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sábado, 31 de octubre de 2015

Los "Tosantos" contra Halloween


La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, los algecireños celebran una fiesta que no es Halloween ni se le parece. La llaman "Tosantos", contracción de "Todos los santos", y consiste en visitar la plaza de abastos con el fin de comprar frutos secos, castañas asadas, cañas de azúcar, garrapiñadas, chirimoyas, boniatos, granadas y otros productos típicos del invierno. La tradición se remonta a finales del siglo XVIII, cuando este mercado se instalaba en una de las entradas de la ciudad, próxima a las huertas del Río de la Miel. La costumbre, lejos de extinguirse, fue aumentando, transmitiéndose de padres a hijos, y aún hoy, la plaza de abastos se llena de niños y adultos que hacen sus compras mientras la banda de música interpreta temas populares.


Una de las ventanas de mi casa, la de la cocina concretamente, da hacia el mercado. De cría, jamás supe qué era Halloween. A mí lo que me interesaba era ver cómo los puestos de frutos secos se iban montando desde primera hora de la tarde y todo comenzaba a oler a castañas asadas. Cuando se hacía de noche, bajaba, principalmente a comprar nueces -que después había que partir-, dátiles -nunca me gustaron, pero en mi casa tenían gran aceptación-, garrapiñadas -eso sí que me interesaba-, buñuelos y "huesos de santo". La noche del 31 de octubre nunca me disfracé, ni dije "truco o trato", ni pedí caramelos. Aquellas costumbres quedaban demasiado lejos. 


El botín gastronómico de los "Tosantos" solía durar hasta Navidad, y a veces aún sobraba. Los restos de almendras, normalmente, se aprovechaban para hacer algún postre. Y así, un año tras otro, hasta que abandoné Algeciras para vivir fuera y buscarme la vida. Sin embargo, cada 31 de octubre, sigo pensando en los vendedores de castañas de la plaza de abastos.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Aquí no se celebra Halloween: felices Tosantos

La frontera que separa octubre de noviembre huele a castañas asadas. Incontables autores han descrito este aroma, que es el de la infancia y el paso de las estaciones. Sobre todo Trapiello, al que describen como un "memorialista" (tal y como está el patio, menudo oficio, pienso yo). Así esboza el retrato de la castañera: "envejecida criatura del averno con el rostro tiznado".


En los cuentos infantiles, la castañera no parece excesivamente infernal

En mi ciudad natal, Algeciras, cada 31 de octubre se celebra en la plaza de abastos, obra de Eduardo Torroja Miretla tradicional Fiesta de las Castañas o de los Tosantos. Cuando empieza a caer la tarde, vendedores de frutos secos despliegan sus puestos alrededor del mercado mientras suena una orquestilla. Las castañas, por supuesto, son las protagonistas, pero también los piñones, nueces, pistachos, almendras, cacahuetes, anacardos, garrapiñadas, ciruelas pasas, dátiles, higos secos... Después de dar un garbeo por el mercado y de llenar unas cuantas bolsas, uno sube hasta las pastelerías del centro, a Mónaco, Okey o La Dulce Campesina, a comprar una bandeja de buñuelos y otra de huesos de santo. Y con semejante botín, se regresa casa, a seguir paladeando los Tosantos a la vera del brasero.



Incluso la gran Pastora Imperio le cantó a las castañeras a través de un castizo pasodoble, obra de Rafles y el maestro Larruaga.

"Según mi fe de bautismo,
nació esta preciosidad
en un puesto de castañas
que tenía mi mamá.
¡De castañas asás!
Me crié en la Ribera de Curtidores,
y allí conocí al niño de mis amores,
que de chulo y gitano
que es el chiquillo
apaga las cerillas con un martillo.
Y tiene puesto en su alcoba,
a orilla de San Antón,
un retrato de Vicente Pastor.
Cuando estoy por las mañanas
en mi puesto de castañas
todos los hombres me dicen así:
- ¡Dígame usté, castañera,
qué he de hacer pa´que me quiera
porque estoy por usté fuera de mí!"


a quien el erizo guarda;
la nuez, en su cárcel presa,
y aquí, con la pera parda,
tendrás la rubia camuesa".
(Lope de Vega)

Los modernos, sin embargo, son capaces de rechazar un entrañable cartucho de castañas asadas porque lo consideran "rancio" y alejado de la nouvelle cuisine. ¡Y de los Tosantos o Don Juan Tenorio para que vamos a hablar! Ahora se lleva el Halloween, que no hay Cristo que lo pronuncie. Por esa misma regla de tres, el último jueves de noviembre tendríamos que merendar pavo seco con salsa de arándanos por Acción de Gracias.

Leído en Twitter: "Que celebremos Halloween es como si en Wisconsin
bajaran de romería por el Mississippi al Cristo de los Faroles".

Ante estas amenazas progres, la pobre castañera también ha tenido que modernizarse y saltar a la web. Bienvenidos al castañero.com. Manda castañas.