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lunes, 2 de junio de 2014

Picasso y el banderillero Minuni


"En 1963, fui a Barcelona... Mi guía se llamaba Minuni, el propio Picasso me lo había recomendado. Había sido banderillero y una grave herida lo obligó a retirarse de los ruedos. Picasso había asistido a la corrida y se hizo cargo de todos los gastos de hospitalización. Cuando terminó la convalecencia, Pablo le preguntó que pensaba hacer. Minuni le respondió que antes de su accidente estaba ahorrando para comprar un pequeño bar en la calle Nero de San Francisco, no muy lejos del Museo Picasso. Pero el accidente había agotado sus recursos. Picasso se ausentó un momento y volvió con un pequeño cuadro en las manos: -Toma, véndelo y tendrás con qué comprar tu pequeño bar. Minuni se marchó con su cuadro. A la mañana siguiente, Picasso lo llamó por teléfono y le preguntó si aún tenía el cuadro. Le dijo que se lo llevase inmediatamente. Minuni vio desvanecerse su sueño. Creyó que, sin duda, Picasso se lo había pensado mejor. -Escucha -le dijo Picasso-, no sabes ni cuánto vale el cuadro ni a quién se lo vas a vender, es casi seguro que te van a timar, así que véndemelo a mí, te lo compro... Picasso se tomó la molestia de llamar por teléfono a Kahnweiler (su marchante) para preguntarle el precio más justo: él recuperó su cuadro y Minuni compró su bar".

Olivier Widmaier Picasso, fragmento del libro Retratos de familia
 

En 1958, Picasso dedicó esta fotografía (realizada en "Villa California", la casa que el artista tenía en Cannes) al banderillero de Tomares Francisco Reina Álvarez, Minuni, tras la gravísima cogida que éste sufrió en Nîmes. Finalmente, Minuni pudo abrir su bar en la calle Escudellers, un local pequeñísimo, pero muy frecuentado por todos los flamencos que actuaban en Barcelona. Allí también recaló Lucien Clergue, otro gran amigo de Picasso. Cuando llegó a la barra, el fotógrafo francés preguntó por Minuni. "Buenos días -dijo-. Quisiera saludar a Minuni. Estoy en Barcelona de paso y el señor Pablo Picasso me recomendó que visitara este bar. Al escuchar el nombre de Picasso, Minuni salió corriendo a la calle sin mediar palabra. Clergue, estupefacto, lo esperó largo rato. Una hora después, Minuni volvió con las manos atiborradas de paquetes y regalitos: "Éste, para el señor don Pablo. Éste, para Jacqueline. Éste, para el pequeño Paul Joseph. Éste otro, para el chófer..."


Picasso retratado por Clergue en la plaza de Frejus

La anécdota la contaba el propio el Clergue el pasado viernes en Las Ventas, durante la inauguración de su extraordinaria exposición en la Sala Bienvenida. "Don Pablo me sacó en una de sus Tauromaquias. Un día me llamó y me dijo que yo era el personaje de arriba a la izquierda, en el callejón, con mi cámara de fotos entre las manos".


Un solitario Clergue inmortalizado por Picasso
 
 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Copla a las seis y media de la mañana

La voz del cante es un poema escrito por el gran César González-Ruano. Las fotos que ilustran el texto pertenecen a otro genio, Lucien Clergue, quien, por cierto, este San Isidro expondrá en Las Ventas.


El toro de la copla en la escalera
su aliento, alcohol y nardo resbalado...

trae a mi corazón, y en el tejado
nubes pintan de azul la primavera.

¿De quién es esta voz? ¿En qué barrera,
fuera de su garganta, hacia el dorado
redondel, de sí misma, fleco airado,
rumbo y grito, la vi, matriz torera?

Infanta sin Ravel, blanca de cales
resucita de pie y pide aguardiente
la mañana fantástica española.

Y el sol, llave de oro en los portales,
saca ese toro popular, caliente,
de la flamenca voz que canta sola.
 
 
Antes del inventor del ven y el vete,
y que el cante flamenco y el engaño
de dos por tres más uno fuera siete
y en doce meses nos cupiera el año...

lunes, 25 de noviembre de 2013

"Le drame du taureau" visto por Lucien Clergue

"Puisque de toi la mort détourne ses yeux pers /
Ya que la muerte deja de mirarte con sus ojos azulados
Vide à ses pieds bâtards tes cornes d´abondance /
Vacía a sus pies bastardos tus cuernos de abundancia
Et sur la piste veuve après, l´or d´une danse /
Y sobre el ruedo ya viudo, el oro de una danza
Te voilà devenir cette ombre où tu te perds /
Hará que te conviertas en una sombra donde te pierdes"
(Jean Coucteau)


Lucien Clergue conoció a Picasso en 1953, durante una corrida de toros celebrada en el anfiteatro de Arles. El joven fotógrafo francés tenía 19 años, mientras que el autor del Guernica, 71. Éste, a causa quizás de su pasión común por la tauromaquia, adoptó a Clergue como si fuera un hijo. Poco después, le presentó a su amigo Cocteau.
 
 
Clergue, actual presidente de la Academia Francesa de las Bellas Artes, está a punto de cumplir los 80 años y sigue siendo un enamorado de la Fiesta (es un gran partidario de Juan Bautista) y La Camarga. Hasta tal punto le fascina la muerte del toro bravo en la plaza, que llegó a publicar un libro de fotografías sobre este motivo ("Toros muertos", 1970). Sus planos en contrapicado y el blanco y negro de su trabajo resultan estéticamente apabullantes.

 
Pero eso no es todo: algunos años antes, en 1965, Clergue rodó un cortometraje taurino titulado "Le drame du taureau". En diez minutos, el arlesiano consiguió plasmar su crudo, y a la vez turbador, punto de vista sobre la muerte en el ruedo y la fascinación que ésta despierta en el pueblo.

 
"Lucien Clergue est de ceux qui nous ouvrent les yeux,
parce qu´il a lui-même les yeux grands ouverts
et que son âme s´emerveille" (Mario Prassinos)