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domingo, 3 de noviembre de 2013

Valle-Inclán habla de toros como si fuera hoy

Una vez, en la revista La Lidia, al gran don Ramón María del Valle-Inclán le preguntaron si creía en la existencia de arte en los toros. Ésta fue la respuesta que dio:


"Naturalmente que sí, y mucho. Mire usted: la mayor manifestación del arte es la tragedia. El autor de una tragedia crea un héroe y le dice al público: Tenéis que amarle. ¿Y qué hace para que sea amado? Le rodea de peligros, de amenazas, de presagios… y el público se interesa por el héroe, y cuanto mayor es su desgracia y más cerca está su muerte, más le quiere. Porque el hombre no quiere a su semejante sino cuando lo ve en peligro. Supongamos que un niño está jugando en esta habitación, y nosotros no le hacemos caso; al contrario, tal vez sus juegos nos molesten. De repente, el niño se acerca al balcón y está a punto de caer a la calle; entonces, todos nosotros nos levantamos angustiados y gritamos: ¡Ése niño! En aquel momento todos queremos al niño, pero ha hecho falta para eso, para que nuestro corazón dé rienda suelta a su amor, que ese ser esté a punto de deshacerse. Es la tragedia…

En los toros la tragedia es real. Allí el torero es autor y actor. Él puede a su antojo crear una tragedia, una comedia o una farsa. Cuanto mayor es el peligro del torero, mayor es la amenaza de tragedia y más grande es la manifestación de arte. Hay toreros, como Belmonte, que crean la tragedia, la sienten, y al ejecutar las suertes del toreo, se entregan al toro borrachos de arte. Entonces los cuernos rozan las sedas y el oro de sus trajes; la tragedia se aproxima, el público, sin saberlo, se pone de pie, se emociona, se entusiasma. ¿Por qué? Por el arte.


Quitemos a los toros la facultad de matar, y ya no hay fiesta, porque no hay tragedia, no hay arte. Supongamos que en diez años no muere un torero, y entonces se acabó el interés de las corridas de toros. A un torero que no tuviese peligro de ser cogido, acabaría por aburrir al público. Eso le pasó al Guerra. Hoy tenemos el caso de Joselito. Joselito es el torero que tiene mayores conocimientos y que tiene más facultades físicas. Sin embargo, Joselito cansará a los públicos. Joselito es el primer actor de la tauromaquia; pero como en este arte el autor y actor van juntos, Joselito-autor no quiere crear tragedia; no siente el arte de la tragedia, y a pesar de sus faenas asombrosas, de sus facultades, de sus maravillas, el público nota que le falta algo, algo que será la causa de que le aburra un día, algo que no sabe lo que es. La tragedia… el arte…Su hermano Rafael ya es otra cosa; tiene menos facultades que él, sabe menos que él; cuando sale un toro que le inspira, entonces crea arte, entonces es divino, porque, como Belmonte, se transfigura, y transfiguración es teología.

Los toros, para ser tal como deben de ser, precisan tener la parte trágica, la muerte del toro, del caballo, y de vez en cuando del torero. El torero que toreando se acerque más a la muerte, ése será el mayor artista, el que mejor interpretará la tragedia taurina, aunque el otro, el que toree con mayor facilidad, quede más veces mejor que él. Joselito, los Quintero y la Argentinita son la misma cosa… Están bien. Bueno, que de todo esto que le he dicho, los técnicos taurinos, ni aún los mismos toreros, saben una palabra".
 
 
Han pasado diez años y, en buena medida por la evolución de la cirugía taurina y por la mejora de las enfermerías, no ha caído ningún torero en la plaza. Con Ponce o El Juli -sucesores del Guerra y Joselito-, la técnica de la Tauromaquia ha alcanzado niveles prodigiosos, sin embargo, como predijo Valle-Inclán, la emoción se escapa igual que un chorro incesante. Todo se ha vuelto demasiado previsible. El diestro del siglo XXI se asemeja más a un funcionario que a un artista. En los burladeros de muchas plazas, deberían colocar espejos cóncavos, como los del Callejón del Gato de Luces de Bohemia, para que reflejen el esperpento en el que se ha convertido esta amada Fiesta nuestra.
 
 

martes, 9 de octubre de 2012

Así de easy: calentitos hasta en la China


Leo en el suplemento de moda de El País (¡sí, lo reconozco: me gustan las publicaciones de moda!) un artículo titulado: «Por qué lo llaman "cookie" cuando quieren decir galleta». Trata sobre la proliferación de términos anglosajones en este pastiche que algunos llaman spanglish, aunque el término adecuado sería, sin ambages, terrorismo lingüístico. Resulta gracioso porque esta supuesta modernidad lleva siglos empleándose en Gibraltar a través del entrañable llanito. Por ejemplo: la expresión "tienes una llamada" se traduce como "hay un call pa´ti". Más casos prácticos: "plomero" (del inglés "plumber") significa fontanero; "queki" (de "cake"), pastel; "antorcha" (de "torch"), linterna;  "lanche" (de "lunch"), almuerzo; o "dar una apología" (de "apology"), disculparse. Así de easy, que los gibraltareños lo tienen tó inventao. Pero volvamos al artículo del país:

«Uno de los sectores donde más se usan términos anglosajones es en el de la alimentación. Ya no comemos patatas fritas, sino chips; ni horneamos magdalenas, sino cupcakes o muffins; o preferimos snacks de nugget a aperitivos de pollo frito. Pero ¿por qué da la sensación de que el mismo alimento sabe mejor en inglés que en español? “Para los nuevos consumidores una galleta Fontaneda es la que compraban sus abuelos. Sin embargo, una cookie es una galleta moderna, que está mucho más de acuerdo con su estilo de vida, con su lenguaje... Llamar cookie a una galleta es una seña de identidad igual que llevar un determinado corte de pelo o un estilo de indumentaria”, opina Luis Sánchez Villa, profesor de Marketing de Esic».


Estos modernos, sin embargo, no tienen lo que hay que tener para rebautizar a los churros. ¡A los calentitos de toda la vida, vaya! Escribe Antonio Burgos: «En cada puerta de Sevilla había una capillita con una devoción mariana, una cartelera de toros y un puesto de calentitos». A ver quién es el guapo, con sus señas de identidad por montera, que llama a este desayuno del pueblo "hotys" o "churrings".

Charo, la churrera del Puerto de Santa María:
"Los churros son mi felicidad, cuando me muera seguiré
haciendo churros para todos los muertos que estén allí"

«¿Habrá algo más mediterráneo que el rabo del Minotauro de Creta, que es el único que le falta por cortar a Jesulín de Ubrique esta temporada? No sé si será dieta mediterránea, pero estas mañanas de agosto me encanta desayunar café con calentitos, como les llamamos los sevillanos a los churros; que churros les llamamos a otras cosas, la política económica del gobierno y así» (leer más).


«Juana ha dicho que de churros, nada, que eso es de Despeñaperros para arriba. Que aquí abajo, según las comarcas, son calientes, calentitos, jeringos, tejeringos, tallos, porras. Aquí un churro es una cosa muy malamente hecha, nunca un calentito o un jeringo. Aquí churro es un churrete en el habla» (leer más).




«En la Casa de Soria, está el mayor defensor del habla sevillana que he visto. Estaba la otra tarde, con mi bandeja de calentitos por delante, en la barra, cuando llegó una señora de las que allí paran a merendar con las amigas y dijo la palabra maldita, la voz invasora: churro. La señora pidió:
-Media de churros.
Pero el meritísimo defensor del habla andaluza, de la propiedad de sus voces y de los calientes sevillanos, al ordenar la comanda a la cocina a través del torno, hizo la perfecta traducción simultánea:
-Que sea media más de calentitos» (leer más).
Diga usted que sí, don Antonio: al pan, pan, y al calentito, calentito. Ahora los orientales han dejado de lado los rollitos de primavera para darle al churro: la mítica chocolatería San Ginés, la buñolería Modernista de Max Estrella y Don Latino, aterriza en Shangái, aunque los dulces también se servirán con queso y mole picante (¡¿?!). Allí tampoco usarán la bonita palabra "calentitos", ni "hotys", ni "churrings"... en China serán "xuanlezi" (lo que crece alegremente dando vueltas). Pero los chinos no conocen el verdadero secreto de unos buenos calentitos: hay que usar harina vallisoletana. Lo dice un paisano mío que lleva su churrería, "Los Especiales", por las ferias de España, de norte a sur y de este a oeste... ¡incluso a Gibraltar! No todas las harinas valen para churros y, la que emplean para los rollitos, me da mala espina.

«Igual que los chinos ponen en Sevilla sus tiendas de chinos, Pedro Trapote ha plantado su calentería y chocolatería de San Ginés en Shangai, en un centro comercial del histórico distrito de Hongkou, al lado del estadio de fútbol del Shangai Shenhua de la Superliga china, donde juega el actual equipo de Drogba y Anelka bajo las órdenes del argentino Sergio Batista. Y como a este Trapote no hay quien lo pare, tras Shangai piensa abrir más calenterías madrileñas en Pekín, Cantón, Suzhou, Hangzhou, Shenzhen, Wuhan y Chengdu» (leer más).


«Escena cuarta. Noche. Máximo Estrella y Don Latino de Híspalis tambalean asidos del brazo por una calle enarenada y solitaria. Faroles rotos, cerradas todas, ventanas y puertas. En la llama de los faroles un igual temblor verde y macilento. La luna sobre el alero de las casas, partiendo la calle por medio. De tarde en tarde, el asfalto sonoro. Un trote épico. Soldados Romanos. Sombras de Guardias: Se extingue el eco de la patrulla. La Buñolería Modernista entreabre su puerta, y una banda de luz parte la acera. Max y Don Latino, borrachos lunáticos, filósofos peripatéticos, bajo la línea luminosa de los faroles, caminan y tambalean».

jueves, 20 de septiembre de 2012

Promesas de rebecas y franelas

El otoño llegará a las 16.49 horas (hora peninsular) de este sábado, 22 de septiembre, y durará 89 días y 20 horas. La estación acabará el 21 de diciembre con la llegada del invierno.

"El día es más solemne y más sereno
al declinar la tarde. En el otoño
hay brillos en el cielo, hay armonías
que el ardoroso estío desconoce
como si fueran algo inexistente"
(Shelley)


"El otoño es la estación preferida de los conversos. Detrás del cobrizo manto de las hojas, bajo el oro que comienzan a taladrar invisibles gusanos, mensajeros del invierno y el olvido, es más fácil sobrevivir a las nuevas obligaciones que agobian a los recién llegados a una fresca teología. Hay que desconfiar de la serenidad con que estas hojas esperan su inevitable caída, su vocación de polvo y nada. Ellas pueden permanecer aún unos instantes para testimoniar la inconmovible condición del tiempo; la derrota final de los más altos destinos de verdura y sazón" (Álvaro Mutis).

Les sanglots longs
Des violons
De l'automne
Blessent mon coeur
D'une langueur
Monotone.

(Escuchar la maravillosa versión de "Chanson d´automne" de Charles Trenet)

"Alrededor del seis de octubre, las hojas suelen empezar a caer, en sucesivos chaparrones, tras una lluvia o una helada, pero la principal cosecha de hojas, el súmmun del otoño, suele ser alrededor del dieciséis. Las calles están cubiertas por una capa espesa de trofeos, y las hojas caídas de los olmos crean un pavimento oscuro bajo nuestros pies. Tras uno o varios días especialmente cálidos del veranillo de San Martín, percibo que es el calor inusual lo que provoca, más que nada, la caída de las hojas, quizá cuando no ha habido lluvia ni heladas durante un tiempo. El calor intenso las madura y marchita repentinamente, igual que ablanda y pone a punto a los melocotones y otras frutas y las hace caer" (Henry David Thoreau).


Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Tu vois, je n'ai pas oublié
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Les souvenirs et les regrets aussi.


"Yo recordaba nebulosamente aquel antiguo jardín donde los mirtos seculares dibujaban los cuatro escudos del fundador, en torno de una fuente abandonada. El jardín y el Palacio tenían esa vejez señorial y melancólica de los lugares por donde en otro tiempo pasó la vida amable de la galantería y del amor. Bajo la fronda de aquel laberinto, sobre las terrazas y en los salones, habían florecido las rosas y los madrigales, cuando las manos blancas que en lo viejos retratos sostienen apenas los pañolitos de encaje, iban deshojando las margaritas que guardan el cándido secreto de los corazones. ¡Hermosos y lejanos recuerdos! Yo también los evoqué un día lejano, cuando la mañana otoñal y dorada envolvía el jardín húmedo y reverdecido por la constante lluvia de la noche. Bajo el cielo límpido, de una azul heráldico, los cipreses venerables parecían tener el ensueño de la vida monástica. La caricia de la luz temblaba sobre las flores como un pájaro de oro, y la brisa trazaba en el terciopelo de la yerba, huellas ideales y quiméricas como si danzasen invisibles hadas" (Valle-Inclán).

Inverno não ainda mas outono
A sonata que bate no meu peito
Poeta distraído cão sem dono
Até na própria cama em que me deito.


"Anteayer mismo, por la ventana abierta a través de la que veía un cielo grisáceo que trileaba con lluvias, entraba un aire que pretendía venderme promesas de rebecas, franelas, haz de luz de una lámpara baja, camilla, taza de té, tortas de aceite de Ochoa y lecturas gustosas. No me creí los grises, ni esperé oír caer la lluvia, ni le eché cuenta al mentiroso vendedor de escalofríos que invitan a recogerse. Hice bien. Ayer, mientras escribía este artículo, a través de esa misma ventana se veía un cielo desafiantemente azul y entraba el sol derramando la melaza caliente de otro día de bochorno. Hagan como yo. No se fíen de estos breves frescores, de estas lluvias impuntuales y perezosas, de estos nublados mentirosos, de estas promesas de otoño. Son tan falsos como las avanzadillas de la primavera que se aparecen, por sorpresa, un medio día de febrero para desvanecerse inmediatamente" (Carlos Colón).


The fundamental things apply
As time goes by...