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lunes, 15 de diciembre de 2014

Macarrones caldosos


"No hubiera necesitado esta hermosa Dolores Vargas intentar en los comienzos de su carrera artística imitar el estilo de Lola Flores, puesto que condiciones posee para cimentarse una personalidad propia [...] De Quintero, León y el maestro Gordillo son los Tientos del cariño, estrenados por Dolores Vargas. Aunque la canción moderna, impuesta por la juvenil nueva ola, haya obligado a estrellas y luceros de las variedades a transigir con esta moda invasora de emisoras de radio, pantalla de la televisión, escenarios y discos gramofónicos, aún permanecen fieles al folklore español, especialmente el andaluz, figuras como Dolores Vargas, y deseable es que no cante como otras, bulerías, tanguillos y pasodobles con ritmo ye-yé, licencia que no deja de ser una aberración musical".

Álvaro Retana, Historia de la Canción Española (1967)
 
 
Efectivamente, hermana del Príncipe Gitano, y apodada "La Terremoto", quizá porque su dinamismo interpretando la canción andaluza guardaba gran semejanza con el estilo que acreditó a Lola Flores, María Dolores Castellón Vargas tenía gracia para dar y regalar a manos llenas. En 1974, decidida a triunfar en todo el mundo, se presentó a la selección interna de TVE para representar a España en el Festival de Eurovisión, que ese año se celebraba en Brighton. Su canción llevaba por título Macarrones e intercalaba alguna palabrilla en inglés, como very good o sexy bomb.
 
Dolores, Dolores, very good Dolores,
Dolores, good, good Dolores, Dolores,
sexy bomb Dolores, Dolores, ole, ole.
Mis macarrones caldosos son
los que hago, señores.
Mis macarrones caldosos van
con su tocino y morcilla.
Mis macarrones caldosos y
su patatita y judías.

 
 
Finalmente, el representante español que viajó a Brighton fue un paisano de "La Terremoto": el rumbero Peret, que interpretó Canta y sé feliz, quedando décimo. En aquella edición, la protagonista de Grease, la británica Olivia Newton-John, también participó en Eurovisión con el tema Long Live Love (cuarto puesto), aunque la canción triunfadora fue Waterloo de ABBA.
 

lunes, 3 de noviembre de 2014

Las mejores versiones... o perversiones

La BBC ha preguntado a sus oyentes cuáles son las mejores versiones de la historia de la música y, con el resultado, ha elaborado un listado que es una mamarrachada. En el "top ten" de la emisora británica sólo se libran de la quema el "Hurt" que Johnny Cash versionó en 1994 y el "Hallelujah" de Jeff Buckley. Lo demás, pura morralla, empezando por el tema más votado: la versión que los Pet Shop Boys realizaron del clásico "Always on my mind" de Elvis. Los ingleses vuelven a demostrar que perdieron el buen gusto en la noche de los tiempos.
 
 
Para remediar este desaguisado, desde "Contraquerencia", publicamos una lista de versiones alternativas, todas ellas memorables, de canciones con letra en inglés que hemos adaptado a nuestra manera. Sugerimos a la BBC que tome buena nota.
 
 
1-. El Príncipe Gitano canta "In the Ghetto", tema popularizado por Elvis en 1969:
 
 
2-. Raphael canta "The Age of Aquarius", compuesta para el musical Hair en 1967:
 
 
3-. Los Manolos cantan "All my loving", escrita por los Beatles en 1963:
 
 
4-. Los Sobraos cantan "Wonderwall", éxito de Oasis en 1995:
 
 
Lástima que Emilio El Moro no se metiera con el inglés, porque habría acabado con el papel.

jueves, 5 de diciembre de 2013

De "chica Chicote" a calzar medias de cristal

Enseñando las garras de astracán,
reclinaba en la barra de “Chicote”,
la “bien pagá” derrite, con su escote,
la crema de la intelectualidad.
Permanén, con rodete Eva Perón,
“Parfait amour”, rebeca azul marino,
-”Maestro, le presento a Lupe Sino,
lo dejo en buenas manos, matador”-
Y, luego, el reservao en “Gitanillos”,
y, después, la paella de “Riscal”,
y, la tarde del manso de Saltillo,
un anillo y unas medias de cristal.
 

¿Quién era Lupe Sino antes de que le presentaran a Manolete, cierta noche, reclinada sobre la barra de Chicote? Los biógrafos más amables, escribieron que actriz o cantante; los más crudos -y probablemente realistas-, prostituta en el Madrid de postguerra. Sobre sus comienzos, se conoce su verdadero nombre -Antonia Bonchalo Lopesino- y poco más. ¿Era Antonia, chica de Chicote, una oscura clavellina que, hasta conocer al torero cordobés y calzar medias de cristal, iba de esquina en esquina, volviendo atrás la cabeza?
 
Soy la que no tiene nombre,
La que a nadie le interesa,
La perdición de los hombres,
La que miente cuando besa.
Ya...lo sabe... Yo soy... ésa...


Sobre la juventud de Lupe Sino, escribe El Zubi en el Diario de Córdoba: "Siendo sólo una chiquilla, entró a servir como criada en casas de señores adinerados, huyendo de la inmensa pobreza en la que nació un 6 de marzo de 1917 en Sayatón, en la provincia española de Guadalajara, pues su padre Nicomedes Bronchalo Sánchez, de fuertes convicciones republicanas, era un humilde peón agrícola, que apenas ganaba para dar de comer a los nueve hijos que tuvo".
 
Lupe al lado de su primer marido
 
Después de servir como criada en el Barrio de Salamanca, consciente de su belleza y deseosa de ganar dinero para mantener a sus hermanas, Antonia pasó a trabajar como actriz en una sala de espectáculos madrileña. ¿Y luego? En este punto, entra en escena Andrés de Miguel, sociólogo y excelente aficionado que frecuenta la tertulia taurina del CEU cada jueves. Charlando acerca de Manolete, Andrés, generosamente, se ofreció a mandarme unas líneas sobre Lupe Sino que un amigo suyo había encontrado por casualidad mientras buscaba documentación sobre la Guerra Civil. A los pocos días, recibí este texto en mi correo:
 

"Manuel Salgado Moreira y Antonio Verardini, ingeniero de padre italiano y amigo personal de Cipriano Mera, se inventan en diciembre de 1936, una embajada, la de Siam, país como de las mil y una noches, y la montan con una bandera de fantasía en un chalet que ya no existe en la calle Juan Bravo 12. Para llenarla de gente que buscaba desesperadamente la seguridad de las embajadas se valen de un individuo de la alta burguesía madrileña Alfonso López de Letona, señorito calavera, ocasionalmente pistolero derechista. A los que llegan, los recibe Antonio Verardini como “canciller de la embajada”, mientras que Salgado Moreira había puesto micrófonos por todas partes para espiar a los “asilados”. Todo como una divertida película de espías excepto que en el Madrid de la época aquello acababa con un tiro en la cabeza.

[…] De Antonio Verardini sí que os voy a contar una historia real como la vida misma y porque no, divertida. En 1937 se casa con una mujer llamada Antonia Bronchalo Lopesino y por las fotos que se tienen de ella extraordinariamente bella. Antonia procedía de una familia numerosísima y muy humilde de un pueblo de Guadalajara y como muchas otras mujeres se había venido a Madrid “a servir” huyendo del hambre, pasado un tiempo se plantea que tiene suficientes “armas” desparpajo y belleza como para probar suerte en el mundo del espectáculo y así lo hace con el nombre artístico de Lupe Sino y de esta forma le sorprende la guerra y así la conoce Antonio  Verardini que se casa con ella por todo lo alto, siendo testigos de su boda nada menos que el general Miaja y Cipriano Mera, también asiste como invitado el todopoderoso Eduardo del Val secretario del Comité de Defensa de la CNT. Es decir de golpe y porrazo Antonia Lopesino se encuentra codeándose con toda la “jet set” de la izquierda en Madrid.


A medida que el ejército republicano iba perdiendo la guerra, el agudo instinto de supervivencia de Lupe Sino volvió a hacer acto de presencia. En los albores de 1939, la pareja se separó: Antonio escapó a Orán y Antonia permaneció en Madrid. Imaginamos que en aquellos años, hasta conocer a Manolete en 1943, la vida de Lupe no debió de ser fácil ni virtuosa. Junto al califa de los ruedos, la alcarreña de ojos verdes probó todos los lujos de la época: las medias de cristal, los reservaos en los restaurantes de moda, la famosa paella de Riscal, las joyas de Enrique Busián, los abrigos de astracán... Sin embargo, doña Angustias, la recelosa madre de Manolete, nunca confió en aquella mujer que, hasta entonces, había demostrado una asombrosa capacidad para arrimarse al sol que más calentaba.  



Cuando el sol Manoletino se eclipsó tras la silueta de Islero, un tanguillo cantado por el Príncipe Gitano recorrió España: "La novia de Manolete / ya no lleva más collares / porque Manolete ha muerto / en la plaza de Linares". Pero esta tragedia tampoco detuvo a Lupe, quien volvió a contraer matrimonio -casi por tercera vez- con un abogado mexicano. A pesar de sus múltiples biografías, seguimos sin saber los verdaderos motivos que movían a esta atractiva mujer: ¿se trataba de una Mantis religiosa? ¿De una adelantada a su época? ¿De una chiquilla con mala suerte? ¿De una superviviente nata? ¿De una criatura enamoradiza...? O, sencillamente, ¿de la nuera que ninguna suegra desearía tener?


Con doña Angustias, nos vamos de puente. Felices días de descanso
 

viernes, 25 de octubre de 2013

La vida es un toro, Manolo

En 1967, Antonio Retana, en su maravilloso libro Historia de la canción española, escribió: "Manolo Escobar, por su voz y su arte, es la figura más cotizada en el folklore varietinesco por la gracia de Dios. Y ya es millonario, naturalmente. La nueva ola de cancioneros folklóricos debiera ir a aprender de este gran artista la perfección en la mímica, la seriedad en el vestuario y la habilidad para hacer compatibles las canciones de ayer y las de hoy".
 
 
A finales de la década de los 50, en España, los espectáculos de variedades aún contaban con fieles seguidores, aunque pronto iba a comenzar la era de la canción moderna, con influencia primero de la música francesa e italiana y después de la anglosajona. Recuerdo una entrevista en la que, una reportera muy dicharachera, le preguntó a Manolo Escobar si él hacía música pop. Tras unos segundos de duda, con la simpatía que siempre le caracterizó, dijo que lo suyo tiraba más a música pop... popular. ¡Qué viva España y el castellano de toda la vida!
 
 
Publicó Manuel Román en su obra La copla y los toros: "En la postrera etapa de la canción española surgieron nuevos nombres. De ellos, el más significativo fue Manolo Escobar. Un cancionero con estilo propio, aunque en el fondo siguiera la línea que Pepe Blanco impusiera veinte años atrás. Varonil, defendiendo costumbres autóctonas, con estilo folclórico aunque menos ligado a la música andaluza, pese a su ascendencia. Había nacido en El Ejido, Almería, en 1932, llamado Manuel García Escobar. Su padre tenía una fonda, el negocio se vino abajo y Manolo, con algunos de sus hermanos, emigró a Barcelona. Allí desempeñó modestos oficios hasta que en 1958 encontró en los concursos radiofónicos su trampolín para cantar. Tres años después empezaba su gran lanzamiento, con discos en el mercado y compañía propia, en la que iban tres de sus hermanos. Se hacían llamar Manolo Escobar y sus guitarras. El Porompompero fue su primer gran éxito. Lo había estrenado El Príncipe Gitano, en cuya compañía iba Manolo".
 
 
En la discografía de Manolo Escobar encontramos varias referencias a los toros, como fue el caso de una sevillana que levantó ampollas entre las feministas: "No me gusta que a los toros te pongas la minifalda, la gente mira pa´rriba porque quieren ver tu cara... y quieren ver tus rodillas". También cantó la rumba La vida es un toro: "La vida es un toro y hay que torearlo, si dejas que te embista puede hacerte daño. Con mucha valentía tienes que lidiarlo, cortarle las orejas y también el rabo". Y grabó, por supuesto, el pasodoble dedicado a una de las figuras de finales de los 60: Sebastián Palomo Linares.
 
 
El toro de la vida, que esta vez se presentó bronco y reservón, se llevó a Manolo Escobar el 24 de octubre de 2013. Descanse en paz entre acordes de pasodobles.
 
La vida tienes que tomarla
igual que un juego.
Si a veces se presenta amarga,
le pones menta y caramelo.
No seas nunca pesimista,
busca en las cosas el lado bueno,
que muchas veces los problemas
se nos presentan porque queremos.

 

miércoles, 3 de octubre de 2012

Versiones y perversiones: El Príncipe Gitano

"Me manda un amigo un vídeo extraordinario, impagable, que está en Internet: el Príncipe Gitano vestido de smoking, con faja negra y pajarita, cantando en supuesto inglés una versión fascinante, friki total, del In the ghetto de Elvis Presley. «Vas a alucinar», me anuncia en el mensaje adjunto. Y no tengo más remedio que decirle: llegas tarde, chaval. A mí del Príncipe Gitano no se me despintan ni los andares".


"Me encantaba ese tío. Sin reservas. Su pinta de chuleta, su manera de cantar. Tuve, además, el privilegio de verlo actuar en persona. Eso fue a principios de los ochenta, cuando el Príncipe Gitano ya estaba en el tramo final -y absolutamente cuesta abajo- de su carrera artística. Cómo sería lo de la cuesta, que yo iba a verlo, cada noche que podía, a un garito infame que entonces todavía estaba abierto en la Gran Vía de Madrid. No recuerdo ahora si se trataba del J'Hay o de La Trompeta, pero era uno de esos dos. Sitios de música y puterío, con moqueta raída, camareros con pinta de rufianes y mesas donde servían champaña chungo a lumis maduras y jamonas vestidas con trajes largos, como las de toda la vida. Y allí, en un escenario crujiente y cochambroso, pisando cucarachas y alumbrado por un foco, el Príncipe Gitano, cincuentón lleno de arrugas y teñido el pelo, pero todavía gitano fino y apuesto en trajes de corte impecable -entallados, con patas y solapas anchas-, desgranaba una tras otra las canciones que en sus buenos tiempos le habían dado dinero y señoras de bandera. Y yo, emocionado en mi rincón, haciendo como que bebía aquellos mejunjes infames, me calzaba sus actuaciones canción tras canción, disfrutando como un gorrino en un charco. Y juro por las campanas de Linares de Manolo Caracol que las pavas -en aquel tiempo las putas eran casi todas españolas- le tiraban besos y aplaudían como locas, y gritaban: «¡Príncipe, otra!... ¡Canta otra, Príncipe!... ¡El reloj! ¡Tani! ¡Rosita de Alejandría! ¡Los Mimbrales!». Y le decían guapo. Y el artista, obsequioso, chulillo, aún flaco y elegante pese a los años, se erguía en aquel escenario infame, sobre el fondo de polvorientos cortinones de terciopelo rojo y grueso, levantaba una mano haciendo círculo con el índice y el pulgar, y cantaba lo de: «Segá por el brillo de su dinero / dehó ar shiquillo». Y las lumis, lo juro, lloraban como criaditas oyendo el serial de la radio. Y a mí, sentado en mi rincón con el vaso de matarratas en la mano, se me erizaba el pellejo. Y en este momento me ocurre exactamente lo mismo al recordar, mientras le doy a la tecla".

Menos bromas con el Príncipe Gitano, que en sus años mozos era un galán que enloquecía a las mujeres. Escribía Álvaro Retana: "Ya no es Enrique Vargas aquel niñato gitano que desde el escenario del Reina Victoria soliviantaba al elemento femenino, recién debutado, con su gallardía de machito joven y su acertada interpretación del repertorio aflamencado. Pero al perder la adolescencia y ganar en reciedumbre varonil ha ganado también perfección artística". El repertorio del Príncipe Gitano se las traía...; su "Cariño de legionario", aunque en castellano, también era de "agárrense que vienen curvas". Se atrevía con todo, incluso con el francés...


Otra joya del repertorio era "Chivato", de José Antonio Ochaíta y Xandro Valerio. Ojito con la letra...:

"El oficio que aprendiste
tiene en baja su papel;
y aunque en oro te lo paguen
cobras odio y cobras hiel.
En lo más oscuro de tu nombre
llevas la condenación
y los niños y los viejos
te lo repiten: ¡Soplón!
¡Chivato! ¡Chivato!
Tu gallo canta la traición.
¡Chivato! ¡Chivato!
Te ciega el odio y la razón.
Una novia sufre y llora...
¡Chivato!
Una madre está penando...
¡Chivato!,
que tu soplo, en mala hora,
¡chivato!,
la virtud fue difamando...
Como lobo en los rincones
vives tú para morder
un rosal de corazones
cuando van a florecer.
Te ciega el odio y la razón
la sentencia de la gente,
aunque toque a rebato,
acallará tu voz...
Por traicionero,
por ser chivato...
¡Y aún queda Dios!"

Se llamaba Enrique Castellón Vargas y nació en Valencia en el año 1928, hijo de padres calés que se dedicaban a la venta ambulante y al trato de ganado. Él mismo contaba que empezaron a llamarle "príncipe" cuando una mañana, en la que su madre lo paseaba siendo aún niño, una vecina, sorprendida por su guapura y ojos claros, exclamó que parecía un príncipe. De joven quiso ser torero e, incluso probó suerte en algunos tentaderos y novilladas, pero el miedo pudo con su afición. A cambio, se dedicó al cante y al baile con un desparpajo sin parangón.


Firmaba Matanzos el 7 de abril de 1928 en el Diario de Zamora: "Del Príncipe Gitano sólo diremos que no le conocía nadie como torero hasta que ayer se vistió por vez primera, para torear con caballos, el traje de luces. Suponemos que haya sido este arresto una humorada del famoso cantaor. Su debut como torero -no podemos decir que como matador ya que no mató él a ninguno de sus dos enemigos-, su presentación en público no ha podido ser más desafortunada. Estas humoradas, genialidades si se quieren llamar, que tienen a veces los artistas, son muy peligrosas. Tanto que pueden terminar trágicamente. Que siga cosechando gloria y aplausos en el cante para el que Dios le ha concedido excepcionales facultades. Pues no creemos que pretenda trocar la sólida popularidad que ha logrado en su arte por estas genialidades que ofrecen el ruido tenebroso y los comentarios de los fracasos. ¡Lástima de tarde, y pobres toretes!".