A contraquerencia de los tiempos. Este es un lugar pasado de moda, irremediablemente demodé; como una taberna aislada en la era de los pubs y las discotecas: vacía, silenciosa, sombría, con el dueño acodado en la barra, ataviado con su mandil, entre el olor a madera y vino. Este blog es como esa taberna, condenado a desaparecer.
Tócame... y no precisamente la lotería, aunque hoy es el sorteo de Navidad. En 1980, Dolores Vargas "La Terremoto" hizo que el termómetro de los estudios de Televisión Española aumentara varios grados con su interpretación de Tócame. Look egipcio, coreografía sensual y patadas al aire complementaban una letra que dejaba claros los deseos de la artista. A tocar se ha dicho.
Pero para toqueteos, los de Sara Montiel quien, en la Nochevieja de 1976, puso a los españolitos de la Transición en pie de guerra. ¿Quién dijo que en España, a causa del franquismo, nos quedamos sin nuestro particular Je t'aime moi non plus? El genial realizador Valerio Lazarov se encargó de compensar semejante falta en el imaginario erótico nacional con el Touch me (es decir, "tócame") de la musa de Campo de Criptana. Un inglés macarrónico disimulado con jadeos, esplendor en la hierba, baños de espuma y un vistoso salto de cama.
Los puros se crían en las plazas de toros, y el verdadero negocio de los empresarios de toros es el cultivo de los puros, ya que los toros se los matan todos los toreros con un sable y no ganan bastante dinero para comprar toros, con lo caros que están.
Para que salgan buenos puros con sortija, los empresarios llenan su plaza de hombres gordos con una corbata colorada, los tienen allí un rato al sol sentados en el suelo, después los riegan y, al final, sueltan un toro y un torero para disimular. A los pocos minutos empiezan a salir puros de los señores gordos, como si fueran melocotones, y entonces el empresario los coge, ayudado por un acomodador y un monosabio, y los mete en una cajita de madera y se los manda a un amigo que le ha hecho un favor, que a su vez se los manda a otro amigo que también le ha hecho otro favor, pero que, como no fuma puros, se los manda al empresario de toros para que haga el favor de mandarle una entrada de sol y sombra, que es la buena, ya que así se le pone un lado moreno y el otro no.
El puro, en el fondo, es como un torero mulato con su faja colorada y, como al torero, lo que más le gusta es pasearse por la calle Alcalá para que le salgan las vendedoras de lotería y las gitanas. [...] A los puros, después de sus paseos, les gusta ir al café a tomar café y copa, a hablar de las reales hembras y a beber agua fresca, y el puro, con su flamenquería, influye en los señores que lo fuman, que terminan por ser unos conquistadores irresistibles y echar unos piropos tremendos a todas las señoritas, por feas que sean [...] Lo que más le molesta al puro es quedarse en casa después de comer, y cuando alguien lo enciende en el comedor, empieza a oler mal y a echar toda su ceniza encima de los trajes de la gente, y toda la familia se marea y se pone mala, como si hubiese habido algún incendio.
Las esposas aborrecen los puros, porque saben que es el amigo malo del marido, el que les lleva a las juergas y el que les hace jugarse el sueldo en el frontón. Saben que con un puro sus esposos no podrán ir a la ópera, que es el sitio más serio, y, como consecuencia, en cuanto ven un puro en el bolsillo del marido, van y se lo fuman.
LA CODORNIZ
El olor a puro recién encendido asalta a los caminantes que bajan Alcalá hacia Ventas.
“Por la calle de Alcalá
Con la falda almidoná
Y los nardos apoyaos en la cadera,
La florista viene y va
Y sonríe descará
Por la acera de la calle de Alcalá,
Y el gomoso que la ve
Va y le dice venga usted
A ponerme en la solapa
Lo que quiera,
Que la flor que usted me da
Con envidia la verá
Todo el mundo por la calle de Alcalá”.
He intentado buscar, en vano, una preciosa copla que cantaba Estrellita Castro titulada "La Camelia". En el océano de las redes, esa canción se esconde igual que aquella oscura clavellina que iba de esquina en esquina volviendo hacia atrás la cabeza. A cambio, sí se deja prender aquella rosa de La Alhambra...
“La rosa se distraía
oyendo los surtidores,
mientras el viento gemía
de amor en los miradores.
[…] Pasó la reina una tarde a la vera de la rosa,
si la rosa era de nieve, la reina era más hermosa,
y cortándola del tallo, con mano de terciopelo
con un alfiler de plata se la prendió sobre el pelo”.
Los rosales, también en la copla, tienen el peligro de herir a aquellos que se acercan demasiado, sobre todo si crecen en las rejas de una gitana. ¡Menuda clase tiene Gracia Montes! La última de las grandes...
"En las cruces de mi reja
Hay un rosal y un clavel
Florecío con el llanto
De los ojos de un marqués.
[…] Con una limosna
Le entregué unas flores,
Le dije no vuelvas
A hablarme de amores,
Si tienes corona de conde o marqués
La mía es de reina de reino calé.
No quiero gente a mi vera
Dejarme, flores, dejarme,
Que aquel que tiene una pena
Ay... No se la divierte nadie".
Y seguimos con el ramo de rosas... esta vez, en una zambra de veneno.
"Que amarillen los hombres
Y se enciendan las mujeres
Ahí va una guapa que pasa
Dando rosas y alfileres
La boca brindando miel
Carita de hacer favores
Por dentro pozo de hiel
Por fuera llena de flores".
“La flor del romero a solas
Llora cuando ve que cortan
Margaritas y amapolas
La flor del romero a solas.
También llora la ribera
Cuando el río arrastra flores
Al llegar la primavera
También llora la ribera.
Yo también lloré de pena
Aquel día en que con otra
Paseabas por la arena
También yo lloré de pena”.
Del trigal de la canción andaluza, ha llegado ha escaparse, incluso, una amapola. Dicen que, por medio de un camino, la vio el almendro, el olivo y hasta la misma luna.
Y para los que vivimos en grandes ciudades y no tenemos a mano un jardín, siempre nos quedarán las macetas del gran Antonio Molina.
“Vengan y compren la rosa
ruborosa y sin espinas,
miren esta clavellina
que huele a flor de romero,
colio, pilistra y geraneo
de tó trae el macetero”.
La mañana en que recordábamos el aniversario de la muerte de Juan Belmonte en Gómez Cardeña, fallecía en Madrid Sara Montiel. El 8 de abril, ya sea de 1962 o de 2013, no es buen día para la lírica.
A última hora del 8 de abril de 1962, Antonio Díaz-Cañabate llamaba a la redacción del ABC para dictar la siguiente crónica: "Llego a Gómez Cardeña al anochecer, directamente desde el aeropuerto. A las últimas luces del crepúsculo la blancura del caserío es todavía más nítida. Diez o doce automóviles se alinean junto a la portalada del cortijo donde ha muerto Juan Belmonte. Hace ocho días lo vi por última vez [...] El sábado 31 de marzo Juan acosó con su hijo. De pronto, después de una soberbia caída, se desmontó de Maravilla, su caballo favorito. Y con andar penoso se dirigió al coche y allí se derrumbó [...] El próximo sábado, 14 de abril, iba a cumplir setenta años. La muerte no le ha dejado redondearlos. La muerte estaba oculta detrás de un acebuche. La muerte salió queda y silente en la tarde del domingo. La muerte se lo llevó, allí mismito, junto al ruedo de una placita de tienta".
Hace un año, recorrí el camino que lleva hasta Gómez Cardeña. En ese rincón de la campiña de Sevilla, parece que el sol todavía se resiste a salir. El silencio es absoluto, la blancura de los muros perdura y las puertas permanecen cerradas.
Ten compasión, Señor, de tanta gloria
y tanta muerte y tan rebelde nudo.
Era un hombre no más, solo y desnudo,
esclavo encadenado a su memoria.
Cuánto pesa la púrpura irrisoria
cómo abruma al ungido, al que ser pudo
dueño de tanto azar y cayó, rudo
gladiador contra el bloque de su historia.
Cuántas veces luchando en la faena
buscaba aire y era nazarena
fe, fe viva y causal lo que pedía.
Todo el ruedo se ha abierto en horizonte.
Y cómo lanceaba y qué armonía.
Apiádate, Señor, de Juan Belmonte.
("Oración por Juan Belmonte", Gerardo Diego)
Belmonte murió con 69 años. Sara Montiel, la primera estrella española en Hollywood, a los 85. A Sara también le gustaban los toros... No hace tanto, se dejó caer en el tendido 4 de la plaza de La Misericordia con un inmenso puro. Belleza y personalidad a raudales. Desde Campo de Criptana a la Meca del Cine. Ni "Google Maps" es capaz hoy de trazar una ruta entre ambos puntos, pero Sarita lo hizo.
Fumando esperaremos a que la vida vuelva a dar artistas como estos que nos dejaron un 8 de abril. Algunos, en vano, piensan que un capote de paseo echado sobre el hombro izquierdo basta para rayar a su inmortal altura.
Portada del País Semanal del 7 de abril de 2013
Un 8 de abril también fallecían Picasso (1973) y Margaret Thatcher (2013)
La otra mañana subió hasta mi ventana el sonido del chiflo del afilador. Y ahora, bajo mi oficina, pasa el camión del tapicero: "Se tapizan sillas, sillones, butacas, tresillos, y toda clase de muebles y tapicerías en mal estado. No deje pasar esta oportunidad. Recogemos y entregamos en su propio domicilio". Los sonidos de la calle desaparecen devorados por el ruido espantoso de los motores y las obras faraónicas. En las grandes ciudades, el afilador y el camión del tapicero son, posiblemente, los últimos supervivientes de la barbarie sonora. Cuando voy a un mercado de los de antes, me embelesa escuchar los pregones de los vendedores. También entra el cuerpo en caja cuando, en las tardes de corrida, en los alrededores de las plazas de toros, te ofrecen a voz en grito "agua fresca" o "almohadillas pa´la piedra". Hoy, con permiso de la autoridad, vamos a repasar diez pregones clásicos de la copla y la canción popular.
LA SOMBRA VENDO
"Llevo los abanicos de mil colores, que en la plaza florecen con alegría. Quitan al sol con gracia sus resplandores, y alegran la tragedia de la corría. Cuando la puerta de los toriles se rompe en quiebros de seguidilla, mis abanicos se ven por miles y le dan celos a las mantillas
La sombra, la sombra vendo. ¿Quién me la quiere comprar? De dinero yo no entiendo, la doy casi regalá. La sombra, la sombra vendo, pa´competir con el sol. Cómprela usted caballero, que no hay en el mundo entero la sombra que vendo yo".
EL PREGÓN DE LA GITANA
"Flores... las flores... a las niñas morenas, y a las rubias encendías, a las que entran y salen, y a las que están escondías, para que nadie las vea, detrás de la celosía, yo les vendo las flores, las flores mas lindas de Andalucía".
LA VIOLETERA
"Como aves precursoras de primavera, en Madrid aparecen la violeteras, que pregonando parecen golondrinas que van piando, que van piando…
Llévelo usted, señorito, que no vale más que un real, cómpreme usted este ramito pa' lucirlo en el ojal".
POR LA CALLE DE ALCALÁ
"Por la calle de Alcalá, con la falda almidoná y los nardos apoyaos en la cadera, la florista viene y va y sonríe descará, por la acera de la calle de Alcalá".
MAÑANA SALE
"¡La fortuna, pa´mañana! ¿Quién me compra un quince mil? (Te repiquen las campanas a la hora de morir).
¡Cuatro series!, ¡qué bonitas! ¡Voy tirando los caudales! ¡Son de doña Manolita! ¿Quién me compra esta penita? ¡Mañana, mañana sale!"
LOS BOQUERONES DEL ALBA
"Los boquerones del alba que acabo yo de pescar de la mismita caleta. ¿Quién los quiere comprar?
Como barritas de plata como jazmines de sal que con la red han salido de lo profundo de la mar".
EL MACETERO
"Abrí, niña, los balcones que ya llegó el macetero con mi pregón sandunguero encandilo corazones.
Vengan y compren la rosa ruborosa y sin espinas, miren esta clavellina que huele a flor de romero colio, pilistra y geraneo, de tó trae el macetero".
EL MANISERO
"El manisero entona su pregón, y si la niña escucha su cantar bajará de su balcón… Maniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii".
EL PREGÓN DE LOS CARAMELOS
"Yo soy el caramelero que pasea por Sanlúcar, y traigo pa´las mocitas dulces terrones de azúcar. Llevo bombones, llevo bombones pa´las niñas que sufren del mal de amores.
Traigo trufillas heladas, y caramelos de menta, porque yo sé que a las niñas siempre las pone contentas. Llevo de coco y de fresa, de tutti frutti y limón. Y la que no se conforme, yo le doy mi corazón".
EL UVERO
"Uvitas negras de Los Palacios, comen las niñas dulce y despacio..."