A contraquerencia de los tiempos. Este es un lugar pasado de moda, irremediablemente demodé; como una taberna aislada en la era de los pubs y las discotecas: vacía, silenciosa, sombría, con el dueño acodado en la barra, ataviado con su mandil, entre el olor a madera y vino. Este blog es como esa taberna, condenado a desaparecer.
Ya están las gitanas guapas, con sus delantales blancos de puntilla, haciendo buñuelos pa la feria. De color moreno ellas, como el chocolate. Ya están ahí, entre las calores del perol, cazando del aceite hirviendo las rosquillas fritas con sus varas de madera. Que en feria nunca falten unos buñuelos morenos a las claritas del día ni un bayón gitano, como aquel que Quintero, León y Quiroga compusieron para Luisa Ortega en 1954.
Entre abril y mayo llegan las primeras calores. Que la primavera altera la sangre es un dicho que se cumple tanto en los hombres como en las mujeres, principalmente entre las que andan por la cuarentena, hermosas y sin un amor (o con un marido, tanto da). De pronto, un buen día, estas señoras cambian de peinado y salen al zaguán a decir adioses a un niño tostado. O, en su defecto, se apuntan al gimnasio con el fin de arrimarse a su entrenador personal.
Observo el modus operandi de estas mujeres en la Sala de Fitness. Todo comienza con un tirón ficticio, con una máquina que no funciona o con una duda sobre el plan de entrenamiento. Son señoras burguesas, de escudo y renta, todavía de buen ver, como la rosa de Peñaflor. Van al gimnasio con unos modelos meticulosamente estudiados -realzando las carnes en los puntos clave-, que relucen aún más gracias a los complementos: pendientes de perlas o pulseras de oro. Las alianzas de casadas quedan accidentalmente olvidadas dentro del joyero.
Mientras el especialista en fitness acude cabalmente en ayuda de estas atléticas damas, venas adentro, corre un amor de mayo y abril. A veces, las vecinas -que también están apuntadas en el mismo gimnasio- hablan más de la cuenta: que si ella tiene cuarenta y que él sólo veintidos. Pero contra el viento de la comidilla y a pesar del tango de la edad, a las señoras con zarcillos de perlas les duelen los centros de tanto querer a su "entrenador de definición muscular".
Nada nuevo bajo el sol: en 1957, Rafael de León ya escribió Amante de abril y mayo para doña Concha Piquer. La misma historia... sólo que el especialista en fitness iba a caballo.
"No hubiera necesitado esta hermosa Dolores Vargas intentar en los comienzos de su carrera artística imitar el estilo de Lola Flores, puesto que condiciones posee para cimentarse una personalidad propia [...] De Quintero, León y el maestro Gordillo son los Tientos del cariño, estrenados por Dolores Vargas. Aunque la canción moderna, impuesta por la juvenil nueva ola, haya obligado a estrellas y luceros de las variedades a transigir con esta moda invasora de emisoras de radio, pantalla de la televisión, escenarios y discos gramofónicos, aún permanecen fieles al folklore español, especialmente el andaluz, figuras como Dolores Vargas, y deseable es que no cante como otras, bulerías, tanguillos y pasodobles con ritmo ye-yé, licencia que no deja de ser una aberración musical".
Álvaro Retana, Historia de la Canción Española (1967)
Efectivamente, hermana del Príncipe Gitano, y apodada "La Terremoto", quizá porque su dinamismo interpretando la canción andaluza guardaba gran semejanza con el estilo que acreditó a Lola Flores, María Dolores Castellón Vargas tenía gracia para dar y regalar a manos llenas. En 1974, decidida a triunfar en todo el mundo, se presentó a la selección interna de TVE para representar a España en el Festival de Eurovisión, que ese año se celebraba en Brighton. Su canción llevaba por título Macarrones e intercalaba alguna palabrilla en inglés, como very good o sexy bomb.
Dolores, Dolores, very good Dolores,
Dolores, good, good Dolores, Dolores, sexy bomb Dolores,
Dolores, ole, ole. Mis macarrones caldosos son los que hago,
señores. Mis macarrones caldosos van con su tocino y
morcilla. Mis macarrones caldosos y su patatita y judías.
Finalmente, el representante español que viajó a Brighton fue un paisano de "La Terremoto": el rumbero Peret, que interpretó Canta y sé feliz, quedando décimo. En aquella edición, la protagonista de Grease, la británica Olivia Newton-John, también participó en Eurovisión con el tema Long Live Love (cuarto puesto), aunque la canción triunfadora fue Waterloo de ABBA.
[...] Entre tu casa y mi casa hay un muro de silencio, de ortigas y de chumberas, de cal, de arena, de viento, de madreselvas oscuras y de vidrios en acecho. Un muro para que nunca lo pueda saltar el pueblo que anda rondando la llave que guarda nuestro secreto. ¡Y yo sé bien que me quieres! ¡Y tú sabes que te quiero! Y lo sabemos los dos y nadie puede saberlo.
[...] Salgo de mi casa al campo sólo con tu pensamiento, para acariciar a solas la tela de aquel pañuelo que se te cayó un domingo cuando venías del pueblo y que no te he dicho nunca, mi vida, que yo lo tengo. Y lo estrujo entre mis manos lo mismo que un limón nuevo, y miro tus iniciales y las repito en silencio para que ni el campo sepa lo que yo te estoy queriendo.
"En la lucha por puro prestigio, el hombre se hace reconocer por el hombre" (Kojève)
En comparación con las armas de fuego, que ponen distancia al duelo, las armas blancas tienen la ventaja de la cercanía y la inmediatez. Un hombre puede matar a otro mirándole a los ojos. Por eso, cuchillos, espadas, puñales y navajas han sido, desde siempre, el armamento del pueblo español. Y de la canción andaluza. Los compositores de copla tomaron el testigo de Lorca, autor de aquel poema titulado "Herido de amor":
Bisturí de cuatro filos,
garganta rota, y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy malherido,
herido, de amor huido.
¡Herido! ¡Muerto de amor!
En 1943, Rafael de León escribió "La baladilla de los tres puñales" para su libro Jardín de Papel. Al leerla, el maestro Juan Solano le puso música y fue estrenada en 1964 por Marifé de Triana con enorme éxito. Recientemente, Miguel Poveda ha grabado una versión soberbia.
He comprado tres puñales
para que me des la muerte...
También para Marifé, y en el mismo año de 1964, Valerio y Solano compusieron "Cuchillito de agonía".
Cuchillito, cuchillito pa´mi muerte...
No pidas, tormento mío,
que deje yo de quererte.
Pero volvamos a las puñaladas, asestadas tanto por hombres como por mujeres, como la que pegaba bajo unos soportales "La Guapa", después de que un hombre la humillara por ser una mujer "de mal vivir". La canción fue estrenada por Conchita Piquer en 1947 durante su espectáculo llamado... ¡"El Puñal y la Rosa"!
Y una guapa te paró,
sólo por eso... ¡por guapa!
Y un cuchillo te clavó
y la sangre chorreó
en el embozo de tu capa.
Ya he perdido hasta mi nombre,
no es Mercedes ni es María,
que la sangre de ese hombre
otro nombre me ponía.
En el pueblo llano, las grandes traiciones siempre se han vengado con la punta de un cuchillo... o con tres puñales atravesados. "Mañana sale" fue compuesta por Rafael de León para Concha Piquer, que se cortó la coleta tras cantar esta complicada copla sobre una lotera despechada.
¿A quién le vendo la suerte?
¡Mañana sale y está premiao!
Mis ojos tienen que verte
con tres puñales atravesaos.
Decían de la bailarina y actriz Lola Montes que tenía en los ojos puñales con los que iba matando a los hombres más cabales. Así lo recogió en 1942 Rafael de León en su bellísimo pasodoble dedicado a aquella irlandesa de clisos claros que enamoraron hasta al rey Luis I de Baviera.
En este repaso por las armas blancas del repertorio coplero, no podemos dejar en el tintero "Cuchillo y espada", nueva obra de Rafael de León y Juan Solano, popularizada a comienzos de los 70 por Rocío Jurado, que solía interpretarla con un espectacular vestido de noche.
Toda la noche entre sueños he sentido las navajas navegando por mi sangre igual que peces de escarcha.
[...] Espada, chuchillo, dentro de un miedo amarillo, cuchillo, espada, espero tu puñalada...
¡mátame!
Poetas como Rafael de León o Xandro Valerio superaron, con mucho, a García Lorca. Como muestra este botón coplero, que parece patrocinado por una empresa de acero inoxidable. No existe mejor forma para cerrar el interminable y trágico duelo con armas blancas que recordar aquella estrofa de "A tu vera"...
"Le silence de l´être aimé est un crime tranquille" (Tahar Ben Jelloun)
Todos los otoños, la rentrée nos trae muchos lanzamientos literarios, entre ellos algunos folletines más jugosos que las novelas de Corín Tellado. Por ejemplo, un nuevo capítulo del culebrón Hollande-Trierweiler, pareja ya conocida como Follande-Rottweiler. La ex Primera Dama acaba de publicar su biografía, titulada Merci pour ce moment (Gracias por ese momento), donde describe su tormentoso matrimonio con el presidente de la República francesa. Asegura el semanario París Match que la obra es "un grito de amor y un lento descenso a los infiernos; una inmersión en la intimidad de la pareja".
"Sí, soy celosa. Lo he sido con cada hombre que he amado", escribe la despechada Trierweiler en un arrebato de sinceridad después de que Hollande le pusiera los cuernos con la actriz Julie Gayet. ¡Qué historia para una copla desgarrada de las de antaño! ¡Qué no hubiera escrito Rafael de León!
"Celos cuando estoy contigo y cuando de mí te vas. Celos de noche y de día y celos de madrugá.
Es como si los cimientos me sacudiera un ciclón, como si llevara un perro colgao del corazón.
Celos dentro del sentío y hasta en la raíz del pelo. Desde que te he conocío me están matando los celos".
Para Hollande, el enemigo duerme en casa. O dormía hasta hace poco. En comparación con la Rottweiler, Marine Le Pen es un oso amoroso. Víctima de las mujeres de su vida, cual un criador de cuervos, el presidente de la República francesa ha recibido el libro de Valérie, la leona herida, como una daga. Desde el divorcio, su espalda ya presentía el cuchillo de la traición, que ha dejado sin primaveras un árbol de venas verdes en pleno Elíseo.
Mira como estoy pagando el cariño que te he dado, Cristo vive perdonando y murió crucificado.
¡Pena, ay! Cría cuervos a tu antojo pa' que te saquen los ojos...
[...] Ya he perdido la esperanza con el pago que me has dao, tu traición es una lanza clavaíta en mi costao.
Nuestros actuales gobernantes europeos son para mear y no echar gota. La cosa no está para dar las gracias... ni mijita. ¡Y lo peor es que ya no queda un Rafael de León que pueda escribir sobre ellos! Occidente se desmorona como una torre de arena, como las palabritas en el viento o como los castillitos en el aire.
La suerte de la fea, la bonita la desea. A la fea y a la hermosa, la copla en sus cabellos siempre engarzó una rosa. A las niñas morenas y a las rubias encendidas. Sin distinciones. Por eso, en 1950, Juanita Reina grabó La coplilla de la fea, compuesta por Antonio Quintero y Rafael de León. Una rareza del repertorio que, inexplicablemente, no se ha vuelto a versionar.
¿Por qué se fija ese hombre y arrepara
en esa niña que pasa por su lao,
por qué se ríe mirándola a la cara,
por qué el coló de la niña ha quebrao?
¿Por qué le dice la gente:
-Caballeros, atensión,
por qué a la triste inocente
se le parte el corazón?
Tú te diviertes,
malas ideas,
y con fatigas de muerte
va disiendo así la fea:
No sabes, niño bonito
que me miras y te ríes,
que soy como un huertesito
de claveles y alhelíes.
Que tengo las condisiones
de la casa del rey moro,
por fuera con desconchones
y por dentro es un tesoro.
Cuando lleno de angustias mortales
sin amigos yo te vea,
y la vida a los dos nos iguale,
ya verás tú lo que vale
el cariño de una fea.
Existe otra copla, algo más conocida y versionada, titulada Ana María, la fea. Fue compuesta en la década de los 30 por Perelló y Mostazo.
Era Ana María
Por buena y por fea
La risa del barrio
La burla de tós.
A nadie atraían
Sus trajes de sea
Y nadie en la vida
De amores le habló.
Cuentan que una noche
Un guapo mocito
Al verla tan rara se quiso burlar.
Y en plan de guasita
Con unos amigos
Al pie de de su reja
Lanzó este cantar:
Ana María.
Ana María la fea.
¡Qué desgraciaíta eres!
¡Que aunque te vistas de sea
Naide en el mundo te quiere!
¡Sal a tu reja y no llores!
¡No pierdas tú la alegría
¡Que yo te doy mis amores!
¡Ana, ay, mi Ana!
¡Mi Ana María!
Loca por la copla
Que alegre escuchaba
Su reja florida
Le abrió al rondador
Y al ver que de ella
Así se burlaba
de rabia y coraje
La fea lloró.
Con estas canciones populares, llegamos a la conclusión que, aunque oculta tras la celosía, más vale fea y con gracia, como la niña picadita de viruela, que bonita y sosona. Todas las coplillas de las feas tienen, pues, un final feliz, sin embargo, en el tango los desenlaces son mucho más descarnados, con la protagonista, como una flor de angustia, transida de dolor.
Picadita, picadita,
picadita de viruela
con la cara morenita
del color de la pajuela.
Nadie le dice bonita,
nadie de amor la camela,
como un lirio se marchita
sentadita en su cancela.
Y el aquel de su penita
por Sevilla corre y vuela:
no se casa esta mocita
porque tiene la carita
picadita de viruela.
Procurando que el mundo no la vea ahí va la pobre fea camino del taller; y a su paso, cual todas la mañanas, las burlas inhumanas la hieren por doquier. Cuando alguno le dice una torpeza inclina la cabeza transida de dolor, y piensa con amargo desencanto: Por qué se reirán tanto de mi fealdad, ¡Señor!...
Una noche su viejita en el cuarto llorando la encontró y la fea, ¡pobrecita!, la tragedia de su alma le confió; aquel hombre que debía conducirla muy pronto ante el altar, con su amiga Rosalía, la que ella más quería, se acaba de escapar...
Conocíamos la copla "No puedo vivir contigo" de Quintero, León y Quiroga (No puedo vivir contigo / ni sin estar a tu vera / unas veces te bendigo / y otras matarte quisiera), pero, ¿qué me dicen de "No quiero comer contigo"? Francamente, yo hasta la prefiero.
Tú comes ricos manjares,
arroz con leche y canela,
yo, con la probe de mi mare
suspiro en la cazuela.
Los tuyos tienen un coto
y un monte de toros bravos,
los míos, los codos rotos
y el hambre colgá de un clavo.
Mas con todo eso,
me siento feliz.
Y prefiero comer pan y queso
que mirarte a ti.
Yo no quiero comer contigo
que ni gallina ni pavos reales,
que prefiero comer habas verdes
con la probe de mi mare.
La primera versión de esta copla (también de León y Quiroga) la grabó Juanita Reina en 1945, sin embargo, quien la bordó por tientos fue Gracia Montes.
"Yo no quiero comer contigo" nos enseña que con el orgullo de un hambriento no se juega, que uno bien puede tener el estómago vacío y la honra henchida. El mismo argumento teje la historia de "Mentira y maldad", copla de León y Solano, interpretada por Gracia Montes en 1976.
¿Qué significa la expresión "comulgar con ruedas de molino"? Según el diccionario, creer o aceptar ingenuamente algo que difícilmente podría ser posible. Proviene del contraste exagerado entre una hostia sacramental y una rueda de molino, objeto imposible de digerir por su gran diámetro. Quien comulga con ruedas de molino está dispuesto, por tanto, a "tragarse" la mayor de las mentiras.
El escritor Dionisio Ridruejo le dedicó un bello poema a la piedra del molino:
El recto andar del agua prisionera se hizo círculo y copla en tus ardores, pan de roca, en tu danza molinera, alegres de tus albas mis rumores.
Sol de espigas, tus labios giradores, labios del llanto, pesadez ligera, enmudecen tu amarga primavera, luna muerta en el llanto de las flores.
Hoy te miro, descanso del camino, moneda del recuerdo abandonada en la quieta nostalgia del molino.
Cíclope triste, el ojo sin mirada y la forma andadora sin destino, en el eje del aire atravesada.
Y si hermoso es el poema de Ridruejo, bien puede competir en emoción con la copla que Rafael de León y Juan Solano compusieron en 1968, "Con ruedas de molino". Aunque la versión más popular fue la grabada por Rocío Jurado tres años después, existen otras menos afectadas.
Una yegua de celos colorada corre llena de furia por mi frente y galopa de oriente hasta occidente en busca de tu falsa coartada.
Porque yo, sé de más que en esta hora hay alguien que los labios te devora y comparte contigo pan y vino.
Mas como de perderte tengo miedo, no ahondo en la maraña de tu enredo, y comulgo con ruedas de molino.
En este país, la clase política se empeña en que comulguemos con ruedas de molino casi a diario. Y ya llevamos un tiempo atragantados.
Mañana, 16 de febrero, se cumple un año del fallecimiento de Marifé de Triana. Desgraciadamente, los pocos medios de comunicación que recuerdan este triste aniversario lo hacen bajo las notas de Torre de Arena, quizás su copla más emblemática junto a La Encrucijada y La Loba. A pesar de la cautivadora puesta en escena de Marifé, mira que es fea Torre de Arena, compuesta en 1956 por Lladré, Gordillo y Sarmiento. No hay por donde cogerla. Curiosamente, fascina a los homosexuales y aún sigue escuchándose en los bares gays de Chueca.
Torre de arena que mi cariño supo labrar. Torre de arena donde mi vida quise encerrar. Noche sin luna, río sin agua, flor sin olor... Todo es mentira, todo es quimera, todo es delirio de mi dolor.
Sobre copleras y homosexuales, existen varias anécdotas simpáticas. En 1931, el poeta Rafael de León, que por aquel entonces tenía 23 años, cumplía el servicio militar. Una tarde del mes de junio, pidió permiso para acercarse hasta el Teatro de la Exposición de Sevilla, diseñado en 1925 por Vicente Traver, de estilo italiano y con 1.025 localidades. Actuaba en él la gran Concha Piquer y Rafael anhelaba conocerla en persona. Antes de empezar el concierto, vestido de militar, pues acababa de llegar, llamó a la puerta de su camerino. Toc-toc-toc.
- ¿Usted es Conchita Piquer?
- ¿Y usted es maricón? -respondió de inmediato la coplera.
- Uy, ¿en qué lo ha notado usted?
- En como lleva la gorra.
Más adelante, en una entrevista, doña Concha relataba este encuentro con su guasa habitual: "Y allí mismo nos hicimos amigos, y luego hemos pasado la vida juntos, como dos hermanas. Y, claro, yo a veces le contaba cosas de mi vida, cosas que me pasaban, ya digo como a una hermana, y él sacaba de eso tema para sus canciones".
Brillantina a lo Travolta pantalón ancho y sin volta con botitas mocasín, el señorito. Nadie sabe ni se explica si es muy macho o es marica para amar es indistinto el señorito.
Con la proximidad de San Valentín, leo por ahí que cada vez resulta más frecuente que mujeres en la cuarentena salgan con hombres veinteañeros. En algunos lugares, han bautizado este fenómeno como "cougars" ("pumas", para describir a estas señoras) o una relación "mayo-diciembre". Los "especialistas en la materia" aseguran que los hombres suelen sentirse atraídos por mujeres maduras ya que éstas no sufren los irracionales arrebatos emocionales propios de las jovencitas. Nada nuevo bajo el sol. Ya en 1957, Rafael de León le compuso a Concha Piquer el pasodoble "Amante de abril y mayo" para su último espectáculo, "Puente de Coplas
Andaba por los cuarenta,
La rosa de Peñaflor,
Señora de escudo y renta,
Hermosa y sin un amor.
Y de pronto un día cambió de peinao,
cambió de peinao,
Y la vio to el pueblo salir al zaguán,
A decirle adioses a un niño tostao, a
un niño tostao,
Que partió galope sobre su alazán.
Amante de abril y mayo,
Moreno de mi pasión,
Te llevo como a caballo
Sentao en mi corazón.
Me están doliendo los centros
De tanto quererte a ti
Me corre venas adentro.
Tu amor de mayo y abril.
Desde los pies a la boca,
Que aprendan todos de mí, ¡ay, de mí!
A querer como las locas.
Hablaron más de la cuenta
Las niñas de Peñaflor:
-Que si ella tiene cuarenta
y que él solo veintidós-.
Pero contra el viento de la comidilla,
de la comidilla,
Y a pesar del tango de lo de la edad,
La vieron casada salir de mantilla,
salir de mantilla,
Con aquel mocito de la catedral.
Sin embargo, Rafael de León, que se adaptaba a toda clase de circunstancias, también escribió el precioso poema "No me quieras tanto", en el que daba la vuelta a la tortilla: en sus versos, una veinteañera se enamora de un hombre que le dobla la edad. En esta letra se aprecian perfectamente los arrebatos emocionales propios de las jovencitas que mencionábamos al principio. Estas coplas, por cierto, escritas durante la dictadura franquista, sonaban sin cesar en las radios de cretona y nadie se escandalizaba ni se tiraba de los pelos. A veces, conviene recordarlo.
Yo tenía veinte años y él me doblaba la edá. En mis sienes había noche y en las suyas madrugá.
Antes que yo lo pensara mi gusto estaba cunplío; na me faltaba con él. Me quería con locura, con tos sus cinco sentíos, yo me dejaba queré. Amor me pedía como un pordiosero, y yo le clavaba, sin ver que sufría, cuchillos de acero.
¡No me quieras tanto ni llores por mí! No vale la pena que por mi cariño te pongas así. Yo no sé quererte lo mismo que tú, ni pasar la vida pendiente y esclava de esa esclavitú. ¡No te pongas triste, sécate ese llanto! Hay que estar alegre, mírame y aprende: ¡No me quieras tanto...!
Con los años y la vía ha cambiado mi queré y ahora busco de su labios lo que entonces desprecié. Cegaíta de cariño yo le ruego que me ampare, que me tenga cariá. Se lo pido de rodillas por la gloria de su mare y no me sirve de na. Como una mendiga estoy a su puerta y con mis palabras mi pena castiga dejándome muerta.
De to lo del mundo sería capaz, con tal que el cariño que tú me tuviste volviera a empezar. Por lo que más quieras sécame este llanto maldigo la hora en que yo te dije: "¡No me quieras tanto!"
Resulta complicado conocer al dedillo todas las letras que Rafael de León escribió para el mundo de la copla. La producción es tan inmensa como soberbia. El otro día volví a escuchar una canción ya casi olvidada, compuesta a ritmo de bulerías en 1951 para el espectáculo La niña valiente de Juanita Reina: La flor del tomillo, con música de Manuel López-Quiroga y el imprescindible toque de Antonio Quintero. La copla se recuperó en la película Gitana tenías que ser, interpretada por Carmen Sevilla.
Tomillo en flor
La letra cuenta la historia de unos bandoleros que, durante el reinado de Fernando VII, asaltan una diligencia donde viajaba una bella joven. Finalmente, tras robarle los vestidos de raso y tafetán, el jefe de la cuadrilla acaba localmente enamorado de la dama.
Cuando esta tonadilla,
cuando esta tonadilla
llega a la real presencia del Deseado,
del Deseado.
Ladrones en cuadrilla,
ladrones en cuadrilla
mi hermosa diligencia me han asartado,
me han asartado.
Ciento treinta vestidos,
ciento treinta vestidos de raso y tafetán,
y el corazón herido por el bandido del capitán.
Corre que te pillo, que voy que te mato.
Mira, mira, mira que ya te arcancé,
que yo sólo trato de darte un retrato
con mis patillitas y mi calañé.
Toma, toma, toma que toma er cuchillo,
que ya de poquito me puede valer,
porque como eres la flor der tomillo,
corona y anillo te voy a poner.
Rafael de León compuso coplas a otras "niñas floridas", como La flor de los cantes o La flor del temperamento, una letra que me hace especial gracia en la voz de Lola Flores.
Me entiende el ruso y el japonés,
pues donde llego yo soy audaz.
Me da lo mismo cantá en inglés
que dar las gracias en alemán.
¡Ay, várgame Dió!
Me da de momen, ¿qué?
Y todo es por mor,
y todo es por mor riquitintintín,
riquitintintón der temperamén.
De la copla al cuplé, tenemos la delicada Flor de té que interpretaban Virginia Luque o Sarita Montiel.
Ella es pobre y él un caballero que le ofrece su amor y su fé como un sol alto y fuerte que quema besando a la humilde flor de té, flor de té. La muchacha que muere de amor sueña así que le canta el señor: Flor de té, flor de té no desdeñes mi amor que contigo es la vida un encanto y sin ti es un dolor.
Infusión con flores de té
Y, aunque nos salgamos de la copla, si hemos escrito sobre la flor del tomillo y del té no podemos olvidar la flor de la canela...
La flor de la canela
Nota: sobre la flor del romero ya hablamos en este blog la pasada primavera.
¿Dónde estaba aquel Café de Levante donde cantaba La Zarzamora? Según lo escrito por algunos autores, en el mismo corazón de Madrid. De hecho, este negocio tuvo tres ubicaciones, todas ellas alrededor de la Puerta del Sol: primero en la calle Alcalá (hasta 1857), luego en el número 5 de la misma Puerta del Sol (1860-1966) y, finalmente, en Arenal. Sin embargo, probablemente la copla hacía referencia a otro Café de Levante, quizás uno gaditano ya inexistente, puesto que el madrileño siempre se distinguió por su silencio y sus tertulias, fundamentalmente las literarias. No en vano, a causa de su tranquilidad, era frecuentado por militares retirados.
Cuando estuvo en Sol, el Café de Levante también alcanzó cierto prestigio gastronómico, gracias a la calidad de su bistec. Tampoco podemos olvidar que Manuel Fernández y González, de quien se decía que sus iniciales correspondían a "Mentiras Fabrico, y Gordas", escribió en este céntrico local la novela titulada El cocinero de Su Majestad, ambientada en tiempos del Felipe II.
Recorte en el Diario El Globo que demuestra que en Cádiz hubo un Café de Levante (Gracias a Javier Osuna García y Rafael Román por su indispensable ayuda)
Actual Café de Levante en Cádiz (gracias a Teresa Torres)
Volviendo a la copla, seguramente tenga razón Antonio Burgos, quien sostiene que el Café de Levante de La Zarzamora era producto de la imaginación de Rafael de León, como sucedió con La Bizcocha de La Lirio o la Taberna El Tres de Espadas de La Ruiseñora. "Tampoco en Chicote estaba la crema de la intelectualidad, sino del puterío", apostilla Burgos. Si la leyenda resulta más hermosa que la realidad, mejor contar la leyenda.
Tenía rebasado el medio siglo cuando, inesperadamente, un domingo fuera de feria lo anunciaron en Las Ventas. La plaza registró una excelente entrada porque había curiosidad por ver a este torero de leyenda, y viejos aficionados, a punto de echar el bofe, se apresuraban a ocupar sus localidades con tiempo suficiente para no perderse el paseíllo. "Sólo con verle hacer el paseíllo me conformo", decían, tras recuperar el resuello y obsequiar a la afición con un surtido recital de toses bien ensayadas y contundentes. En efecto, la estampa de Cagancho desfilando al frente de las cuadrillas, era enormemente sugestiva. Tenía esa elegancia peculiar que es patrimonio de los toreros gitanos, y aún no de todos. Pero luego vendría la sorpresa. Ocurrió en el cuarto toro, cuando se abrió de capa y dibujó unos majestuosos lances a la verónica, que alborotaron el tendido, hicieron llorar a los abueletes, asombraron a las jóvenes promociones, y dieron tema de conversación a los aficionados de cualquier edad para toda la temporada adelante y muchas más.
(artículo de Joaquín Vidal, publicado en enero de 1984)
Hace pocos días, publicaba en su cuenta de Twitter el escritor trianero Ángel Vela Nieto: "El 1 de enero, hizo 30 años de la muerte de un genio de la torería: Joaquín Rodríguez Cagancho. El año pasado hizo 100 de su nacimiento. Cagancho (Sevilla, 1903 - México, 1984) nació un año después que su amigo Curro Puya (Gitanillo de Triana). Entre los dos, está la capa con más arte de la historia del toreo. Hubiera hecho falta un Chaves Nogales que biografiara a Joaquín Rodríguez, el Cagancho de una legendaria estirpe de cantaores. Cagancho tuvo más de una vida. El gitano de los ojos verdes, toreó como vivió. De Triana a Madrid y después a México... allí quedó. Rita Hayworth vio torear a Cagancho en México. Lo esperó porque quería tocar a un dios.
Cagancho fue una especie de embajador vitalicio en México. Toreó e hizo cine; fue una estrella más que admirada. México fue el único lugar donde Cagancho no tuvo que huir de sí mismo. Los toreros españoles que iban a México eran recibidos por él; los guiaba y los ayudaba en lo que hiciera falta. Fue un genio...
El Cagancho torero no cantaba, pero, además de buen aficionado, sabía lo que era marcarse un baile por fiesta. Que se lo dijeran a Caracol. Cagancho, Rafael Gitanillo de Triana y Caracol se juntaron en más de una fiesta. ¡Y cómo bailaba Rafael...! ¡Vaya mano a mano con Joaquín!".
"En Andalucía se torea, de Despeñaperros arriba se trabaja"
(Cagancho)
En los mentideros charros, siempre se rumoreó que la ganadera Pilarín Coquilla bebía los vientos por el gitano de los ojos verdes, famoso en los ruedos tanto por su genialidad como por sus numerosas espantadas que solían terminar en el cuartel de la Guardia Civil (recuerden la expresión: "quedar como Cagancho en Almagro").
Pilarín era el emblema de la mujer moderna, adelantada a las costumbres de la época: montaba a caballo, toreaba, fumaba, conducía coches y, encima, era guapa. Un dije de señora. Su personalidad fascinó de tal modo a ganaderos, toreros y artistas, que quedó inmortalizada en varias coplas, entre ellas Con divisa verde y oro (1953), brillante en la voz de doña Concha Piquer. “El chiquillo de Osuna que quería ser torero” bien pudiera ser Cagancho o, al menos, así se rumoreaba en media Salamanca. Finalmente, para mantener su prestigio como ganadera, la presunta Pilarín Coquilla entierró aquel "te adoro" que iba dirigido a su gitano predilecto.