al romper el paseíllo en recuerdo de las víctimas del accidente ferroviario de Galicia.
Algo está cambiando. Los toreros se dan de tortas por entrar en la corrida de Victorino en Sevilla (previsiblemente para el viernes 12 de abril, un día después de Cuadri). El primero en lanzar el guante fue El Cid, quien sabe de primera mano -soberbia zurda aquella- lo que implica triunfar ante los cárdenos en La Maestranza. El de Salteras pidió, además, que otros diestros reputados se subieran al carro de los Victorinos. Al poco -¡bendita y casi olvidada competencia!-, le salieron a la zaga Urdiales y Alberto Aguilar. El cartel quedaba redondo. Sin embargo, la mañana de Reyes, apareció Luque, cual apisonadora de Oriente, y dijo que él también quería su ración de grises, tres bichos concretamente, y mano a mano con El Cid. Tras la temporada de 2012 (siete tardes entre Madrid y Sevilla y, como balance final, una triste oreja), ¿puede Luque permitirse el lujo de exigir? ¿Merecen Urdiales y Aguilar quedarse fuera del cartel porque el de Gerena prefiere la fórmula del mano a mano en vez de una terna, eludiendo así la tan necesaria competencia? Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar.
Mientras ha sido el niño inmerecidamente mimado de una empresa caótica, Luque jamás se ha puesto delante de un Victorino en Sevilla. A diferencia de su paisano Manuel Jesús, no ha querido ni oler la divisa azul y encarnada. El año pasado, Canorea & Company lo anunciaron cuatro tardes (Juan Pedro Domecq, Daniel Ruiz, El Pilar y Alcurrucén) y no le recuerdo un solo pase, salvo unas bonitas verónicas con el compás abierto el Domingo de Resurrección. Su paso por Madrid (tres tardes) también fue anodino. En la funesta Feria del Arte y la Cultura, se le fue, por cierto, un toro de bandera del Puerto de San Lorenzo. A Velosico II, el sevillano le cortó una oreja "clavelera" cuando portaba un cortijo en cada pitón. Con esto no sostengo que Luque cometa un pecado pidiendo Victorinos -al contrario-, pero sí le reprocho que exija un mano a mano tras las apuestas de Urdiales y Aguilar, toreros con un camino a su espaldas mucho más abrupto, y que se han forjado en la fragua cárdena.
Urdiales, a sangre y fuego, en Bilbao
Alberto Aguilar, emoción en Las Ventas
Si la empresa de Sevilla se ha cepillado este año las primeras corridas de preferia (donde solían lidiar el Conde de la Maza, Palha, Cebada Gago y otras ganaderías "duras"), y ciertos toreros pretenden cerrar aún más el abanico rechazando la fórmula de la terna, ¿qué oportunidad les queda a aquellos que siempre bailan con la más fea? Máxime cuando los Victorinos ya están reservados en Madrid para Talavante, otro que se ha apuntado a la moda de las encerronas. ¿Y qué me dicen de Jiménez Fortes, que también quiere matar seis toros en Pamplona cuando todavía ni siquiera ha confirmado alternativa en Las Ventas? ¡Cuánto atragantón de toro! Ningún torero se hizo figura a base de encerronas, sino de competencia ante las ganaderías más difíciles y exigentes.
En 2010, Luque se estrelló en Las Ventas con una encerrona para el olvido
¿Y sobre El Cid qué quieren que les diga? Aún sueño con aquel 19 de abril de 2007 cuando, de camino hacia La Maestranza con mi padre, por la calle Arfe, una gitana nos enjaretó una ramita de romero y dijo aquello de "la suerte, con papel se paga". Esa tarde, El Cid le cortó las orejas al Victorino Borgoñés. Casi seis años más tarde, aún conservo ese brote de romero y la crónica escrita al alimón, con la esperanza de que conserve la alegría intacta de una tarde de toros perfecta, y de que El Cid vuelva a ser aquel Cid.
El romero de la gitana de la calle Arfe seis años más tarde
Cruzábamos el Arco del Postigo para adentrarnos en El Arenal, cuando mi acompañante decidió echarse al coleto el segundo carajillo de Cazalla en un vano intento de humillar unos callos rebrincados que habíamos almorzado en la Puerta de la Carne. Arfe abajo íbamos con la bandera bajada cuando nos arrinconaron dos gitanas jamonas, de más de doce arrobas, para leernos la buen ventura. Servidor se resistía, pero mi camarada de tendido, con más experiencia en esos lances, advirtió:
“- Abre la mano que tardamos menos”.
Nos leyeron el gori-gori y nos dejaron bendecidos con el ramito de romero, pero cuando echamos manos a la faltriquera la jamona mayor se engalló y dijo:
“- La suerte con papel se paga”.
De modo que ya puestos a redondear faena, le dejé el billete en las simas del canalillo del escote y nos abrimos por Adriano adelante.
Entramos pronto en la plaza, que era tarde de mucho lío. Acodados en la baranda que el 10 tiene sobre el patio de cuadrillas, mi socio advirtió que a Pepín le caía mal el blanco del vestido; y dos señoras de permanente incombustible corrigieron que iba “de blanco roto o espuma de mar”. “- La jodimos, tía Manuela”.
A Pepín, el primer Victorino le tiró derrotes de santos óleos más que de primera comunión. Y al cabrón de “Paquito” se lo quitó de encima de pinchazo y media en los bajos. A su segundo, Liria se fue a recibirlo a porta gayola. “Petrarquista” no salía, que estaría rematando sonetos, y a Pepín le hizo aguantar un quinario de órdago. Banderilleó valiente Diego Robles, que saludó montera en mano, y su matador, hecho un león toda la tarde, pasaportó al Victorino con una estocada tendida.
Se hizo presente en el ruedo maestrante Borgoñés y el Cid lo hipnotizó con los vuelos del capote: ¿venía ya hipnotizado por el brujo Victorino o lo hizo con su magia el de Salteras? El caso es que el diestro estuvo enorme a siniestras, toreando al natural las humilladas embestidas de aquel toro de bandera. El Cid acalló un alboroto de “indultitis” que se inició en el tendido con una estocada, y le cortó las orejas a ley.A su segundo, un “Baratero” que traía memorias de glorias pasadas, pero venía sin hipnosis, le dio Manuel Jesús los naturales más cuajados de la tarde. Y los “oles” parecían truenos venidos de las nubes del Aljarafe. Tardó en morir “Baratero” y en el último estertor acertó a herir Julio López cuando intentaba apuntillarlo.
Salvador Cortés estuvo ausente; se quitó de encima los peligros sordos del terciado tercero y desaprovechó clamorosamente el pitón izquierdo del sexto, por nombre “Estupendo”, que le estaba entregando las orejas, y Salvador sin enterarse.
Nos preguntábamos a la salida si la gitana jamona tuviera razón, con qué papel se pagarán la suerte Victorino y El Cid. Triunfo de clamor el del Cid en Sevilla: El Cid no necesita ir a Burgos para hacer jurar a la torería andante si alguien quisiera destronarlo del escalafón.
Brindó al público sabiendo que no era de brindis. El último toro en Madrid, “Caraserio” se llamaba, salió sin fuerza, derrengado por bajo en el embroque y a la defensiva si se le toreaba por alto. Fundi sabía que no era toro de brindis, ¿pero qué otra cosa podía hacer? Seguir adelante, una vez más, contra las circunstancias, como siempre ha hecho. Hay un pasaje de Baroja en Zalacaín que resume lo que ha sido su trayectoria en el toro: “Hay hombres para quienes la vida es de una facilidad extraordinaria. Son algo así como una esfera que rueda por un plano inclinado, sin tropiezo, sin dificultad alguna. ¿Es talento, es instinto o es suerte? Los propios interesados aseguran ser instinto o talento; sus enemigos dicen casualidad, suerte, y esto es más probable que lo otro, porque hay hombres excelentemente dispuestos para la vida, inteligentes, enérgicos, fuertes y que, sin embargo, no hacen más que detenerse y tropezar en todo. Un proverbio vasco dice: «El buen valor asusta a la mala suerte». Y esto es verdad a veces..., cuando se tiene buena suerte”.
Fotografía: Paloma Aguilar
Para su última tarde en Madrid, Fundi eligió un vestido grana con los bordados en azabache. Era el mismo terno que llevaba el pasado San Isidro cuando, bajo el diluvio, le sonaron los tres avisos y le echaron un Guardiola al corral. Con este detalle, quería el de Fuenlabrada sacarse la espina, pero tampoco pudo ser este viernes. La espina quedará clavada en él, como tantas otras que le curten desde hace 25 años, cuando se hizo matador de toros. Los hombres están hechos a base de astillas que no han sido capaces de arrancarse por los azares de la suerte. Eso los distingue de los niños, que comienzan la vida impolutos y sin un solo arañazo.
Fundi, el pasado 21 de mayo
A otros hombres, como escribía Baroja, la fortuna les visita a menudo. Es el caso del Cid en cada sorteo. Se llevó la bolita con el nombre de “Gracioso”, un toro negro y cinqueño del Puerto de San Lorenzo con galope alegre, pronto, humillado y que hacía el avión por ambos pitones. De lío gordo. El Cid se echó la muleta a la izquierda, la que fue su mano y la de los billetes, para dejar dos tandas de claroscuros hasta que se percató de que “Gracioso” embestía aún mejor por el derecho. De nuevo, anduvo irregular, sobre todo en la colocación, quedándose al hilo en varias ocasiones. Lo mató de múltiples pinchazos y al del Puerto las mulillas lo arrastraron con las orejas puestas. El de Salteras estuvo mejor con el quinto, un animal deslucido y que perdía las manos, al que toreó con pericia. Pero en lo que realmente destacó El Cid este viernes fue en la lidia, tanto para poner a sus toros en suerte, como para echarle un quite a sus compañeros.
Cerró cartel otro sevillano, Daniel Luque, al que siempre describen como una eterna promesa y, a este paso, así seguirá. El sexto toro del Puerto era para cortarle una oreja -se lo descubrió Antonio Manuel Punta con el capote-, sin embargo, la faena de muleta fue violenta y el negro bragado fue recortando más la embestida hasta descomponerlo todo. Trasteo, por cierto, larguísimo que aburrió hasta al más templado. Al tercero del Puerto, un inválido que apenas se tenía en pie, lo lanceó con gusto con el capote. Al igual que El Cid, tuvo el bonito detalle de brindarle un toro al maestro que se despedía.
Seguiremos viendo al Fundi en Las Ventas a la salida de los toros, donde es raro que se pierda una corrida. Cruzaremos el umbral que da al patio de arrastre a su paso, un paso cargado de hombría y dignidad, de persona seria y cabal, murmurando: “¡ahí va un torero!”. Porque torero se es dentro y fuera de la plaza. Gracias, Fundi.