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lunes, 27 de marzo de 2017

Y eso no se sabrá nunca

Un poema de César González Ruano empieza con estos versos:

"Fue o no fue
y eso no se sabrá nunca.

Pasó o se quiso que pasara
y eso no se sabrá nunca".


Fue o no fue. Tras el toque de los clarines tempraneros, salió el toro -el novillo, en este domingo de finales de marzo-, sobrevino un aviso, una advertencia, casi inapreciable, en el primer tercio, después una buena faena, con coraje y cabeza, dos tandas notables, por el pitón derecho y por el izquierdo, los primeros olés, un error ínfimo al final de la faena de muleta, casi sacando al novillo para entrar a matar, un arreón, un golpe seco, un grito; y lo que pudo haber sido, no se sabrá nunca. Sólo quedó la imagen -que sacudía con violencia la memoria de otras cogidas- de un hombre, un torero, boca abajo e inerte sobre la arena; los brazos en cruz, las manos muertas. La cuadrilla que corría en su auxilio hasta el tercio, por un ruedo inacabable, el de Madrid, donde todos los terrenos están siempre tan lejos, de los burladeros, del resto del mundo. La mandíbula que se cerraba obstinada a causa del impacto contra el albero y el aire que no entraba en los pulmones. 

"Como yo me iba hiriendo al respirar y no sangraba
como todo era sorpresa de muerte y de deseo
como toda tiniebla así brillaba
eso no se podrá saber".


La congoja mientras la procesión, con el novillero en brazos, se dirigía hacia la puerta enrejada de la enfermería de Las Ventas, que se abría, demasiado madrugadora esta vez, en el primer festejo y el primer toro de la temporada. Como en el poema de González Ruano, no fue; porque Pablo Aguado no volvió a salir al ruedo. Tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital por un traumatismo craneoencefálico con pérdida de consciencia y herida en la región parietal. Pronóstico grave que le impedía continuar la lidia. Pasó o se quiso que pasara y eso no se sabrá nunca.


La verdad contumaz del toro. La chaquetilla, como un pelele triste, regresó sin dueño al callejón mientras la lidia continuaba con cinco Fuente Ymbros excelentes. Puerta Grande o enfermería. Tocó lo segundo a pesar de la disposición de los hombres. Horas de entrenamiento en el campo, de miedos asumidos, de desvelo eligiendo los mejores novillos -los de Gallardo, lo eran-, de conversaciones en los despachos, y que un golpe fugaz de mala suerte se llevó por delante. Como un mar que parecía tranquilo, incluso luminoso, haciendo que no sabía nada, alimentando esperanzas de gloria que nunca llegaron. Así es el toro, pero también la vida, donde una balanza imaginaria pasa factura de los triunfos, las ambiciones y los sueños. Nada nuevo, aunque sí inclemente y fatigoso, hasta con los más jóvenes. En esta ocasión, el novillero Pablo Aguado podía abandonar Las Ventas por dos puertas: quizás, la próxima vez, el 22 de mayo, en San Isidro, el destino le depare la que desemboca en la calle Alcalá. Este domingo dejó motivos para creerlo así.

"Por mucho que lo hablen
eso no se podrá saber.

Por mucho que lo sepan".

Fotos: Julián López

lunes, 20 de marzo de 2017

A Las Ventas, sí, pero sin cuchillos


Cuenta atrás. El domingo 26 de marzo arranca la temporada taurina en Las Ventas, un redondel que cada año acaba convertido en el ojo de todos los huracanes. Es, además, el primer paseíllo de la era Simon Casas & Nautalia Viajes. El cartel, con diseño de Jérôme Pradet, ya empapela la fachada de la plaza. Novillos de Fuente Ymbro para tres toreros con ambiente: Pablo Aguado, Leo Valadez y Diego Carretero. 

Sin embargo, el desafortunado indulto de un Garcigrande en Valencia amenaza con volverse una patada en culo ajeno. La afición de Madrid ha desenvainado los puñales. Por las redes, no dejan de publicarse mensajes donde se augura mano dura sobre el palco presidencial y la recién estrenada empresa de Las Ventas. "Madrid no es Valencia", "Simon, te estamos esperando" y otros avisos dignos de una novela de Mario Puzo viajan de boca en boca.


El domingo todos tenemos que ir a Las Ventas, sí, pero sin cuchillos. Que tres novilleros que intentan abrirse camino y ganarse el pan no se conviertan en el chivo expiatorio de una afición cabreada. Los humos, llegado el momento, con los poderosos y los carteles de relumbrón. Pero Madrid ahora, con toda su justicia, tiene que defender a los toreros humildes y a los novilleros, en vista de que otras plazas, injustificablemente, han dejado de hacerlo. Y, de momento, los integrantes de los primeros cuatro carteles de la temporada venteña, poco tienen que ver con los desmanes valencianos ni con los indultos falleros. Por ello, que no paguen una cuenta que no les corresponde.

Escribió Nietzsche: "Pues mi noción de justicia es ésta: los hombres no son iguales" (los toreros, y sus circunstancias, tampoco).

domingo, 12 de marzo de 2017

Bienvenidos los valientes

Bienvenidos los valientes que regresan, bajo la misma luz del levante que lamió su sangre y sus heridas. De Alicante a Valencia, casi un año, Mediterráneo de ida y vuelta. Enorme el mérito de Manuel Escribano que vuelve a comerse con los ojos una plaza de toros.


De justicia el brindis de su compañero Curro Díaz con Juan José Padilla como testigo. Y éste último bien sabe de qué va el juego. Él también reapareció de donde la mayoría no regresa. La tragedia volvió a rozarle en  Fallas. Espeluznante la cogida del cuarto toro, un nudo en la garganta, una bocanada de aire que ni salía ni entraba, con el hombre como un trapo, casi cosido el cuerpo a los pitones del Fuente Ymbro. El recuerdo de otros toreros prendidos por la espalda de la chaquetilla y elevados al cielo para siempre. Un torniquete con el corbatín y los pulmones que volvían a llenarse. El alivio. Padilla, una vez más, volvió a vivir.


Y de la tragedia al torero excelso de Curro Díaz en apenas unos minutos, en un golpe de viento a las banderas valencianas. Los remates por bajo, especialmente las trincherillas, tan de Curro; los cambios de mano, el desmayo y el temple. Una transición así, del horror a la belleza, sólo está en la mano de algunos toreros. La emoción incontenible. No existe un espectáculo comparable a una tarde de toros.

Fotos: Arjona

Las Fallas continúan, ojalá que con mejor ganado pues, tras los mansos de Alcurrucén, en este domingo, sólo fallaron los toros. Corrida de Fuente Ymbro descastada y mansa, de ejemplares bien presentados, astifinos, con peso y trapío idóneos, pero que no aguantaban cuatro muletazos ligados. Y menos si esos muletazos llevaban dentro todo el oro de Linares.

domingo, 10 de mayo de 2015

Una estela que "agitó" Las Ventas


Rozando las nueve, dos estelas atravesaron el cielo de Las Ventas. Tal vez fueran el rastro de "Agitador", aquel guapo ensabanado de Fuente Ymbro, que no pudo seguir Paco Ureña... Espectacular toro de principio a fin, por hechuras y comportamiento. El tercio de varas, a cargo de Pedro Iturralde, resultó hermosísimo, con "Agitador" arrancándose dos veces desde largo. Lástima que no lo colocaran para un tercer puyazo. El ensabanado de Gallardo llegó brioso a la muleta y, haciendo honor a su nombre, sacudió los tendidos de Las Ventas. Su nobleza y casta no fueron suficientemente aprovechadas por Ureña, que ejecutó una faena de más a menos... Demasiado poco para tan gran toro. El trasteo se saldó con silencio para el diestro murciano y una atronadora ovación en el arrastre para "Agitador". De la gloria que prometía el de Fuente Ymbro sólo quedaron dos estelas camino de ninguna parte.


Además de "Agitador", otros dos Fuente Ymbros merecieron caer en mejores manos: el mansito pero noble sobrero (3º bis), y el sexto, que se lesionó a la salida del caballo por culpa de un capotazo desafortunado. Tanto César Jiménez como El Payo malgastaron su oportunidad de torear en Madrid... y ocasiones así no suelen pasar dos veces. Las estelas se diluyen rápido en las tardes de primavera. Luego cae la noche y el cielo se apaga, incluso el de Las Ventas.

sábado, 3 de mayo de 2014

En busca de la finca perdida


La tarde podría haberse titulado En busca de la finca perdida. Y el capítulo uno, Por el camino de San José del Valle, que es donde pastan los toros de Fuente Ymbro. Porque si huidizo fue uno, el siguiente lo superó. Para hacer balance de la corrida lidiada este viernes en Sevilla, diremos que el ganadero trajo tres mansos (4º, 5º y 6º) y tres mansos escandalosos (1º, 2º y 3º). Desigualmente presentados, descastados, sin fijeza, emplazándose en los terrenos de chiqueros y rehuyendo la pelea, tanto en el peto como en la muleta. ¿Seguirá teniendo problemas Ricardo Gallardo con el maíz? ¿Qué clase de mazorcas siembran en San José del Valle que absorben la bravura de forma tan desmedida?
 
 
Con semejante sequía de casta, poco pudo hacer la terna. Quien toreó de verdad fue, paradójicamente, el diestro menos jaleado: Paco Ureña quien, ante el quinto, ejecutó el toreo fundamental, puro y sin alharacas. Fue una faena larga que el público no apreció. El respetable maestrante también demostró frialdad durante el templado trasteo de Javier Castaño con el cuarto, técnico y eficiente, aunque más superficial que el murciano. Ambos, Castaño y Ureña, estuvieron muy por encima de sus respectivos lotes. El camero Esaú Fernández, quizás porque vestía un precioso terno caña con los remates en negro, porque mató bien, o porque fue el más bullanguero, con porta gayola incluida, se llevó el gato al agua cortando una oreja pueblerina al rajado tercero. Por un momento, La Maestranza, a medio llenar, pareció una versión barata de La Pañoleta.
 
Castaño y Ureña (Fotos de Arjona)
 
Muy interesante la actuación de las cuadrillas, sobre todo la esmerada lidia de Marco Galán, así como los pares de banderillas de Fernando Sánchez y Víctor Saugar "Pirri".