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miércoles, 9 de julio de 2014

Coplillas para las feas


La suerte de la fea, la bonita la desea. A la fea y a la hermosa, la copla en sus cabellos siempre engarzó una rosa. A las niñas morenas y a las rubias encendidas. Sin distinciones. Por eso, en 1950, Juanita Reina grabó La coplilla de la fea, compuesta por Antonio Quintero y Rafael de León. Una rareza del repertorio que, inexplicablemente, no se ha vuelto a versionar.
 
¿Por qué se fija ese hombre y arrepara
en esa niña que pasa por su lao,
por qué se ríe mirándola a la cara,
por qué el coló de la niña ha quebrao?
¿Por qué le dice la gente:
-Caballeros, atensión,
por qué a la triste inocente
se le parte el corazón?
Tú te diviertes,
malas ideas,
y con fatigas de muerte
va disiendo así la fea:
 
No sabes, niño bonito
que me miras y te ríes,
que soy como un huertesito
de claveles y alhelíes.
Que tengo las condisiones
de la casa del rey moro,
por fuera con desconchones
y por dentro es un tesoro.
Cuando lleno de angustias mortales
sin amigos yo te vea,
y la vida a los dos nos iguale,
ya verás tú lo que vale
el cariño de una fea.
 
 
Existe otra copla, algo más conocida y versionada, titulada Ana María, la fea. Fue compuesta en la década de los 30 por Perelló y Mostazo.
 
Era Ana María
Por buena y por fea
La risa del barrio
La burla de tós.

A nadie atraían
Sus trajes de sea
Y nadie en la vida
De amores le habló.

Cuentan que una noche
Un guapo mocito
Al verla tan rara se quiso burlar.
Y en plan de guasita
Con unos amigos
Al pie de de su reja
Lanzó este cantar:

Ana María.
Ana María la fea.
¡Qué desgraciaíta eres!
¡Que aunque te vistas de sea
Naide en el mundo te quiere!
¡Sal a tu reja y no llores!
¡No pierdas tú la alegría
¡Que yo te doy mis amores!
¡Ana, ay, mi Ana!
¡Mi Ana María!

Loca por la copla
Que alegre escuchaba
Su reja florida
Le abrió al rondador
Y al ver que de ella
Así se burlaba
de rabia y coraje
La fea lloró.
 

Con estas canciones populares, llegamos a la conclusión que, aunque oculta tras la celosía, más vale fea y con gracia, como la niña picadita de viruela, que bonita y sosona. Todas las coplillas de las feas tienen, pues, un final feliz, sin embargo, en el tango los desenlaces son mucho más descarnados, con la protagonista, como una flor de angustia, transida de dolor. 
 

Picadita, picadita,
picadita de viruela
con la cara morenita
del color de la pajuela.
Nadie le dice bonita,
nadie de amor la camela,
como un lirio se marchita
sentadita en su cancela.
Y el aquel de su penita
por Sevilla corre y vuela:
no se casa esta mocita
porque tiene la carita
picadita de viruela.

 
Procurando que el mundo no la vea
ahí va la pobre fea
camino del taller;
y a su paso, cual todas la mañanas,
las burlas inhumanas
la hieren por doquier.
Cuando alguno le dice una torpeza
inclina la cabeza
transida de dolor,
y piensa con amargo desencanto:
Por qué se reirán tanto
de mi fealdad, ¡Señor!...

Una noche su viejita
en el cuarto llorando la encontró
y la fea, ¡pobrecita!,
la tragedia de su alma le confió;
aquel hombre que debía
conducirla muy pronto ante el altar,
con su amiga Rosalía,
la que ella más quería,
se acaba de escapar...
 

jueves, 24 de abril de 2014

El orgullo del hambriento


Conocíamos la copla "No puedo vivir contigo" de Quintero, León y Quiroga (No puedo vivir contigo / ni sin estar a tu vera / unas veces te bendigo / y otras matarte quisiera), pero, ¿qué me dicen de "No quiero comer contigo"? Francamente, yo hasta la prefiero.
 
Tú comes ricos manjares,
arroz con leche y canela,
yo, con la probe de mi mare
suspiro en la cazuela.
 
Los tuyos tienen un coto
y un monte de toros bravos,
los míos, los codos rotos
y el hambre colgá de un clavo.
 
Mas con todo eso,
me siento feliz.
Y prefiero comer pan y queso
que mirarte a ti.
 
Yo no quiero comer contigo
que ni gallina ni pavos reales,
que prefiero comer habas verdes
con la probe de mi mare.

La primera versión de esta copla (también de León y Quiroga) la grabó Juanita Reina en 1945, sin embargo, quien la bordó por tientos fue Gracia Montes.
 

 
"Yo no quiero comer contigo" nos enseña que con el orgullo de un hambriento no se juega, que uno bien puede tener el estómago vacío y la honra henchida. El mismo argumento teje la historia de "Mentira y maldad", copla de León y Solano, interpretada por Gracia Montes en 1976.
 
Delante de mi familia
presumes de tus quilates,
y somos pobres gitanos,
descalzos y en cueritates.
 
Pasaste por mi chabola
comiendo pan y sandía,
y no me dijiste: ¿quieres?
sabiendo que yo quería.
 

martes, 1 de abril de 2014

L'Alliance des Civilisations


Toma Alianza de Civilizaciones. Una gaditana en la alcaldía de París y un catalán como Premier ministre français. Ni Zapatero lo hubiera hilado mejor. Paradójicamente, Manuel Valls, nacido en Barcelona, es aficionado a los toros, mientras que Anne Hidalgo, de San Fernando, se ha aliado con los ecologistas (¡peligro!) para conquistar el ayuntamiento parisino. Ambos, eso sí, son hijos de exiliados y militantes del Partido Socialista.
 
 
Si los comparamos, Valls es, a todas luces, un homme politique más sólido que la Hidalgo y, además, habla claro. No olvidemos que, hace escasamente tres meses, declaró que su jefe Hollande-Follande padecía el comportamiento de "un adolescente tardío". Cuando ha tenido que defender la Tauromaquia, tampoco se ha andado con rodeos: "Es una tradición que existe en alguna regiones, sobre todo en el sur del país, y hay que mantenerla. Necesitamos esas raíces. No las arranquemos".
 

Tras los desmanes napoleónicos de comienzos del XIX, con las bombas que tiraban los fanfarrones, las gaditanas vuelven a hacerse tirabuzones (al menos, metafóricamente). Surge la duda de cómo traducir "pisha" al francés, pero todo se andará.
 
 
Los galos siempre han admirado a las "hembras cabales" que venían pidiendo guerra. Sirva como muestra la canción de Julien Clerc, C´est una andalouse. Enamoraíta andaba la criatura de la mushasha.
 
C'est une andalouse
Et son coeur insoumis
Dévore ma vie...
 
 
Pero para Alianza de Civilizaciones España-Francia, nada mejor que Julio Iglesias entonando Vous les femmes. Sensassssionaaaaa. Se rumorea que, pronto, la Hidalgo lo convertirá en el nuevo himno de París. A partir de ahora, menos mantequilla y más manteca colorá en el déjeuner du matin. Y por la tarde, a los toros. Eso habría querido Zapatero. Pauvres diables...
 

miércoles, 26 de marzo de 2014

Las cinco farolas


Faltó muy poco para que la vereíta verde de Juanita Reina se cuajara de yerba. Quizás por este motivo, su padre nunca le dio permiso para que grabara el tema de Las cinco farolas, de Ochaíta, Valerio y Solano. La historia que contaba aquella copla se parecía demasiado a los amores entre su hija y el bailaor gaditano Caracolillo, ocho años menor que ella y eternos novios hasta el último minuto, porque la familia de la Reina no aprobaba la relación. Finalmente, la coplera pasó triunfal por el altar a los 39 años en la basílica de La Macarena.



Cinco luceros azules
alumbran cinco farolas
desde su casa a mi casa,
desde su boca a mi boca.

Cinco añitos que le quiero
cinco añitos que me adora,
la mala gente qué sabe
qué sabe de nuestras cosas.

Si yo sé que me quieres, como le quiero
pa qué darle tres cuartos al pregonero
desde su puerta misma hasta mi puerta
la vereíta verde, no cría yerba, no cría yerba
.

Aunque Las cinco farolas había sido compuesta para Juanita Reina, a causa de su indecisión, Concha Piquer tomó la delantera y la grabó en 1963. Celosa de que una compañera llevara en su repertorio una de sus coplas favoritas, la Reina la interpretó más adelante, convirtiéndola en una obra maestra.


"Estaba allí, en mitad del paseo de Recoletos, largo y ancho punteado de gente, entre el verde de los árboles y el negro claro y lírico de la sombra caliente y perezosa, al margen de los veladores de café --lápidas sepulcrales de cabezas de gamba y puntas de pitillos-- estaba allí el farol loco, digno en su locura, como un cirio grande y alto, sin llamar la atención con su espectáculo hermoso, impar y ebrio de sugerencias del mejor estilo.
 
Pues nadie se fijaba en él. Nadie.
A lo más, alguno le miraba y se echaba a reír.
 
¿Es que no se veía, claramente, como aquel farol mantenía, ni más ni menos que todo un criterio, que todo un concepto disconforme con la humanidad madrileña? Estaba allí representando la creencia de que era de noche, negando la luz del sol; o reenganchado al día como un girón de la noche que se hubiera cogido la capa y fuera un prisionero patético y conmovedor del día.

El farol loco permanecía encendido con toda su razón incomprendida.

También tenía algo de árbol seco con fruto único y espectral, con un fruto surgido contra la naturaleza, o simplemente de farol desvelado que no se ha podido dormir cuando el cielo aclara y entra a los faroles el desayuno del alba.
 
Superviviente, juerguista de su deber, obcecado, abstraído o loco, con voluntad genialoide. ¿Qué hacías tú, farol inadvertido, trágica espiga quemada nacida del asfalto?
 
Pasé otra vez de madrugada y en la noche cerrada sobre sí misma, el farol estaba apagado.
¿Habría muerto o simplemente nos querría decir que era de día?
Apagarse a la hora de deber lucir. Cosas son de españoles".
 
CÉSAR GONZÁLEZ-RUANO

 
Un arrabal con casas
que reflejan su dolor de lata...
Un arrabal humano
con leyendas que se cantan como tangos...
Y allá un reloj que lejos da
las dos de la mañana...
Un arrabal obrero,
una esquina de recuerdos y un farol...

Farol,
las cosas que ahora se ven...
Farol ya no es lo mismo que ayer...
La sombra,
hoy se escapa a tu mirada,
y me deja más tristona
la mitad de mi cortada.
Tu luz,
con el tango en el bolsillo
fue perdiendo luz y brillo
y es una cruz...
 

lunes, 17 de marzo de 2014

Tú eres mi marío


"[...] El machismo de la época era asumido de tal modo que la infidelidad del hombre era considerada una cosa casi natural que muchas mujeres aparentaban ignorar y aceptaban con resignación. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en una copla grabada en 1948 por Concha Piquer y titulada Como si fuera verdad, de la que escogemos los siguientes versos.
 
Pensando en la otra me besas mintiendo
y a veces su nombre te sube a la boca.
Yo bien que lo escucho mas sigo fingiendo
porque tengo miedo de volverme loca.
 
Por la gloria de tu mare,
miénteme por caridad,
para que yo me lo crea
como si fuera verdad.
 
Dime que me quieres mucho,
que a nadie quisiste más,
dilo cerrando los ojos
como si fuera la verdad.

 
Más resignada que la protagonista de Como si fuera verdad es la de otra tremenda copla titulada Tú eres mi marío, de la que ofrecemos unos versos.
 
Por qué inclinas la cabeza,
por qué llegas a la mesa
sin mirarme cara a cara.
¿Qué cavilas? ¿Dónde estás?
Como si un remordimiento
te amargara el pensamiento
y un delito me ocultaras
que no puedes confesar.
¿Qué te pasa a ti, alma mía,
que desprecias la comía,
que te está asomando el llanto
sin motivo ni razón.
Y te pones amarillo
cuando miras el cuchillo
como si te diera espanto
de una mala tentación?
 
Toma tu copita,
tu cigarro puro,
y anda y que te miren las niñas bonitas.
¡Te tengo seguro!
Que si ayer viniste
casi amaneciendo
fue por los amigos, que te entretuviste,
¡Yo tó lo comprendo!
Yo soy muy dichosa,
yo no desconfío.
Por más que le gustes a las buenas mozas...
¡Tu eres mi marío!
 
¿Por qué duermes intranquilo?
¿Por qué vives siempre en vilo
si yo no te pido cuentas
de ande vienes y ande vas?
¡Si es por mí por quien suspiras!
Lo demás sé que es mentira.
Ni le pasas una renta,
ni es tu amó, ni lo será.
Ni mereces un castigo
porque hablando tú conmigo
te equivoques y me sueltes
otro nombre de mujer.
Son cosillas pasajeras
que si yo me las creyera,
mereciera hasta la muerte
por dudar de tu querer...
 
 
Vemos hasta qué delirantes extremos podía ser aceptada la infidelidad masculina, y asusta un poco pensar que esta canción se escuchara en serio y se admirara a aquella mujer por su actitud".
 
PIVE AMADOR
El libro de la copla

jueves, 4 de julio de 2013

Por el gazpacho mato

"Cuando Sancho sale de la ínsula, poco menos que de estampía, nos hace algunas confesiones: nos dice, por ejemplo, que él prefiere hartarse de gazpachos, que comer todas las gollerías que pudieran darle en la ínsula. Los gazpachos son un guiso popular y delicado".

(Azorín, 1947)
Los romanos inventaron el gazpacho propiamente dicho, que llamaron salmorium, un majado de ajo, sal y pan al que agregaban aceite y vinagre antes de desleírlo en agua fresca. Faltaba incorporar el tomate y el pimiento (que vinieron de América, como es sabido) para completar la receta del gazpacho canónico. No sabemos cuándo ocurrió ese feliz maridaje, aunque se deduce que en el siglo XIX. Covarrubias (1611) llama gazpacho a "cierto género de migas que se hace con pan tostado, aceite y vinagre y algunas otras cosas que les mezclan, con los que lo polvorizan. Esto es comida de segadores y de gente grosera y ellos debieron poner nombre como se les antojó; pero digamos traer origen de la palabra toscana guazo y guazato, que vale potage o guisado líquido con algunos pedazos de vianda cortados y guisados en él, y de guazo, gazpachos; o del verbo gazaz que vale succideere, excidere, por los pedazos en que se parten o desmenuzan el pan porque se remoje mejor". Entre las cuadrillas de jornaleros existía la figura del "gazpachero" encargado de preparar la comida a las cuadrillas de trabajadores en los cortijos andaluces.
En 1954 en el “Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana” se menciona que el origen procede del portugués caspacho que a su vez deriva de la voz prerromana caspa, que significa fragmento en derivación mozárabe, aludiendo a que se hacía con cachos de pan; el sufijo “-acho” parece mozárabe y se extiende por la zona de Andalucía. Los primeros gazpachos que se conocen llevaban solamente pan, vinagre, aceite y, con frecuencia, ajo y a veces frutos secos molidos, como puede ser la almendra (ajoblanco), uno de los gazpachos más antiguos que se conocen.

El gazpacho originario se elaboraba ya en la época del Al-Ándalus y los ingredientes eran pan en migas (a pellizcos), ajo, aceite de oliva, vinagre, sal y agua. Estos elementos se majaban en un mortero (dornillo) y eran servidos como en una sopa.

Mi madre y su insuperable gazpacho

La internacionalización del gazpacho se debió inicialmente a Eugenia de Montijo de Granada (consorte de Napoleón III) responsable de llevar la receta a Francia. Los viajeros románticos que viajaban a lo largo de España describían al gazpacho en sus libros.
A partir del año 1960, con el boom del turismo, el gazpacho empezó a ser conocido internacionalmente, teniendo un gran auge y expansión. Durante mucho tiempo la versión tradicional de esta bebida se hacía en un mortero, pero con la aparición de nuevas tecnologías, como la licuadora eléctrica a mediados del siglo XX, se sustituyó al mortero, modificando y facilitando la trituración de los ingredientes. En la actualidad, es muy raro encontrar una familia que "maje" (machaque) el gazpacho a mano.
El famoso médico y gastrónomo Gregorio Marañón (1887-1960) en su libro El alma de España considera el gazpacho una "sapientísima combinación empírica de todos los simples fundamentales para una buena nutrición que, muchos siglos después, nos revelaría la eficacia de las vitaminas [...]. Con el vino, que casi nunca falta, su eficacia se acentúa, y si pudiera añadírsele un buen trozo de carne podría considerarse el gazpacho como alimento muy próximo a la perfección".
Juanita Reina también le canta un tanguillo al gazpacho

Es un alimento tan perfecto y delicado que un poeta anónimo, incluso, puso en verso la receta:

"Diente de ajo se maja en el mortero,
se añaden dos pimientos troceados,
y unos cuantos tomates bien pelados.
Vuelta a majar, que nada quede entero.
Un puñado de pan -miga sugiero
y si es de candeal vendrá pintiparado-
pondrás a remojar; luego, estrujado,
lo añades a la pasta a retortero.
En débil chorro sumas, meneando,
noble sangre de oliva generosa,
vinagre y sal prudentemente.
Cuando añadas agua fría y deleitosa
alcanzarás la gloria resoplando
en vaso, plato, cuenco, pila o fosa".

domingo, 13 de enero de 2013

Amores marineros


La copla también huele a mar y canta a los amores porteños: cafés de marineros, voces roncas de aguardiente, barcos con nombre extranjero, riñas de guapos en un puerto, hombres rubios como la cerveza... Tras escuchar en la radio este fin de semana tres temas a cual peor ("En el muelle de San Blas" de Maná, "Soldadito marinero" de Fito y los Fitipaldis y "Naturaleza muerta" de Mecano), he elegido mis tres coplas marineras favoritas. La primera es un clásico del repertorio: "La Lirio", con sus sienes moraítas de martirio. Antes de convertirse en copla, Rafael de León compuso este bello y extenso romance sin musicar (merece la pena leerlo completo):  

«
Por la arena de la playa
va con un hombre la Lirio.
La tarde pone en sus ojos
un barco de plata y vidrio,
mientras que Cádiz se enciende
a lo lejos como un cirio,
en un altar encalado
de torres en equilibrio.

-No sé qué sería de mí
si me dejaras, mocito-,
suspira dulce y lejana
y en un sollozo, la Lirio.

El hombre moreno y alto
con voz de viento salino
le dice mientras su talle
aprieta como un jacinto:
-Llevo tu nombre en el brazo
tatuado desde niño
y en el corazón un ancla
de juramento perdido».

Sobre este romance, en 1944, el propio Rafael León, junto a Manuel Quiroga y José Antonio Ochaíta, compuso la Lirio de la copla, en la que un hombre venido de Cuba, por cincuenta monedas de oro, le arrebató su lirio moreno a aquel mocito tatuado de amor.


  
Si loco de celos se volvió el novio de la Lirio, no fueron más livianos los jachares de la protagonista de la siguiente copla, "Celos":

«
Llegaste un día en un velero
silbando, alegre, una canción
y desde entonces, compañero,
ya no di cuenta ni razón.

Entre tus brazos, como loca,
luna y estrellas vi pasar
y me dejaste en la boca
como un regusto a vino y mar».


Sin embargo, los hombres que de lejos trae el mar, tal y como reza otra copla, no son de fiar: "se parecen a las olas y nadie sabe si volverán". Se marchan una tarde, con rumbo ignorado, en el mismo barco que lo llevaron a puerto, dejando olvidados besos y promesas. 
«Él vino en un barco
de nombre extranjero
lo encontré en el puerto
un anochecer,
cuando el blanco faro
sobre los veleros
su beso de plata
dejaba caer.

Era hermoso y rubio como la cerveza,
el pecho tatuado con un corazón,
en su voz amarga
había la tristeza
doliente y cansada
del acordeón.

Y ante dos copas de aguardiente,
sobre el manchado mostrador,
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor».




La célebre "Tatuaje" de Xandro Valerio, León y Quiroga -para algunos, la mejor copla de la historia- también tuvo un precedente poético titulado "Café de Puerto":

«La puerta no se cierra ni de día ni de noche
y el mar es el cliente mejor de la taberna,
que tiene un nombre ambiguo de tienda de perfume
lejano de las algas y enemigo del viento.
[…] El farol de la puerta lo ha encendido la tarde;
alguien canta lejano en idioma extranjero;
el mostrador se llena de aguardiente y de risa
y los hombres discuten de mujeres y barcos.
“Te pareces a un novio que yo tuve hace tiempo;
se tatuó mi nombre y mis dos apellidos,
y cuando no bebía en las noches de luna
me cantaba canciones de su tierra caliente...»
Después de este repaso, seguro que alguien me lee la cartilla por no incluir "Amor marinero", inmortalizada en la voz de Rocío Jurado (aunque su versión tampoco es mi preferida). Lo lamento: es una canción demasiado moderna para mí y, además, tiene un final feliz. Las auténticas coplas que provienen del mar no dejan miel en la boca, sino labios cuarteados por culpa de la sal... y las lágrimas.



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nombres de perdición


La copla se nutre de dos prototipos femeninos radicalmente contrapuestos: de un lado, la mujer sumisa, fiel y sacrificada; de otro, la mujer libre, rebelde y mal vista por la sociedad de la época. En este segundo grupo, una de las alhajas del cancionero lleva por título Yo soy ésa (Quintero, León y Quiroga, 1952), una desgarradora zambra en la que la protagonista, una oscura clavellina que va de esquina en esquina, se ha convertido en la perdición de los hombres tras jurarles falso amor. Afirmaba Manuel Rey: "Si cantas Yo soy ésa, te conviertes en una puta. Si te cantas Tatuaje, además de puta, eres borracha". A pesar de su enorme éxito popular, gracias en buena parte a Juanita Reina, la censura echó el guante a Yo soy ésa entre 1952 y 1967, fecha en la que por fin se le permitió a Pedrito Rico interpretarla en tono cómico.


"Si alguien me pregunta que como me llamo,
Me encojo de hombros y contesto así:

Yo soy...ésa.
Esa oscura clavellina
Que va de esquina en esquina
Volviendo atrás la cabeza.
Lo mismo me llaman Carmen,
Que Lolilla que Pilar.
Con lo que quieran llamarme
Me tengo que conforma.
Soy la que no tiene nombre,
La que a nadie le interesa,
La perdición de los hombres,
La que miente cuando besa.
Ya lo sabe… Yo soy... ésa".

La guapa, guapa
-escrita en 1954 por la segunda gran tripleta de la copla, Ochaíta, Valerio y Solano- narra la historia de otra hembra indómita que pierde hasta su nombre tras cometer un crimen por las hambres del querer. Es una canción genial que sólo Concha Piquer tuvo los reaños de estrenar.

"Al preguntarme los jueces
¿por qué en el banquillo estás?
yo les respondí cien veces
que por guapa y nada más.
¡Por Guapa, por Guapa, por Guapa!
Ahora escondo mi amargura en lugar que nadie sabe
y de mi puerta cerrada más de cien tienen la llave.

Dime ese nombre tuyo que se me escapa,
porque quiero que seas tú mi querida.
Que yo no sé mi nombre lo sabe el Papa;
que soy sólo una hembra comprometida
y cuando firmo un pliego, firmo: La Guapa.

Pa´las hambres del querer
basta con eso: La Guapa,
que mi nombre de mujer
se borró un amanecer
en los vuelos de una capa".

La tercera copla que alude el tema de la prostitución es, por supuesto, la inmortal Bien Pagá, otra mujer que es arrastrada por los desengaños amorosos hasta lo más profundo de su ser. Fue escrita durante los años de la Segunda República por Ramón Perelló y Juan Mostazo, aunque su estreno resultó un rotundo fracaso. Miguel de Molina la rescató del olvido hasta convertirla en un puntal del género cuando la incluyó en su repertorio en 1938.

"Bien pagá,
si tú eres la bien pagá
porque tus besos compré
y mi te supiste dar
por un puñao de parné,
bien pagá, bien pagá fuiste, mujer.

No te engaño,
quiero a otra,
no pienses por eso
que te traicioné.
No cayó en mis brazos
me dio solo un beso,
el único beso
que yo no pagué.

Na te pido,
na me llevo,
entre esta paredes
dejo sepultás
penas y alegrías
que te he dao y me diste
y esas joyas que ahora
pa´otro lucirás".

La última copla está abierta a todo tipo de interpretaciones: ¿la protagonista de la historia también cobraba por sus besos? Tengo mis dudas; sea como fuere, cualquier excusa es buena para volver a escuchar En una esquina cualquiera, compuesta en 1960 por Molina Molés, Rafael de León y el maestro Quiroga para Marifé de Triana. Se trata de una de las letras más terribles, y a la vez hermosas, de mujeres echadas a la perdición a causa del engaño de un hombre.


"En una esquina cualquiera,
Con sus ojos me encontré,
Y mis veinte primaveras
Se me pusieron de pie,
Morena, quieres un vaso,
De un mosto que es oro fino,
La lumbre de sus ojazos,
Me quemaba más que el vino.

Oscuridad de tormenta,
Donde ciega me perdí,
Cuando quise darme cuenta,
En sus ojos yo me vi.

Ojos negros de locura,
Ojos negros de pasión,
Centinelas de amargura,
De mi pobre corazón,
Son dos pozos, dos luceros,
Dos carbones encendidos,
Son dos lobos traicioneros,
Que al camino me han salío".

lunes, 26 de noviembre de 2012

Ratzinger nos quiere vender la burra


Si ya éramos pocos, parió la burra... aunque no sabemos dónde, porque Benedicto XVI la ha expulsado del portal de Belén. Quizás se trate de un nuevo caso de desahucio. ¿Pagaba la borriquita el alquiler del pesebre o era una okupa? Por esa regla de tres, el río de Papel Albal y los sembrados de lentejas tampoco son "un fiel reflejo del Evangelio"... Ratzinger, de un plumazo, nos ha echado abajo años y años de atrezzo. Sólo salva a la estrella que guió a los Reyes Magos porque era una supernova


“¿De dónde?”, se viene a preguntar Ratzinger, “¿pudieron sacar los dos evangelistas la historia que cuentan?” […] Según explica en el tercer capítulo, dedicado al nacimiento de Jesús, la Virgen envolvió a su hijo en pañales, pero como cualquier otra madre en sus circunstancias, esto es, con amor pero “sin sensiblería”. Es la tradición, según Joseph Ratzinger, la que le pone literatura al asunto, metiendo en el cuadro un pesebre —representación del altar— y unas gasas para envolver al bebé —un anticipo de la hora de su muerte—. El Papa, por tanto, hace tabla rasa con los detalles
(publicado en El País, 21 de noviembre de 2012).

Carlos Alsina reflexionó el otro día que, en tema de belenes, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Quizás tenga razón, pero me sigue preocupando el futuro de la mula.


¡No al Belén sin el río de Papel Albal!

"Como diría el otro Beni citando a Caracol del Bulto, si es por animales de la Navidad, esa inquina contra la mula y el buey... ¡contra el Despeñaperros de los renos de Papá Noel, Santidad!" (leer el artículo completo de A.B., "¿Y los renos"?).


Ahora que en ciudades como Madrid o Jerez, el servicio de recogida de basuras se ha puesto en huelga, ¿por qué los ayuntamientos no fichan a una cuadrilla de asnos de la limpieza? Hasta no hace mucho, los críos iban con su burra recogiendo los desperdicios de las calles y lo dejaban todo más limpio que un jaspe. Con suerte, así la mula podrá pagar su humilde pensión en el pesebre de Belén los meses de diciembre y enero.

Basurero en Salamanca

El camión de la basura

Desde niña, he sentido fascinación por los basureros de Madrid. El idilio empezó una noche de verano, cuando observaba a los habitantes de Chamberí encaramada a un tobogán de la plaza del Conde del Valle de Suchil. De pronto, irrumpió en escena una cuadrilla de basureros montados en su flamante camión. La coreografía era perfecta: uno conducía, dos acercaban los contenedores a la trituradora y un cuarto, el clásico chulapo, hojeaba las revistas que había en la basura mientras los otros trabajaban. Tardaban medio minuto en vaciar los cubos de una calle. ¡El espectáculo que formarían con un burro! Los vecinos se agolparían en las ventanas para verlos pasar... Algunos, como si fuera Semana Santa, alquilarían sus balcones a los turistas.  

Ratzinger nos quiere vender la burra


Las Coplas del Burrero (Valverde, León y Quiroga)
Con su caballo negro,
viene mi amante, viene mi amante,
por la carreterita,
que da al Brillante, que da al Brillante,
y cuando va llegando
siempre me canta así:
"Sal a tu reja, niña,
que por tus besos,
yo estoy penando,
rosa de abril, rosa de abril".
¡Ay, que tú me miras,
me miras, que tú, mírame!
No me estés mirando
y lleva la burra a beber.
Que ya son la una,
que ya son las tres.



Aquí se comprueba mi amor por los basureros.
Con esto no contabas, ¿eh, Ratzinguer?

jueves, 18 de octubre de 2012

Perderse entre matrimonios tóxicos y sortijas doradas



En mi errático divagar por la red, encuentro, en una web mexicana, el siguiente reportaje sobre la cantante Francisca Viveros, conocida como Paquita, la del barrio: «La historia de Paquita la del barrio está enmarcada por el desprecio hacia los hombres que nació desde su adolescencia, cuando cayó presa de Miguel Gerardo, un seductor de 44 años que la enamoró y formó una familia con ella. Tiempo después, descubrió que su enamorado era un hombre casado. Fue así como Paquita tuvo su primer desencuentro con el destino».


«Rata inmunda,
animal rastrero,
escoria de la vida,
adefesio mal hecho.

Infrahumano,
espectro del infierno,
maldita sabandija ,
cuánto daño me has hecho.

Alimaña,
culebra ponsoñosa,
desecho de la vida,
te odio y te desprecio.

Rata de dos patas,
te estoy hablando a ti;
porque un bicho rastrero,
aún siendo el mas maldito,
comparado contigo
se queda muy chiquito.

Maldita sanguijuela,
maldita cucaracha,
que infectas donde picas,
que hieres y que matas».

Al leer la historia de Paquita y su éxito "Rata de dos patas" dedicado a un hombre casado del que se enamoró locamente, vienen a mi cabeza los acordes de "Callejuela sin salida" (1942), otra de las alhajas a ritmo de zambra de Rafael de León y Manuel Quiroga, que terminó en el joyero de Juanita Reina.


«Había un anillo en tu mano
cuando yo te conocí,
por eso cerré los ojos
al escucharte decir:
“Serrana,
yo te lo juro por la gloria de mi mare,
si tú me quieres de veras,
no hay nadie quien nos separe”.

Y cuando tu mano, como una cadena,
fundida en la mía,
pa´siempre quedó,
sentí que tu anillo
temblaba de pena,
pero pa´ser güena no tuve valor…
Callejuela sin salida,
Donde yo vivo encerrá,
Con mi pena, mi alegría,
Mi mentira y mi verdá.
Me he perdido en la revuelta
De una sortija dorá.
Ni estoy viva, ni estoy muerta
Ni sortera, ni casá.
Y en mi calle sin salía,
Ya no puedo caminá,
Ni de noche, ni de día,
Ni p'alante, ni p'atrá
».

Para no perderse en las revueltas de una sortija dorá, lo mejor es seguir el ejemplo de una neozelandesa que, después de encallar su matrimonio en otra callejuela sin salida -ella lo describe como un "toxic marriage"-, envió su alianza de bodas al espacio dentro de un cohete adornado con un corazón roto.

«Mira cómo se me pone
la piel ca vez que me acuerdo
que soy un hombre casao
y sin embargo te quiero.

Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio,
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arena, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo
que guarda nuestro secreto.
¡Y yo sé bien que me quieres!
¡Y tú sabes bien que te quiero!
Y lo sabemos los dos
y nadie puede saberlo».
(Rafael de León)

En los años sesenta, el "Romance de la otra" de la Piquer (con letra también de Rafael de León) causó un profundo escándalo. En 1979, Manuel Alejandro le compuso a Rocío Jurado la canción "Señora", que podría considerarse una "evolución" social del elegantísimo "Romance de la otra" (endegenerando, por supuesto).

«Yo soy la otra, la otra
y a nada tengo derecho,
porque no llevo un anillo,
con una fecha por dentro.

No tengo ley que me abone,
ni puerta donde llamar,
y me alimento a escondías
con tus besos y tu pan.

Con tal que vivas tranquilo,
qué importa que yo me muera,
te quiero siendo la otra
como la que más te quiera».

«Cuando supe que existía usted, señora.
Ya mi mundo era sólo él, señora.
Ya llevaba dentro de mi ser, su aroma.

Él me dijo que era libre,
como el mismo aire que era libre,
como las palomas que era libre… y yo lo creí».


Todos estos líos matrimoniales se arreglarían con la triple alianza (y no me refiero a la coalición del Imperio Alemán, el Austrohúngaro e Italia), sino a esos anillos que se diseñan ahora que son 3 en 1. Así podría repartirse una sortija para la señora y otra para la querida. Y todas contentas gracias a una buena compra.