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lunes, 9 de septiembre de 2013

Sufridoras por amor


A menudo, las sufridoras por amor se convierten en auténticas mártires del romanticismo. Ríanse ustedes de Juana de Arco. Lidiar con algunos hombres y freírse en la hoguera viene a ser lo mismo. Sobre todo cuando ellos no responden a las llamadas telefónicas de sus desesperadas queridas. Tal vez, el acto de ignorarlas sea su manera de canalizar el afecto. Decía Platón, un romántico empedernido, que la mayor declaración de amor era la que no se hacía: "el hombre que siente mucho habla poco".

 
Enrique, indudablemente, hablaba poco. Al menos con su novia, María Teresa. Los mensajes de voz que ella grabó en su contestador automático -hallado, por casualidad, muchos años después en un mercadillo de Buenos Aires- inspiraron un cortometraje que ya ha dado la vuelta al mundo: "Ni una sola palabra de amor". María Teresa, con su delicioso acento argentino, encarna a la perfecta sufridora por amor: "Lamentablemente siempre hablo con un aparato... como cuando hablo con vos. Hablo sola... [...] Dale... Atendé al teléfono... si yo sé que estás ahí... ¡ENRIQUE! Por favor, llámame [...] A mí me va a agarrar un infarto... [...] No sé más qué decirte... no sé más qué hacer. Adiós". Así, hasta dieciséis mensajes desesperados.

 
Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
(José Luis Borges)
A pesar de que Enrique es un hijo de la gran puta, María Teresa no agarrá un infarto. De hecho, quince años después de grabar aquellos mensajes, todavía vive... junto a  él. Con el mismísimo pelotudo de su antiguo novio. Este verano, el diario "Clarín" buscó a aquella pareja: “Ay, Dios mío. Llegar a los 75 años y encontrarme con esto. Me quiero matar… Ese casete es del 98. Nos habíamos peleado y me fui al departamento de un amigo. Después de tantos años, le sigue pareciendo mal todo lo que yo digo”.
 
Todas las mártires del romanticismo llevan dentro una María Teresa: "Hay un momento en el que yo digo siempre la ausencia, siempre la ausencia, la ausencia de mi vida. Y es verdad que tenía angustia porque no tenía comunicación de parte de él. La comunicación de él sigue siendo la misma. Cuando puede, habla, cuando no, no habla. Y la mayoría de las veces, no habla. Eso lo debemos pasar muchas mujeres, muchas chicas se debieron ver identificadas".
 
 
 
 

martes, 23 de julio de 2013

Mi lindo pueblito


Por estas fechas estivales, somos muchos los que abandonamos "la metrópoli de adopción" y emprendemos el regreso a la tierra, a nuestro lindo pueblito, generalmente en un bello paraje montañoso o a orillas del mar. Sin embargo, uno no elige donde nace y, a veces, toca aflorar en el culo del mundo. Para nosotros, para todos los que "germinamos" en un pandero, vaya esta zambra de Les Luthiers que se complementa con el emblemático tango "Volver".

 
Esta zamba canto a mi tierra distante
Cálido pueblito de nuestro interior
Tierra ardiente que inspira mi amor
Gredosa, reseca de sol calcinante
Recordando esa tierra quemante
Resuena mi grito: ¡Qué calor!

Cómo te recuerdo mi lindo pueblito
Con tu aire húmedo y denso de día
Noches cálidas de fantasía
Pobladas de magia, de encanto infinito
Y el cantar de tu fresco arroyito
Salvo en los diez meses de la sequía.

Siempre fue muy calmo mi pueblo adorado
Salvo aquella vez que pasó el huracán
Viejos pagos, qué lejos están
Mi tierra querida, mi dulce poblado
Tengo miedo de que hayas cambiado
Después de la última erupción del volcán.

Tierra que hasta ayer mi niñez cobijabas
Siempre te recuerdo con el corazón
Aunque aquel arroyito dulzón
Hoy sea un hirviente torrente de lava
Que por suerte a veces se apaga
Cuando llega el tiempo de la inundación.

Los hambrientos lobos aullando estremecen
Cuando son mordidos por fieros mosquitos
No se puede dormir por los gritos
De miles de buitres que el cielo oscurecen
Siempre algún terremoto aparece
Y al atardecer llueven meteoritos.

Y si a mi pueblito volver yo pudiera
A mi viejo pueblo al que no he regresado
Si pudiera volver al poblado
Que siempre me llama, que siempre me espera
Si a mi pueblo volver yo pudiera
¡No lo haría ni mamado!

Y
o adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno...

miércoles, 23 de enero de 2013

Separaos como la ortiga y el trigo

En la universidad, me dieron mucho la brasa con la evolución de las marcas corporativas, es decir, la importancia de cambiar de imagen según "las tendencias del momento". Ejemplo gráfico:


El otro día encontré una adaptación gadita de la evolución de marca: una carnicería abrió por primera vez con el nombre de "Mi mujer y yo" y ahora se llama "Mi ex mujer y yo". Cuentan que el carnicero corta ahora los filetes mientras entona a Antonio Molina. Ejemplo de marketing rancio.


"Si me lo hubieran contado,
no me lo hubiera creído,
que van a estar separados
y cada cual por su lado,
corazón, tu cariño y el mío.
Fuimos dos en uno
por la veredita de la eternidad,
y de aquello, mi vida, ninguno
se quiere acordar".


El divorcio se ha convertido en "tendencia" (trending topic en el lenguaje twittero). Los españoles tenemos mentalidad "divorcista", según dicen los del Foro de la Familia. Para ajustar esta tara sentimental, se han puesto de moda los orientadores matrimoniales. El gurú en este campo, un tal Goldsmith, ha redactado los mandamientos de la pareja feliz:

1. Ser los mejores amigos.
2. Ser capaces de reiros de vosotros mismos.
3. Estar abiertos a nuevas ideas y experiencias.
4. Tener una actitud constructiva.
5. Ser amables.
6. Ser capaces de prestar atención.
7. Ser cariñosos.
8. Ser dignos de confianza.
9. Estar siempre disponibles el uno para el otro.
10. Y la clave del éxito: ser proactivos.


Al final, el mejor consejo era aquel que contaba Cela en un pasaje de "La Colmena".

“Don José Sierra hizo un sonido raro con la garganta, un sonido que tanto podía significar que sí, como que no, como que quizá, como que quién sabe. Don José es un hombre, que a fuerza de tener que aguantar a su mujer, había conseguido llegar a vivir horas enteras, a veces hasta días enteros, sin más que decir, de cuando en cuando, ¡hum!, y al cabo de otro rato, ¡hum!, y así siempre. Era una manera muy discreta de darle a entender a su mujer que era una imbécil, pero sin decirlo claro".

Mark: ¿Qué son dos personas sentadas la una frente a la otra sin hablarse?
Joanna: ¿Un matrimonio?
El propio Stanley Donen cuenta que cuando rodaron "Dos en la carretera" (1967), Albert Finney, Audrey Hepburn y él acababan de divorciarse, una "coyuntura" idónea para reflejar el tema de la película: el deterioro de las relaciones de pareja. Por cierto, el personaje de Mark Wallace fue rechazado por Paul Newman... Con un hombre así, nos casaríamos sólo por el placer de contemplarlo en silencio cada día; como el cuadro más hermoso de un museo.
El amor según Les Luthiers: el lamento de una apasionada mujer
ante el recuerdo del hombre que la abandonó... más o menos.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Sin e-book y con los Hermanos Karamázov a cuestas


“Me cuesta trabajo imaginar que las tabletas electrónicas, idénticas, anodinas, intercambiables, funcionales a más no poder, puedan despertar ese placer táctil preñado de sensualidad que despiertan los libros de papel en ciertos lectores: pero no es raro que en una época que tiene entre sus proezas haber acabado con el erotismo se esfume también ese hedonismo refinado que enriquecía el placer espiritual de la lectura con el físico de tocar y acariciar [..] Confieso que tengo poca curiosidad por el futuro, en el que, tal como van las cosas, tiendo a descreer. En cambio, me interesa mucho el pasado, y muchísimo más el presente, incomprensible sin aquél”.
(Vargas Llosa, La civilización del espectáculo)


A primera hora de la mañana, me gusta observar a las personas que viajan conmigo en el metro. Un alto porcentaje va leyendo en un e-book. No tenía ni idea de cómo eran esos cacharros hasta que una amiga dejó que trasteara con el suyo: me pareció una máquina ligera, bastante más que un libro, esterilizada, fría e impersonal, con apenas tres botones y unas páginas deslizantes. Me hice un lío al cambiar el tamaño de la letra y mi amiga, con razón, se puso nerviosa y me quitó el cacharro de las manos. De la misma manera que ya es demasiado tarde para pensar en euros, también lo es para leer en e-books, por muy ligeros, transportables y compactos que sean.
Recuerdo un mediodía, hace unos seis años, en el que tuve que marcharme de la Facultad porque me encontraba a morir. Justo esa mañana, la compañía de autobuses de Sevilla, TUSSAM, se había puesto en huelga y yo no tenía suficiente dinero en la cartera para coger un taxi. Tuve que volver a casa caminando, desde la Isla de la Cartuja hasta Nervión, 5 kilómetros en total, febril bajo el sol de enero, y con la novela de "Los hermanos Karamázov" en la mochila. El Puente de La Barqueta se me hizo eterno. Desde entonces, el peso de los libros me resulta algo muy relativo.  


De todos modos, entiendo que el libro en papel está condenado a desaparecer, como también las cartas, los telegramas o las tradicionales llamadas telefónicas. Hace un tiempo, el gran José María Íñigo dio una información interesante: Madrid es la ciudad europea con menor número de buzones. Enviar una carta se ha convertido en una odisea homérica. A causa del e-mail y el Whatsapp, las canciones "Un telegrama" o "Comunicando" parecen compuestas en el Paleolítico Inferior. 



Antes del Whatsapp, los hombres se declaraban así.

Llevo media hora leyendo esta noticia sobre los iBooks y sigo sin enterarme de una sola palabra. El "contenido enriquecido" me recuerda a las pastillas de Gallina Blanca: “Florecen nuevas empresas que crean directamente e-books de contenido enriquecido, formato híbrido entre el libro de toda la vida, lo audiovisual y el videojuego, y que abarca las apps para teléfonos móviles y tabletas”. Mi no entender. Sospecho que la revolución del grafeno se me va a indigestar. Quizás sea el momento de volver a las señales de humo.



domingo, 18 de noviembre de 2012

La plancha de Miliki


La madrugada del sábado fallecía en Madrid Emilio Aragón, Miliki, uno de los "payasos de la tele". Reconozco que siempre he detestado el circo y los payasos (quizás de ahí provenga mi rechazo a la cubierta de Las Ventas), y tampoco padezco el Síndrome de Peter Pan (a los 30 años ya no se es niño). Cuando cumplí los 7, en mi casa estaban muy contentos porque ya había alcanzado la edad del "sentido común". Esto supuso un gran alivio familiar.


A pesar de todo, comprendo que Miliki fuera un personaje entrañable y que sus "niños" le lloren, sobre todo los hombres, ya que, gracias a él, lucen las camisas mejor planchadas y lavadas, llevan los calcetines mejor remendados, viven en casas mejor barridas y almuerzan como reyes. ¿O las feministas han olvidado la letra de la canción "Los días de la semana" de 1973?

"Lunes antes de almorzar,
una niña fue a jugar
pero no pudo jugar
porque tenía que planchar.
Así planchaba así, así,
así planchaba así, así,
así planchaba así, así,
así planchaba que yo la vi".


Cuando en 1999 Miliki sacó del armario musical sus viejas glorias para un disco recopilatorio, "actualizó" la letra de "Los días de la semana" con el fin de no meterse en un jardín. El hombre, razonable y pragmático, no quería líos en su circo.

"Lunes antes de almorzar,
un marido fue a correr
pero no pudo correr
porque tenía que planchar.
Así planchaba, así así,
así planchaba, así así,
así planchaba, así así,
así planchaba que yo lo vi".



Algunos, incluso, han imaginado la correspondencia que debieron de mantener Fofó y Miliki cuando escribieron la letra de esta polémica canción.

Aparte de las digresiones teóricas, Fofó y Miliki se enzarzaron a lo largo de los años en agrias discusiones en torno a las letras de algunas canciones, especialmente la de “Los días de la semana”, que arranca diciendo “Lunes antes de almorzar una niña fue a jugar pero no pudo jugar porque tenía que planchar”. La intención de Miliki era “contagiar a las niñas la certeza de que el deber conlleva la renuncia a un anhelo y guarda en sí la posibilidad de la constitución trascendental”. Fofó, en cambio, creía que “es demasiado extremo que la niña no pueda compaginar el juego con la plancha”, a lo que Miliki responde que “te quedas en la plancha cuando lo importante es la dimensión gnoseológica”. Fofó, sin embargo, insiste en que “a mí no me gusta que la niña tenga que planchar”.


Qué pena que Miliki no le metiera mano también a la letra de "Eres más chica que un huevo"... Hoy en día, ser payaso también tiene su guasa y "las niñas de 30 años" le sacan punta a todo. El sueño del circo produce monstruos.

"Eres más chica que un huevo
y ya te quieres casar.
Anda, ve y dile a tu madre
que te enseñe a remendar".


Comparto con ustedes la canción favorita de mi infancia...
Algunos detalles marcan de por vida.