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sábado, 6 de septiembre de 2014

Merci pour ce moment?

"Le silence de l´être aimé est un crime tranquille" (Tahar Ben Jelloun)
 

Todos los otoños, la rentrée nos trae muchos lanzamientos literarios, entre ellos algunos folletines más jugosos que las novelas de Corín Tellado. Por ejemplo, un nuevo capítulo del culebrón Hollande-Trierweiler, pareja ya conocida como Follande-Rottweiler. La ex Primera Dama acaba de publicar su biografía, titulada Merci pour ce moment (Gracias por ese momento), donde describe su tormentoso matrimonio con el presidente de la República francesa. Asegura el semanario París Match que la obra es "un grito de amor y un lento descenso a los infiernos; una inmersión en la intimidad de la pareja".

 
"Sí, soy celosa. Lo he sido con cada hombre que he amado", escribe la despechada Trierweiler en un arrebato de sinceridad después de que Hollande le pusiera los cuernos con la actriz Julie Gayet. ¡Qué historia para una copla desgarrada de las de antaño! ¡Qué no hubiera escrito Rafael de León!
 
"Celos cuando estoy contigo
y cuando de mí te vas.
Celos de noche y de día
y celos de madrugá.
Es como si los cimientos
me sacudiera un ciclón,
como si llevara un perro
colgao del corazón.
Celos dentro del sentío
y hasta en la raíz del pelo.
Desde que te he conocío
 me están matando los celos".
 
 
Para Hollande, el enemigo duerme en casa. O dormía hasta hace poco. En comparación con la Rottweiler, Marine Le Pen es un oso amoroso. Víctima de las mujeres de su vida, cual un criador de cuervos, el presidente de la República francesa ha recibido el libro de Valérie, la leona herida, como una daga. Desde el divorcio, su espalda ya presentía el cuchillo de la traición, que ha dejado sin primaveras un árbol de venas verdes en pleno Elíseo.
 
Mira como estoy pagando
el cariño que te he dado,
Cristo vive perdonando
y murió crucificado.
 
¡Pena, ay!
Cría cuervos a tu antojo
pa' que te saquen los ojos...
 
[...] Ya he perdido la esperanza
con el pago que me has dao,
tu traición es una lanza
clavaíta en mi costao.
 

 
Nuestros actuales gobernantes europeos son para mear y no echar gota. La cosa no está para dar las gracias... ni mijita. ¡Y lo peor es que ya no queda un Rafael de León que pueda escribir sobre ellos! Occidente se desmorona como una torre de arena, como las palabritas en el viento o como los castillitos en el aire.

miércoles, 15 de enero de 2014

El Café de Levante

"En el Café de Levante,
entre palmas y alegrías,
cantaba La Zarzamora;
se lo pusieron de mote
porque dicen que tenía
los ojos como las moras"
 

¿Dónde estaba aquel Café de Levante donde cantaba La Zarzamora? Según lo escrito por algunos autores, en el mismo corazón de Madrid. De hecho, este negocio tuvo tres ubicaciones, todas ellas alrededor de la Puerta del Sol: primero en la calle Alcalá (hasta 1857), luego en el número 5 de la misma Puerta del Sol (1860-1966) y, finalmente, en Arenal. Sin embargo, probablemente la copla hacía referencia a otro Café de Levante, quizás uno gaditano ya inexistente, puesto que el madrileño siempre se distinguió por su silencio y sus tertulias, fundamentalmente las literarias. No en vano, a causa de su tranquilidad, era frecuentado por militares retirados.
 

Cuando estuvo en Sol, el Café de Levante también alcanzó cierto prestigio gastronómico, gracias a la calidad de su bistec. Tampoco podemos olvidar que Manuel Fernández y González, de quien se decía que sus iniciales correspondían a "Mentiras Fabrico, y Gordas", escribió en este céntrico local la novela titulada El cocinero de Su Majestad, ambientada en tiempos del Felipe II.


Recorte en el Diario El Globo que demuestra que en Cádiz hubo un Café de Levante
(Gracias a Javier Osuna García y Rafael Román por su indispensable ayuda)


Actual Café de Levante en Cádiz (gracias a Teresa Torres)

Volviendo a la copla, seguramente tenga razón Antonio Burgos, quien sostiene que el Café de Levante de La Zarzamora era producto de la imaginación de Rafael de León, como sucedió con La Bizcocha de La Lirio o la Taberna El Tres de Espadas de La Ruiseñora. "Tampoco en Chicote estaba la crema de la intelectualidad, sino del puterío", apostilla Burgos. Si la leyenda resulta más hermosa que la realidad, mejor contar la leyenda.

En Cai, tié la Bizcocha,
un café de marineros,
y en el café hay una niña
color de lirio moreno.

 
En la Taberna del Tres de Espadas
entre guitarras y anís de mora,
cómo cantaba de madrugada
por soleares La Ruiseñora.

lunes, 27 de mayo de 2013

Cruces de mayo en la copla

Una Cruz de Mayo en 1922

Un bonaerense criado en Sevilla, Salvador Valverde (1895-1975), es autor de una de las coplas más hermosas de las que discurren en Triana: "La Cruz de Mayo" (1921). Para musicarla, se cruzó en su camino el genial Manuel Font de Anta, de quien ya hemos hablado aquí con motivo de sus marchas procesionales. De inmediato, todas las estrellas de la época se disputaron aquella Cruz de Mayo: Pastora Imperio, Amalia Molina, Paquita Escribano... Apenas diez años después, rozando la década de los treinta, Valverde unió su destino a Manuel López Quiroga. Y a continuación, al joven poeta Rafael de León.
 
El mocito parose tras la cancela,
contemplando la hermosa fiesta gitana,
preguntole a mi madre: ¿Qué es eso, abuela?
La mejor Cruz de Mayo que hay en Triana.

Derramó en la batea cuanto tenía,
en el patio metiose muy decidío,
y, aunque toditos los ojos le sonreían,
se fijaron sus ojos solo en los míos.
Lucerito de la noche,
me dijo al verme bailar,
tú eres de luz un derroche,
quién te pudiera robar,
lucerito de la noche.
Cruz de Mayo sevillana,
Cruz de Mayo
que en mi patio levanté,
te echaré muchas más flores,
si consigo su querer,
Cruz de Mayo sevillana.
Se pasaron los años en un segundo,
Y se hundieron mis sueños de chavalilla.
Me sentí el alma rota, cansada del mundo,
y, una noche de mayo, volví a Sevilla.
Se escuchaban las coplas en la plazuela,
Me acerqué a mi casita limpia y galana,
y quedé contemplando, tras la cancela,
la mejor Cruz de Mayo que hay en Triana.
En la Cruz de la alegría
yo sólo vine a rezar,
por el dolor de mi vida,
y nadie me vio llorar,
donde todo el mundo reía.

En 1958, el mismo año del maravilloso y sensual "Cordón de mi corpiño", Antoñita Moreno grabó la copla "Al pie de la cruz de mayo", obra del letrista gaditano Salvador Guerrero y del cordobés Carlos Castellano.
 
Se paró ante mi puerta, casi temblando
diciéndome serrana, yo quiero hablarte
y junto a los jazmines, me fue jurando
quererme pa´los restos, sin olvidarme.
Me sentí la mujer más feliz de España
su palabra marchosa, yo le creí
y a la sombra morena de sus pestañas
en el patio florío, le oí decir...

Cruz de Mayo que a tus plantas, rompe el silencio Sevilla.
Cruz de Mayo pura y blanca, retablo de maravilla.
La persona que yo quiero, me lo tiene que jurar
al llegar el mes de Mayo, que pa´mí sola será.
Cruz de Mayo cancionera, de mis sueños y penillas.
Dios te puso pa´que fueras sí... que sí
Cruz de Mayo sí... que si... retablo de maravilla.

De Sevilla el mocito se fue cantando
prometiendo escribirme todos los días
y al pie de la Esperanza quede rezando
esperando su vuelta con alegría.
Pero el tiempo pasaba y aquella carta
que en mis noches soñaba... nunca llegó
y entre risas y coplas con voz amarga
otra noche de Mayo cantaba yo.
 

domingo, 7 de abril de 2013

Las flores de la copla (I)

"De Sevilla un patio, salpicado de flores,
y una fuente en medio con un surtidor,
rosas y claveles de todos los colores,
que no los soñara mejor ni un pintor".


Aunque el tiempo no dé tregua y el invierno se resista a entregar las armas, ya es oficialmente primavera, el mes de las flores. No hay flor sin su copla; ni copla sin su flor. Desde aquella Rocío que parecía un manojito de claveles hasta la gitana que vendía flores a las mocitas para curar sus males de amores.

“Flores...
la que no tenga novio,
la que se le fue el marido,
la que está en relaciones
veintidós años seguidos,
si se adornan la cara
con estos claveles míos
almirantes y reyes,
caerán a sus pies, rendidos.

Venga la fea, venga la hermosa,
que en sus cabellos pondré una rosa,
no hay un milagro como mis flores,
para las que sufren de mal de amores”.


La marcha "La Rosa de Capuchinos" (Quintero, León y Quiroga) fue cantada por muchas intérpretes, pero ninguna versión supera a la grabada por la reina de Triana. 

"¡Qué bonita!, ni pintá por los pinceles de Murillo
¡Qué carita!, envidiá por el coral de los sarsillos.
La niña como un jilguero
Por calles y plazas pregonando flores,
Los hombres a retortero
Bebían sus vientos con ansias de amores.
Y una noche de la Cruz de Mayo
Entró en un corral y en los ojos
De un mozo de rumbo leyó este cantar:
Rosita de Capuchinos
Vara de nardo y clavel,
Dame el ramito más fino
Del jardín de tu querer.
¿De qué rosal has robado la sangre de tus mejillas
Si eres lo más delicao de los parques de Sevilla?
Te tengo sembrás de flores
Las piedras de tu camino
Porque quiero que me adore
La Rosa de Capuchinos".
 

De la misma manera que la Rosa de Capuchinos pertenece a Marifé, el clavel es de la sensual Rocío.

“Un clavel, un rojo, rojo clavel, un clavel
a la orilla de mi boca
cuidé yo como una loca
poniendo mi vida en él,
y el clavel, al verte cariño mío
se ha puesto tan encendido
que está quemando mi piel”.


Y hablando de claveles, ¿quién podría olvidar aquel clavel grana sangrando en la boca...?
Junto al clavel y la rosa, quizás la tercera flor más coplera sea la violeta. Ya hablamos de "La violetera" cuando escribimos sobre pregones, pero hay otras canciones de color nazareno, como "Violetas imperiales" de Luis Mariano o "Coplas de la violeta" de Carlos Cano". ¿No huele ya al despuntar de la primavera?
“Sabes que ya no habrá primavera
si tú no estás aquí, violetera,
la primavera ha venido
y yo sé por qué ha sido,
entre las flores que ofreces
es como una flor.
Piensa que en esta corte francesa,
eres más que gitana, princesa,
violeta de España,
tú, en tierra extraña,
vives para el recuerdo de aquel amor.

[…] Era un cielo de primavera,
cuando me dijo la violetera
cómpreme usted mis violetas
que son las primeras,
van a traerle la suerte,
su suerte es mi flor”.


"Coplas de la violeta, arena y sal,
como blancas gaviotas echan a volar
y me traen de los cielos la luna de azahar,
la caricia del viento,
la rosa del tiempo que no volverá.
Amor mío,
que huele a jazmín…"


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nombres de perdición


La copla se nutre de dos prototipos femeninos radicalmente contrapuestos: de un lado, la mujer sumisa, fiel y sacrificada; de otro, la mujer libre, rebelde y mal vista por la sociedad de la época. En este segundo grupo, una de las alhajas del cancionero lleva por título Yo soy ésa (Quintero, León y Quiroga, 1952), una desgarradora zambra en la que la protagonista, una oscura clavellina que va de esquina en esquina, se ha convertido en la perdición de los hombres tras jurarles falso amor. Afirmaba Manuel Rey: "Si cantas Yo soy ésa, te conviertes en una puta. Si te cantas Tatuaje, además de puta, eres borracha". A pesar de su enorme éxito popular, gracias en buena parte a Juanita Reina, la censura echó el guante a Yo soy ésa entre 1952 y 1967, fecha en la que por fin se le permitió a Pedrito Rico interpretarla en tono cómico.


"Si alguien me pregunta que como me llamo,
Me encojo de hombros y contesto así:

Yo soy...ésa.
Esa oscura clavellina
Que va de esquina en esquina
Volviendo atrás la cabeza.
Lo mismo me llaman Carmen,
Que Lolilla que Pilar.
Con lo que quieran llamarme
Me tengo que conforma.
Soy la que no tiene nombre,
La que a nadie le interesa,
La perdición de los hombres,
La que miente cuando besa.
Ya lo sabe… Yo soy... ésa".

La guapa, guapa
-escrita en 1954 por la segunda gran tripleta de la copla, Ochaíta, Valerio y Solano- narra la historia de otra hembra indómita que pierde hasta su nombre tras cometer un crimen por las hambres del querer. Es una canción genial que sólo Concha Piquer tuvo los reaños de estrenar.

"Al preguntarme los jueces
¿por qué en el banquillo estás?
yo les respondí cien veces
que por guapa y nada más.
¡Por Guapa, por Guapa, por Guapa!
Ahora escondo mi amargura en lugar que nadie sabe
y de mi puerta cerrada más de cien tienen la llave.

Dime ese nombre tuyo que se me escapa,
porque quiero que seas tú mi querida.
Que yo no sé mi nombre lo sabe el Papa;
que soy sólo una hembra comprometida
y cuando firmo un pliego, firmo: La Guapa.

Pa´las hambres del querer
basta con eso: La Guapa,
que mi nombre de mujer
se borró un amanecer
en los vuelos de una capa".

La tercera copla que alude el tema de la prostitución es, por supuesto, la inmortal Bien Pagá, otra mujer que es arrastrada por los desengaños amorosos hasta lo más profundo de su ser. Fue escrita durante los años de la Segunda República por Ramón Perelló y Juan Mostazo, aunque su estreno resultó un rotundo fracaso. Miguel de Molina la rescató del olvido hasta convertirla en un puntal del género cuando la incluyó en su repertorio en 1938.

"Bien pagá,
si tú eres la bien pagá
porque tus besos compré
y mi te supiste dar
por un puñao de parné,
bien pagá, bien pagá fuiste, mujer.

No te engaño,
quiero a otra,
no pienses por eso
que te traicioné.
No cayó en mis brazos
me dio solo un beso,
el único beso
que yo no pagué.

Na te pido,
na me llevo,
entre esta paredes
dejo sepultás
penas y alegrías
que te he dao y me diste
y esas joyas que ahora
pa´otro lucirás".

La última copla está abierta a todo tipo de interpretaciones: ¿la protagonista de la historia también cobraba por sus besos? Tengo mis dudas; sea como fuere, cualquier excusa es buena para volver a escuchar En una esquina cualquiera, compuesta en 1960 por Molina Molés, Rafael de León y el maestro Quiroga para Marifé de Triana. Se trata de una de las letras más terribles, y a la vez hermosas, de mujeres echadas a la perdición a causa del engaño de un hombre.


"En una esquina cualquiera,
Con sus ojos me encontré,
Y mis veinte primaveras
Se me pusieron de pie,
Morena, quieres un vaso,
De un mosto que es oro fino,
La lumbre de sus ojazos,
Me quemaba más que el vino.

Oscuridad de tormenta,
Donde ciega me perdí,
Cuando quise darme cuenta,
En sus ojos yo me vi.

Ojos negros de locura,
Ojos negros de pasión,
Centinelas de amargura,
De mi pobre corazón,
Son dos pozos, dos luceros,
Dos carbones encendidos,
Son dos lobos traicioneros,
Que al camino me han salío".

viernes, 30 de noviembre de 2012

10 pregones 10

La otra mañana subió hasta mi ventana el sonido del chiflo del afilador. Y ahora, bajo mi oficina, pasa el camión del tapicero: "Se tapizan sillas, sillones, butacas, tresillos, y toda clase de muebles y tapicerías en mal estado. No deje pasar esta oportunidad. Recogemos y entregamos en su propio domicilio". Los sonidos de la calle desaparecen devorados por el ruido espantoso de los motores y las obras faraónicas. En las grandes ciudades, el afilador y el camión del tapicero son, posiblemente, los últimos supervivientes de la barbarie sonora. Cuando voy a un mercado de los de antes, me embelesa escuchar los pregones de los vendedores. También entra el cuerpo en caja cuando, en las tardes de corrida, en los alrededores de las plazas de toros, te ofrecen a voz en grito "agua fresca" o "almohadillas pa´la piedra". Hoy, con permiso de la autoridad, vamos a repasar diez pregones clásicos de la copla y la canción popular.


LA SOMBRA VENDO

"Llevo los abanicos de mil colores,
que en la plaza florecen con alegría.
Quitan al sol con gracia sus resplandores,
y alegran la tragedia de la corría.
Cuando la puerta de los toriles
se rompe en quiebros de seguidilla,
mis abanicos se ven por miles
y le dan celos a las mantillas

La sombra, la sombra vendo.
¿Quién me la quiere comprar?
De dinero yo no entiendo,
la doy casi regalá.
La sombra, la sombra vendo,
pa´competir con el sol.
Cómprela usted caballero,
que no hay en el mundo entero
la sombra que vendo yo".

EL PREGÓN DE LA GITANA

"Flores... las flores...
a las niñas morenas,
y a las rubias encendías,
a las que entran y salen,
y a las que están escondías,
para que nadie las vea,
detrás de la celosía,
yo les vendo las flores,
las flores mas lindas de Andalucía".

LA VIOLETERA

"Como aves precursoras de primavera,
en Madrid aparecen la violeteras,
que pregonando parecen golondrinas
que van piando, que van piando…

Llévelo usted, señorito,
que no vale más que un real,
cómpreme usted este ramito
pa' lucirlo en el ojal".

POR LA CALLE DE ALCALÁ

"Por la calle de Alcalá,
con la falda almidoná
y los nardos apoyaos en la cadera,
la florista viene y va
y sonríe descará,
por la acera de la calle de Alcalá".

MAÑANA SALE

"¡La fortuna, pa´mañana!
¿Quién me compra un quince mil?
(Te repiquen las campanas
a la hora de morir).

¡Cuatro series!, ¡qué bonitas!
¡Voy tirando los caudales!
¡Son de doña Manolita!
¿Quién me compra esta penita?
¡Mañana, mañana sale!"
 LOS BOQUERONES DEL ALBA

"Los boquerones del alba
que acabo yo de pescar
de la mismita caleta.
¿Quién los quiere comprar?

Como barritas de plata
como jazmines de sal
que con la red han salido
de lo profundo de la mar".

EL MACETERO

"Abrí, niña, los balcones
que ya llegó el macetero
con mi pregón sandunguero
encandilo corazones.

Vengan y compren la rosa
ruborosa y sin espinas,
miren esta clavellina
que huele a flor de romero
colio, pilistra y geraneo,
de tó trae el macetero".

EL MANISERO

"El manisero entona su pregón,
y si la niña escucha su cantar
bajará de su balcón…
Maniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii".

EL PREGÓN DE LOS CARAMELOS

"Yo soy el caramelero
que pasea por Sanlúcar,
y traigo pa´las mocitas
dulces terrones de azúcar.
Llevo bombones, llevo bombones
pa´las niñas que sufren
del mal de amores.

Traigo trufillas heladas,
y caramelos de menta,
porque yo sé que a las niñas
siempre las pone contentas.
Llevo de coco y de fresa,
de tutti frutti y limón.
Y la que no se conforme,
yo le doy mi corazón".

EL UVERO

"Uvitas negras de Los Palacios,
comen las niñas dulce y despacio..."

lunes, 15 de octubre de 2012

Torero enamorado, torero acabado

«Porque el toreo también es tan bonito como un amor imposible, ése que a lo mejor ya no vuelve o puede volver mañana mismo».
(Alfonso Navalón)
Jóvenes con mantilla en el palco de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla
(Atín Aya)

«La mujer, engranaje esencial del universo, tiene un lugar especial en el mundo del torero, solicitado como héroe. A veces tiene un aura maldita, como una especie de aniquiladora del valor. Un dicho popular afirma: "Torero enamorado, torero acabado". Pero es refranero, a veces, es de una sabiduría mostrenca refutable. Más bien se refiere a cierto desorden orgiástico que puede marcar la sentimentalidad del torero cuando alcanza el triunfo y se le abren puertas cerradas hasta entonces. Ejemplos hay de amadores incontinentes que, en vez de acabarse con las mujeres, con ellas alcanzaron prez y fama. Hay toreros escépticos ante ese fenómeno de seducción que consideran una leyenda. Roberto Domínguez afirmaba que un torero en pijama pierde mucho. Manili, cuando triunfó en Madrid y accedió a la riqueza, decía que, de seguir así, las mujeres acabarían por encontrarle guapo. Pepe Dominguín, un gran seductor, dejó escrito: "No sé qué significa tener éxito con las mujeres. Éxito es elegir la que te gusta, la que te va y la que te dure mucho. Lo otro, lo que se considera éxito, son muchos pequeños fracasos".

Manili dando la vuelta al ruedo (1988)

La mujer, en el toreo como en cualquier aspecto de la vida, puede ser de plomo o de corcho. Si de plomo, hunde a quien a ella se aficiona, si de corcho, ayuda a flotar incluso en las peores tormentas. Para muchos toreros el sexo la noche antes de la corrida es una maldición y la mujer una especie de mantis devoradora. Para Manuel Benítez, el Cordobés, no había miedo ni mantis. Es fama que momentos antes de vestirse para ir a la plaza su ritual favorito era la fornicación. En cambio, Espartaco, torero de recio corazón, declaraba en una entrevista hace años que "si has estado con una mujer, el toro se da cuenta y te echa mano". En la expresión "te echa mano", Juan Antonio Ruiz, Espartaco, coincide con José Gómez Ortega. José consideraba las relaciones femeninas dulces y hermosas pero peligrosas durante la temporada. A veces empeñaba una medalla mellada por el pitonazo de un toro que "le echó mano". "La noche anterior la había pasado mirándome en los ojos de una mujer". Parece ser que fue Rafael el Guerra el precursor de la abstinencia, incluso conyugal, hasta el extremo de no pernoctar en casa para no caer en la tentación. Julián García Candau, en su libro Celos, amor y muerte, le atribuye la siguiente frase: "Para ser figura del toreo no se puede pensar más que en el toro". Y otra más expresiva: "A los toreros se les va el valor por la picha".

Bella espectadora en la antigua plaza de toros de Cádiz

Mujeres con mantilla en los toros

Belmonte, gran amador, prefería correr el riesgo de una noche tumultuosa, aunque luego no se tuviera en pie en el ruedo por los excesos amatorios y la mala alimentación. Chaves Nogales refiere en la fantástica biografía del trianero cómo el amor maldito a punto estuvo de truncar una carrera que si siquiera había empezado. "Yo era un torerito valiente y me enamoré de una mujer casada, guapa, con mucho temperamento y muy experta en lides amatorias; arriesgaba su bienestar y su crédito por el amor de un torerillo sin nombre y sin dinero y me entusiasmé hasta el punto de que mi vida cambió radicalmente. Los toros dejaron de ser una obsesión para mí". A tal extremo dejaron de interesarle que una tarde no pudo matar un novillo, mejor dicho, un toraco: entró cien veces a matar, fue cogido quince o veinte, sonaron los tres avisos y le echaron los cabestros. Pero se recuperó y siguió engolfado en aquel amor. A fin de cuentas, no debió de ser tan malo, pues Belmonte llegó a ser lo que fue. Hay diferentes tipos de mujer, no obstante, en la vida de los diestros...» (fragmento del último libro de Javier Villán).

Ava Gardner y Luis Miguel Dominguín
en la plaza de toros de Toledo

Un torero me dijo en una ocasión que a las mujeres deberían prohibirnos la entrada de barrera: desconcentramos una barbaridad, me confesó.

«Por culpa de una sonrisa que echaste a unos ojos que había en barrera,
un toro de mi divisa manchó de amapolas tu estampa torera».

¿No desconcentra más tener a Arrabal en el callejón?

La teoría de las mujeres de plomo y la mantis devoradora no es tan descabellada. Algunas señoras tienen peores ideas que un Saltillo resabiado. Y cuando se torea, se está a setas o a Rólex. Viene como anillo al dedo aquel pasodoble, poco conocido, compuesto por el linense Ignacio Román y titulado "Ojalá", que cuenta la historia de una mujer, enamorada de un torero que, tras echarle todas las maldiciones habidas y por haber, se arrepiente porque termina matándolo un toro. El "ahojalá" llegó un poco tarde.


«
Torero de cuerpo entero.
Su sino, cómo me duele.
Lo quiero de compañero
sin verlo por los carteles.

Me dice: “Deja los cantes”.
“Deja los toros”, le digo yo.
Nos vamos con un desplante,
pero el despecho llora en mi voz.

Ojalá te coja el toro
sin gloria y en tierra extraña.
Ojalá que en sangre y oro,
tu historia no llegue a España.

Ay, mi cariño bravío.
Ay, tu locura torera.
¡Qué mano a mano, Dios mío,
pa´verlo desde barrera!

Ojalá tus ojos moros,
con pena me suplicaran.
Ojalá no hubiera toros ni arena
y mis besos te bastaran.

La plaza gritó en la tarde
el aire quedó empañao.
El toro sembró, cobarde,
claveles en su costado.

Corrí hasta la enfermería
y entre mis brazos lo vi morir.
De luto desde aquel día
con mi palabra me revestí.

Ojalá te coja el toro.
Qué historia la de mi duelo.
Ojalá que, en sangre y oro,
la gloria te den los cielos.

Ay, mi cariño bravío.
Ay, qué veneno en mi boca.
¡Ay, qué castigo, Dios mío,
que voy a volverme loca!

Ojalá te coja el toro.
¡Qué historia de mala suerte!
Ojalá con un te adoro pudiera
arrancarte de los brazos de la muerte».
Eduardo Gallo, evidentemente a setas, besa a sus partidarias a su llegada a Las Ventas
(Juan Pelegrín)