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sábado, 6 de septiembre de 2014

Merci pour ce moment?

"Le silence de l´être aimé est un crime tranquille" (Tahar Ben Jelloun)
 

Todos los otoños, la rentrée nos trae muchos lanzamientos literarios, entre ellos algunos folletines más jugosos que las novelas de Corín Tellado. Por ejemplo, un nuevo capítulo del culebrón Hollande-Trierweiler, pareja ya conocida como Follande-Rottweiler. La ex Primera Dama acaba de publicar su biografía, titulada Merci pour ce moment (Gracias por ese momento), donde describe su tormentoso matrimonio con el presidente de la República francesa. Asegura el semanario París Match que la obra es "un grito de amor y un lento descenso a los infiernos; una inmersión en la intimidad de la pareja".

 
"Sí, soy celosa. Lo he sido con cada hombre que he amado", escribe la despechada Trierweiler en un arrebato de sinceridad después de que Hollande le pusiera los cuernos con la actriz Julie Gayet. ¡Qué historia para una copla desgarrada de las de antaño! ¡Qué no hubiera escrito Rafael de León!
 
"Celos cuando estoy contigo
y cuando de mí te vas.
Celos de noche y de día
y celos de madrugá.
Es como si los cimientos
me sacudiera un ciclón,
como si llevara un perro
colgao del corazón.
Celos dentro del sentío
y hasta en la raíz del pelo.
Desde que te he conocío
 me están matando los celos".
 
 
Para Hollande, el enemigo duerme en casa. O dormía hasta hace poco. En comparación con la Rottweiler, Marine Le Pen es un oso amoroso. Víctima de las mujeres de su vida, cual un criador de cuervos, el presidente de la República francesa ha recibido el libro de Valérie, la leona herida, como una daga. Desde el divorcio, su espalda ya presentía el cuchillo de la traición, que ha dejado sin primaveras un árbol de venas verdes en pleno Elíseo.
 
Mira como estoy pagando
el cariño que te he dado,
Cristo vive perdonando
y murió crucificado.
 
¡Pena, ay!
Cría cuervos a tu antojo
pa' que te saquen los ojos...
 
[...] Ya he perdido la esperanza
con el pago que me has dao,
tu traición es una lanza
clavaíta en mi costao.
 

 
Nuestros actuales gobernantes europeos son para mear y no echar gota. La cosa no está para dar las gracias... ni mijita. ¡Y lo peor es que ya no queda un Rafael de León que pueda escribir sobre ellos! Occidente se desmorona como una torre de arena, como las palabritas en el viento o como los castillitos en el aire.

jueves, 10 de abril de 2014

Noches de copla de Sevilla a Madrid

El pasado martes, 8 de abril, el teatro Nuevo Apolo de Madrid se llenó. No es fácil meter a 1.200 espectadores un día entre semana con entradas a 35€. Ningún actor o cantante de moda actuaba esa noche. En el cartel se programaba un espectáculo de copla. Coplas de Sevilla a Madrid, concretamente, interpretadas por cuatro jóvenes andaluces: Verónica Rojas, Inmaculada de Herves, Patricia del Río y Álvaro Hernandez. La espectacular ceutí Nazaret Compaz no pudo asistir a causa de un problema de salud, por lo que salió como sobresaliente otro animal escénico, Selina del Río. Y de maestro de ceremonias, para presentar cada copla, el conocedor del género y productor musical, Pive Amador.
 
 
Todas las coplas se cantaron a piano, magníficamente tocado por el isleño, de San Fernando, Jesús Lavilla. El hilo conductor consistía en que las historias transcurrieran en Sevilla o Madrid, por lo que el repertorio estuvo formado por joyas como La Violetera, La cruz de mayo, Puerto Camaronero, Catalina Fernández la lotera, Rocío, Cocidito madrileño, No te mires en el río, Mañana sale, La rosa del Altozano, Dicen, Con el Catapum, las Coplas de Luis Candelas, Isabela de Solís, Romance de la reina Mercedes, Triniá, Tu ropita con la mía o Los nardos. En el ecuador del espectáculo, subió al espectáculo Selina del Río para cantar una "pieza puente" entre Sevilla y Madrid, Puentecito. La cordobesa aprovechó la ocasión para anunciar que será la protagonista de la próxima película de Gonzalo García Pelayo, ambientada en el mundo de la copla.
 
 
En pocas ocasiones, el teatro Nuevo Apolo ha contado con una voz tan cristalina, casi de elixir, como la de Verónica Rojas Román, una elegante morena clara nacida en San Roque. Ni con un cante tan rotundo como el de la castillejana Patricia del Río. Todo en Castilleja de la Cuesta alimenta, incluso la voz de su gente. Llevaba tiempo la plaza de Tirso de Molina sin "decir copla" como lo hace la onubense Inmaculada de Herves, exquisita intérprete. Y, para completar el cartel, un galán preciso, que no se deshace en alharacas. A los cuatro, el público de Madrid les pidió regresar. Ojalá. Los números de la taquilla hablarán. Si un teatro todavía se llena gracias a un espectáculo de copla, quizás a nuestra civilización le queda algún atisbo de esperanza... Se despidieron con Los Nardos, pero como no es época, en sustitución, sobre la platea se lanzaron alhelíes...
 

martes, 5 de marzo de 2013

Un oscuro objeto de deseo: la chiquita piconera

"El pintor la respetaba
lo mismo que algo sagrao
y su querer le ocultaba
porque era un hombre casao".


Gracias a un artículo de Juan Carlos de la Cal del año 2002, sabemos que Julio Romero de Torres no respetó tanto a su "chiquita piconera". María Teresa López tan sólo tenía 16 años cuando el cordobés la retrató en su último cuadro, donde posa calentándose los pies al abrigo de un brasero de carbón. La belleza racial de María Teresa, morena, delgada, huesuda, con una silueta que empezaba a despuntar y de grandes ojos negros como el cordobán, llamó profundamente la atención de Romero de Torres, un mujeriego consumado.

Retrato de María Teresa López

"¡Ay, chiquita piconera
mi piconera chiquita!
Esa carita de cera
a mí el sentío me quita.
 
Te voy pintando, pintando
al laíto del brasero
y a la vez me voy quemando
de lo mucho que te quiero.
 
¡Válgame San Rafael,
tener el agua tan cerca
y no poderla beber!"

 
 
Escribe Juan Carlos de la Cal: "Una tarde de invierno, a los pocos meses de llegar a Córdoba, Margarita, la mandadera que servía en casa de los Romero, cogió a Teresa de la mano y se la llevó directamente al estudio de Julio. “Vamos niña, que te voy a presentar a un señor muy importante amigo de tu padre que te quiere conocer”, le dijo a modo de introducción. “Eres muy guapa. Ven las tardes que puedas si quieres que te pinte”, le dijo él sin más preámbulos. Le pagaba tres pesetas por sesión, por quedarse inmóvil durante horas […] “Un verano noté que estaba nervioso. Entonces llegaba hasta mí y me estrujaba tanto que me hacía daño. Yo no me encontraba a gusto a pesar de que todavía era una niña y no sospechaba la razón de esos extraños abrazos. De repente, un día me propuso que me fuese a Madrid y que él me colocaría como modelo fija o de corista en algunas compañías de esas de variedades que tanto gustaban en la época. Como no sabía de lo que me hablaba no le hice caso. Pero empecé a tomarle miedo. Cuando nos quedábamos solos yo temblaba y estaba deseando que llegase alguien de la familia. No sabía por qué, pero no me gustaba...”, cuenta la propia María Teresa en unas memorias manuscritas".
"Ella rompió aquel cariño
y le dio un cambio a su vía,
y el pintor, igual que un niño,
lloró al mirarla perdía.

Y cambió hasta la línea de su pintura
y por calles y plazas lo vio la gente,
deshojando la rosa de su amargura,
como si en este mundo fuera un ausente".


Romero de Torres terminó el cuadro de "La Chiquita Piconera" tres meses antes de morir, el 10 de mayo de 1930, sin haber conseguido el amor de María Teresa.
"Dime, dime, puentecito,
puente de San Rafael.
Dime por qué caminito,
se lo han llevaíto,
para no volver.
¿Dónde está Julio Romero?
¿dónde está, por qué se fue?
Dímelo tú, puentecito,
puente de San Rafael.
Cordobesa, cordobesa,
quítate ese traje negro,
y mata en flor tu tristeza,
que vive Julio Romero.
Que duerme, que está durmiendo,
no llores que lo despiertas.
Y está velando su sueño,
su chiquita piconera".



“Al pintor se le atribuyen innumerables romances con todo tipo de mujeres: actrices, cantantes, sus propias modelos y hasta con alguna que otra dama de alta alcurnia. Sus biógrafos lo describen como un hombre de gallarda apostura que rayaba lo extraordinario cuando vestía la airosa capa y el sombrero cordobés; con gesto entre pensativo y desdeñoso, y ademán reposado. Los ojos maduros de mirar hondo, y la boca de finos labios sobre la cual se dibujaba un cuidado bigote. La frente despejada rematada por el cabello peinado a raya...
"Julio Romero de Torres pintó a la mujer morena
con los ojos de misterio y el alma llena de pena.
Puso en sus manos de bronce la guitarra cantaora
y en su bordón hay suspiros y en su capa una dolora".


Entre sus conquistas más famosas figura la actriz Elena Pardo –que posó para otro cuadro inacabado, precursor de La Chiquita piconera–, la bella modelo Carmen Serna, de la que se dice que murió de dolor pocos días después del fallecimiento del pintor; la cantante Dolores Castro, conocida como Dora, la cordobesita, y que acabó ilustrando la etiqueta de anís La Cordobesa; la bailarina sevillana Elisa Muñiz, Amarantina, que aparece reiteradamente en sus cuadros abrazada a una guitarra o recostada en un cojín con esa perturbadora belleza andaluza... En su estudio fue encontrado un cojín relleno con un montón de mechas de cabello de diferentes mujeres que el pintor coleccionaba como fetiches de sus amoríos o producto de los regalos inocentes de sus admiradoras".
"Morena, la de los rojos claveles,
la de la reja florida,
la reina de las mujeres.
Morena, la del bordado mantón,
la de la alegre guitarra,
la del clavel español".


Sobre la chiquita piconera, ser la musa adolescente de Julio Romero de Torres tuvo la amargura del tizón: “Ser la modelo del pintor ma amargó la vida”, afirma María Teresa. “Hasta mi padre me pegó un día al llegar a casa harto ya de tantas murmuraciones y poco menos que acusándome de haberme acostado con él. ¡Pero si yo no hice nada! Al poco tiempo me eché un novio y ni él mismo confiaba en mi virginidad. Estaba tan seguro de que me había acostado con el pintor que me obligó a hacer el amor antes de casarnos para comprobarlo. Cuando vio la sangre se quedó tranquilo”.
"Como escapada de un cuadro y en el sentir de una copla
toda España la venera y toda España la adora.
prenda con su taconeo la seguirilla de España
y en sus cantares morunos en la venta de Eritaña".