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domingo, 4 de octubre de 2015

Otoño y otra temporada que se escapa


Llegó Adolfo Martín, in extremis, a salvar una Feria de Otoño calamitosa en el plano ganadero. Hasta el domingo, se habían lidiado dos corridas (El Puerto de San Lorenzo y El Vellosino) y una novillada (El Torreón) donde no se vio un toro bravo, sólo mediocridad. Bien es cierto que Adolfo tampoco trajo a Madrid ningún toro de bandera, pero sí un lote de desigual presentación que mantuvo un gran interés a causa de su dureza (emocionante el tercer Santa Coloma, encastado y muy vivo, de nombre "Rizos", y con clase el sexto, "Murciano"). En asuntos taurinos, sabe mejor lo picante que lo soso, aunque clama al cielo que siempre sean los mismos toreros los que bailan con la más áspera, pues el depósito de valor no es eterno.

Los tres audaces del día fueron Rafaelillo, Fernando Robleño y Paco Ureña, acompañados de sus correspondientes cuadrillas, que también sudaron para ganarse el pan. La faena de Rafaelillo al Adolfo que abrió plaza, un cárdeno alto de agujas y grandón ("Aviador"), fue de una enorme emoción y verdad. Se la jugó el murciano cómo sólo pueden hacer los toreros valientes y honrados, sorteando las embestidas del pavo que, orientado, buscaba los muslos, el pecho y hasta la yugular. Si lo llega a matar a la primera, habría cortado una oreja, quizás dos. Y es que la épica de Rafaelillo merece salir de una puñetera vez por la Puerta Grande, para que todo el mundo sepa lo que es un héroe.


La tarde miraba ya hacia Murcia, y con el sexto -de nombre "Murciano" para cuadrar el círculo-, Paco Ureña dio un recital de buen toreo, sobre todo al natural, tras sufrir una escalofriante voltereta. Notable toro este negro entrepelado, ovacionado en el arrastre, por su clase y humillación. Tristemente, el fallo a espadas también impidió que el diestro tocase pelo. Ellos dos, Rafaelillo y Ureña, junto a López Simón, han sido los toreros de esta Feria de Otoño, en la que Robleño se estrelló con los adolfos de menos transmisión.

Y así, bajo los compases de "El Gato Montés", se fue vaciando la plaza de Las Ventas un otoño más, dejando una sensación de inevitable melancolía que no desaparecerá hasta el próximo Domingo de Ramos. Otra temporada que se escapa.

lunes, 20 de julio de 2015

La Mariló de los ruedos


La plaza de Roquetas de Mar quedó conmocionada a causa de un robo a mano armada acaecido el pasado sábado. Un insensible presidente deció negarle el rabo del quinto toro a Miguel Ángel Perera, quien declaró en el callejón: "Aquí hace falta triunfalismo y sobra el purista, porque para purista y para recortes ya están los de Podemos". A pesar de que un rabo en la Monumental de Roquetas cambia el rumbo de la temporada, algunos aficionados -a todas luces "puristas"- criticaron las palabras del torero de la Puebla del Prior, argumentando que "lo que sobran son figuras que torean toros de tercera en plazas de segunda". Ciertamente, Perera es un especialista en tener enganchadas con los aficionados pues, casi siempre que abre la boca, sube el pan. Podría considerarse la Mariló Montero de los ruedos. De hecho, Televisión Española debería barajar la posibilidad de ficharlo como presentador de Las Mañanas.

Desgraciadamente, y aunque comprendo que sea una jodienda, Perera debería pensar que los "puristas" también pagan por entrar en una plaza de toros, por tanto, son clientes... Esto es: no conviene tocarles mucho los costaos. Por otro lado, mendigar un rabo en Roquetas no deja de resultar un tanto estrambótico, incluso en los mundos de Mariló Montero.

Me da la impresión que las figuras, con la excepción de Talavante y Castella, andan algo atorados esta temporada. La buena noticia es que otros toreros, con frescura y reaños, poco a poco, van triunfando en las ferias. Es el caso de López Simón, Morenito de Aranda, Manuel Escribano, Paco Ureña, Rafaelillo, Joselito Adame, Juan del Álamo, Fernando Robleño, Alberto Aguilar, Eugenio de Mora... Gracias a su esfuerzo, se están ganando un hueco en las plazas, ahorrando dislates y hablando exclusivamente con la muleta y el estoque. ¿Sin rabo en Roquetas no hay paraíso? Próximo tema a debatir en el programa de Mariló. 

domingo, 24 de mayo de 2015

El Cartel de la Juventud

Para este domingo electoral, Taurodelta decidió programar "El Cartel de la Juventud": ninguno de los toreros  -David Galván, Víctor Barrio y López Simón- llegaba a los 30 años. La juventud, divino tesoro, es uno de los "valores" de la sociedad del siglo XXI: hay que ser eternamente joven y dejar que los jóvenes tomen las riendas... Aunque imbéciles los hay jóvenes y viejos (sólo hay que echar un vistazo a los resultados de los comicios locales y autonómicos). Tampoco todos los jóvenes vienen arreando de igual manera: unos se los pasan más cerca de la barriga que otros. Los toros, digo. 


López Simón se arrima a base de bien. El torero de Barajas volvía a Las Ventas tras la goyesca del 2 de mayo, donde vivió el haz y el envés de la Fiesta: Puerta Grande y enfermería. Y regresaba con mala carita, bastante pálido, pero dispuesto a aprobar la reválida. En primer lugar lidió un bicho de Las Ramblas llamado "Diablo" -¡menudo sosiego que te salga un nombre así en el sorteo!-, con un pitón izquierdo que parecía un garfio. Como de costumbre, no es oro todo lo que reluce y, a pesar de su apelativo y la siniestra ganzúa, "Diablo" resultó bastante noble y mansote. López Simón le cogió pronto el aire, destacando especialmente en los pases de pecho. Casi al final de la faena, tras un cambio de mano, el toro le hizo hilo hasta derribarlo tontamente. Pero como "Diablo" no quería mandar a nadie al averno, le pasó por encima sin encelarse. El torero, algo molido, cogió el estoque entrando a matar muy de verdad y llevándose de propina otro golpe seco en el vientre. La paliza tuvo su recompensa: una justa oreja. 


El sexto, "Hojaldrero", era un toro sin la menor codicia, pero López Simón decidió que aquel animal desaborido podía servirle para abrir de nuevo la Puerta Grande. Y lo logró a base de corazón y tesón, de meterse entre los pitones y de cerrar el trasteo con manoletinas. Tras matar de pinchazo y estocada, le concedieron otra oreja que descarrajaba la puerta de los sueños. Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Igual que la perdida exigencia de Las Ventas... Se notaba que hoy, además del Cartel de la Juventud, se celebraba Pentecostés. Cincuenta días después de la Pascua, los judíos organizaban una fiesta para agradecer los bienes de la cosecha: era una jornada de regocijo y gratitud en la que se ofrecían las primicias de lo producido por la tierra. Siendo la fiesta de la recolección, la Presidencia venteña ha decidido no quedarse corta y segar dos orejas en vez de una.


David Galván y Víctor Barrio, aunque jóvenes y en Pentecostés, no cosecharon nada, a diferencia de Roberto Martín "Jarocho", quien se desmonteró por sus excelentes pares al quinto. 

domingo, 3 de mayo de 2015

Morenito de Aranda y López Simón desbaratan Madrid

Es curioso esto de los toros. Hay muletazos -pocos, bien es cierto- capaces de desencuadernar el tiempo. ¿Cuántos segundos transcurren antes de recobrar el aliento? Resulta difícil de calcular. Pero uno regresa al presente con el pulso descabalado, con la impresión de haber perdido, entre el embroque y el remate, un trozo de realidad. Se trata, de cualquier manera, de una pérdida insignificante en comparación con lo sentido durante el muletazo. Lo de desencuadernar el tiempo, como digo, pueden conseguirlo muy pocos toreros, pues el temple -como el ritmo en la poesía o el compás en el baile, como todo lo extraordinario-, está al alcance de unos pocos, entre ellos, un torero de Aranda de Duero.


Las cosas sucedieron más o menos así: 

Una vez finalizado el paseíllo goyesco y cuando todas las cuadrillas se deshicieron del horrendo sombrero de medio queso, Morenito de Aranda se fue para la puerta de chiqueros, por donde apereció un toro monumental, de más de 600 kilos, tocado con divisa negra. A pesar de la imponenencia del colorado de Montealto, de nombre "Barrabás" para más señas, el arandino firmó pasajes muy bellos, como el inicio de faena con la rodilla genuflexa, sacando al astado hasta el tercio. El conjunto habría merecido una oreja pero el público, aún frío, andaba en otros menesteres. El respetable despertó poco después, con la cornada que el segundo le infirió a Ángel Teruel, quien toreando al natural quedó fuera de cacho, dejando un hueco que permitió a "Bordador" cazarle en el muslo izquierdo. Salió entonces Morenito con el estoque para tumbar al toro de su compañero herido. Pero las emociones no habían hecho más que aflorar. 


Alberto López Simón, que cerraba el cartel goyesco, se lanzó al ruedo hambriento por torear: con enorme decisión, empezó su trasteo al tercero, "Durmiente", en una faena ligada que fue de más a menos. Cuando todo parecía hecho, al entrar a matar, el de Montealto le prendió feamente por la zona de la corva. Visiblemente conmocionado y arrastrando la pierna, López Simón continuó en la arena hasta ver rodar a su oponente, cortando una oreja merced a su pundonor y hombría. Dejando la sensatez a un lado, el madrileño rechazó meterse en la enfermería, pidiendo que le echaran el tendría que haber sido el sexto toro de la tarde, "Lentejuelo". Con éste estuvo aún mejor, atornillado en la arena por limitaciones físicas, pero también por principios. La ambición le ayudó a pegar otra buena estocada, que le brindó su segunda oreja. Puerta Grande (simbólica) y enfermería.


Y cuando la tarde rozaba el infarto, volvió Morenito con "Frutero", un gran Montealto, astifino y serio de cara, de enorme codicia y movilidad, con el que se lució la magnífica cuadrilla del burgalés, formada por Luis Carlos Aranda, David Adalid y Pascual Mellinas, quienes saludaron una ovación (aunque la corrida fue interesantísima y de enorme emoción, resultó más bravucona que brava, por no decir mansa: ningún toro se entregó en el caballo). "Frutero", como decimos, llegó crudo a la muleta, donde se encontró con un Morenito torerísimo, que supo templar su fiereza. Se produjo entonces un derechazo interminable, seguido de un pase de pecho colosal, capaces de desencuadernar el tiempo. La eficaz estocada fue el epílogo de una faena con poderío, de mano baja y crujir la plaza. Dos orejas. Con el último Montealto, "Veraniego", volvió a comprobarse el compromiso del espada a quien, hasta ahora, nunca habíamos visto torear tan bien ni con tanta profundidad. En recompensa por su clase, Morenito salió a hombros de Las Ventas al son del pasodoble de los nardos. Gran tarde de toros ésta del 2 de mayo en Madrid.