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martes, 10 de diciembre de 2013

Toros en París (II)

Hace algunas semanas, describíamos, gracias a la hemeroteca del ABC, cómo había sido un festejo taurino celebrado en el velódromo de París en 1949. Al leer el post, el incansable y certerísimo Xavier González-Fisher me mandó un documento que complementa a la perfección la visión de aquella corrida. Se trata de la perspectiva de Conchita Cintrón, que hizo el paseíllo al lado de Ángel Luis Bienvenida y El Vito. Al corresponsal del ABC se le pasó por alto que, en los improvisados tendidos parisinos, se encontraba la actriz Rita Hayworth.

 
Estaba en París. Vestía de corto y esperaba la hora: las nueve de la noche. Tocarían entonces el himno nacional del Perú y en seguida La Marsellesa. El embajador extranjero y todos los presentes permanecerían en pie. Terminadas las ardientes estrofas patrióticas se iniciarían las arias de la ópera Carmen. A su compás haría yo el paseíllo en el Vel d'Hiver .

Sabía todo esto porque la víspera había ocurrido así. Por cierto que durante mi actuación surgió un incidente gracioso: un representante de la Sociedad Protectora de Animales había querido comprobar si las banderillas le harían demasiado daño a su protegido, un toro de lidia. La cuadrilla había escondido rápidamente los palitroques detrás de un burladero y luego invitó al curioso señor a que entrara y viera las banderillas, pero como el toro estaba allí, su protector optó por no entrar... y continuó la lidia.

Qué duda cabe, sucedían muchas cosas graciosas en sitios donde la Fiesta era espectáculo nuevo. Ayer , en el tendido , el público se había presentado con smoking, Ali-Khan y su linda esposa, Rita, estaban en barrera, y el Vito había resultado cogido porque se quedó mirando a la estrella —princesa—. El hermano de Julio , para castigar su distracción en la arena —que en París era una alfombra cosida a mano— no le avisó de la salida del toro al ruedo.

—Tiene bonitas piernas —había observado el Vito, mirando, admirado, a la actriz.
—Mejores las tiene el que está detrás de ti —contestó su hermano .

Y listo. Menos mal que no pasó de una voltereta.
 
CONCHITA CINTRÓN
 
"Dos que duermen en un mismo colchón, se vuelven de la misma condición".
Rita, la eterna Gilda, se contagió de la afición de su segundo marido, Orson Welles.
 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Toros en París


A tenor de la breve noticia que publicó el ABC el 11 de mayo de 1949, los aficionados a los toros no podemos decir aquello de: "Siempre nos quedará París". El invento de las "corridas incruentas" viene de lejos y nació, precisamente, en la capital francesa, aunque el exquisito público parisino, vestido de rigurosa etiqueta, no quedó del todo satisfecho.
 

Ha regresado de París el matador de toros Ángel Luis Bienvenida. Preguntado sobre el desarrollo de las corridas de toros celebradas últimamente en la capital de Francia, ha manifestado que aquello fue una parodia y "tuvo mucha gracia". Los bichos, de Tulio e Isaías Vázquez, fueron de poder y no se les picó, banderilleó ni mató; todo fue simulado. Las banderillas, en vez de arponcillo, tenían una especie de ventosas para que se pegaran, cosa que fue imposible. En la segunda corrida se sustituyó la goma con alfileres. La muerte se simulaba con una banderita. La corrida fue de noche y el público asistió vestido de etiqueta. La plaza semejaba una gran jaula con barrotes. Ángel Luis Bienvenida brindó un toro a Rita Hayworth. Con Ángel Luis alternaron El Vito y Conchita Cintrón, a la que la prensa de París llama "La diosa rubia". El público salió defraudado y pidió corridas de verdad, con muerte del toro (ABC).
 

Unos días después de este recorte, el 14 de mayo, el ABC proporcionó más detalles sobre la corrida parisina celebrada en el Velódromo de Invierno:
 
Desfiló la cuadrilla a los alegres toques de una marcha militar ejecutada con endiablada energía. Conchita Cintrón en un hermoso caballo velazqueño, y con ella Ángel Luis Bienvenida y El Vito, entraron en la pista de "Vel d´Hiv". Un público de carreras ciclistas los ovacionó y el "speaker" fue explicando a cada cual lo que ocurría y lo que iba a ver.
 
En verdad que ello era necesario, pues la pista estaba cubierta por unos veinte centímetros de polvo negro, que se alborotaba a la menor provocación, nublando lo que ocurría allí y haciéndonos creer que se trataba de una corrida dada en una carretera de Murcia allá por el mes de agosto.
 

"Le premier toro", como llamó cortésmente el "speaker" a un novillejo de Villamarta, salió de unas especies de camarines, muy iluminados, que habían colocado junto a la cancha. El toro, cuando la nube de polvo de hubo disipado, contempló el lugar del suceso y pudo ver que en vez de la redondez de sus premoniciones, se hallaba en una pista rectangular, a cuyos lados habían alzado una alta empalizada de hierro. ¡Atiza!, se dijo el novillo; se han creído que soy un león.
 
Pero la gentílisima caballista ya estaba dándole vueltas, y el de Villamarta no tuvo más remedio que aceptar el juego y empezar a darse batacazos en aquella polvareda, mientras que Conchita Cintrón le clavaba un pincho cada vez que se levantaba.
 
Terminada esta primera parte, un tétrico clarín anunció con dos notas solemnemente wagnerianas la "mise à mort". Por si alguien lo dudaba, el "speaker" afirmó: "Et maintenant Conchita Cintrón va a executer la mise à mort...". Como la Cintrón tiene pundonor taurino y afición, toreó a pie, como lo hubiera hecho en la plaza de Madrid en el mes de junio y con rejas, "speaker", banda militar, nubes de polvo y todo lo que se quiera, trajo un eco de esa trasustancia que es el arte taurino, y se ganó la gran ovación. Pero... no podía haber "mise à mort", lo habían prohibido las autoridades, y allí estaba el representante de la Sociedad Protectora para velar por el cumplimiento de la orden.
 
El "speaker" lo pasó regular para explicárselo al público, y éste se enfadó de firme y dijo lo que opinaba de la orden de un modo inequívoco. El caso es que Conchita simuló la estocada final y el toro quedó, como dijo el "speaker", "virtuellement mort"...
 

[...] Siguió la fiesta ya francamente entre una nube de polvo y, velados por ella, al parecer por fortuna, se vio a los toreros entendérselas con lo novilletes y entonces empezaron a ocurrir cosas pintorescas. El "speaker" explicaba todo lo que veía "vous avez vu El Vito executer des magistrales veroniques", "Bienvenida se dispose a donner une pase naturalle"... Pero cada vez que se anunciaba la "mise à mort" la banda comenzaba un vals bien ritmado, que convertía la faena en algo delirante. Por fin, y para que hubiera de todo, uno de los novillos, a pesar de haber recibido la estocada simbólica con una banderita sin punta, y estar, según insistió el explicador, "virtuellement mort", le pegó un revolcón al Vito, que se lo había creído, y cuando le levantaron de la carretera, se vio que tenía destrozada la taleguilla por la parte del "derrière". Esto le granjeó de tal manera las simpatías del público, que cada vez que se acercaba algo a los novillos, le aplaudían (ABC).
 

Nos quedan dos Telediarios para volver a celebrar
corridas "a la parisina"... ¡y sin la gracia del Vito!