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miércoles, 18 de junio de 2014

La Ley Cenicienta y la coronación de Felipe VI

Con el fin de acabar con la "crueldad emocional contra los niños", los hijos de la Gran Bretaña han inventado la "Ley Cenicienta", es decir, a partir de ahora, los padres que no den amor a sus criaturas acabarán en chirona.
 
 
El nombre "Cinderella Law" me parece sencillamente maravilloso. Nosotros, los españoles, también tenemos una Cenicienta ibérica: me refiero a la inminente reina, Letizia Ortiz, quien por arte de magia, ha pasado de periodista a princesa rockera amante de los zapatos.
 
 
Zapatos aparte, en esto de la coronación de Felipe VI se ha armado mucho revuelo porque don Juan Carlos ha decidido salirse de najas y no asistir a la ceremonia del jueves. Aunque pocos "tertulianos" han caído en la cuenta, los copleros ya vaticinaron los hechos: el niño Felipe, próximo rey de España, no tiene padre. O lo tiene, pero en paradero desconocido.
 
 
Copla 1-. Y sin embargo te quiero (Quintero, León y Quiroga)
 
Llorando junto a la cuna
me dan las claras del día;
mi niño no tiene padre
¡qué pena de suerte mía!
-Anda, rey de España, vamos a dormir.
Y, sin darme cuenta, en vez de la nana
yo le canto así [...]



Copla 2-. Con los bracitos en cruz (Molés, Alfonso y Naranjo)

Déjame que ponga un beso en tu frente
quiéreme aunque murmure la gente,
yo te he llevao en mis entrañas
te di sangre de mis venas
dime tú a mí, rey de España
si es no grande mi condena.
Con los bracitos en cruz,
iré a buscar a tu padre,
lo juro por mi salud
pa que siempre sepas tú
lo buena que es una madre.


¡Estos copleros! ¿Se pueden escribir nanas con mayor sentimiento y cariño? ¿Qué opinan sobre estas coplas los impulsores de la "Ley Cenicienta"? En su abandono, ¿padece Felipe "déficit de afectividad paternal"? A diferencia de los zapatos de Letizia, la subasta del cariño ni se compra ni se vende..., pero ésa es otra copla.

 

miércoles, 19 de marzo de 2014

La gastro-diplomacia

"¿Cómo se puede gobernar un país que tiene más de 246 clases diferentes de queso?" (Charles de Gaulle)
 

Los franceses poseen una expresión simpática para describir a las personas glotonas: "avoir un bon coup de fourchette" (literalmente, "tener un buen golpe de tenedor"), c´est á dire, "être un gros mangeur". Aunque está caquéctica, a juzgar por algunas fotos, Letizia d´Espagne a un bon coup de fourchette. Monsieur Hollande aussi.
 
 
La "gastro-diplomatie" es una delicada ciencia donde no se perdona "la faute de goût" ("la falta de gusto"). Para eso, los franceses son especiales. En 1957, durante una cena en el Elíseo, la reina de Inglaterra preguntó, inquieta, qué eran los "hérisson périgourdin au nid" que anunciaban en el menú. Isabel II respiró hondo cuando le explicaron que el "hérisson" ("erizo") consistía, en realidad, en una bola de foie espolvoreada con trufa y el "nid" ("nido"), un brioche adornado con láminas de almendras. Con razón las relaciones entre Francia y Gran Bretaña han resultado siempre caóticas.
 
 
También se lió  parda cuando, en los años 60, el general De Gaulle, en un intento por abreviar las comidas oficiales, suprimió el queso previo al postre. Un auténtico drama. Durante su mandato, Georges Pompidou fue el encargado de rehabilitar el amado "fromage" en la mesa. Cada presidente de la República ha tenido sus manías gastronómicas. Mitterrand, por ejemplo, sentía debilidad por las ostras, mientras que a Chirac le pirraban los caracoles. Petites bouchées présidentielles... Sin embargo, en los últimos años, la cocina del Elíseo se ha vuelto mucho más austera y han prohibido servir trufas y bogavante. Crise obligue!
 
 
Dejando a un lado el tenedor -pero no el cuchillo-, un asunto de alta diplomacia sigue siendo el protagonizado por la "ex" de Follande. Según unos amigos íntimos, Valérie Trierweiler es, en estos momentos, "una granada a punto de explotar". "¡Te destruiré como tú me has destruido!", gritó la Primera Dama a Flamby justo antes de entrarle el yuyu por la infidelidad de su marido con la actriz Julie Gayet. Qué atragantón.
 
 
 

martes, 1 de octubre de 2013

La empanada Bella Durmiente del Bosque


Antes de que Disney la convirtiera en una pastelosa y edulcorada película de dibujos animados en 1959, la leyenda de la Bella Durmiente fue una de las historias más hermosas -y machistas- que corrieron de boca en boca por la Europa medieval. Tras una primera versión en napolitano de 1697, el francés Charles Perrault inmortalizó definitivamente este cuento popular, hasta entonces oral, en su libro Les Contes de ma mère l´Oye, poniéndole por título Belle au bois dormant. Alrededor de 1815, los hermanos Grimm, menos misóginos, volvieron a publicar la historia, esta vez en alemán, Dornröschen.

 
El arranque era tal que así: "Vor Zeiten war ein König und eine Königin, die sprachen jeden Tag: Ach, wenn wir doch ein Kind hätten!". Que en castellano queda de la siguiente manera: "Hace muchos años vivían un rey y una reina quienes cada día decían: ¡Ah, si al menos tuviéramos un hijo! Pero el hijo no llegaba. Sin embargo, una vez que la reina tomaba un baño, una rana saltó del agua a la tierra, y le dijo: Tu deseo será realizado y antes de un año, tendrás una hija. Lo que dijo la rana se hizo realidad, y la reina tuvo una niña tan preciosa que el rey no podía ocultar su gran dicha, y ordenó una fiesta. Él no solamente invitó a sus familiares, amigos y conocidos, sino también a un grupo de hadas, para que ellas fueran amables y generosas con la niña. Eran trece estas hadas en su reino, pero solamente tenía doce platos de oro para servir en la cena, así que tuvo que prescindir de una de ellas.


La fiesta se llevó a cabo con el máximo esplendor, y cuando llegó a su fin, las hadas fueron obsequiando a la niña con los mejores y más portentosos regalos que pudieron: una le regaló la Virtud, otra la Belleza, otra la Inteligencia, la siguiente Riquezas, y así todas las demás, con todo lo que alguien pudiera desear en el mundo.



Cuando la decimoprimera de ellas había dado sus obsequios, entró de pronto la decimotercera. Ella quería vengarse por no haber sido invitada, y sin ningún aviso, y sin mirar a nadie, gritó con voz bien fuerte: ¡La hija del rey, cuando cumpla sus quince años, se punzará con un huso de hilar, y caerá muerta inmediatamente!. Y sin más decir, dio media vuelta y abandonó el salón. Todos quedaron atónitos, pero la duodécima, que aún no había anunciado su obsequio, se puso al frente, y aunque no podía evitar la malvada sentencia, sí podía disminuirla, y dijo: ¡Ella no morirá, pero entrará en un profundo sueño por cien años!".

 
Ya, desde la Edad Media, para evitar maldiciones, la sabiduría popular nos enseñaba a cuidar las relaciones públicas y a tener una nutrida vajilla.  

A Margarita también le gustaba enredar en la rueca
 
En el cuento de Perrault, sin embargo, las hadas no regalan inteligencia a la princesa, por lo que suponemos que el escritor francés tuvo que plantearse dos cuestiones. Primer punto: ¿para qué necesita una princesa ser inteligente? Y segundo punto: ¿la inteligencia es compatible con el género femenino? No en vano, a mitad del cuento, la atolondrada princesa, conociendo la maldición que sobrevolaba sobre ella, como el que asó la manteca, tuvo la bendita idea de acercarse al huso de una rueca. ¿Era o no era subnormal la criatura?

 
Páginas después, ya despierta tras una descomunal siesta de un siglo, el príncipe se mofa de los ropajes antiguos de la princesa, que había perdido por completo "el hilo" de la moda y aún vestía gorguera.


Nuestra princesa rockera, en cambio, siempre va a la última

Menudo chollo de esposa era la Bella Durmiente: ¡tonta, abrigada hasta el cuello y sin poder coser! Al príncipe de Perrault debieron entrarle ganas de parafrasear a Miguel de Molina y soltar aquello de: ¡mejor soltero pa toa la vida!

 

jueves, 20 de junio de 2013

Con las trenzas de mi pelo negro, poquito a poco te voy sujetando

"El estilo de la Princesa siempre es elegante y sofisticado, pero Doña Letizia se superó con su look en la cena de gala ofrecida para el príncipe Naruhito de Japón. La princesa, que acudió con un vestido color maquillaje rosado y adornado con flores, sorprendió, aunque no por su vestimenta si no por su pelo. Letizia lucía una estilosa trenza deshecha que le daba un toque desenfadado y moderno" (Europa Press).


Influida por la delicadeza japonesa, Letizia, que suele llevar la melena al viento, ha sucumbido a la belleza eterna de la trenza. La que se hizo en honor de Naruhito, la más grácil de todas, tenía forma de espiga. En otra ocasión, la recuerdo con un moño bajo, bastante cursi, rematado con una trenza que le aportaba un aire medieval. Hace unos años, también se la vio con una trenza que le enmarcaba la frente, como una diadema.


Tradicionalmente, en la copla, las trenzas han sido soga y tormento para los hombres, sobre todo las tejidas con pelo endrino.

"Besó los negros zarcillos finos
que allí dejara cuando se fue.
Y aquellas trenzas de pelo endrino
que en otro tiempo cortó pa' él.

Cuando se marchaba, no intentó ni verla,
ni lanzó un quejío, ni le dijo adiós.
Entornó la puerta y, pa' no llamarla,
se clavó las uñas,
se clavó las uñas, en el corazón".
 
(La falsa monea)
 

"No sé que tiene mi pelo,
que a ti te lleva cautivo,
y es una soga en el cuello,
que no te deja vivir tranquilo.
Desde el día que tu a mi me vistes,
no hubo reposo para tu vida,
porque dices que tengo la cara,
como la madre que tanto querías.

Con las trenzas de mi pelo negro,
poquito a poquito te voy sujetando,
con las trenzas de mi pelo negro,
porque yo en silencio te voy despreciando.
Me camelas con ansia y locura,
por las noches me ves en tus sueños,
y enredando vas en la locura,
y en la amargura,
de las trenzas de mi pelo negro".

(Salvador Guerrero - Mis trenzas)


"Caminito de las Indias
un barco se va perdiendo.
La Lirio corta sus trenzas
con tijeritas de acero,
llenando el mar de suspiros
y el aire de juramentos,
mientras que, roto, en la playa
-veleta de amores muertos-,
clavando su desengaño
en la Rosa de los Vientos,
moreno de sal y luna,
llora y llora un marinero".
 
(Rafael de León - Romance de La Lirio)
 

Cada vez que la bruja quería subir a lo alto de la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba: "¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza! Rapunzel tenía un abundante cabello largo, dorado como el sol. Siempre que escuchaba el llamado de la bruja se soltaba el cabello, lo ataba en trenzas y lo dejaba caer al piso. Entonces la bruja trepaba por la trenza y se subía hasta la ventana.


Versión charra de Rapunzel
 

domingo, 21 de abril de 2013

La parrilla del Elíseo


Últimamente, ir al cine, pagar los 9 eurazos que cuesta la entrada y que te guste la peli es ya todo un logro. Hace tiempo que desistí de buscar obras maestras: me conformo con pasar un rato agradable y que ninguna escena me deje más tarada de lo que ya estoy. Por eso, sentí que había alcanzado el triunfo cuando la semana pasada vi "Les saveurs du palais" (dirigida por Christian Vincent), que en España, en un ejercicio de imaginación ya acostumbrado, han traducido como "La cocinera del presidente". Puestos a cambiar, también la podrían haber llamado "La parrilla del Elíseo" o "Mitterrand entre fogones", rótulos, en mi opinión, con más gancho comercial.

La actriz Catherine Frot

"Les saveurs du palais" narra la historia de Danièle Mazet-Delpeuch (interpretada por Catherine Frot), cocinera personal del presidente François Mitterrand durante casi dos años y única mujer que había trabajado en la machista cocina del Elíseo. Cuando Mitterrand fue elegido en 1988, dejó muy claro que no quería más chefs para sus comidas privadas. Estaba hasta las narices de la nouvelle cuisine y de las ornamentales rositas de azúcar que, sistemáticamente, brotaban en los platos. En definitiva, necesitaba reencontrarse con la cocina de toda la vida, la de las abuelas. "Necesito recuperar el gusto de las cosas", decía.


"En cuisine, Mitterrand voulait une femme de la champagne", recuerda Mazet-Delpeuch en Sud Ouest. Y hace bien aclarando "en cuisine", porque, fuera de la cuisine, Mitterrand tenía fama de arrimarse a todo lo que llevara falda, fuera del campo, ciudad, zona minera o planeta desconocido.

En la peli, pintan a un Miterrand que parece un corderito,
enamorado de los recetarios de su abuela. ¡Tampoco es eso!

Para ello, contrató a una cocinera elegante, de manos finas y mirada severa, procedente de una familia dedicada, desde principios de siglo, a la recolección de trufas.

La verdadera Danièle Mazet-Delpeuch

"Je n'avais jamais touché à une casserole avant mon mariage, à 19 ans! C'est qu'il faut bien nourrir quatre enfants... Mon arrière-grand-mère et ma grand-mère maternelle étaient d'excellentes cuisinières. Cette dernière a pu exercer ses talents château, en Corrèze: elle en a tiré des raffinements, autour de son savoir-faire paysan. Ma mère et sa soeur en ont hérité. Elles élaboraient des soufflés, des timbales, des plats d'une cuisine élaborée, déjà bourgeoise. J'avais un père aussi très gourmand, amoureux des beaux produits: il vendait des fruits "de collection". C'est-à-dire les meilleurs et les plus jolis de nos arbres fruitiers, qu'il laissait pousser à l'abri dans des sacs individuels en papier kraft. Puis il les cueillait afin de les commercialiser dans une épicerie fine à Paris. En fait, j'avais beau ne pas cuisiner lorsque j'étais jeune, j'avais déjà la chance de connaître le goût des meilleurs produits" (en L´Express).


Así, la perfeccionista Mazet-Delpeuch, que trabajaba plácidamente en su granja del Périgord dando clases de cocina, pasó, de la noche a la mañana, a lidiar con las altas esferas de la burocracia parisina. Y, como era de esperar, la salsa no ligó. Según cuenta la película, luchó con uñas y dientes hasta que la dejaron trabajar con sus propios proveedores: traía los productos frescos de las mejores granjas de Francia, alejadas, por supuesto, del encorsetado y frío París. Verdura fresca, foie, quesos de todo tipo, pollos bien gorditos, champiñones del Périgord... Una bomba para el estómago. Y, encima, según reconoce ella misma, a veces se le iba la mano con la pimienta. Mitterrand estaba encantado.


"Cuando llegué al Elíseo comencé a hacer la compra yo misma. Le pedí al presidente encargarme de todo, y ese fue el comienzo de mis problemas con la Gran Cocina [la de los actos oficiales], porque ya no iban a tener el control" (Mazet-Delpeuch para el ABC).

El escritor Jean d´Ormesson hace de Mitterrand

En 1990, presentó su carta de dimisión cuando al monsieur Président le impusieron un régimen bajo en grasas y colesterol. Au revoir aux sauces et les sucreries. Por si fuera poco, los rancios parisinos, en un ajuste presupuestario, le cortaron el grifo de los proveedores locales. Mazet-Delpeuch, una señora con grandes dosis de carácter, pilló un barco y se plantó en una misión en La Antártida. En la actualidad, a sus 70 años, ha montado su propia granja de trufas en Nueva Zelanda. No sabemos qué desayuna la madame pero, sea lo que sea, le aporta grandes dosis de energía.


Mientras, en España, seguimos con una princesa que parece rescatada del Tercer Mundo. Quizás en la Zarzuela deberían servir menos pollo a la plancha y darle más al foie.


Por cierto, esta película recomiendo verla en francés: los nombres de los menús presidenciales suenan mucho más voluptuosos y apetecibles.

martes, 19 de marzo de 2013

Mantilla va luciendo el mujerío


Para la Misa de Inicio de Pontificado, celebrada al aire libre en la plaza de San Pedro, el Vaticano recomendó una etiqueta "flexible" en el caso de los caballeros, que han podido elegir entre el frac, el chaqué y el traje oscuro. Las señoras, sin embargo, han tenido que asistir con vestido negro cerrado (nada de escotes ni manga corta), con el largo por debajo de la rodilla y velo sobre el rostro. Ya no se lleva a rajatabla la norma obligada hasta hace poco, según la cual, los caballeros debían llevar frac y las señoras, vestido largo. El Vaticano también se ha apuntado a la moda del "arreglao, pero informal".
 
¿Hay algo más bonito y español que un look peineta+mantilla?
"De los pinreles a la peineta, yo le zurraba la pandetera" (Carmen de España)
 
En sus sucesivas visitas al Papa Francisco, a la princesa Letizia todavía le tienen prohibido sacar del armario ropa clara y primaveral. El histórico "privilegio de blanco", que permite a las reinas católicas, tanto titulares como consortes, vestir de blanco ante el Santo Padre, de momento, en nuestro país, sólo está al alcance de la reina doña Sofía. Esta concesión fashion tiene su origen en el agradecimiento del Papa a los Reyes que se mantuvieron fieles durante la Reforma Protestante. Por tanto, junto a la Reina de España, que además de mantilla blanca puede lucir peineta, las únicas que hacen uso de este privilegio son las reinas belgas Paola y Fabiola, la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo y las princesas María de Liechtenstein y Charlene de Mónaco. Las demás, deben ir, sin rechistar, como negras duquelas.
 
 
A Letizia no le gusta llevar peineta: ni blanca ni negra, ni pal´Vaticano ni pa´los toros... Lo demostró en su visita a Benedicto XVI con motivo de la beatificación de Juan Pablo II,  cuando sólo lució una discreta mantilla de encaje negro. Este martes, en la misa que celebraba el inicio del Pontificado del Papa Francisco, tampoco ha llevado. Debe de tener su intríngulis hacer tanta genuflexión y mantener la peineta en to´lo alto.
 
Leti en los toros, desmonterada... ¡con lo bien que le quedaría la peineta!
 
 
Sobre otros abalorios, como bien sabemos las fashion victims, no es aconsejable combinar prendas negras con joyas de oro. Algunos expertos en protocolo lo prohiben expresamente y recomiendan usar perlas. Mantengo mis dudas, sin embargo, sobre el pandero postizo de doña Letizia. Desde hace un tiempo, el trasero de la Princesa de Asturias está en entredicho: como el río Guadina, en algunos actos aparece y en otros, desaparece gracias a un "postizo para glúteos". El protocolo Vaticano no aclara este punto.  
 
 

jueves, 22 de noviembre de 2012

La fruta prohibida de Letizia


“El pan y los pies sustentan,
higos y tiempos se pasan…”
(Quevedo)

«
Letizia Ortiz y Alonso Guerrero se casaron en 1997 en Almendralejo, Extremadura, en una ceremonia civil oficiada por Manuel Jesús Morán, alcalde por entonces de la localidad. Algo más de un año más tarde se separaron. “Yo sólo hablo de mi visión del mundo, de lo que está cerca de mí, de lo que me rodea”, ha dicho hasta ahora cuando se le ha preguntado por doña Letizia. En contra, la princesa le ha recordado en público en alguna ocasión. La última, durante su visita a Chile el pasado año. "A mi primer marido le encantaban los higos chumbos", se le escuchó decir en petit comité, según narraban las crónicas periodísticas de aquel país».

(publicado en Vanitatis, el 20 de noviembre de 2012)


Nada de manzanas: en el Talmud judío, el higo era la fruta prohibida (tras ser sorprendidos por Dios, Adán y Eva cubrieron sus cuerpos con hojas de higuera, no de parra). Y en Grecia, durante las celebraciones dionisíacas, se comían higos para activar la líbido masculina. Esto sumado a su morfología, carnosidad y dulzura, ha provocado que, a lo largo de la Historia, haya poseído una gran carga erótica, relacionándolo con la sensualidad y la fertilidad.


«Los azúcares que contienen son fácilmente digeribles por el organismo, por lo que resultan perfectos para recuperar energías durante una noche de amor. Compartir un plato de higos con tu amante deja claras tus intenciones, comerlos con él directamente de la higuera, puede resultar absolutamente embriagador».

Cuidado con el último consejo: desde pequeños nos han dicho que la higuera tiene "mala sombra" y que dormir debajo de ella es altamente peligroso (parece ser que Buda encontró el Nirvana bajo una higuera).


«Mi novia se entretenía
en debajo de una higuera
esperando que le diera
con el higo pa´la breva».
«Debajito de una higuera
la novia le dijo al novio:
Échale el diente a este higo,
que ahora lo tengo mieloso».

Antaño, durante las romerías extremeñas de agosto, los vendedores de higos se acercaban a los corrillos de mujeres pregonando a grito pelado: "¿A qué moza le rajo el higo? ¿A qué moza le pelo el chumbo?". El primer marido de doña Letizia, que es de Almendralejo, a bien seguro conoce los higos recubiertos con chocolate de Almoharín, que fabrica "La Higuera". Incluso, me atrevería a aventurar que también ha cocinado alguna de las recetas del gijonés Juan Acebal:
«Todos los platos son eróticos. Hay platos del siglo XIII, como El Codiciado, un guiso a base de ternera, cebolla, berenjena, ajo, almorí, hinojo, cilantro, cominos... O el higo chumbo flambeado. “Buenos días higo chumbo, amigo de mi navaja, te corto pezón y culo, en medio te hago una raja y te mando al otro mundo” -lee-. Es una manera de comerse un higo chumbo en verso. O el bacalao al pil-pil, que hay que menearlo con las caderas para ligarlo bien y un hombre lo va a hacer mal».


Francamente, no sé dónde tiene la cabeza la princesa cuando hace estas declaraciones tan picantonas.

«Y entre la murta y lentisco
el albérchigo y el prisco,
cerezas y guindas rojas,
verde agraz y brevas flojas
de huerta, que no de risco…
La verde pera en sazón
con el escrito melón,
el durazno blanco, el higo,
y una vez cogido el trigo,
el rubio melocotón».
(Lope de Vega)