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miércoles, 17 de febrero de 2016

Y tu corazón caliente, nada más

Sólo tu corazón caliente, 
y nada más. 


Así arrancaba un poema de Lorca titulado "Deseo", donde también se hablaba sobre un río discreto, un campo de miradas rotas, y la "espuela del viento", como la que nos azuza en estos días de febrero. 

Sólo tu corazón caliente, 
y nada más. 

Mi paraíso, un campo 
sin ruiseñor 
ni liras, 
con un río discreto 
y una fuentecilla. 

Sin la espuela del viento 
sobre la fronda, 
ni la estrella que quiere 
ser hoja [...]


Rousseau explicó perfectamente la diferencia entre "desear" -como el "deseo" lorquiano- y "querer". El filósofo francés decía así: "Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que dura poco; se quiere lo que se sabe que es eterno". Por ello, el hombre vive lleno de deseos y más pobre de quereres. Viejo asunto sobre el que también ahondó Cervantes: "Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama". 


A Benedetti, en cambio, se le pasó por alto la observación de Rousseau -le sucede a muchos- y en su libro "Vivir adrede" confundió amar con desear: "Lo imposible es una burla de los dioses. Cuando tomamos conciencia de que el imposible es eso: un imposible, es ya tarde para refugiarnos en la sensatez [...] Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido". Matización: todos DESEAMOS lo que no se puede, como un antojo, un capricho que, al final, acaba pasando. Los deseos se los lleva el temporal... hasta que llegan otros nuevos. 


Precisamente ése, saltar de deseo en deseo, es el secreto para mantener el corazón caliente en estos días en los que aprieta la espuela del norte.

sábado, 20 de octubre de 2012

Versiones y perversiones tormentosas


La tormenta de Benedetti

"Un perro ladra en la tormenta
y su aullido me alcanza entre relámpagos
y al son de los postigos en la lluvia

yo sé lo que convoca noche adentro
esa clamante voz en la casona
tal vez deshabitada

dice sumariamente el desconcierto
la soledad sin vueltas
un miedo irracional que no se aviene
a enmudecer en paz

y tanto lo comprendo
a oscuras / sin mi sombra
incrustado en mi pánico
pobre anfitrión sin huéspedes

que me pongo a ladrar en la tormenta".


La tormenta de Krahe

"Yo tuve un gran amor
durante un chaparrón
y sentí aquella vez
tan profunda pasión
que ahora el buen tiempo me da asco.
Cuando el cielo está azul
no lo puedo ni ver.
¡Qué se nuble ya el sol!
¡Qué se ponga a llover!
¡Qué caiga pronto otro chubasco!"



"Parlez-moi de la pluie et non pas du beau temps,
Le beau temps me dégoûte et me fait grincer les dents,
Le bel azur me met en rage,
Car le plus grand amour qui me fut donné sur terre
Je le dois au mauvais temps, je le dois à Jupiter,
Il me tomba d'un ciel d'orage".

Jeremy Mann


Y, finalmente, la calma después de la tormenta (Álvaro Mutis)

"Por los árboles quemados después de la tormenta.
Por las lodosas aguas del delta.
Por lo que hay de persistente en cada día.
Por el alba de las oraciones.
Por lo que tienen ciertas hojas
en sus venas color de agua
profunda y en sombra.
Por el recuerdo de esa breve felicidad
ya olvidada
y que fuera alimento de tantos años sin nombre.
Por tu voz de ronca madreperla.
Por tus noches por las que pasa la vida
en un galope de sangre y sueño.
Por lo que eres ahora para mí.
Por lo que serás en el desorden de la muerte.
Por eso te guardo a mi lado
como la sombra de una ilusoria esperanza".