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lunes, 20 de julio de 2015

La Mariló de los ruedos


La plaza de Roquetas de Mar quedó conmocionada a causa de un robo a mano armada acaecido el pasado sábado. Un insensible presidente deció negarle el rabo del quinto toro a Miguel Ángel Perera, quien declaró en el callejón: "Aquí hace falta triunfalismo y sobra el purista, porque para purista y para recortes ya están los de Podemos". A pesar de que un rabo en la Monumental de Roquetas cambia el rumbo de la temporada, algunos aficionados -a todas luces "puristas"- criticaron las palabras del torero de la Puebla del Prior, argumentando que "lo que sobran son figuras que torean toros de tercera en plazas de segunda". Ciertamente, Perera es un especialista en tener enganchadas con los aficionados pues, casi siempre que abre la boca, sube el pan. Podría considerarse la Mariló Montero de los ruedos. De hecho, Televisión Española debería barajar la posibilidad de ficharlo como presentador de Las Mañanas.

Desgraciadamente, y aunque comprendo que sea una jodienda, Perera debería pensar que los "puristas" también pagan por entrar en una plaza de toros, por tanto, son clientes... Esto es: no conviene tocarles mucho los costaos. Por otro lado, mendigar un rabo en Roquetas no deja de resultar un tanto estrambótico, incluso en los mundos de Mariló Montero.

Me da la impresión que las figuras, con la excepción de Talavante y Castella, andan algo atorados esta temporada. La buena noticia es que otros toreros, con frescura y reaños, poco a poco, van triunfando en las ferias. Es el caso de López Simón, Morenito de Aranda, Manuel Escribano, Paco Ureña, Rafaelillo, Joselito Adame, Juan del Álamo, Fernando Robleño, Alberto Aguilar, Eugenio de Mora... Gracias a su esfuerzo, se están ganando un hueco en las plazas, ahorrando dislates y hablando exclusivamente con la muleta y el estoque. ¿Sin rabo en Roquetas no hay paraíso? Próximo tema a debatir en el programa de Mariló. 

domingo, 17 de mayo de 2015

El Montecillo: menos sal, más vida

Mis más sinceras felicitaciones al ganadero de El Montecillo, Don Francisco Medina Aranda, Paco Medina, porque, si pretendía crear una ganadería del gusto de las neo-figuras, va por el buen camino. Sus toros son el culmen de la nobleza y la mansedumbre, ideales para hincharse a pegar pases sin verter sangre, ni sudor, ni lágrimas. El "Montecillo" malo no molesta y el bueno resulta agradecidísimo a nada que el torero aporte una pizca de estética. Espero que, a esta hora, el teléfono del señor Medina esté ardiendo a llamadas de los apoderados del G-5. ¡Ponga un Montecillo en su vida y disfrute con el arte del toreo! Al lado de esta ganadería, los Garigrandes se me antojan tigres de Bengala y torear Jandillas, una gesta mayor que los siete toros de Martínez que estoqueó Joselito "El Gallo".


Ante los benditos Montecillos, Joselito Adame ha cortado una oreja después de hacer todo lo que sabía: saludo a porta gayola, zapopinas, brindis al público, estatuarios, trincherillas, pases del desprecio, manoletinas... y una impecable estocada recibiendo. El mexicano ha vaciado el hatillo con todo su armamento, como un novillero que viene a Las Ventas por primera vez. Los tendidos supieron valorar su esfuerzo y tocó premio. Antes, con su tercero, con calidad y justo de fuerzas, apenas pudo apostar pues el animalito se partió la mano izquierda y hubo que estoquearlo.


Quien se llevó la bolita en el sorteo fue Alberto Aguilar quien, posiblemente, hacía tiempo que no cataba un lote tan noble. El quinto toro -al que pasaportó de una gran estocada- se rebosaba varios metros a cada muletazo. Ni un cruce extraño, ni un miramiento. Todo docilidad. El madrileño, acostumbrado a la guerra, no supo aprovechar tanta obediencia en la muleta. El lote de Juan Bautista, más que mansito, fue soso. Aquello salió como un pan sin sal y el francés optó por sendos trasteos aseados, también bajos en sal. 


En esta tarde de dieta para bajar la hipertensión arterial, fueron aplaudidos los banderilleros Rafa González y Rafael Viotti -de la cuadrilla de Bautista-, Curro Robles -a las órdenes de Aguilar-, Jarocho, Tomás López y Pascual Mellinas -en las filas de Adame-.

sábado, 9 de mayo de 2015

El valor de Juan del Álamo descorcha San Isidro


Se descorchó este San Isidro en una tarde ventosa pero templada, con el Rey Felipe VI en una barrera del 1, una mansada de Lozano Hermanos/El Cortijillo y una oreja al valor de Juan del Álamo. Poco que destacar, salvo la disposición del salmantino, que citó a su primero -un manso que, como el resto de la corrida, no se dejó picar y galopó pegando tarascadas- desde el centro del anillo, a lo César Rincón, en una faena, quizás algo brusca, aunque vibrante, rematada de una buena estocada. Los embroques fueron de pasar miedo, mucho, pero Juan Del Álamo derrochó seguridad y raza. Oreja merecida a pesar de que, desde el 7, algunos gritaron que la vuelta al ruedo habría sido un premio más ponderado. Lo de siempre: los San Isidros pasan, pero la plaza, como las personas, no cambian. Y eso, en el fondo, acrecenta su encanto. 


En el sexto, Del Álamo recibió un derrote en el pecho espeluznante. El toro se tiró al bulto con violencia: si el pitón llega a calar, lo mata. A todos se nos cortó la respiración. Por fortuna, al terminar la corrida, en la enfermería confirmaron que "sólo" llevaba una fuerte contusión en la región costal y el torero de Salamanca ya está pensando en su segunda tarde -la de Pedraza de Yeltes- para poner a la plaza de acuerdo. Que así sea.


De Pepe Moral sólo despuntaron unos naturales a su primero, mientras que Joselito Adame no tuvo opciones en una corrida de presentación muy desigual y desbravada. Estupendo Domingo Siro en banderillas.

sábado, 31 de mayo de 2014

Sellar bocas


Este San Isidro está siendo una feria de toreros machos. Primero llegó Fandiño, la tarde de los Parladés, demostrando que no existe nada más pétreo que la determinación de un hombre. Poco después, la espeluznante corrida en la que David Mora, Antonio Nazaré y Jiménez Fortes dejaron el ruedo de Las Ventas huérfano. Y ayer, otros tres matadores se ganaron, a carta cabal, el respeto de la afición. En particular, uno de ellos: Miguel Abellán.
 
 
Emocionaba ver a aquel hombre conmocionado, con el rostro y el cuerpo ensangrentados, deslizándose entre los pitones del toro, dando el pecho, para que Madrid recordara que, ante todo, es un torero. Probablemente, tras los bailes invernales, Abellán también tenía una deuda consigo mismo, con su conciencia; un cargo profundo que sólo podía liquidar con la muleta. Y tapó bocas por su raza. En Las Ventas, durante mucho tiempo, Abellán se ha ganado el crédito del respeto.
 
 
Igual de épica fue la imagen de Paco Ureña, cruzando solo, de punta a punta, el ruedo de la plaza, camino de la enfermería, con la pierna arrastrando y un cornalón en el muslo. Tuvo el peor lote, el más parado, sin fijeza ni clase. Sin embargo, dibujó algunos muletazos soberbios. La Tauromaquia pura y fría de Ureña, inevitablemente, recuerda a la de Sergio Aguilar. Los aficionados sólo deseamos que los caprichos empresariales sean más justos con él.
 
 
Finalmente, Joselito Adame se las vio, cara a cara, con un auténtico depredador, el tercer toro del festejo, que no perdonaba un titubeo. El mexicano lo macheteó por bajo y salió ileso del trance, que no era "peccata minuta". Para resumir, lo del Montecillo de Paco Medina fue "una corrida de toros", dispar y emocionante, a la que muchos le habrán colocado ya la cruz. Desigual de presentación, resultó una corrida para toreros machos, propicia para acometer heroicidades. Justo lo que necesita la Fiesta.

Fotos de Juan Pelegrín y EFE
 

sábado, 5 de octubre de 2013

La "tonta del bote" tampoco renovó su abono en Las Ventas

Tercer festejo de la Feria de Otoño. Con más de tres cuartos de entrada, se han lidiado toros del Puerto de San Lorenzo y la Ventana del Puerto (2º y 4º), bien presentados, complicados, con poder y emoción, algunos ásperos; los peores, 1º (falta de fuerza) y 6º (rajado). Alberto Aguilar, ovación tras aviso, silencio tras aviso y silencio; Joselito Adame, que resultó cogido, ovación; Jiménez Fortes, silencio tras aviso y silencio. Aplaudidos José Antonio Carretero y Raúl Ruiz.
 
 
Salamanca, incluso sin mar, posee puerto, El Puerto, y desde este muelle de los Fraile, de Lorenzo e hijos, este sábado se contempló un naufragio. Porque los complicados toros del Puerto de San Lorenzo ahogaron a Jiménez Fortes y se llevaron por delante a Joselito Adame. Únicamente Alberto Aguilar resistió a la tormenta charra con dignidad.

 
En general, a los matadores les faltó cabeza fría para plantear correctamente sus faenas y, tras estatuarios, recortes y remates por alto, consiguieron hacer más broncos unos toros que ya, de por sí, plantearon complicaciones y carecieron de esa "educación" moderna que prolifera en la mayor parte de las ganaderías de bravo. Aunque todos hicieron honor a su encaste y no apretaron en el caballo, luego dieron juego en la pañosa, algunos haciendo el avión, como Cubatonto (3º) o Cubanoso (5º). El 4º, Sospechoso, recibió palmas en el arrastre. 

 
A Jiménez Fortes, sin brújula ni apoderado que le asesore, se le notó especialmente la falta de rumbo, mientras que Joselito Adame recibió una seria paliza cuando remataba su faena al segundo. Tras una aparatosa cogida y numerosos golpes, el parte médico dicta que sufre una posible fractura en el tobillo izquierdo, además de múltiples contusiones. Al mexicano, que había recibido a su toro a porta gayola, le faltó mando en el último tercio, donde se le vio desbordado y a merced de Huracán. Salvó la papeleta, en cambio, Alberto Aguilar, quien, sorprendentemente, ha cortado orejas con menos esfuerzo el pasado San Isidro.
 
 
Preocupa que tantos toreros jóvenes y prometedores zozobren cuando de chiqueros asoma un toro cuyo comportamiento dista de la docilidad y dulzura que exigen las figuras. Con la corrida del Puerto, ha quedado claro que la "tonta del bote" tampoco ha renovado su abono este otoño en Las Ventas.

domingo, 30 de junio de 2013

Adolfo Martín en Soria: una corrida sepulcral

La alegría del toreo hecha carne, piedra y espíritu. Sábado Agés en Soria, día en el que las cuadrillas locales reparten entre los vecinos, la tajada fresca, es decir, un trozo del novillo muerto -y, por supuesto, lidiado- la víspera. ¿Y qué ganadería se anunciaba en Soria la tarde en que se subastan los despojos del toro durante un acto caótico y ancestral? Inevitablemente, Adolfo Martín. ¿Existe, acaso, una divisa que calme mejor la sed de la afición más primitiva y troglodita, anhelante del espectáculo bárbaro de siempre, aquel que repudió Eugenio Noel y que ha fascinado a la Humanidad durante siglos?  


Para cumplir el rito comme il faut, la corrida debería haberse celebrado en el claustro de San Juan de Duero, que es un falso cuadrado..., un octógono sepulcral inspirado en el Santo Sepulcro de Jerusalén. ¿Existe algo más sepulcral en el toreo que una corrida de Adolfo Martín para Diego Urdiales, Javier Castaño y Joselito Adame? Y, como Puerta Grande para los héroes, ¿qué mejor dintel que la fachada románica de Santo Domingo?


La liturgia comenzó a las seis de la tarde bajo un cielo limpio y del color del vestido de Urdiales, que fue el primero en regar con su sangre el Sábado Agés. Nunca hay que enfadar a los Dioses ni tampoco a los Santa Colomas, pues las malas lidias hacen que destapen su peor condición. Eso ocurrió con el Adolfo que abrió plaza que, tras meter la cara con infinita clase en el capote del riojano, varios pases desafortunados y un trasteo demasiado en las cercanías, ahogaron sus virtudes iniciales. En el ecuador de la faena, andaba pues el cárdeno orientado y deseoso de clavar el pitón. Y lo consiguió en el desarrollo de la suerte suprema, cuando Urdiales se perfilaba para entrar a matar quedando levemente destapado. Lo prendió certero en la ingle, sosteniéndolo en el aire unos dramáticos instantes, antes de caer al suelo donde, milagrosamente, no lo volvió a empitonar. Al de Arnedo lo metieron en la enfermería con una cornada de diez centímetros, menos grave de lo que se temió, mientras que Castaño se encargó de darle boleto al cárdeno.


Protagonizó Cataño los pasajes más épicos y emocionantes de la tarde durante la lidia del segundo y quinto toro. Este flaco segundo, el único mal presentado de la corrida, al que dejaron crudito en el caballo con un único puyazo, también desarrolló la listeza que caracteriza al encaste. Aguantó estoico el matador las frenadas a mitad del embroque y tragó paquete como sólo pueden hacer los hombres de sangre valiente. Con el quinto, muy reservón, también tragó quina. Cortó una oreja del primero de su lote y hubiera hecho lo mismo con su segundo si no llega a pinchar. Moralmente, el diestro salmantino abrió la Puerta Grande soriana, al igual que su cuadrilla, que volvió a dar una lección de torería que puso al público en pie. Todos anduvieron soberbios: Fernando Sánchez Muriel y Tito Sandoval a caballo, Marco Galán con el capote, y David Adalid y Fernando Sánchez con los palos.


Tras la cogida a Urdiales, Joselito Adame le tocó el Sábado Agés pechar con tres Adolfos (tercero, cuarto y sexto). Una ofrenda, quizás, demasiado pesada para cualquier mortal. A pesar de la dureza de su cometido, sorteó los mejores toros, con dos de nota: tercero y sexto. El mexicano fue de más a menos, valiente y enfrontilado en el transcurso de su primera faena, metiendo al cárdeno poco a poco en la canasta, ante el que ejecutó, previamente, unas estremecedoras chicuelinas. Digno también con el cuarto, y ahogado y perdido con el precioso sexto. De cualquier manera, como se comprobó en San Isidro, el talón de Aquiles de Adame es la espada, pues no metió ni un sólo estoconazo decente, una debilidad que también le privó en Soria de la salida a hombros. En las corridas sepulcrales la espada requiere estar más afilada que de costumbre o se corre el riesgo de que rueden cabezas.


El anuncio de los toros de Adolfo Martín congregó a unas 4.000 almas a orillas del Duero, casi tres cuartos de entrada en el coso de San Benito. Una vez más, la sangre derramada, injustificable e inexpicable ante la moral burocrática y uniforme de los tecnócratas de Bruselas, calmó el espíritu del pueblo, y los peregrinos, que llegaron desde todas las latitudes (Madrid, Zaragoza, Logroño...), se reconciliaron con su religión más íntima y casi con su razón de ser, tras vivir este Sábado Agés.  


miércoles, 12 de junio de 2013

Hampa taurina


Esta semana hemos presenciado un entrañable episodio tauro-mafioso en el tweetendido. El martes, a la hora del almuerzo, el empresario y apoderado Javier Chopera -sobrino de Choperita y primo de los Choperones-, se dejó caer con el siguiente mensaje:


A raíz de este sobrecogedor tuit, se produjo una cascada de respuestas de lo más ingeniosas y variopintas:

(Pinchar sobre las imágenes para verlas a mayor tamaño)

Poco después, el propio Javier Chopera volvió a escribir para pedir disculpas públicas por el canal elegido para ejercer de cobrador del frac. Un mal día lo tiene cualquiera.
 

Sin embargo, como este blog lo visitan grandes cinéfilos, el rifirrafe de Chopera-Adame nos da pie para rememorar algunas obras maestras sobre el cine de gánsters.
 
 
Tras el precedente de la película muda Underworld (Josef von Sternberg, 1927), la época dorada de este género duró apenas cinco años, entre 1929 y 1935, un intervalo de tiempo en el que se rodaron unas 250 películas relacionadas con el crimen organizado. Tres de ellas componen la joya de la corona mafiosa: Hampa dorada (Mervin LeRoy, 1931), El enemigo público (William A. Wellman, 1931) y, la sublimación, Scarface, el terror del hampa (Howard Hawks, 1932). Desde entonces, los gánsters siempre tendrían las facciones de James Cagney y Edward G. Robinson (no termino de decidir quién de los dos interpretaría mejor el papel de Javier Chopera).
 

Antes de que entrara en vigor el gazmoño Código Hays -promovido por grupos católicos-, todos estos guiones se narraban desde el punto de vista del gánster, a quien se le terminaba tomando un enorme aprecio. A partir de 1943, el crimen empezó a perder justo antes del "The End" y la policía dejó de estar corrompida, al menos en la gran pantalla. Una sosería. Tras la Segunda Guerra Mundial, el cine de gánsters se transformó en cine negro o film noir, más sofisticado, más prodigioso, pero también más light.
 
 
Creo que en el mundo taurino debemos aparcar las florituras y resucitar a los auténticos gánsters. Javier Chopera ha dado un paso en la buena dirección. Ya que hemos perdido la emoción en el ruedo, lo recuperaremos en las callejuelas contiguas a las plazas de toros.
 
 

miércoles, 5 de junio de 2013

Crónica del 4 de junio: "Hubo momentos en los que me pareció estar viendo a César Rincón..."


Hubo momentos en los que me pareció estar viendo a César Rincón. La aparición se produjo en las dos primeras series al sexto toro, con el matador atornillado en el centro del platillo, citando de frente al animal que estaba en las tablas del 8, exponiendo las femorales, tragando paquete. Se arrancó el del Montecillo y Joselito Adame lo enganchó de manera impecable. Un derechazo, y otro, cargando la suerte. Así, dos series, dando sitio y templando la embestida del toro, que iba a más. Luego, una tanda con la izquierda y unas torerísimas trincherillas de remate. Todo por bajo. Volvió a tomar la muleta con la diestra y luego la espada. Pronto y la mano. Faena de dos orejas, sin embargo, pinchó arriba un par de veces antes de pegar la estocada. ¡Qué rabia, Joselito!
 

El azteca, vestido con un hermoso terno de terciopelo verde botella y bordados en oro, vino con ganas de pegarle una dentellada a Madrid. Al sexto Montecillo -un animal que salió desentendido, sin apretar en el caballo, manseando, pero que sacó casta en la muleta- lo recibió a porta gayola, colocándose muy cerquita de la puerta de chiqueros. Antes, dibujó con el capote unas zapotinas prodigiosas. Al primero de su lote, más soso, le había cortado una oreja por una faena que sólo desdibujó una estocada caída. Toreo grande venido de Aguascalientes, la Sevilla mexicana, la tierra de la gente buena, del cielo claro, como la muleta de Joselito.
 

En Madrid nos quedamos con más ganas de Adame. También de verlo ante toros más poderosos. Lo de este martes en Las Ventas -la primera tarde que toreaba esta temporada en España- no ha sido casualidad. Al mexicano, que en sus comienzos pecaba de aflicción, ahora le bombea el corazón y se ha convertido en un gran lidiador. En un buen torero.  
 

En los tendidos de Las Ventas siempre hay que estar porque no se sabe cuándo saltará la liebre. ¿Tendrá la empresa de Madrid la sensibilidad de ofrecerle a Adame el puesto de Fandiño este viernes en la corrida de Alcurrucén?
 


Nota: Brindó Joselito el sexto toro a su apoderado, Pablo Moreno Valenzuela, un empresario mexicano que ha venido a poner una pica en el Flandes taurino. Ya ha empezado por algunos portales "oficiales" españoles, abriéndoles el grifo de un crédito que llevaba mucho tiempo cerrado. Va a dar que hablar. La historia es un tanto sobrecogedora.

Pablo Moreno con el vestido que lució ayer Adame

 


martes, 16 de octubre de 2012

El inventario del aficionado (temporada 2012)


La temporada taurina echa la persiana. Despedida y cierre. Desde la feria del Pilar hasta Fallas, el calendario correrá considerablemente más despacio. Dicen que pronto la Comunidad de Madrid colocará una tapadera sobre Las Ventas para que Taurodelta pueda programar novilladas sin picadores las mañanas de los domingos (después del I Festival Internacional de Circo, por supuesto). El invento de la olla en la calle Alcalá está por ver. Lo único seguro es la temporada que ya se marcha, con las expectativas que se cumplieron y las promesas que se quedaron por el camino. Algunos toreros ya cambian el traje de luces por el campero mientras que otros preparan la maleta para hacer las Américas (unas ferias, las transatlánticas, que, por cierto, cada vez interesan menos).


Mientras, los aficionados comenzamos a escribir el inventario: ese rosario de nombres que jalonaron -y salvaron- una temporada que no ha sido especialmente lúcida ni lucida. ¿De quién se hablará durante las tertulias invernales? Sin duda, de Javier Castaño, por revalorizar los tres tercios de la lidia y echarse al coleto las ganaderías más duras; de Fernando Robleño, por su lucha sin cuartel, por no dar su brazo a torcer y por aquella encerrona épica en Céret; de Iván Fandiño, por su valor incorruptible, por esa forma de matar o morir y por seguir lidiando todos los encastes; de Sergio Aguilar, por su pureza y toreo clásico, casi perfecto; de Eduardo Gallo, por volver a ser algo más que una promesa; de Uceda Leal, porque la tarde en que le salga un toro, esta vez sí, va a crujir Madrid; de Alberto Aguilar, porque merece mucho mejor trato del recibido; de Diego Urdiales, porque quizás las empresas lo olviden, pero los aficionados no, y menos los de Bilbao; de Jiménez Fortes, porque éste sí que puede funcionar; de Antonio Nazaré, por ilusionar sin ser el clásico torero consentido de Sevilla; de Joselito Adame, por ser el mejor matador mexicano del escalafón actual; de Fernando Cruz, por aquella intempestiva cornada y porque en Las Ventas lo esperan; del Fundi, por su despedida, pero sobre todo por su hombría; y, finalmente, de Padilla, por su vitalidad contagiosa y por hacer cosas que no están al alcance de los demás mortales.


Entre los hombres de plata, también relucirán los nombres, entre otros, de David Adalid, Luis Carlos Aranda y Tito Sandoval. ¿Y entre las ganaderías? Victorino, José Escolar, Cuadri, Adolfo, Baltasar Iban, Miura, Valdefresno, El Pilar, Alcurrucén, Adelaida Rodríguez, Cebada Gago, Valdellán, Mauricio Soler, Torrestrella... Todos ellos mantuvieron el barco a flote.


Los aficionados les damos las gracias no por hacernos disfrutar, ni por estar a gusto -como repiten machaconamente las figuras y sus réplicas novilleriles-, sino por emocionarnos. La emoción es un sentimiento mucho más profundo y duradero que el goce. Una corrida no se parece a un concierto de Shakira, donde el objetivo final consiste en bailar el Waka Waka; porque los toros, a diferencia del espectáculo de la colombiana, no son un mero entretenimiento. Ninguno de los anteriores toreros nos hicieron ondear pañuelos como locos cada tarde, ni los toros de las ganaderías mencionadas fueron indultados provocando el delirio colectivo. Tampoco fue necesario. La grandeza de la Tauromaquia va más allá del triunfo y del recuento de orejas. Y la lucha siempre resulta más edificante si el camino ha sido difícil. Por tanto, a todos ellos, gracias. Tras las penurias del invierno, en los albores de la próxima temporada, los esperamos en la plaza (con tapadera o sin ella).