Mostrando entradas con la etiqueta solteros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta solteros. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de julio de 2015

Soliloquio del solterón


Me miro el dedo gordo del pie, y gozo.
Gozo porque nadie me molesta. Igual que una tortuga, a la mañana, saco la cabeza debajo la caparazón de mis colchas y me digo, sabrosamente, moviendo el dedo gordo del pie:
-Nadie me molesta. Vivo solo, tranquilo y gordo como un archipreste glotón.
Mi camita es honesta, de una plaza y gracias. Podría usarla sin reparo ninguno el Papa o el arzobispo.
A las ocho de la mañana entra a mi cuarto la patrona de la pensión, una señora gorda, sosegada y maternal. Me da dos palmaditas en la espalda y me pone junto al velador la taza de café con leche y pan con manteca. Mi patrona me respeta y considera. Mi patrona tiene un loro que dice: "¡Ajuá! ¿Te fuiste? Que te vaya bien", y el loro y la patrona me consuelan de que la vida sea ingrata para otros, que tienen mujer y, además de mujer, una caterva de hijos.
Soy dulcemente egoísta y no me parece mal.

Trabajo lo indispensable para vivir, sin tener que gorrear a nadie, y soy pacífico, tímido y solitario. No creo en los hombres, y menos en las mujeres, mas esta convicción no me impide buscar a veces el trato de ellas, porque la experiencia se afina en su roce, y además no hay mujer, por mala que sea, que no nos haga indirectamente algún bien.
Me gustan las muchachitas que se ganan la vida. Son las únicas mujeres que provocan en mí un respeto extraordinario, a pesar de que no siempre son un encanto. Pero me gustan porque afirman un sentimiento de independencia, que es el sentido interior que rige mi vida.
Más me gustan todavía las mujeres que no se pintan. Las que se lavan la cara, y con el cabello húmedo, salen a la calle, causando una sensación de limpieza interior y exterior que haría que uno, sin escrúpulos de ninguna clase, les besara encantado los pies.
No me gustan los chicos, sino excepcionalmente. En todo chiquillo, casi siempre se descubren fisonómicamente los rastros de las pillerías de los padres, de manera que sólo me agradan a la distancia y cuando pienso artificialmente con el pensamiento de los demás que coinciden en decir: "¡Qué chicos, son un encanto!", aunque es mentira.
Me baño todos los días en invierno y verano. Tener el cuerpo limpio me parece que es el comienzo de la higiene mental.


Creo en el amor cuando estoy triste, cuando estoy contento miro a ciertas mujeres como si fueran mis hermanas, y me agradaría tener el poder de hacerlas felices, aunque no se me oculta que tal pensamiento es un disparate, pues si es imposible que un hombre haga feliz a una sola mujer, menos todavía a todas.
He tenido varias novias, y en ellas descubrí únicamente el interés de casarse, cierto es que dijeron quererme, pero luego quisieron también a otros, lo cual demuestra que la naturaleza humana es sumamente inestable, aunque sus actos quieran inspirarse en sentimientos eternos. Y por eso no me casé con ninguna.
Personas que me conocen poco dicen que soy un cínico; en verdad, soy un hombre tímido y tranquilo, que en vez de atenerse a las apariencias busca la verdad, porque la verdad puede ser la única guía del vivir honrado.
Mucha gente ha tratado de convencerme de que formara un hogar; al final descubrí que ellos serían muy felices si pudieran no tener hogar.

Soy servicial en la medida de lo posible y cuando mi egoísmo no se resiente mucho, aunque me he dado cuenta que el alma de los hombres está constituida de tal manera, que más pronto olvidan el bien que se les ha hecho que el mal que no se les causó.
Como todos los seres humanos he localizado muchas mezquindades en mí y más me agradaría no tener ninguna, mas al final me he convencido que un hombre sin defectos sería inaguantable, porque jamás le daría motivo a sus prójimos para hablar mal de él, y lo único que nunca se le perdona a un hombre, es su perfección.


Hay días que me despierto con un sentimiento de dulzura floreciendo en mi corazón. Entonces me hago escrupulosamente el nudo de la corbata y salgo a la calle, y miro amorosamente las curvas de las mujeres. Y doy las gracias a Dios por haber fabricado un bicho tan lindo, que con su sola presencia nos enternece los sentidos y nos hace olvidar todo lo que hemos aprendido a costa del dolor.
Si estoy de buen humor, compro un diario y me entero de lo que pasa en el mundo, y siempre me convenzo de que es inútil que progrese la ciencia de los hombres si continúan manteniendo duro y agrio su corazón como era el corazón de los seres humanos hace mil años.

Al anochecer vuelvo a mi cuartujo de cenobita, y mientras espero que la sirvienta -una chica muy bruta y muy irritable- ponga la mesa, "sotto voce" canturreo Una furtiva lágrima, o sino Addio del passato o Bei giorni ridenti... Y mi corazón se anega de una paz maravillosa, y no me arrepiento de haber nacido.
No tengo parientes, y como respeto la belleza y detesto la descomposición, me he inscripto en la sociedad de cremaciones para que el día que yo muera el fuego me consuma y quede de mí, como único rastro de mi limpio paso sobre la tierra, unas puras cenizas. 

Roberto Arlt (1900-1942) fue un escritor y periodista argentino. 
En sus columnas, describía la vida cotidiana de Buenos Aires.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Solteros de nacimiento


Los chinos han inventado el "Día del Soltero", dedicado a los célibes vocacionales. Este antídoto contra San Valentín se celebra cada 11 de noviembre (11/11), jornada que los solteros aprovechan para auto-regalarse cosas... porque buey suelto bien se lame. Con el gen de la soltería se nace, igual que se viene al mundo alto, bajo, moreno o rubio. Se nace soltero, aunque algunos, desgraciadamente, descubren esta particularidad demasiado tarde, con uno o dos divorcios a la espalda.
 
¿Qué dirán estos chinos...?
 
El refranero español, que es sabio, nos enseña que "cada uno en su casa y Dios en la de todos". Tengo un amigo que, cada vez que una mujer intenta convencerle para que abandone la soltería y el nido materno, las trompetas del Séptimo de Caballería resuenan en su cabeza. Otro conocido aficionado a los toros, cuando comparte tendido con alguna fémina, suele emplear la frase de: "Señora, cállese, que no veo". Ciertos hombres, más prácticos, son capaces de soportar estoicamente la verborrea femenina con el exclusivo propósito de pasar la noche acompañados. El poeta Luis Alberto de Cuenca buscaba una mujer sorda, mientras que otros caballeros las prefieren mudas.
 
 
En otro tiempo hubieras empleado la noche
en hablarle de libros y de viejas películas.
Pero ya eres mayor. Ahora sabes que a ellas
les aburren los tipos llenos de nombres propios,
que tu bachillerato les tiene sin cuidado.
De modo que le dejas tomar la iniciativa,
desconectas y finges que escuchas sus historias,
que invariablemente -recuerdas de otras veces-
versan sobre el amor, los viajes, la dietética,
su familia, el verano, la buena forma física,
el más allá, las drogas y el arte postmodemo.
De cuando en cuando asientes, recorriendo sus ojos
con los tuyos, rozando levemente sus muslos,
y elevas a los cielos una angustiosa súplica
para que aquella farsa termine cuanto antes.
Pasarán, sin embargo, todavía unas horas
hasta que, ebria y afónica, se abandone en tus brazos
y obtengas la victoria pírrica de su cuerpo,
que, pese a los asertos de tres o cuatro amigos,
será muy poca cosa. Y, cuando esté dormida,
saldrás roto a la calle en busca de una taza
de café gigantesca, maldiciendo las copas
que arruinaron tu hígado en la estúpida noche
y pensando que, al cabo, merece más la pena
no comerse una rosca y hablarles de tus libros,
amargarles la vida con Shakespeare y con Griffith.
O buscarse una sorda para que nada falte.
 
(Luis Alberto de Cuenca)
 
"Una mujer con la que me gustaría casarme:
adoro leer en la cama"
 
Las mujeres también celebran el Día del Soltero, porque ya no existen "solteronas" sino eternas "chicas de oro". Más vale vestir santos que desvertir vagos, inútiles, enmadrados y borrachos.

martes, 6 de noviembre de 2012

El buey suelto ya no se lame tan bien


De vez en cuando, me gusta echar un vistazo a los blogs argentinos. ¡Son estupendos! En "Tengo mal de amores" han clasificado a los solterones en siete categorías: el gordo y negligente, el quisquilloso e histérico, el raro, el mujeriego, el serio, el Rock Hudson y el que vive con la madre. De todos ellos, me quedo con este último. Así lo describen: "Bueno, no es tan grave que viva con la mamá, pensás, en un rapto de entusiasmo inicial. Después de todo, ella es macanuda. Este solterón ya pasó los cuarenta. Pero esto no importaría si no fuera que los domingos, después de pasar un fin de semana romántico en la playa, quiere llegar temprano a su casa. Para estar con mamá. La revelación llega una madrugada fatídica, después de soñar que te estás casando con tu suegra".


A finales de la primera década del siglo XX, se estrenó en el madrileño teatro de La Zarzuela un pasatiempo que llevaba por nombre "El club de las solteras", del libretista Luis Pascual Frutos. En la obra figuraba una canción inmediatamente popularizada por su intérprete, la saladísima Consuelo Mayendía.

"Yo conozco muchos hombres
que abominan del casorio,
porque temen a las suegras
y a otras cosas que no nombro.
Y por eso hay en el mundo
tanto viejo solterón,
que concluye por quedarse
como el gallo de Morón".

El pequeño azulejo de "Solterito y cuarentón, qué suerte tienes, ladrón" que encontré paseando por el barrio de Santa Cruz está pasado de moda. Ser hombre y soltero vuelve a ser una desgracia (eso dicen, al menos, en El País).



"Qué desolación me da
ver la nevera vacía,
con lo bien que yo comía
en casa de mi mamá.
A la vuelta de una farra,
bien mamao como es debido,
qué bien sienta una cenita
pa´luego dormir tranquilo.
No se sueña nada ilustre
cuando el buche está vacío".

Los malabaristas del marketing dejaron de rifarse a los singles porque estos también se han quedado tiesos con la crisis (en las librerías ya no se agota el best-seller "Microondas para uno"). Y encima pagan más impuestos. Habría que reescribir un "A la lima y al limón" paritario. ¡El soltero de oro ha pasado a la historia, oiga!



"Y los niños cantan a la rueda, rueda,
Esta triste copla que el viento le lleva.
A la lima y al limón,
tú no tienes quien te quiera.
A la lima y al limón,
te vas a quedar soltera/o.
Qué penita y que dolor,
la vecinita/el vecinito de enfrente soltera/o se quedó.
Solterita/o se quedó.
A la lima y al limón".


Una solución para acabar con el maleficio del single consiste en peregrinar hasta la preciosa iglesia de Santa Ana, la Catedral de Triana, para pegarle un puntapié en la cabeza a Íñigo López. La leyenda cuenta que el hombre/mujer (la paridad,recuerden) que le pegue siete patadas a su lauda sepulcral contraerá matrimonio. Esta lápida, por cierto, obra de Niculoso Pisano (1503), es sumamente original porque sustituye el mármol tradicional por el azulejo pintado. De tanto taconazo, el dibujo de la cara de Íñigo López ha ido desapareciendo con el transcurrir de los siglos.

Hoy por hoy, el difunto Iñigo López sigue siendo un enigma.
Su título o profesión también ha sido borrado del epitafio que le enmarca