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domingo, 31 de julio de 2016

Brotó todo el agua, y el toreo

La tierra estaba seca.
No había ríos ni fuentes.
Y brotó de tus ojos
el agua, todo el agua.


Sucedió en Azpeitia donde, a las siete de la tarde, las nubes que se agarraban a la montaña de Izoarriz decidieron bajar hasta el valle del Urola, y allí, violentamente, abrieron sus ojos, y cayó el agua, todo el agua, sobre la placita centenaria, sobre los tejadillos, sobre los burladeros rojos, sobre los toros guapos de Ana Romero, sobre la tela de los capotes, sobre los trajes de luces. Hasta las monjitas de las Siervas de María cerraron las ventanas de la última planta del convento, desde donde habían visto la lidia del primer toro.

En Azpeitia, todo era agua y barro, y a pesar de ello, los tres matadores (Juan Bautista, Daniel Luque y Borja Jiménez) decidieron tirar para adelante y no suspender la corrida. Una magnífica corrida, por cierto, de Ana Romero: toros en tipo, que derrochaban nobleza, arrancándose al toque, y muriendo con la boca cerrada. Seis buenos toros que, en otras circunstancias (climatológicas) y rematados por arriba (las espadas también resbalaron como la lluvia) habrían permitido que la terna saliera a hombros.

La mejor faena llevó la firma de Bautista al cuarto santacoloma, de nombre "Malva". Bautista y el diluvio, otra vez, la eterna pareja. La suavidad en los toques, el temple, la muleta empapada arrastrada sobre los charcos, la elegancia y el clasicismo. En Azpeitia, el sábado por la tarde, a la hora del diluvio, no sólo brotó todo el agua. También el toreo.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Te vi bailar bajo la lluvia


A veces, es necesario que pasen los meses para distinguir los mejores momentos del año. La perspectiva del tiempo despierta emociones que la inmediatez anestesia. Estos "instantes camuflados" suelen estar marcados por sentimientos comunes: la alegría, la libertad o la placidez. Dicha mezcla se produjo una mañana de finales de agosto, en Isla Canela. Bajamos a la playa a pesar de que por el poniente se aproximaba una tormenta. Nunca pensamos que llovería con tanta rabia. Antes de que comenzase el aguacero, dejamos nuestra ropa debajo de la sombrilla y fuimos a pasear por la bajamar. La tromba nos sorprendió en mitad del mar. Llovía con tanta fuerza que la arena desapareció por completo y nuestros pies chapotearon entre el agua dulce y salada. No había un alma a nuestro alrededor. Fue una de esas ocasiones en las que piensas "de perdidos, al río", en las que te calas hasta los huesos y te importa un pepino. Entonces nos metimos en el mar y nadamos hasta que la tormenta de Portugal continuó su camino hacia el este. Cuando salimos del agua, lucía un sol espléndido que lo secó todo: la arena, las hamacas, las toallas, la ropa empapada bajo la sombrilla. No he visto llover tanto desde aquella mañana. Tampoco he vuelto a ver un cielo como aquel atardecer, después de la tormenta. Son momentos que llegan de improviso y nunca vuelven... celajes que echas de menos durante todo un año.


sábado, 30 de mayo de 2015

El sueño de una tarde de tormenta en la que no llegó a llover

Fotografía de Antonio Heredia

Hace más de un mes que no llueve sobre Madrid y, desde el último chaparrón, ya casi olvidado, la ciudad acumula sus miserias. En Madrid, sobre todo en primavera, la lluvia cumple una función purificadora. Antes de empezar la corrida, cayeron unas tímidas gotas, insuficientes. La tarde estaba cargada de tormenta cuando rompió el paseíllo. 

Lo admito: apenas pude ver a Finito con el que abrió plaza. La gente aún se acomodaba en sus localidades -inconvenientes de una tarde de "No hay billetes"- y tuve que esperar desde la bocana del tendido hasta acceder a mi localidad. Aunque escuché algunos pitos, no me dio la impresión de que el torero de Sabadell estuviera tan mal ante un astado con clase pero de nula fuerza. A lo sumo, anduvo bochornoso, como la tarde misma. Me instalé en el tendido cuando salió el segundo toro de Juan Pedro Domecq, de nombre "Embestido". Gran toro, a la altura de una sobresaliente corrida, con otros tres ejemplares vibrantes: "Destajoso" (3º), "Ballenito" (5º) y el sobrero de Parladé, "Mensajero" (6º bis). Juan Pedro puede enorgullecerse de haber lidiado la mejor corrida, hasta el momento, de este San Isidro 2015, bien presentada, de impecables hechuras y brava, tanto en el caballo como en la muleta. 


Sigue sin llover sobre Madrid; a cambio, Talavante ha desencadenado un aguacero de buen toreo. Este viernes, ha estado extraordinario, por distinto e improvisado. De sorpresa en sorpresa, el extremeño ha conjugado el valor con la clase, la naturalidad y la imperfección. No voy a detallar sus dos faenas, de sobra cantadas por los cronistas. Simplemente, fueron como un sueño... el sueño de una tarde de tormenta en la que no llegó a llover. Probablemente, no vuelva a repetirse algo semejante. Lloverá, o quizás prosiga el bochorno, pero Talavante seguirá imaginando sus faenas antes dos excelentes toros de Juan Pedro, de pie, de rodillas, con orejas o pinchando... qué importa. Jamás vi algo igual. Talavante ha estado inverosímil. Seductor.

Ante sus asombrosas filigranas, Luque ha puesto un punto de cordura y realismo a la tarde, de atornillar los pies sobre la tierra, principalmente con el tercero, al que toreó muy de verdad, sin mirarse tras sufrir una escalofriante voltereta. Sin embargo, el sexto pudo con él. Aquel sobrero de Parladé era mucho toro y comenzaba a soplar el viento de tormenta... 

Es tarde. Ya madrugada. El cielo ha vuelto a despejarse y la luna ilumina Madrid. Ni siquiera es hora de escribir. Probablemente, no lloverá en este San Isidro. Talavante tampoco será nombrado triunfador del ciclo al no haber abierto la Puerta Grande tras pinchar sus dos faenas. Tampoco importa. Ciertas tardes de toros no se olvidan. Creo que fue Ortega y Gasset quien escribió: "Por eso -porque el gran torero puede estar mal- es por lo que íbamos a las corridas de toros". Talavante estuvo tan imperfecto como mágico. Así es la rosa, también durante la sequía.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Llueve


Noche cerrada, llueve menudito
en las losas de piedra;
por toda la calle
oscura y desierta
estallan las gotas
que caen de las tejas.
 
De las puertas por las cerraduras
hace pasar el aire su lamento.
Lejano, el eco ronco
del ladrido de un perro callejero.
 
En medio de la calle,
como hoja de acero, sangrienta,
una raya de luz ardiente y roja
sale de la taberna.
 
(Ramón Cabanillas)
 
 
Ramón Cabanillas nació en Cambados en 1876 y se le considera uno de los poetas más destacados de la literatura gallega. Falleció en 1959 y fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo de Bonaval, en Santiago de Compostela.

sábado, 20 de septiembre de 2014

El río que desembocaba en Vogue

La lluvia ni sabe ni quiere ir a la moda. Quedó claro el jueves, durante la Vogue Fashion Night Out 2014, cuando el cielo del Barrio de Salamanca se abrió en dos, como un enorme costurón, y alguien arriba grito "¡agua va!".
 
 
Dicen los organizadores que, a pesar del mal tiempo, la noche fue un éxito. Y sí: es muy posible que se dispararán las ventas de paraguas. Salvo eso, vi tan pocas bolsas como tarjetas de crédito. Las niñas estaban más preocupadas en peinarse los cabellos falsamente alisados que, con el agua, volvían a su estado natural, rizado y rebelde. Las alfombras rojas escupían lluvia y los tacones resbalaban por las aceras madrileñas. Sólo Audrey Hepburn era capaz de conservar el glamour bajo una tormenta.
 
 
Dentro de las tiendas, los fashionistas intentaban recuperar la compostura. Los paraguas chorreantes iban dejando un reguerillo entre sección y sección, como pequeños ríos en el interior de Zara o Massimo Dutti. Bajo las luces de neón, el rímel de las muchachas también goteaba hasta formar grotescas lágrimas negras. El agua es implacable ante los decorados de cartón-piedra.
 
 
Las páginas de Vogue, siempre luminosas y seductoras, se volvieron papel mojado. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza.

jueves, 12 de junio de 2014

La gran inundación de París


La ONU ha alertado sobre un mayor riesgo de inundaciones en Europa debido a los efectos del cambio climático. Estos "comisarios" hacedores compulsivos de documentos son unos linces. ¿Los "expertos científicos" de la ONU conocerán la gran inundación de París de 1910?


Después de un intenso invierno de lluvias, en plena Belle Époque, el Sena arrasó la capital francesa durante 35 días. El agua salía a borbotones de las alcantarillas y las estaciones de metro, provocando el cierre de infraestructuras públicas básicas, como la estación de Orsay. Miles de parisinos fueron evacuados de sus casas, mientras que la policía, el ejército y los bomberos debían desplazarse en botes por las calles principales, dejando estampas auténticamente venecianas. Cada mañana, los ciudadanos acudían a contemplar la crecida, aterrorizados, desde el puente de Alejandro III, el más largo de la ciudad. Pero ya se sabe que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, de manera que, el 29 de enero, el sol volvió a despuntar sobre la Ciudad de la Luz.


Afortunadamente, en 1910 no había Calentamiento Global ni ecologistas ociosos, por lo que, cuando las aguas bajaron, los propios parisinos limpiaron de lodo la ciudad, los relojes se pusieron en marcha y todo volvió a la normalidad. Tomad nota, "expertos" de la ONU.

lunes, 21 de abril de 2014

Media de Miura y un pulso fallido

Ni el bueno fue tan bueno... ni el malo fue tan malo. Hablo de los Miuras en Sevilla, que se quedaron ahí, en un agujero negro que absorbe la casta entre Zahariche y La Maestranza. Para festejar el Domingo de Resurrección, no se lidió ningún toro de bravura excepcional ni ningún arranca-cabezas. Los dos ejemplares "medio-buenos" fueron primero y segundo y, los demás, salieron "medio-malos". Todos bonitos y bien presentados, eso sí. La gran incógnita a resolver es: ¿cómo es posible que, con unos toros así, la miurada durase tres horas?
 

Manuel Escribano y Daniel Luque apostaron por la cantidad, no por la calidad. Mucho pase plomizo, como el cielo de Sevilla. Confirmaron las sospechas que algunos albergábamos: son malos lidiadores, espesos y poco resolutivos a la hora de adaptarse a sus toros. En otras manos, la miurada se habría despachado en dos horas y, sin ser excesivamente optimistas, se habrían paseado dos orejas. La realidad fue otra bien distinta: seis silencios como seis Maestranzas. Pulso fallido. Pero esto, como digo, algunos ya nos lo temíamos. La decepción, por tanto, vino de la ganadería de Miura. Esperábamos otra cosa. Más café cargado y menos leche desnatada.

 
La afición, sin embargo, que es bendita, peregrinó hasta la plaza a pesar de que el pronóstico meteorológico aconsejaba lo contrario. El sol estaba lleno y la sombra, casi. Tres cuartos de entrada en total. Los acentos en el tendido sonaban variopintos. Mucho francés y medio Aljarafe sevillano. Al sexto, cuando el cielo volvía a teñirse de cárdeno oscuro, una voz gritó: "¡Mátalo ya, Luque, que nos mojamos!". Y así acabó la cosa. Como sopas de camino a casa.

 

jueves, 19 de diciembre de 2013

Ya están ahí las nubes


¿De dónde, ligeras, pesadas, blancas, grises pasajeras del cielo, amantes del viento, vosotras nubes? ¿Qué sería de los cielos sin vosotras a quienes desgarran las montañas y a quienes tan dulcemente se entregan lomas y cerros? Cuando va vuestra sombra sobre los llanos, cuando se pliega sobre los barrancos, cuando parte en claros y oscuros los trigos, cuando bajáis tremendas, o graciosas subís, vosotras nubes, nostalgia de la tierra, ligeras desterradas, apresuradas amantes, cuyo besar nunca es largo, cuyo destino es tan humano que está pendiente del primer viento.
 
- Ya están ahí las nubes, dicen los labradores. Y vuestra enorme presencia muda, llenando el cielo, añade no sé qué misterio a la vida. Ya están ahí las nubes.
 
Es un ligero humo blanco primero, tenue, casi invisible, un algodoncillo sobre la sierra que se confunde con la nieve, y luego unas manos inmensas que van palpando el azul, estrujándolo, ciñiéndolo, abriéndolo en grandes lagunas por donde se escapan los ojos.
 
- Ya están ahí las nubes.
 
Y las nubes, como los enamorados, se hacen huidizas con el deseo e impertinentes con la abundancia. Pero su presencia llena su nombre, como su fecundidad.
 
JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS
 
 
El cielo poblado de nubes suntuosas, blancas, grisáceas o tormentosas, parecía más inmenso. Y la alegría de la tierra se exaltaba con estos días de azul y nubes [...] Cuando llovía y hacía sol al mismo tiempo, los chiquillos, en el pueblo, cantaban coplas alusivas a ciertas desconsideraciones del demonio. Pero el campo estaba limpio, transparente, prometedor, como el aire inicial de una caricia ilimitada y tiernísima.
 
Las nubes bogaban, majestuosas, a través de la inmensidad. Cúmulos de nácar, montañas de nieves, gigantescas masas verticales -rosas, celestes, cárdenas-, tras las que parecía ocultarse no el cielo azul de los soles y los astros, sino la eternidad de los ángeles, las vírgenes y el Padre Eterno.
 
JOAQUÍN ROMERO MURUBE 

domingo, 21 de julio de 2013

El cemento y las sombras de Taurodelta


Antes de entrar en la plaza, aún no había empezado a llover, pero ya olía a tierra mojada. Y los nubarrones se acercaban mientras que las banderas huían de sus mástiles. Tormenta de verano con un cartel que, igualmente, hacía aguas: novillos de Buenavista para Miguel de Pablo, Pablo Santana y Juan Manuel Benito. Entre los tres, sumaron ocho paseíllos en 2012. Por si no hubiera ya suficientes elemenos en contra, el piso de Las Ventas estaba plagado de hoyos y sobraban dos palmos de albero, consecuencia, probablemente, de la encerrona motorística del pasado viernes.


Abogo por que el Estado nos prohiba conducir un vehículo a todos los que asistimos a los festejos que Taurodelta programa en verano. ¿Tiene problemas de visión? ¿Padece alguna enfermedad? ¿Toma medicación? ¿Va los domingos de julio y agosto a Las Ventas? Si responde afirmativamente a alguna de estas preguntas, es usted un peligro público. No supere tampoco el perímetro de seguridad en zonas infantiles. No se encuentra en sus cabales.


Al final, los novillos de Buenavista -procedencia 100% Juan Pedro Domecq- resultaron buenos y de bonitas hechuras. Hubo un tercero, Halagado, para armar el lío: humillando, con transmisión y tranco. El segundo y el quinto, Facilón y Forastero, hubieran permitido tocar pelo también. Para que no faltase de nada, desenchiqueraron a un sobrero de Javier Molina (primero bis). Pero de allí, los novilleros que tuvieron más suerte, salieron mojados y con el esportón vacío; los que menos, con una cornada. El cuarto prendió a Miguel de Pablo cuando entró a matar. Pitonazo, y muy feo, en la ingle. Los otros dos compañeros, Santana y Benito, que debutaban en Las Ventas, naufragaron con la dignidad que da la inexperiencia. Los guiris, incluso, en un ramalazo de cariño incontrolado, decidieron que el que cerraba terna diera una vuelta al ruedo... Verdes, como el trigo verde. Sin embargo, sorprendentemente, ninguno de estos chavales tiene cara de hambre. Se presentan en Madrid, impecablemente vestidos y estrenando traje como si fueran tres jóvenes abogados durante su primer día en un bufete. Uno los compara con aquellas fotos de los viejos maletillas o de los becerristas de La Oportunidad y no da crédito. ¡Cómo ha cambiado este país! La de genios que daba el hambre. Más que cornadas, incluso.


Los nubarrones, por supuesto, acabaron convertidos en una tromba de agua que vació aún más una plaza casi ya vacía. Un homenaje al cemento y a las sombras de Taurodelta. Enhorabuena, empresa, por echarnos a todos. O casi todos. Los locos somos demasiado fieles.

sábado, 20 de octubre de 2012

Versiones y perversiones tormentosas


La tormenta de Benedetti

"Un perro ladra en la tormenta
y su aullido me alcanza entre relámpagos
y al son de los postigos en la lluvia

yo sé lo que convoca noche adentro
esa clamante voz en la casona
tal vez deshabitada

dice sumariamente el desconcierto
la soledad sin vueltas
un miedo irracional que no se aviene
a enmudecer en paz

y tanto lo comprendo
a oscuras / sin mi sombra
incrustado en mi pánico
pobre anfitrión sin huéspedes

que me pongo a ladrar en la tormenta".


La tormenta de Krahe

"Yo tuve un gran amor
durante un chaparrón
y sentí aquella vez
tan profunda pasión
que ahora el buen tiempo me da asco.
Cuando el cielo está azul
no lo puedo ni ver.
¡Qué se nuble ya el sol!
¡Qué se ponga a llover!
¡Qué caiga pronto otro chubasco!"



"Parlez-moi de la pluie et non pas du beau temps,
Le beau temps me dégoûte et me fait grincer les dents,
Le bel azur me met en rage,
Car le plus grand amour qui me fut donné sur terre
Je le dois au mauvais temps, je le dois à Jupiter,
Il me tomba d'un ciel d'orage".

Jeremy Mann


Y, finalmente, la calma después de la tormenta (Álvaro Mutis)

"Por los árboles quemados después de la tormenta.
Por las lodosas aguas del delta.
Por lo que hay de persistente en cada día.
Por el alba de las oraciones.
Por lo que tienen ciertas hojas
en sus venas color de agua
profunda y en sombra.
Por el recuerdo de esa breve felicidad
ya olvidada
y que fuera alimento de tantos años sin nombre.
Por tu voz de ronca madreperla.
Por tus noches por las que pasa la vida
en un galope de sangre y sueño.
Por lo que eres ahora para mí.
Por lo que serás en el desorden de la muerte.
Por eso te guardo a mi lado
como la sombra de una ilusoria esperanza".

domingo, 23 de septiembre de 2012

Naufragios... por exceso y por defecto

Amaneció el domingo veraniego y a la hora del reconocimiento tornó a otoñal. Un mal presagio. Dos novillos de Sánchez Fabrés no superaron el fielato veterinario y regresaron en un camión a Salamanca. A cambio, entraron dos novillos de Sobral, antigua ganadería de Ángel Bohórquez y de procedencia Marqués de Domecq-Cebada Gago. Completaba la corrida (o el gazpacho) otros tres novillos de Hoyo de la Gitana (sangre Santa Coloma, vía Graciliano).


Quién le iba a decir al ganadero Juan Sánchez Fabrés -quien hasta hace poco se desesperaba al ver cómo rechazaban sus Coquillas por pequeños- que este domingo en Las Ventas le echarían para atrás un novillo... ¡¡por 8 kilos de más!! El viernes, al desembarcar, pesó 548 kilos y desde entonces no hubo negociación posible con los veterinarios: el utrero no se aprobaba. Esta mañana, una nueva desgracia: otro de los animales cogeaba. Finalmente, sólo podía lidiar uno, en sexto lugar. Un novillo cárdeno bragado meano, de nombre "Torrero" y 485 kilos era el irrisorio premio por llevar una de las mejores novilladas a Las Ventas el año pasado. Hay ganaderos que, a veces por defecto (cuando la vacada tiraba más a Coquilla: terciadita, móvil y con mucho nervio) o por exceso (cuando metió sangre Buendía), contemplan desde su callejuela sin salida cómo todo un encaste se aproxima a la desaparición por culpa de la insensatez de veedores, veterinarios, empresarios (¿así pretenden los de Taurodelta ayudar a las "ganaderías minoritarias"?), periodistas y aficionados. Sea como fuere, forzado por las circunstancias, en lo de Sánchez-Fabrés, poco queda de Coquilla. Y mientras el reconocimiento terminaba y daba paso al sorteo (con las cuadrillas deseando que les tocaran las dos bolitas de Sobral), el cielo iba coloreándose de cárdeno oscuro.

Excesos y defectos

Antes de que sonaran clarines y timbales ya habían caído las primeras gotas del otoño. Abrió cartel el primero de Hoyo de la Gitana, geniudo y peligroso, pero con la virtud de la humillación. El catalán Jesús Fernández le bajó mucho la mano y, tragando los parones a mitad del embroque, firmó una faena más meritoria que lucida. El segundo también era un graciliano de Hoyo de la Gitana. Éste con buen fondo, pero falto de fuelle. Mario Alcalde ejecutó un trasteo de claroscuros, con algunos momentos de buen gusto, al mismo tiempo que arreciaba el viento, el cielo se ennegrecía y, de nuevo, comenzaba a llover. En las manoletinas finales, por culpa de la mala colocación, el novillo lo arrolló en una voltereta interminable, encunándolo en el aire. Salió Alcalde con dos cornadas que no le impidieron estoquear al animal antes de entrar definitivamente a la enfermería. Su cuadrilla dio en su nombre una vuelta al ruedo después de que el público pidiera mayoritariamente la oreja.

Dos hermanos contemplan, arrebujados bajo la manta,  el nefasto tercio de varas

El tercero, también de Hoyo de la Gitana, vio como le sacaban el pañuelo verde por estar cojo de una mano. Se decidió entonces correr turno y desenchiquerar a "Torrero", la única carta de Sánchez Fabrés, y que tenía prisas por salir al albero oliéndose el diluvio que se aproximaba. Fue este "Torrero" un novillo fijo, pronto, encastado y tobillero, que rebañaba y cabeceaba mucho. Nada fácil. Jamás se le toreó, ni se le bajó la mano, ni se le perdieron pasos. Tampoco se le picó bien y recibió dos horrendos puyazos traseros. Tras una docena de series, "Torrero" continuaba en el centro de la plaza con la mirada atenta y aún ganas de embestir. Finalmente, Jesús Duque lo despachó de un bajonazo infame, epílogo del trato que ha recibido la ganadería de Sánchez Fabrés en Las Ventas esta temporada. El animalito murió de pie y sin abrir la boca. Hubo aficionados a los que no les gustó "Torrero". Personalmente, me quedo con ganas de ver más novillos de esta ganadería. Dicen que para el año que viene guardan una corrida de toros...; veremos si a este paso habrá "un año que viene".


La tarde se iba poniendo borde

Los tres últimos novillos fueron de Sobral, con dos buenos: cuarto y quinto. Ya jarreaba con ganas y los tendidos estaban prácticamente vacíos. Con lluvia y sin la mirada santa colomeña, el festejo se diluía irremediablemente. Mario Alcalde no volvió a salir de la enfermería y Jesús Fernández tuvo que matar otros dos novillos. Quizás nunca llegue a figura, pero este domingo ha tragado quina y se la ha jugado con franqueza, también con el estoque. Su compañero, Jesús Duque -que brindó el quinto a su apoderado, Alipio Pérez-Tabernero- cometió el error de alargar en exceso sus faenas sin realizar nada destacable. Su paso por Las Ventas ha sido incoloro, inoloro e insípido, como estas primeras aguas del otoño.

Estocada de Jesús Fernández

Finalmente, la novillada osciló entre los 464 y los 509 kilos. Entretanto, en La Maestranza, dos figuras del momento, Manzanares y Talavante, estoqueaban una corrida de Juan Pedro Domecq-Núñez del Cuvillo que estuvo entre los 509 y los 535 kilos. Cuando un supuesto novillo de Coquilla da en la báscula 548 kilos y las figuras matan animales de quinientos y poco en plazas de primera categoría -es decir, cuando hemos perdido todo sentido de la medida- estamos abocados al naufragio.

"Toro" lidiado por Manzanares este domingo en La Maestranza

"Novillo" lidiado por Jesús Fernández este domingo en Las Ventas