Si me preguntan día o noche, digo noche. Si me preguntan blanco o negro, digo negro. Si me preguntan verano o invierno, digo verano. Si me preguntan Borges o Cortázar, sin duda, digo Borges. Sin embargo, he aquí la excepción que confirma la regla: este poema de Cortázar es tan bueno...
No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre,
que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil,
no seas caricia ni guante;
tálame como un sílex, desespérame.