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miércoles, 14 de enero de 2015

Tres veces fea

Sólo por ver y oír cantar a Lolita Torres el tema Chulona en la película La edad del amor merece la pena haber nacido. La letra de este pasacalle de 1954 fue obra de Gerardo González y la música de Ramón Zarzoso.

 
Cuando sale esta chulilla
por las calles y las plazas,
por mirar mi figurita
hasta el tránsito se para.
Y a mi cola los galanes
que ya forman un millar,
con gracioso sonsonete
todos me suelen cantar...

¡Chulona!
Mírame, chulona mía,
no me dejes de mirar.
¡Preciosa!
óyeme, mariposita,
porque yo te quiero hablar.

 
La edad del amor resultó un éxito en todo el mundo, muy particularmente en la Unión Soviética. Tanto fue así que su protagonista, la argentina Lolita Torres, hija de un telegrafista de ferrocarril, participó en el Festival de Cine de Moscú en 1961. El marido de la bailarina rusa Maia Plissetskaya, Rodión Schedrín, compuso para la actriz de Avellaneda una ópera española titulada Lolita, que más adelante se estrenó en Noruega. El escritor Jorge Asís, escribió sobre esta artista de voz frágil: "Era notable la pasión que aún despertaba Lolita Torres, una argentina agallegada que había atravesado el corazón virginal de todas las rusas. Les había renovado la existencia de sentimientos...".
 
 
He recordado la versión que Lolita Torres hizo de la salerosa Chulona gracias a la última memez de Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio sobre la Violencia de Género del CGPJ, quien ha declarado: "El piropo ha sido siempre permitido y se ha asumido como algo normal, pero lo cierto y verdad es que supone una invasión en la intimidad de la propia mujer [...] Para no escuchar los comentarios de este tipo y aunque sean bonitos, buenos y agradables y sean actitudes absolutamente permitidas en nuestra sociedad, deben ser erradicadas". El piropo, flor de los labios desprendida, desde ese momento, dejó de ser español como una bata de cola. Descanse en paz.
 
 
Soy vendedor de piropos,
¿quién me los quiere comprar?
Si le acepto yo un piropo,
lo tendrá que regalar,
los requiebros son suspiros,
que dicen cosas de amores.
A las hembras de bandera
que van regando la flores.
 
 
Ni tres veces guapa, ni leches. Ahora, gracias a la señora Carmona, TRES VECES FEA, que es mucho más liberador.
 
 
Estás que arrebatas preciosa
estás de lo más retrechera
estás tan bonita y graciosa
que luces airosa tu sal postinera
estás tan soberbia y airosa
que luces mimosa tu gracia chispera.

Cuando me miras morena
de adentro del alma un grito se escapa
para decirte muy fuerte
¡Guapa, guapa y guapa!

lunes, 12 de mayo de 2014

Ganaderías cariñosas, mantecosas y melosas


Vamos a ver, señores. Un poquito de cordura o el asunto se nos va de las manos. Por aquí se escucha que la corrida de José Escolar ha decepcionado a la afición de Madrid. Que los toros estaban aguados, que mansearon en el caballo, que anduvieron faltos de casta, que aburrieron al más bendito. ¿Y qué esperaban ustedes de unos animalitos que llevaban por nombre "Cariñoso", "Mantecoso" y "Meloso"? ¿Tigres de Bengala? ¡De decepción, ni mijita! Don José Escolar, anunciándolo por derecho desde el momento sagrado del bautismo, está poniendo la ganadería blandita y en pomada: cariñosa, mantecosa y melosa.
 
 
Supongo que este exceso de mantecosidad será para ir en concordancia con el planteamiento festivo del famoso "Tendido Once", situado en los bajos del 9 y el 10. Un espacio de "copas, tapeo, exposiciones y música" (sic). Las hojillas volanderas que reparten por la plaza cuentan que el chef Paco Roncero ha desembarcado en "una renovada Sala Alcalá" en la que se puede reservar mesa al "medio día" (así, separado, que queda más moderno)  para "disfrutar de una propuesta gastronómica que combina presente y futuro del mundo taurino". La redacción tiende más a macarrónica que a mantecosa. En fin.
 
 
Pero aún hay más. Porque este año, en Las Ventas, el sufrido aficionado puede encargar su bebida desde el móvil a través de una sofisticada APP. "Ahora puedes pedir tu consumición en cualquier momento desde tu teléfono", anuncian en los programas de mano. Se acabaron las voces de aquel simpático vendedor que pregonaba por el tendido: "¡¡Hay whisky, Coca-Cola, cerveza...!!". Y, si nadie reclamaba sus servicios, protestaba: "Estáis de secano hoy, ¡hay que beber más! Whisky, Coca-Cola, cerveza... Hay whisky".
 
 
En medio de tanta modernidad, ¿a quién se le ocurre exigir un toro que ande trasteando la bragueta o que tome la muleta hasta el final? Cariñoso, Mantecoso y Meloso, he aquí vuestro reino.
 
 

jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Oyes las teclas del telégrafo? ¡Qué hermosa música!

Los SMS (Smart Messaging System) han cumplido veinte años. Y ya agonizan. Recuerdo cuando envié el primero a través de un robusto Alcatel de plástico azul: ciento sesenta caracteres en una pantalla diminuta que sólo entendía de mayúsculas. Fue un poco antes de aquella milongada bautizada como Efecto 2000. Ahora nos comunicamos por WhatsApp ("Er Guasa", según pronunciación andaluza), que también tiene los días contados ante el desembarco de Line.

 
Gracias a Samuel Morse, a mediados del siglo XIX, el telégrafo se había convertido en el último grito tecnológico y más de una docena de cables cruzaban el océano Atlántico. El primer mensaje telegráfico fue: "¡Qué maravilla ha creado Dios!", y se envió desde Washigton hasta Baltimore, el 24 de mayo de 1844. A pesar de la invención del teléfono en 1876, conocido como el "telégrafo de los sonidos", la gente siguió enviando telegramas hasta la Segunda Guerra Mundial. La tarifa por este servicio se cobraba en función del número de palabras que componían el texto, lo que favoreció una redacción breve y concisa, a diferencia der Guasa, que estimula una irrefrenable verborrea.

 
Uno de los libros más hermosos y purificadores que se han escrito es "La comedia humana", de William Saroyan. En él, a través de la noble mirada de Homero Macauley, un chico de catorce años que comienza a trabajar como repartidor en la oficina de telégrafos, se narra el devenir de un pueblo norteamericano -Íthaca- durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

 
"Anochecía en Ithaca cuando Homero llegó por fin a la Central de Telégrafos. El reloj de la ventana señalaba las siete y dos minutos. En la oficina, Homero vio a míster Spangler, el jefe de Telégrafos, contando las palabras de un telegrama que un joven de aspecto cansado y preocupado, de una edad aproximada a la veintena, acababa de entregarle.
 
[...] El jefe de Telégrafos calló, y luego continuó:
- ¿De verdad que te gusta este empleo?
- Voy a ser el mejor mensajero que haya tenido nunca esta Central -contestó Homero.
- Eso está muy bien. Pero tienes que cuidar de no hacerte daño; no vayas demasiado aprisa. Trabaja con rapidez, pero no vayas demasiado aprisa. Sé educado con todo el mundo y descúbrete en los ascensores y, sobre todo, no pierdas nunca un telegrama.
- Sí, señor.
- El trabajo de noche es diferente del de día -continuó míster Spangler-. Llevar un telegrama a los barrios bajos o a las afueras puede asustar a un tío; nada, tú no te asustes. La gente es la gente. No te asustes de nadie. ¿Cuántos años tienes?
Homero tragó saliva.
-Dieciséis.
- Sí, ya lo sé -contestó Spangler-. Ya lo dijiste ayer. No podemos admitir a ningún chico a menos que tenga ya los dieciséis, pero pensé que podríamos probar contigo. ¿Cuántos años tienes?
- Catorce -dijo Homero.
- Bien; dentro de dos años tendrás dieciséis.
- Sí, señor -dijo Homero.
 
[...] - Muy bien. Desde ahora quedas admitido en firme. Formas parte de este equipo. Fíjate en todo, escucha con atención y mantén tus ojos y oídos bien abiertos. -El jefe de Telégrafos miró al vacío y luego continuó-: ¿qué planes tienes para tu porvenir?
- ¿Mi porvenir? -dijo Homero. Estaba en un aprieto porque toda su vida, día a día, había estado ocupado forjando planes para su porvenir, aunque sólo fuese un porvenir para el día siguiente-. Bien -dijo-. No lo sé con seguridad, pero me gustaría ser alguien algún día. Quizás compositor, o algo así, algún día.
- Eso está muy bien, y éste es el sitio apropiado para empezar. Música alrededor tuyo, música de verdad, extraída del mundo, extraída del corazón de las gentes. ¿Oyes las teclas del telégrafo? ¡Qué hermosa música!
- Sí, señor -dijo Homero.
Spangler preguntó de pronto:
- ¿Tú sabes en qué lugar de Broadway está la pastelería Chatterton? Toma un cuarto de dólar. Ve a buscarme dos empanadas de manzana y crema de coco, que sean de ayer. Dos, valen un cuarto.
- Sí, señor -dijo Homero.
 
Tomó la moneda que Spangler le alargaba y salió corriendo de la oficina. Spangler se quedó mirándolo como si quedara sumido en un sueño vago, placentero y nostálgico. Cuando salió de su sueño, se dirigió al telegrafista y le dijo:
 
- ¿Qué piensa usted de él?
- Es un buen chico -respondió míster Grogan.
- Creo que sí -dijo Spangler-. Es de una humilde y honrada familia de la calle de Santa Clara. El padre murió. Un hermano en el Ejército. La madre trabaja empaquetando durante el verano. La hermana va al Instituto. Pero él tiene un par de años de menos.
- Yo tengo un par de años de más -dijo míster Grogan-. Con el tiempo le pasará.
Spangler dejó su pupitre.
- Si me necesita -dijo-, estaré en lo de Corbett. Pueden repartirse las empanadas entre los dos".

 

martes, 3 de septiembre de 2013

Las cuatro y ocho minutos del siglo XIX


Este verano, mi padre ha recibido un regalo de su cuñada Emilia. Se trata de un reloj. Hasta aquí, la anécdota tiene poco interés. Sin embargo, la historia mejora cuando descubrimos que se trata de un reloj de bolsillo Remontoir del siglo XIX anclado en las cuatro y ocho minutos.

 
Realizando arduas averiguaciones, descubrimos que aquel peluco lo compró mi bisabuelo, Antonio Pérez Silgado, o quizás mi tatarabuelo, cuyo nombre nadie recuerda. No en vano, en la tapa de oro de 18 kilates aún pueden leerse dos iniciales grabadas: "AP", Antonio Pérez, igual que el celebérrimo ganadero charro. Aquel Antonio Pérez Silgado, nacido en Ayamonte, trabajó de contable en la principal conservera de la zona: "Pérez y Feu", dedicada a la salazón de sardinas y atún fundamentalmente, bajo las marcas de Lola y Rita. Los datos deben ser verídicos porque, si uno se acerca mucho al reloj y sus grandes números romanos, aún desprenden cierto olor a pescado.

 
El ayamontino Antonio Pérez contrajo matrimonio con Amalia Theotonio Feria, una bonita portuguesa nacida en Serpa. Suponemos que, a causa de la hora de diferencia entre Portugal y España, Antonio tuvo que cambiar con frecuencia las manecillas de su reloj. Esto, probablemente, enloqueció a la maquinaria jerezana -el reloj fue vendido por José Ocón, popular joyero de la capital del caballo- y, un buen día, cansada por tanto movimiento, decidió detenerse a las cuatro y ocho minutos.

 
Antes de quedarse sin reloj, Antonio Pérez tuvo tres hijas: Amalia, Carmen y Emilia, mi abuela. Por falta de varones en la familia, el peluco fue guardado en un cajón hasta que este verano acabó en las manos de mi padre, un hombre que se debate entre su nuevo iPad y la hora del siglo XIX.
 
"Reloj detén tu camino...."

El dilema del hombre moderno
mientras resuelve "el truco del almendruco"
 
Y hablando sobre el tiempo, este 4 de septiembre, cumplimos un año. El blog "Contraquerencia" ya es añojo. Gracias por leernos.
 
 

miércoles, 17 de julio de 2013

Del mercado de ganado al "gastrobar"

"Eran unas covachas abiertas en el muro de la iglesia, a veces defendidas por una pequeña cristalera, otras de par en par sobre la plaza del postigo, que sólo a la noche se cerraba. Dentro, tras el mostrador, silencioso y solitario, aparecía un viejo pulcro, vestido de negro, que lleno de atención pesaba algo en una minúscula balanza, o una mujer de blancura lunar, el pelo levantado en alto rodete y sobre él una peineta, abanicándose lentamente. ¿Qué vendían aquellos mercaderes?".
(Luis Cernuda)
 
 
Hasta hace no mucho, todas las mujeres de este país tenían un tendero y, los hombres, un barbero. En ellos confiaban sus bienes más preciados: las pesetas que entraban en el hogar, en el caso de ellas, y el pescuezo en el caso de ellos. Ahora, los psicólogos/psicoanalistas, entrenadores personales y monitores de pilates/kick boxing, han derrocado a los barberos y tenderos. El 39% de los jóvenes entre 18 y 30 años nunca compran en tiendas de barrio. "No importan el sexo o la edad -publica en un informe Axesor-, lo cierto es que tarde o temprano, casi todo el mundo (93,4%) termina pasando por un centro comercial para hacer la compra. A los centros comerciales les siguen los supermercados (79,4%) y los hipermercados (59,1%)".
 
Plaza de abastos de Algeciras
 
Si los pequeños comercios tradicionales agonizan, en poco tiempo, las plazas de abastos se convertirán en estupendas explanadas para que nuestros jóvenes hagan botellones. ¿Se han fijado en la proporción de personas menores de 30 años que van a hacer la compra a un mercado? Tanto es así que, en Madrid, algunos viejos mercados, como el de San Miguel o San Antón, están siendo transformados en "nuevos centros urbanos y cosmopolitas" con espacios culinarios, vinoteca, parking subterráneo y wi-fi.
 
Ración de ostras en el mercado de San Miguel

Hamburguesería en el mercado de San Antón
 
Hace menos de un siglo, aún vendíamos cerdos en los arrabales de nuestros pueblos. Ahora, que hemos decidido cambiar la tienda de ultramarinos por el centro comercial, donde antes hubo un mercado, han montado un gastrobar.
 
Mercado de ganado en El Arrabal de Salamanca

Vendedoras de patatas

Vendedor de ajos y pellejos

Antes, la mayor delicatesen de cualquier mercado era una churrería
 

sábado, 6 de julio de 2013

Un "enfant terrible" en el cine de verano

Tan cierto como que después de la tempestad llega la calma, en Madrid, incluso durante los días más calurosos, al llegar la madrugada, se levanta una brisa que barre todas las miserias acumuladas durante las horas de luz. Como aquel cuadro de Hopper en el que un hombre, ya sin americana, acaba de regresar a casa después del trabajo y se dispone a rastrillar una pequeña parcela a la puerta de su vivienda. Durante el verano, el ocaso en Madrid se comporta igual que este personaje de Hopper.

 
Además de la brisa, proliferan otros bálsamos, como los cines de verano. El que organiza el Institut Français (C/Marqués de la Ensenada) en mitad de su bucólico patio resulta especialmente charmant. Este jueves, al abrigo de la silueta de las Torres de Colón, proyectaron la vida de Gainsbourg, "Vie héroïque", de Joann Sfar. En la invitación se incluía una advertencia que, por supuesto, nadie cumplió, pues hacía una noche merveilleuse: "En caso de lluvia o viento fuerte, la proyección se cancelará. Si es friolero, no olvide traer su mantita".  

 
Para contarlo todo, la agitada vida de Gainsbourg tampoco casaba bien con aquellas primorosas mantas de ganchillo que tejían nuestras abuelas. Probablemente, de su desenfreno vital tenía parte de culpa su ascendencia rusa y, por supuesto, la época que devoró: la Francia de los 60-70. A pesar de su rotundo perfil judío de ojos saltones, prominente nariz, orejas superlativas y extrema delgadez -solía decir que la fealdad era superior a la belleza porque duraba más-, de voz cadenciosa, fumador y bebedor empedernido, enfant terrible, provocador, irreverente, libertino, violento y amante de los excesos, fue también un seductor infatigable que conquistó a las mujeres más deseadas de la época: Brigitte Bardot, Jane Birkin, Juliette Grecó, Vanessa Paradis, Isabelle Adjani... Vivió obsesionado con la Lolita de Nabokov y se propuso "pervertir" a la juventud. Su caos interno quedó reflejado en su obra: empezó con la chanson, rivalizando con Brassens o Brel, y terminó componiendo una versión reggae de La Marsellesa.
 
 
Su tema más conocido es el que grabó a dúo con la Birkin, "Je t´aime... moi non plus" (1969), que Franco, por supuesto, censuró de inmediato. En aquel año, la canción del verano en España fue "María Isabel", cantada por Los Payos. También en 1969, Marifé de Triana estrenó la copla "Compañero". Comparen ustedes mismos.
 
 
La actual clase política europea, la del progreso y las libertades, es hija, culturalmente, de Gainsbourg y compañía. Pero aquí, en España, tras más de treinta años de dictadura, hemos desembocado en la misma moral chusca donde "todo vale", a la vez que se penaliza la responsabilidad individual y la búsqueda de la excelencia. Distintos ríos -uno llamado "Je t´aime... moi non plus" y otro "María Isabel"- que convergen en el mismo lodazal. Al menos, aún refresca de madrugada para no morir de asfixia.   
 
 
 

lunes, 1 de julio de 2013

¿Te apetece un día redondo?


"Maldito el día en que decidieron empaquetar un Donut". En 2009, en un arrebato de modernidad, Panrico invirtió una fortuna en I+D para colocar en el mercado bollos envasados al vacío, en vez de seguir vendiendo los productos "del día" en panaderías y bares, su punto fuerte. Fue la causa del naufragio de la compañía, que quedó al borde del preconcurso de acreedores. Con el agua al cuello, los nuevos gestores de Panrico han reconocido su error y han vuelto a vender sus clásicas rosquillas agujereadas dentro de cajitas de cartón. Ha quedado demostrado que el secreto de su éxito se esconde en los bollos duros que, de una mojada, chupan todo el café y parte de la taza.  
 
 
Aunque los donuts llegaron a España hace 50 años de la mano de Andrés Costafreda -inventor, también, del Bollycao-, toda esta bollería de inspiración norteamericana me resulta tosca y chabacana. Donde sirvan un buen croissant, un bollo de leche o una magdalena de toda la vida, que se quite el donut. ¿Existe algo más exquisito a primera hora de la mañana que la bollería fina y esponjosa, recién horneada, poco grasienta y sin exceso de azúcar, que todavía se encuentra en algunas tahonas? Hace poco, los dueños de la pastelería soriana Barranco me recordaron el maravilloso olor y sabor de la bollería clásica. En su pequeña mantequería, mientras te ponen un café, van sacando bandejas llenas de croissants dorados, resplandecientes napolitanas y quebradizos suizos.
 

Lástima que estas delicias estén perdiendo la batalla ante la panadería industrial y la moda de los muffins y cupcakes. ¿Cuál será el próximo tormento a la hora del desayuno? Según se rumorea, los cronuts, un engendro mitad donut, mitad croissant.  
 
La serie "Sexo en Nueva York" fue la responsable
de la moda de los dichosos cupcakes
 
La buena bollería es, como la sintaxis, una cualidad del alma. Poesía pura. Sirva como demostración que uno de nuestros mejores literatos, uno con mucha miga, Pío Baroja, antes de convertirse en novelista fue panadero en Madrid.
 

"En la tahona, para comenzar el aprendizaje le pusieron en el horno a ayudar al oficial de pala. El trabajo era superior a sus fuerzas. Se tenía que levantar a las once de la noche, y comenzaba por limpiar con una raedera unas latas de hierro, en donde se cocían bollos, pasándolas, después de frotadas, con una brocha untada en manteca derretida; hecho esto, ayudaba al oficial de pala a sacar la brasa del horno con un hierro; luego, mientras el hornero cocía, iba cogiendo tablas pesadísimas, cargadas de panecillos, y las llevaba del amasadero, a la boca del horno; y cuando el oficial metía los panecillos dentro, volvía Manuel con las tablas al amasadero. A medida que el pan salía del horno, lo mojaba con un cepillo empapado en agua, para dar brillo a la corteza. A las once de la mañana se concluía el trabajo, y en los intervalos de descanso, Manuel y los trabajadores dormían. La vida allí era horriblemente penosa.

[…] La vida en la tahona era antipática y molesta; el trabajo, abrumador, y el jornal, pequeño: siete reales al día. Manuel, no acostumbrado a sufrir el calor del horno, se mareaba; además, al mojar los panes recién cocidos se le quemaban los dedos y sentía repugnancia al verse con las manos infiltradas de grasa y de hollín. Tuvo también la mala suerte de que su cama estuviese en el cuarto de los panaderos, al lado de la de un viejo, mozo de la tahona, enfermo de catarro crónico, por la infiltración de harina en el pulmón, que gargajeaba a todas horas".
(Pío Baroja, "La Busca", 1904)

martes, 4 de junio de 2013

El afán por deconstruir: la patatita y el trocito de chicha


EL APERITIVO:
- Yogur helado, rábano picante y eneldo.
- Almendra, rosa, miel, azafrán, yogur y especias.
- Miso, dashi de nata y tempura.
- Caldo de ceviche.
- Guacamole, cilantro y agua y semilla de tomate.
- Tartaleta de chanquetes.
- Tortilla de alcachofas.
- Brioche de trufa blanca.
- Corteza de cochinillo con bellota de naranja y clavo.


EL MENÚ:
- Trigo verde con sardina ahumada y helado de pan tostado con aceite.
- Ensalada de otoño con salsifí, castaña, boniato, tupinambo, hojas y pipas de calabaza, boletus edulis, remolacha, destilado de tierra, mandarina y trufa.
- Mousse de aceituna gordal picante con buñuelo de aceituna negra.
- Helado de aceituna manzanilla, pan tostado con aceite y gelés de hinojo y ajedrea.
- Espárragos blancos helados y láminas de trufa.
- Gamba roja de Palamón en su bisque con velouté de placton, algas y agua de gamba.
- Besugo del Cabo de Creus a la brasa con salsa cítrica de naranja sanguina, pomelo y mandarina.
- Salmonete relleno de su hígado sobre un canapé de suquet.
- Mollejas de ternera con mayonesa de nueces al limón.
- Ventresca de cordero al humo de brasa de encina con berenjena blanca, regaliz y café.
- Royal de liebre.


Y ustedes me preguntarán: ¿y esto qué eh lo que eh? Pues el menú "Festival" del Celler de Can Roca, el mejor restaurante del mundo. Cuesta 165€ por persona. Aserejé. Tres hermanos gerundenses, los Roca, llevan el negocio: Joan (chef), Jordi (repostero) y Josep (sumiller). Las tres "Jotas" de la cocina..., una versión gastronómica de Juanito, Jaimito y Jorgito.
 

La madre de Joan, Jordi y Josep se llama Montserrat Fontané, es cocinera, tiene 76 años y aún está en la primera línea de los fogones. "¿Qué haría yo si no pudiera bajar a mi cocina? ¿Jubilarme y dejarlo todo? No, no, ni hablar", decía recientemente en una entrevista a la revista Mujer Hoy. "A la hora de la comida estoy siempre aquí, siempre. Por si una cacerola se pega... Yo toda la vida he comido de pie en la cocina [...] De pie la comida baja más rápido". Los calamares, el arroz a la cazuela y los canelones de Montserrat son conocidos en toda Gerona. "No me podía imaginar en toda la vida que se pudiera transformar la cocina de la manera en que lo han hecho ellos [sus hijos] y todos los cocineros importantes. Que se podía coger una alcachofa y convertirla en una flor. Yo la cortaba y a la freidora...". Una mujer de sólidos principios que se pasa el helado de aceituna por el arco del triunfo.
 

En un concurso de cocina que emite Televisión Española donde participan cocineros amateurs, MasterChef, un chico de Valencia obsesionado con la nouvelle cuisine soltó el otro día que, de guarnición, iba a preparar "pétalos de tomate". Otra concursante, un ama de casa de toda la vida, replicó con cordura: "¿Cómo ha dicho? ¿Pétalos de tomate? ¡Venga, por el amor de Dios! ¡Pues tomate y punto!".
 
 
El periodista Santiago González sostiene que la nueva cocina es un retroceso a la infancia, a la época de los potitos, los purés y los biberones. En nuestra sociedad esquizofrénica, absurda, cursi y pueril -no olviden que hoy arranca en Madrid la semana del "Arte y la Cultura"-, un filete con patatas se ha convertido en un plato vulgar. Ahora hay que servir la chichita acompañada por una patatita. Y en plato cuadrado.
 
 

viernes, 10 de mayo de 2013

Cuidados básicos masculinos


¿Se acuerdan ustedes de Pimpón? Era un muñeco con cara de cartón que, temerariamente, se lavaba la carita con agua y con jabón. No le iba la marcha y, todas las noches, cuando daban las doce, se retiraba a dormir como un clavo. Pues bien: los consejos del soso Pimpón están completamente desfasados. Los hombres de nuestra era -aunque muchos siguen teniendo la sesera de cartón- ya no se lavan la cara con agua y con jabón.


Una escandalizada estudiante de arquitectura, junto a una nota que decía: "por favor, escríbete un contrapost ya, ¿qué coño ha pasado con los hombres?", me ha remitido al blog de un actor de cine español (un tal Quim Gutiérrez) donde detalla los "cuidados básicos" que debe seguir todo macho del siglo XXI.
Arranca así el artículo: "Al tener que maquillarme y desmaquillarme por motivos laborales, tuve que perder los complejos con las cremas muy pronto para intentar llegar a la madurez epidérmica con una piel más o menos en condiciones". La tersa criatura, cada mañana, se echa en la carita un gel limpiador, un tónico, una crema hidratante y un reparador "for men". PIM-POM.


¿Se imaginan a Marlon Brando, Kirk Douglas o Burt Lancaster usando un gel limpiador? En 2013, hasta los picadores usan crema anti ojeras (no es broma). De las figuras, una ya espera cualquier cosa. Así, en una entrevista para ABC, José María Manzanares reconocía que se aplicaba crema hidratante a diario: "Ser torero y no ser un poco vanidoso es difícil". No sé si Antoñete, por ejemplo, tendría un tarro de Nivea en la mesita de noche. Lo dudo mucho.


Desde los años de Pimpón a los de Bob Esponja, hemos pasado del género masculino al epiceno, aunque, muy hidratado, eso sí. Algunas mujeres, sin embargo, aún se resisten a convivir con un hombre que les roba los cosméticos. ¿Qué será lo próximo? ¿La lencería?