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jueves, 21 de mayo de 2015

Un lenguado al que se le caían las dos orejas


Si alguien tiene buen ojo para el marketing en este país es, sin duda, la Asociación El Toro de Madrid, que ha decidido repartir su boletín, "La voz de la afición", en los aledaños de Las Ventas una hora antes de comenzar la corrida de Núñez del Cuvillo. La lectura de la gacetilla mientras desfilaban los lisiados de "El Grullo" ha salvado la tarde. O casi. También ha colaborado un sobrero de Toros de El Torero que respondía al nombre de "Lenguadito". Dicho lenguado ha sido para llevárselo a casa y ponerle una pecera... ¡una máquina de embestir por mar y tierra! El prototipo del toro del siglo XXI: manso en el caballo y exquisito en la muleta, de tremenda clase y duración. Ante él, Castella ha estado casi a su altura, lo que no es minucia. Aunque al lenguado cinqueño se le caían las dos orejas, el francés firmó una elegante y templada faena iniciada con el ya tradicional pase cambiado por la espalda en el centro del anillo, marca de la casa. Primoroso el cambio de mano. Lástima la espada, que cayó baja. Los tendidos -abarrotados- pidieron una oreja que reconcilia a Castella con Madrid tras años plúmbeos. 

Fotografía de Antonio Heredia

Del resto de la corrida, salvo los artículos de "La voz de la afición", poco más que destacar. Algunos Cuvillos salieron derrengados de los cuartos traseros y otros de los delanteros. Ni el prometedor "Arrojado" arregló aquello. Diego Urdiales -que brindó su segunda faena a Curro Romero- pegó una trincherilla eterna. Estremecedora. El resto de la faena tuvo detalles de mucha torería y bastantes imperfecciones... pero, por la trincherilla, se ganó la vuelta al ruedo. De todos modos, que no me hablen de pureza: en el cartel de esta tarde quien realmente sabe torear es Talavante. Ha dejado unas verónicas -mucho debe agradecerle a Curro Vázquez- y un par de naturales sensacionales. Hoy por hoy, es la única figura que apetece ver. 


Aplaudidos el picador Óscar Bernal y el banderillero Juan José Trujillo, de la cuadrilla de Talavante. El rey Juan Carlos I presenció la corrida desde la meseta de toriles. 

lunes, 6 de octubre de 2014

Un riojano y un "sevillanito" hacen el toreo en Madrid


Con la vendimia prácticamente concluida, todos coinciden en que la uva de este año es excelente, aunque no muy abundante. Igual que el manojo de naturales -largos, templados y de un gusto exquisito- que, de uno en uno, Diego Urdiales ha cosechado ante "Sevillanito", el segundo de Adolfo Martín, un cárdeno, veleto y con las puntas hacia fuera. Una pintura de otoño. El toro no lo puso fácil en el inicio de faena: de embestida vibrante, pegaba un gañafón en el remate cuando Urdiales toreaba con la pañosa en la diestra. Un titubeo y, probablemente, todo se habría ido al traste. Pero el riojano pulseó al sevillanito hasta obligarle a lamer el albero, con el mismo cuidado con que se recolecta la uva. La estocada final fue contundente y eficaz, casi fulminante, y la plaza, de forma unánime, desplegó la pañolada blanca.
 
 
Urdiales no sólo ha recogido una oreja al final de la vendimia, sino que ha dado los mejores naturales de la temporada ante un Adolfo, tapando las bocas de los críticos actuales, quienes vocean que, ante ganaderías así, no se puede hacer el toreo. El arnedano no conoce término medio: cuando está bien, su elegancia y torería acaban con el cuadro. Desgraciadamente, el segundo toro de su lote -un mansísimo sobrero del Puerto de San Lorenzo que sustituyó al de Adolfo, descordado en el recibimiento de capa-, no le permitió rematar la tarde. Habrá que esperar a la cosecha de San Isidro 2015.
 
 
"Sevillanito" no fue el único ejemplar bueno de Adolfo, divisa necesitada de un triunfo en una plaza de primera tras una temporada irregular. También saltaron al ruedo "Baratillo" (6º) y "Tomatillo" (1º), ambos desaprovechados por Serafín Marín y Uceda Leal, respectivamente. El que cerró plaza fue un toro destacado, ideal para realizarle una faena breve pero intensa, de dominio. A Marín lo devoraron las dudas y, a mitad de trasteo, "Baratillo" se lo echó a los lomos. La voltereta sacudió el amor propio del catalán, que volvió espoleado a la cara del cárdeno. Ese arrebato de pundonor tardío le valió una oreja, más que generosa, hermana menor de la paseada por Urdiales. Quien sorteó el lote más desigual fue Uceda Leal. Para abrir boca, se las vio ante el noble "Tomatillo", donde sólo destacó toreando de capote. Después, el peligrosísimo "Madroño" (4º) le cortó la respiración, y probablemente nada más porque lo despachó rápido.
 

Fotografías de Juan Pelegrín
 
¡Qué lástima tener que esperar todo un invierno para volver a catar el toreo de Urdiales!

miércoles, 4 de junio de 2014

Las Ventas y su Torre de Babel (promoción 2x1)


Estos últimos días de San Isidro, los alrededores de Las Ventas rezuman un encanto especial. Al abrigo de las corridas de Cuadri, Adolfo Martín, Victorino y Miura, los peregrinos del toro acuden a besar al santo a la catedral del toreo. Con un poco de atención, en los bares de las estribaciones, se distinguen acentos heterogéneos procedentes de Bilbao, Zaragoza, Valencia, Castellón, Salamanca, Valladolid, Logroño, Mérida y, por supuesto, Francia. Para ser ecuánimes, los dejes norteños superan, por mucho, a los sureños, algo más ateos. Las tertulias y corrillos previos al festejo arrojan una ilusión casi infantil. Alguien recuerda tal faena grandiosa en su ciudad, otro a cual torero, y un tercero se relame sólo de imaginarlo. Sin embargo, tras presenciar las corridas de Cuadri y Adolfo, si en esto consiste la famosa "semana torista" en Madrid, que venga Dios y lo vea. En ambas tardes ha faltado el misterio de la fe, es decir, la casta. El geniudo y emocionante "Macetero" de Cuadri y el templado "Revoltoso" de Adolfo, lidiados en sexto lugar, no fueron lo bastante buenos como para maquillar la decepción.
 
Peregrinos llegando a Ventas con la fe aún intacta
 
Para que la fe mueva montañas, los toros deben arrear en el caballo y, de momento, ninguno lo ha hecho. En concreto, este martes, vimos unos tercios de varas calamitosos, con algunos lanzazos traseros criminales; mientras que el espectáculo protagonizado por el picador de Venegas el lunes, merece un comentario aparte. No se puede admitir que, por ahorrarse un sueldo o devolver un favor, un matador que confirma la alternativa, traiga a Madrid semejante fardo montado a caballo. Es una estafa para el aficionado y una irresponsabilidad por parte del torero, que puede pagar un precio mucho más caro que un jornal.
 
Fotos de Juan Pelegrín
 
Tampoco el capote de seda de Marco Galán, los puros muletazos de Urdiales ni la Puerta Grande de Perera disimulan el desastre. A propósito del extremeño, mucho poderío con la mano baja, templando, ligando y peinando el albero durante su faena al último Adolfo, al que mató de una estocada fulminante, aunque un poco trasera. Y como en Las Ventas, últimamente, las orejas se dan de dos en dos ("llévese dos por el precio de una, oiga"), yo también escribo estos apuntes isidriles con la técnica del 2x1: Cuadris y Adolfos en tres párrafos, que la cosa no ha dado pa´más. No obstante, como la afición es santa, esta particular Torre de Babel que se agolpa en los aledaños de Las Ventas volverá el viernes, a la espera de que Victorino conmueva su peregrinaje.
 
 

domingo, 30 de junio de 2013

Adolfo Martín en Soria: una corrida sepulcral

La alegría del toreo hecha carne, piedra y espíritu. Sábado Agés en Soria, día en el que las cuadrillas locales reparten entre los vecinos, la tajada fresca, es decir, un trozo del novillo muerto -y, por supuesto, lidiado- la víspera. ¿Y qué ganadería se anunciaba en Soria la tarde en que se subastan los despojos del toro durante un acto caótico y ancestral? Inevitablemente, Adolfo Martín. ¿Existe, acaso, una divisa que calme mejor la sed de la afición más primitiva y troglodita, anhelante del espectáculo bárbaro de siempre, aquel que repudió Eugenio Noel y que ha fascinado a la Humanidad durante siglos?  


Para cumplir el rito comme il faut, la corrida debería haberse celebrado en el claustro de San Juan de Duero, que es un falso cuadrado..., un octógono sepulcral inspirado en el Santo Sepulcro de Jerusalén. ¿Existe algo más sepulcral en el toreo que una corrida de Adolfo Martín para Diego Urdiales, Javier Castaño y Joselito Adame? Y, como Puerta Grande para los héroes, ¿qué mejor dintel que la fachada románica de Santo Domingo?


La liturgia comenzó a las seis de la tarde bajo un cielo limpio y del color del vestido de Urdiales, que fue el primero en regar con su sangre el Sábado Agés. Nunca hay que enfadar a los Dioses ni tampoco a los Santa Colomas, pues las malas lidias hacen que destapen su peor condición. Eso ocurrió con el Adolfo que abrió plaza que, tras meter la cara con infinita clase en el capote del riojano, varios pases desafortunados y un trasteo demasiado en las cercanías, ahogaron sus virtudes iniciales. En el ecuador de la faena, andaba pues el cárdeno orientado y deseoso de clavar el pitón. Y lo consiguió en el desarrollo de la suerte suprema, cuando Urdiales se perfilaba para entrar a matar quedando levemente destapado. Lo prendió certero en la ingle, sosteniéndolo en el aire unos dramáticos instantes, antes de caer al suelo donde, milagrosamente, no lo volvió a empitonar. Al de Arnedo lo metieron en la enfermería con una cornada de diez centímetros, menos grave de lo que se temió, mientras que Castaño se encargó de darle boleto al cárdeno.


Protagonizó Cataño los pasajes más épicos y emocionantes de la tarde durante la lidia del segundo y quinto toro. Este flaco segundo, el único mal presentado de la corrida, al que dejaron crudito en el caballo con un único puyazo, también desarrolló la listeza que caracteriza al encaste. Aguantó estoico el matador las frenadas a mitad del embroque y tragó paquete como sólo pueden hacer los hombres de sangre valiente. Con el quinto, muy reservón, también tragó quina. Cortó una oreja del primero de su lote y hubiera hecho lo mismo con su segundo si no llega a pinchar. Moralmente, el diestro salmantino abrió la Puerta Grande soriana, al igual que su cuadrilla, que volvió a dar una lección de torería que puso al público en pie. Todos anduvieron soberbios: Fernando Sánchez Muriel y Tito Sandoval a caballo, Marco Galán con el capote, y David Adalid y Fernando Sánchez con los palos.


Tras la cogida a Urdiales, Joselito Adame le tocó el Sábado Agés pechar con tres Adolfos (tercero, cuarto y sexto). Una ofrenda, quizás, demasiado pesada para cualquier mortal. A pesar de la dureza de su cometido, sorteó los mejores toros, con dos de nota: tercero y sexto. El mexicano fue de más a menos, valiente y enfrontilado en el transcurso de su primera faena, metiendo al cárdeno poco a poco en la canasta, ante el que ejecutó, previamente, unas estremecedoras chicuelinas. Digno también con el cuarto, y ahogado y perdido con el precioso sexto. De cualquier manera, como se comprobó en San Isidro, el talón de Aquiles de Adame es la espada, pues no metió ni un sólo estoconazo decente, una debilidad que también le privó en Soria de la salida a hombros. En las corridas sepulcrales la espada requiere estar más afilada que de costumbre o se corre el riesgo de que rueden cabezas.


El anuncio de los toros de Adolfo Martín congregó a unas 4.000 almas a orillas del Duero, casi tres cuartos de entrada en el coso de San Benito. Una vez más, la sangre derramada, injustificable e inexpicable ante la moral burocrática y uniforme de los tecnócratas de Bruselas, calmó el espíritu del pueblo, y los peregrinos, que llegaron desde todas las latitudes (Madrid, Zaragoza, Logroño...), se reconciliaron con su religión más íntima y casi con su razón de ser, tras vivir este Sábado Agés.  


viernes, 10 de mayo de 2013

El brochazo del Papa Negro: "Apura la cicuta"

"Ya sé que las soluciones virtuosas pasan por los términos medios. Eso creyeron los ganaderos incluso los de divisas duras cuando decidieron quitar agresividad a sus toros para darles nobleza. Eufemismos, y poco más que eufemismos: el toro, o es una fiera con todos sus derechos y con todas sus consecuencias -entre ellas, el toreo defensivo-, o es un animal azucarado en beneficio del torero".
(Javier de Bengoechea "Tabaco y oro")

...Y en esto hemos venido a dar: lo que cría la familia Pereda ("La Dehesilla") es una colección de mansos descastados disfrazados de "guapos lindos", una comedia de "figurón" como aquel "Lindo Don Diego" de Moreto: fachada y nada por dentro (es lo que gusta a la torería andante... lo ha dicho en el Plus Caballero, que esta corrida "enamoraba en los corrales") y el lote "que se deja" le toca a Leandro que está para irse a su pueblo a encandilar al mujerío.


Es decir: si oyes a los toreros decir que están "enamorados" de un "lindo Don Diego", echa a correr. Si la corrida "es un tacazo", bebe a morro medio litro de cicuta para que el aficionado que aún queda entre tus entretelas tenga una muerte digna y rápida. Amén.

Aficionado después de ver un "tacazo" de corrida
que enamoró a los toreros
 

domingo, 24 de marzo de 2013

Crónica del Domingo de Ramos en Las Ventas: torres de arena


Tras el baile de torres en los corrales –cuatro Torrestrellas remendados con dos Torrealtas-, los habituales de Las Ventas, una vez más, nos temimos lo peor, y como en una copla de León y Quiroga, nos preparamos para cantar “e igual que de arena, nuestras torres de afición vinieron al suelo”. Pero, por una vez, cambió el aire de nuestra maltrecha veleta, y la corrida que inauguró la temporada madrileña resultó interesante. Que la peor sea ésta.

Tres toros –segundo, tercero y cuarto-, cada uno de su padre y de su madre, nos entretuvieron y, como dicen ahora los revisteros modernos, dieron juego. Empecemos, pues, despachando lo bueno. El segundo de la tarde, un Torrestrella ojo de perdiz muy en Núñez, noble y con movilidad, tuvo la fortuna de caerle en suerte a Eduardo Gallo, ese gallo de Salamanca que, desde hace un año, ha vuelto a cacarear y a plantar pelea. Tras llevarlo al caballo garbosamente por galleos, se fue el charro hasta los terrenos del 7 y allí ligó unas series por la diestra que hicieron aplaudir al Rosco. “Qué bien vestido va Gallo. Éste viene con ganas”, sentenció con su habitual temple. Y no le faltaba razón, porque Gallo está en torero y eso se nota hasta a la hora de cambiar la muleta de mano. Cuando tenía una oreja cortada a ley –no como ésas que últimamente se regalan en Las Ventas- pinchó en lo alto. Luego, nuevo intento con la tizona y varios fallos con el descabello. Adiós oreja y fuerte ovación como único consuelo.


Con el Gallo salmantino, los aficionados empezamos a edificar castillitos en el aire. En éstas, salió el tercer toro, un Torrestrella con un cortijo en el pitón izquierdo, y a su vez, conformen abrían la puerta de toriles, desenchiqueraron un chaparrón de atarse los machos. Antonio Nazaré dibujó algunos naturales muy bellos ante este Torrestrella, que, para contarlo todo, era una raspa impresentable. Bajo la lluvia y entre paraguas, quedamos en los tendidos los aficionados más sufridores junto a algunos incondicionales del sevillano, quienes, al terminar la faena, pidieron la oreja. La presidencia, con buen criterio, no la concedió y todo quedó en una merecida vuelta al ruedo.

Finalmente, el tercer toro con opciones de la corrida fue el cuarto, un Torrealta que lidió Diego Urdiales. El riojano, que se merece todo el respeto por su trayectoria y pundonor, no tuvo su mejor tarde. Algo amontonado, no le dio al toro el tiempo ni espacio que pedía para que la faena tomara vuelo.


Los otros tres toros de la corrida –primero, quinto y sexto- ni valieron ni tuvieron interés. Mansos en mayor o menor grado, sin humillar y agarrados al piso, nos hicieron pasar frío. El lote lidiado este domingo fue, por cierto, el más dispar de hechuras que hemos visto en mucho tiempo. ¿Será posible que la empresa de Madrid no encuentre seis toros dignos y de la misma divisa en el mes de marzo para descorchar la temporada? Esta fiel y bendita plaza de Las Ventas del Espíritu Santo registró un cuarto de entrada. Y a pesar del frío y de la lluvia, la torre de la afición, un año más, sigue en pie.

miércoles, 9 de enero de 2013

Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar


Algo está cambiando. Los toreros se dan de tortas por entrar en la corrida de Victorino en Sevilla (previsiblemente para el viernes 12 de abril, un día después de Cuadri). El primero en lanzar el guante fue El Cid, quien sabe de primera mano -soberbia zurda aquella- lo que implica triunfar ante los cárdenos en La Maestranza. El de Salteras pidió, además, que otros diestros reputados se subieran al carro de los Victorinos. Al poco -¡bendita y casi olvidada competencia!-, le salieron a la zaga Urdiales y Alberto Aguilar. El cartel quedaba redondo. Sin embargo, la mañana de Reyes, apareció Luque, cual apisonadora de Oriente, y dijo que él también quería su ración de grises, tres bichos concretamente, y mano a mano con El Cid. Tras la temporada de 2012 (siete tardes entre Madrid y Sevilla y, como balance final, una triste oreja), ¿puede Luque permitirse el lujo de exigir? ¿Merecen Urdiales y Aguilar quedarse fuera del cartel porque el de Gerena prefiere la fórmula del mano a mano en vez de una terna, eludiendo así la tan necesaria competencia? Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar.    


Mientras ha sido el niño inmerecidamente mimado de una empresa caótica, Luque jamás se ha puesto delante de un Victorino en Sevilla. A diferencia de su paisano Manuel Jesús, no ha querido ni oler la divisa azul y encarnada. El año pasado, Canorea & Company lo anunciaron cuatro tardes (Juan Pedro Domecq, Daniel Ruiz, El Pilar y Alcurrucén) y no le recuerdo un solo pase, salvo unas bonitas verónicas con el compás abierto el Domingo de Resurrección. Su paso por Madrid (tres tardes) también fue anodino. En la funesta Feria del Arte y la Cultura, se le fue, por cierto, un toro de bandera del Puerto de San Lorenzo. A Velosico II, el sevillano le cortó una oreja "clavelera" cuando portaba un cortijo en cada pitón. Con esto no sostengo que Luque cometa un pecado pidiendo Victorinos -al contrario-, pero sí le reprocho que exija un mano a mano tras las apuestas de Urdiales y Aguilar, toreros con un camino a su espaldas mucho más abrupto, y que se han forjado en la fragua cárdena.

Urdiales, a sangre y fuego, en Bilbao

Alberto Aguilar, emoción en Las Ventas

Si la empresa de Sevilla se ha cepillado este año las primeras corridas de preferia (donde solían lidiar el Conde de la Maza, Palha, Cebada Gago y otras ganaderías "duras"), y ciertos toreros pretenden cerrar aún más el abanico rechazando la fórmula de la terna, ¿qué oportunidad les queda a aquellos que siempre bailan con la más fea? Máxime cuando los Victorinos ya están reservados en Madrid para Talavante, otro que se ha apuntado a la moda de las encerronas. ¿Y qué me dicen de Jiménez Fortes, que también quiere matar seis toros en Pamplona cuando todavía ni siquiera ha confirmado alternativa en Las Ventas? ¡Cuánto atragantón de toro! Ningún torero se hizo figura a base de encerronas, sino de competencia ante las ganaderías más difíciles y exigentes.


En 2010, Luque se estrelló en Las Ventas
con una encerrona para el olvido

¿Y sobre El Cid qué quieren que les diga? Aún sueño con aquel 19 de abril de 2007 cuando, de camino hacia La Maestranza con mi padre, por la calle Arfe, una gitana nos enjaretó una ramita de romero y dijo aquello de "la suerte, con papel se paga". Esa tarde, El Cid le cortó las orejas al Victorino Borgoñés. Casi seis años más tarde, aún conservo ese brote de romero y la crónica escrita al alimón, con la esperanza de que conserve la alegría intacta de una tarde de toros perfecta, y de que El Cid vuelva a ser aquel Cid.

El romero de la gitana de la calle Arfe seis años más tarde

Cruzábamos el Arco del Postigo para adentrarnos en El Arenal, cuando mi acompañante decidió echarse al coleto el segundo carajillo de Cazalla en un vano intento de humillar unos callos rebrincados que habíamos almorzado en la Puerta de la Carne. Arfe abajo íbamos con la bandera bajada cuando nos arrinconaron dos gitanas jamonas, de más de doce arrobas, para leernos la buen ventura. Servidor se resistía, pero mi camarada de tendido, con más experiencia en esos lances, advirtió:
“- Abre la mano que tardamos menos”.
Nos leyeron el gori-gori y nos dejaron bendecidos con el ramito de romero, pero cuando echamos manos a la faltriquera la jamona mayor se engalló y dijo:
“- La suerte con papel se paga”.
De modo que ya puestos a redondear faena, le dejé el billete en las simas del canalillo del escote y nos abrimos por Adriano adelante.

Entramos pronto en la plaza, que era tarde de mucho lío. Acodados en la baranda que el 10 tiene sobre el patio de cuadrillas, mi socio advirtió que a Pepín le caía mal el blanco del vestido; y dos señoras de permanente incombustible corrigieron que iba “de blanco roto o espuma de mar”.
“- La jodimos, tía Manuela”.



A Pepín, el primer Victorino le tiró derrotes de santos óleos más que de primera comunión. Y al cabrón de “Paquito” se lo quitó de encima de pinchazo y media en los bajos. A su segundo, Liria se fue a recibirlo a porta gayola. “Petrarquista” no salía, que estaría rematando sonetos, y a Pepín le hizo aguantar un quinario de órdago. Banderilleó valiente Diego Robles, que saludó montera en mano, y su matador, hecho un león toda la tarde, pasaportó al Victorino con una estocada tendida.
Se hizo presente en el ruedo maestrante Borgoñés y el Cid lo hipnotizó con los vuelos del capote: ¿venía ya hipnotizado por el brujo Victorino o lo hizo con su magia el de Salteras? El caso es que el diestro estuvo enorme a siniestras, toreando al natural las humilladas embestidas de aquel toro de bandera. El Cid acalló un alboroto de “indultitis” que se inició en el tendido con una estocada, y le cortó las orejas a ley. A su segundo, un “Baratero” que traía memorias de glorias pasadas, pero venía sin hipnosis, le dio Manuel Jesús los naturales más cuajados de la tarde. Y los “oles” parecían truenos venidos de las nubes del Aljarafe. Tardó en morir “Baratero” y en el último estertor acertó a herir Julio López cuando intentaba apuntillarlo.
Salvador Cortés estuvo ausente; se quitó de encima los peligros sordos del terciado tercero y desaprovechó clamorosamente el pitón izquierdo del sexto, por nombre “Estupendo”, que le estaba entregando las orejas, y Salvador sin enterarse.
Nos preguntábamos a la salida si la gitana jamona tuviera razón, con qué papel se pagarán la suerte Victorino y El Cid. Triunfo de clamor el del Cid en Sevilla: El Cid no necesita ir a Burgos para hacer jurar a la torería andante si alguien quisiera destronarlo del escalafón.

martes, 16 de octubre de 2012

El inventario del aficionado (temporada 2012)


La temporada taurina echa la persiana. Despedida y cierre. Desde la feria del Pilar hasta Fallas, el calendario correrá considerablemente más despacio. Dicen que pronto la Comunidad de Madrid colocará una tapadera sobre Las Ventas para que Taurodelta pueda programar novilladas sin picadores las mañanas de los domingos (después del I Festival Internacional de Circo, por supuesto). El invento de la olla en la calle Alcalá está por ver. Lo único seguro es la temporada que ya se marcha, con las expectativas que se cumplieron y las promesas que se quedaron por el camino. Algunos toreros ya cambian el traje de luces por el campero mientras que otros preparan la maleta para hacer las Américas (unas ferias, las transatlánticas, que, por cierto, cada vez interesan menos).


Mientras, los aficionados comenzamos a escribir el inventario: ese rosario de nombres que jalonaron -y salvaron- una temporada que no ha sido especialmente lúcida ni lucida. ¿De quién se hablará durante las tertulias invernales? Sin duda, de Javier Castaño, por revalorizar los tres tercios de la lidia y echarse al coleto las ganaderías más duras; de Fernando Robleño, por su lucha sin cuartel, por no dar su brazo a torcer y por aquella encerrona épica en Céret; de Iván Fandiño, por su valor incorruptible, por esa forma de matar o morir y por seguir lidiando todos los encastes; de Sergio Aguilar, por su pureza y toreo clásico, casi perfecto; de Eduardo Gallo, por volver a ser algo más que una promesa; de Uceda Leal, porque la tarde en que le salga un toro, esta vez sí, va a crujir Madrid; de Alberto Aguilar, porque merece mucho mejor trato del recibido; de Diego Urdiales, porque quizás las empresas lo olviden, pero los aficionados no, y menos los de Bilbao; de Jiménez Fortes, porque éste sí que puede funcionar; de Antonio Nazaré, por ilusionar sin ser el clásico torero consentido de Sevilla; de Joselito Adame, por ser el mejor matador mexicano del escalafón actual; de Fernando Cruz, por aquella intempestiva cornada y porque en Las Ventas lo esperan; del Fundi, por su despedida, pero sobre todo por su hombría; y, finalmente, de Padilla, por su vitalidad contagiosa y por hacer cosas que no están al alcance de los demás mortales.


Entre los hombres de plata, también relucirán los nombres, entre otros, de David Adalid, Luis Carlos Aranda y Tito Sandoval. ¿Y entre las ganaderías? Victorino, José Escolar, Cuadri, Adolfo, Baltasar Iban, Miura, Valdefresno, El Pilar, Alcurrucén, Adelaida Rodríguez, Cebada Gago, Valdellán, Mauricio Soler, Torrestrella... Todos ellos mantuvieron el barco a flote.


Los aficionados les damos las gracias no por hacernos disfrutar, ni por estar a gusto -como repiten machaconamente las figuras y sus réplicas novilleriles-, sino por emocionarnos. La emoción es un sentimiento mucho más profundo y duradero que el goce. Una corrida no se parece a un concierto de Shakira, donde el objetivo final consiste en bailar el Waka Waka; porque los toros, a diferencia del espectáculo de la colombiana, no son un mero entretenimiento. Ninguno de los anteriores toreros nos hicieron ondear pañuelos como locos cada tarde, ni los toros de las ganaderías mencionadas fueron indultados provocando el delirio colectivo. Tampoco fue necesario. La grandeza de la Tauromaquia va más allá del triunfo y del recuento de orejas. Y la lucha siempre resulta más edificante si el camino ha sido difícil. Por tanto, a todos ellos, gracias. Tras las penurias del invierno, en los albores de la próxima temporada, los esperamos en la plaza (con tapadera o sin ella).