Mostrando entradas con la etiqueta Valencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Valencia. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de marzo de 2017

Bienvenidos los valientes

Bienvenidos los valientes que regresan, bajo la misma luz del levante que lamió su sangre y sus heridas. De Alicante a Valencia, casi un año, Mediterráneo de ida y vuelta. Enorme el mérito de Manuel Escribano que vuelve a comerse con los ojos una plaza de toros.


De justicia el brindis de su compañero Curro Díaz con Juan José Padilla como testigo. Y éste último bien sabe de qué va el juego. Él también reapareció de donde la mayoría no regresa. La tragedia volvió a rozarle en  Fallas. Espeluznante la cogida del cuarto toro, un nudo en la garganta, una bocanada de aire que ni salía ni entraba, con el hombre como un trapo, casi cosido el cuerpo a los pitones del Fuente Ymbro. El recuerdo de otros toreros prendidos por la espalda de la chaquetilla y elevados al cielo para siempre. Un torniquete con el corbatín y los pulmones que volvían a llenarse. El alivio. Padilla, una vez más, volvió a vivir.


Y de la tragedia al torero excelso de Curro Díaz en apenas unos minutos, en un golpe de viento a las banderas valencianas. Los remates por bajo, especialmente las trincherillas, tan de Curro; los cambios de mano, el desmayo y el temple. Una transición así, del horror a la belleza, sólo está en la mano de algunos toreros. La emoción incontenible. No existe un espectáculo comparable a una tarde de toros.

Fotos: Arjona

Las Fallas continúan, ojalá que con mejor ganado pues, tras los mansos de Alcurrucén, en este domingo, sólo fallaron los toros. Corrida de Fuente Ymbro descastada y mansa, de ejemplares bien presentados, astifinos, con peso y trapío idóneos, pero que no aguantaban cuatro muletazos ligados. Y menos si esos muletazos llevaban dentro todo el oro de Linares.

viernes, 18 de marzo de 2016

Vidas paralelas

"Pues las alegrías súbitas, como las penas, al principio desconciertan"
(Daniel Defoe)


Inverosímiles. Sorprendentes. Geniales. Talavante y Roca Rey llevan vidas paralelas. Desde el bombazo del extremeño durante una novillada en Las Ventas en el San Isidro de 2006, la fábrica de las figuras había cerrado sus puertas. Cada año, salían buenos toreros, pero no figuras. Talavante fue la última. Hasta que llegó Roca Rey. Otro ascenso meteórico. Nacido en Lima en 1996, toreó su primera novillada en Madrid el año pasado, de donde salió a hombros. No satisfecho con ello, abrió la Puerta del Príncipe de Sevilla en el festejo del Corpus Christi. Y en septiembre, tomó la alternativa en Nîmes, saliendo en volandas por la Puerta de los Cónsules.


Este jueves, por primera vez, el peruano ha compartido cartel con otro prodigio del toreo, su "antecesor" Alejandro Talavante. Gran acierto de la empresa de Valencia al acartelarlos juntos. A pesar del pésimo juego de los toros de Victoriano del Río, ambos diestros han dado un auténtico espectáculo, a veces inverosímil: de pie, de rodillas, de frente, por la espalda, con la pañosa desplegada, en cartucho, al volapié, recibiendo... Las leyes de la física se van al garete cuando estos dos agarran la muleta. Olviden lo que decía Belmonte: "es muy sencillo. Viene el toro, se quita usted. Que no se quita usted, lo quita el toro". Talavante y Roca Rey atropellan al toro, la lógica y lo pronosticable.


Si arman esto con moruchos, ¿qué pasará cuándo les salga un toro con casta y poder? El dueto volverá a repetirse en Madrid, para la confirmación de alternativa de Roca Rey, con Sebastián Castella como testigo y toros de Núñez del Cuvillo (13 de mayo). Dos días después, el 15 de mayo, de nuevo juntos, con Posada de Maravillas confirmando la alternativa y ganado de Juan Pedro Domecq. Si el arte debe tomar a la realidad por sorpresa, en ello están, Alejandro y Andrés. Vidas taurinas paralelas... e imprevisibles. ¡Qué buen ojo tuvieron Corbacho y Campuzano!

martes, 15 de marzo de 2016

Un buen torero, a pesar de llamarse Jonathan


Lo difícil que resulta llegar a ser un buen torero. No hablo de figuras ni leches, sino de hombres que saben su oficio, que resuelven con cualquier encaste y ganadería, que conocen los terrenos y las distancias, que bajan la mano cuando hay que bajarla, que templan cuando hay oportunidad, que miden las faenas y que se cruzan al pitón contrario. Algunos también son mañosos con el estoque. Entonces, capitán general.

Reconozco que, a menudo, prefiero ver a un buen torero antes que a una figura. Los primeros no son de "arte y pellizco", pero sí profesionales de las zapatillas a la castañeta. Ellos se adaptan al toro, al que salga por toriles, sea el que sea. Para hacer faena, no tienen que alinearse los planetas. Ellos están allí para resolver, toreando bien, con recursos y oficio. Rara vez dan una mala tarde.


Jonathan Sánchez, es decir, Juan del Álamo, es un buen torero. Lo mismo mata una "zalduendada" en Valencia que toda la camada de Pedraza de Yeltes. En las últimas siete veces que ha toreado en Las Ventas, ha cortado seis orejas. Y si la espada hubiera entrado a la primera, una Puerta Grande habría caído con todas las de la ley. Ante el toro, tiene la facilidad de los elegidos, como si ningún otro oficio se adaptara a su forma de ser. Sólo torero. Un buen torero; seco, sin florituras. Algunos llaman a esto "ser académico". Pues vale.

Del Álamo ha venido a Fallas dispuesto a cortar orejas por lo civil o por lo criminal. Y su lote de Zalduendo, de una sosería atroz, no le ha ayudado nada. Así que ha tirado de recursos para atacar -y poner un poco de sal- sin atacarse él, que no es fácil. Luego, ha medido el tiempo de ambas faenas y ha matado con solvencia. Si un académico hace esto, firmo por poblar el escalafón de académicos.

Parece mentira que hubiera gente que quisiera racanearle dos tardes este año en Madrid. Tras la salida a hombros de Valencia, espero con aún más ganas las corridas de Joselito (2 de mayo) y Pedraza de Yeltes (San Isidro) para volver a ver a este buen torero. Porque no abundan.

lunes, 14 de marzo de 2016

La cultura no se hereda, se conquista #13MValencia

"La conquista del poder cultural es previa a la del poder político"
(Antonio Gramsci)


La cultura ne s'hérite pas, elle se conquiert. La cultura no se hereda, se conquista. Esta cita de André Malraux se pronunció por primera vez en 1959 con motivo de un discurso sobre la belleza y la riqueza de la civilización griega. Malraux creía que las obras de arte debían "ser accesibles" para el mayor número de personas, porque un arte, para sobrevivir, necesitaba ser inteligible y universal. Diez años más tarde, en otra conferencia, Malraux completó su teoría: la cultura no es un conjunto de conocimientos sino, en primer lugar, un ejercicio de voluntad y "una herencia particular de la nobleza del mundo". Ce qui doit nous unir, c'est l'objet de cette conquête. Lo que debe unirnos, es el objeto de esta conquista.

Sin saberlo, una tarde del mes de marzo, el mundo del toro ha puesto en práctica la filosofía de Malraux: se ha unido y se ha echado a la calle, concretamente a las de Valencia, para reconquistar su cultura, herida por la sociedad y la política. Por supuesto, el pobre Malraux (1901-1976) no tenía idea de hastags ni tuits, ni que, en el siglo XXI, la "conquista cultural" se libraría en los platós de televisión, en las redes sociales y en unos ayuntamientos de pandereta, a menudo por gente que no sabe hacer la "o" con un canuto.

No obstante, para tener éxito a medio plazo, toda conquista -cultural, de territorio o amorosa- debe ir precedida -o seguida- de una estrategia. Porque, manifestarse a lo loco, como rabieta popular, es legítimo pero, a la larga, sirve de poco. Por ello, el 13 de marzo de 2016 debe marcar el despertar del mundo del toro, una fecha en la que todos -toreros, ganaderos, aficionados, etc.- tomamos conciencia de que debemos "conquistar" nuestra cultura, que no somos invisibles ni mártires. "De los resistentes es la última palabra", escribió Camus.


Por ello, con #13MValencia comienza una batalla, de defensa, promoción, enseñanza y comunicación, a veces de malabarismo, para defender de una puñetera vez nuestra cultura, la del toro -tanto en la calle como en la plaza-, nuestra identidad, nuestra forma de vida, nuestra afición y, en algunos casos, nuestra profesión. Porque, a veces, hay que estar en misa y repicando, o corremos el riesgo de que la marea del buenismo nos lleve por delante, y entonces poco habrá que conquistar.

lunes, 27 de julio de 2015

¡Eran Miuras, miopes!

Foto de Cayetano Talens

La Feria de Julio de Valencia ya tiene triunfador: Rafaelillo. El murciano toreó primorosamente este domingo, arrastrando la muleta por el albero, enganchando las embestidas y rematando detrás de la cadera, templando, cargando la suerte, dejando remates desmayados... Una lección de toreo clásico y del caro, unánime e intemporal. Este derroche de magisterio no lo hizo ante un Victoriano del Río, un Zalduendo, un Garcigrande o un Núñez del Cuvillo. Ni por asomo. ¡Eran Miuras! Rafaelillo curó ayer más de una ceguera, rehabilitó a algunos cortos de vista -profesionales, aficionados y periodistas-, quienes sostienen que sólo el "toro moderno" -previsible y obediente- permite el triunfo del torero y el disfrute del público. Ante los Miuras también se vence... y hasta la Diputación Provincial de Valencia lo ha reconocido. 

Los amantes de la emoción, la casta, la torería y la fiereza del toro tenemos una deuda con Rafaelillo tras su hazaña en el coso de la calle Xátiva. Ayer se lanzó sobre el tapete de la temporada una carta decisiva: una corrida "torista" puede llevarse el gato al agua en cualquier feria. Este tipo de festejos, donde prima la emoción merced a la bravura del toro y la hombría de los toreros, no son el hermano pobre de los carteles de "figuras" y relumbrón. Y, para más satisfacción, Rafaelillo lo demostró en uno de los corazones de la Neo-Fiesta: Valencia. ¡Que eran Miuras, miopes!


Rafaelillo, que pudo haber cortado cuatro orejas, sólo paseó una al fallar repetidas veces con la espada. Este hecho arroja otra enseñanza: el toreo no es un deporte, por tanto, el resultado no se "mide" a través de un marcador. Las orejas no son goles. Hay faenas sublimes sin premio que quedan en la memoria por siempre. Y otras, atiborradas de despojos, que se olvidan al salir de la plaza. Últimamente, la Tauromaquia ha tomado una deriva triunfalista que la aparta de la épica: el héroe no siempre gana. Este domingo, Rafaelillo salió de la plaza a pie y su compañero Manuel Escribano -otro tío de las medias a la castañeta- se fue con la casaquilla, el chaleco y la camisa hechos trizas.  

lunes, 10 de marzo de 2014

Toreros de bambú


Existen toreros que siguen usando una caña de bambú como ayuda. O que torean monterados. Casi nadie los comprende. Son de otra época. Los últimos románticos, tal vez. Realizan una tauromaquia extraña, sobre los pies, nada parecida al ballet, y excesivamente vigorosa para estos tiempos que corren. ¡Ah! Y jamás les suenan los avisos. Todo resulta raro. Por eso, de vez en cuando, el público les pita o demuestra ante ellos una dolorosa indiferencia. Es como si en el restaurante de Ferrán Adriá, en vez de la ensalada con tomates esféricos, muelles de aceite de oliva y lazos de zanahoria con sorbete concentrado de mandarina, sirvieran una olla de lentejas. Por si fuera poco, estos toreros, que lidian unos bichos que de vez en cuando tiran bocados, no se ponen bonitos. ¡Y se van de la plaza sin cortar orejas a porrón! Puffffff, ¿qué contar mañana a los compañeros de la oficina? ¿Que nadie salió a hombros ni hubo indulto? ¡Qué poco cool!
 

Así está el patio. Rafaelillo, Fernando Robleño y Javier Castaño, con sus respectivas cuadrillas, anduvieron poco cool ante los guapos Adolfos. A cambio estuvieron hechos unos tíos, muy por encima de los siete toros que asomaron por el ruedo de Valencia. Rafaelillo -que en un gesto de hombría brindó a su compañero Antonio Ferrera- sorteó el lote más peligroso y, por tanto, el más entretenido para los espíritus trogloditas. Se fajó con arrojo y dio una merecida vuelta al ruedo tras pasaportar a su primero. Robleño, que tiene la negra, se llevó los dos peores toros, descastados e intoreables. Al quinto bis le metió un sopapo que lo dejó tiritando. Tras el estoconazo, él mismo resumió su tarde con la siguiente frase: "Imposible hacer más". En cuanto a Castaño, realmente valiente, tragó quina esforzándose en torear muy despacio. Lástima que la espada siga fallando. Entre los hombres de plata, destacaron Ángel Otero, Pascual Mellinas, Marco Galán, Fernando Sánchez y David Adalid, que sufrió una fea paliza en el sexto. La corrida de Adolfo Martín salió floja y descastada, con los toros doblando las manos y sin soportar más que dos picotazos de trámite. 
 
 
Sin embargo, este toreo incomprendido, a menudo ruinoso y otras grandioso, casi a extinguir,  sigue llenándome más que el paripé social de Olivenza. Con esto no quiero decir que exista sólo un camino, pues considero perfectamente viable -y deseable- que convivan ambas "tauromaquias", pero con justicia y coherencia: no le pidamos a Adriá un cocido tradicional ni a Casa Paco una tortilla deconstruida.
 

Fotografías de Fran Jiménez, Aplausos y ABC
 

martes, 12 de marzo de 2013

Fumata cárdena

Pasadas las seis de la tarde, del número 28 de la calle Xátiva, una columna de humo se elevó hacia el cielo valenciano. "¡Fumata cárdena!", gritaron algunos aficionados. "Habemus toro bravo", dijeron otros.


Aviador, un negro entrepelado de casi seis años, se había convertido en dueño y señor del ruedo. Con un par de "aviadores" así, planeando a diestra y siniestra, se zanjaría la huelga de Iberia antes de pronunciar "esta boca es mía". El Adolfo Aviador, ya de salida, humilló en el capote hasta rozar el albero con el hocico. Luego, tras una mala lidia, empujó con codicia en el caballo, metiendo los riñones, y llegó a la muleta alegre y con un cortijo en cada pitón. Le tocó en suerte a David Esteve, un torero que hace el paseíllo una vez al año, poco placeado, pues, para semejantes turbulencias. Si bien es cierto que le echó ganas y firmó un bonito saludo capotero, Aviador voló más alto y su matador no llegó a despegar. No era empresa fácil. 


Este ejemplar de Adolfo Martín fue lo más reseñado de una corrida cinqueña impecablemente presentada. Los dos primeros toros, Madroño y Horquillono, tuvieron guasa, casta y emoción. Ambos se revolvían rápido, el segundo casi en el mismo embroque, y tuvieron en vilo al respetable hasta que cayeron apuntillados. En cambio, los tres últimos toros salieron mansos, geniudos y a la defensiva. Corrida, por tanto, irregular de Adolfo Martín, quien hacía su reaparición tras el grave incidente sufrido este invierno mientras realizaba labores camperas. Algunos revisteros oficiales dirán mañana que el ganadero trajo a Valencia unas alimañas imposibles de lidiar que no facilitaron el disfrute de sus matadores. Qué le vamos a hacer. Para gustos, cárdenos.


Sobre los toreros, además de resaltar la poca pericia de Esteve, deben destacarse algunos aspectos positivos, como el oficio, adquirido a sangre y fuego, de Antonio Ferrera, que dominó al bronco cuarto hasta que terminó por rajarse; o la buena colocación y firmeza de Eduardo Gallo, siempre cruzándose al pitón contrario, quien estuvo por encima del segundo. Ambos sortearon sendos lotes de escaso lucimiento. Quizás algunos echamos de menos faenas más cortas, aunque en estos tiempos gustan los muletazos al peso.


De cualquier manera, no olvidemos que este martes hemos visto uno de los toros de la feria de Fallas. Por fin un verdadero toro bravo que, como ya sabemos, salen con la misma frecuencia que un nuevo Papa. Celebremos la fumata cárdena.