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sábado, 6 de junio de 2015

Los espejos del pasado


Dice el tango que veinte años no son nada. Diez tampoco. El 4 de junio de 2005, Zabala de la Serna publicaba la siguiente crónica en ABC: "Por fin la tierra prometida, ese trocito de cielo que se respira bajo la arcada de la Puerta Grande, Cid [...] Con permiso de Rincón, eres el torero más puro de los activos. Quizás por eso le brindaste al César". Diez años después, Zabala escribe en El Mundo: "Victorino y El Cid se suicidan de la mano". Entre medias, el 19 de abril de 2007, una tarde gloriosa en La Maestranza, cuando Manuel Jesús abrió la Puerta del Príncipe gracias a Borgoñés: "Como guante a la mano, y qué mano la de El Cid, así le cae el encaste de Victorino al torero de Salteras. O viceversa. Tan suprema compenetración, como la del Beluga al Moët, se precipitó por la Puerta del Príncipe en esa hora mágica cuando la tarde se asoma a la noche. El Cid y Victorino, Victorino y El Cid, son pareja de hecho inseparable desde que hace un lustro se volvieron locos de pasión en las arenas de Bayona" (Zabala para ABC). Cuatro meses después, tuvo lugar la encerrona de El Cid en Bilbao ante seis Victorinos... Ante los espejos del pasado, no somos naide. Pero El Cid y Victorino fueron mucho, y mucho debemos agradecerles los aficionados. 


"Compréndelos a todos. Ama y admira sólo a unos pocos", escribió Camus. El Cid y Victorino se ganaron a ley nuestra admiración y devoción. Por eso, la reciente caída sabe más amarga. ¿Qué pensaría ayer Rafael Perea "Boni" contemplando la debacle desde el callejón? A veces, una retirada -o un descanso- a tiempo es la solución más decorosa. ¿Volverá a salir un "Borgoñés"? Seguramente sí. ¿Y un guante que sepa entender el encaste Santa Coloma como aquel de El Cid? Posiblemente. La fe del aficionado es parecida a la piedra de Sísifo: estamos condenados a cargar con ella. Porque, cualquier tarde y en cualquier plaza, un torero hará un faenón a un Victorino de bandera. Y eso es algo demasiado inconmensurable como para dejarlo pasar. "Todo el gozo silencioso de Sísifo se encuentra en eso. Su destino le pertenece. Su roca es todo lo que posee [...] La lucha por alcanzar las cimas basta para llenar el corazón de un hombre. Hay que imaginar a Sísifo feliz".

viernes, 6 de junio de 2014

Mano maestra del Puerto de San Lorenzo. Los caminos de Taurodelta son inescrutables


Las divisas charras no estaban teniendo buena suerte este San Isidro. Excepto un sobrero del Vellosino lidiado por Juan del Álamo a principios de la feria, Valdefresno y El Pilar pincharon, de Montalvo se esperaba más y sólo quedaba la carta del Puerto de San Lorenzo para salvar la mano. A priori, el cartel de este jueves -con Padilla, El Cid y Daniel Luque- resultaba altamente disuasorio. Parecía una de esas pruebas de fe que, de vez en cuando, organiza la empresa de Madrid para medir la resistencia de los aficionados, atorados tras un mes de toros. Pero he aquí que los caminos de Taurodelta son inescrutables y, lo que olía a descalabro, se convirtió en la mejor corrida de la feria, desde el punto de vista ganadero.
 
 
Lo del Puerto de San Lorenzo quizá no ha llegado a escalera de color, pero se ha quedado en póquer. Corrida muy bien presentada con un toro excelente, Cartuchero (3º), que optará, sin duda, a uno de los mejores del ciclo. Sobre el tapete también despuntaron, y con nota alta, Langosto II (5º, picado de forma criminal), Pitito (4º) y Mariposino (6º). Tuvo mucha calidad Langosto I (2º) pero le faltó fuerza, mientras que Bilanero (1º) fue devuelto por inválido, saliendo en su lugar un ejemplar soso del mismo hierro. El comienzo del festejo, con la aparición de los bueyes de Florito, afianzaba los peores augurios, no obstante, la tarde se fue calentando como una cautivante partida de cartas. Y es que la corrida del Puerto también ha apretado en el caballo, comportamiento no siempre usual en el encaste Atanasio-Lisardo. Enhorabuena, por tanto, a los ganaderos, Lorenzo y José Juan Fraile, así como al mayoral de la casa, el también picador Ney Zambrano. Así se viene a Madrid, con un as en la manga cuando nadie lo espera.
 
 
Daniel Luque, en su mejor versión, supo aprovechar las magníficas cartas que le deparó la suerte: Cartuchero y Mariposino. El sevillano, inspirado, hizo gala de cabeza fría y pies atornillados en el albero. Entendió bien a su lote, especialmente al sexto, se ajustó a ratos, templó a veces, exhibió desenvoltura con el capote y mató decorosamente, cortando oreja  y oreja. Digna Puerta Grande, de las que, hablando en román paladino, calientan sin llegar a quemar. Las embestidas y el galope de Cartuchero pedían una jugada maestra que no se ejecutó.
 
Fotos de Juan Pelegrín
 
Sobre Padilla y El Cid, eludo cualquier comentario. Prefiero poner cara de póquer.
 

jueves, 23 de mayo de 2013

Crónica del 22 de mayo: "No queda sino batirse"

"En aquellos tiempos, la capital de las Españas era un lugar donde la vida había que buscársela a salto de mata, en una esquina, entre el brillo de dos aceros"
(El Capitán Alatriste - Arturo Pérez-Reverte)


Fandiño salió ayer al ruedo de Las Ventas a dentellada limpia. Como aquellos viejos soldados de nuestros tercios de Flandes, con la espada ropera y la vizcaína siempre a mano. Y es que en Madrid, parafraseando a Quevedo en la novela de Pérez-Reverte, no queda sino batirse. Vino, pues, el de Orduña, hecho un jabato, a puro güevo, y sin ponerse bonito. Ni falta que le hacía. Toreó de verdad, desbocado a veces, irreflexivo (los estatuarios quizás no fueran el mejor pase para fijar la embestida en el comienzo de faena), temperamental y ligado. Mató por arriba a costa de jugarse la vida. Cuando estaba igualando al toro, un listo le gritó desde el tendido que se le iba sin torear. Cosas de Madrid. El parte de guerra fue una cornada de 25 centímetros que lo va a dejar un mes apartado del frente. Ni con el muslo derecho abierto quiso irse a la enfermería hasta no ver doblar al de Parladé. Luchó como una fiera en brazos de los hombres de su cuadrilla para que lo dejaran en el ruedo. Un guerrero.
 
 
¿Y con qué toro se enfrentó Fandiño a cara de perro en las trincheras venteñas? Paradójicamente, se llamaba Grosella, pero de dulce o mermelada tuvo poco. Era un Parladé encastado, que galopaba como un torbellino, algo alocado y que iba con la cara suelta. No apretó en el caballo -Fandiño lo dejo crudito- y se dolió en banderillas, por tanto, no fue bravo, pero sí emocionante y fiero, con peligro por el pitón izquierdo.
 
 
El resto de la corrida resultó espesa. Al lado del Cid y Luque, cualquier torero parece la reencarnación de Belmonte. Cielos, qué sopor. Cuánta vulgaridad. Son una cruz a cuestas. El cuarto Parladé, de nombre Bonito, sí que fue para sacarlo en los postres, y no Grosella. Manuel Jesús -quién lo ha visto y quién lo ve- anduvo pegándole cucharada va y cucharada viene y la faena acabó por empacharnos.
 
 
Y hoy ya vuelven los del pañuelo asomando por el bolsillo de la chaqueta hablando de pellizco y el tarro de las esencias. Personalmente, prefiero los tercios de Flandes.

El siempre puntero @Dominguillos publica en Twitter
esta imagen con el siguiente mensaje:
"Hace muchos años que Antonio Machado
escribió acerca del tipo que gritó: -Se va sin torear".
 

miércoles, 9 de enero de 2013

Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar


Algo está cambiando. Los toreros se dan de tortas por entrar en la corrida de Victorino en Sevilla (previsiblemente para el viernes 12 de abril, un día después de Cuadri). El primero en lanzar el guante fue El Cid, quien sabe de primera mano -soberbia zurda aquella- lo que implica triunfar ante los cárdenos en La Maestranza. El de Salteras pidió, además, que otros diestros reputados se subieran al carro de los Victorinos. Al poco -¡bendita y casi olvidada competencia!-, le salieron a la zaga Urdiales y Alberto Aguilar. El cartel quedaba redondo. Sin embargo, la mañana de Reyes, apareció Luque, cual apisonadora de Oriente, y dijo que él también quería su ración de grises, tres bichos concretamente, y mano a mano con El Cid. Tras la temporada de 2012 (siete tardes entre Madrid y Sevilla y, como balance final, una triste oreja), ¿puede Luque permitirse el lujo de exigir? ¿Merecen Urdiales y Aguilar quedarse fuera del cartel porque el de Gerena prefiere la fórmula del mano a mano en vez de una terna, eludiendo así la tan necesaria competencia? Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar.    


Mientras ha sido el niño inmerecidamente mimado de una empresa caótica, Luque jamás se ha puesto delante de un Victorino en Sevilla. A diferencia de su paisano Manuel Jesús, no ha querido ni oler la divisa azul y encarnada. El año pasado, Canorea & Company lo anunciaron cuatro tardes (Juan Pedro Domecq, Daniel Ruiz, El Pilar y Alcurrucén) y no le recuerdo un solo pase, salvo unas bonitas verónicas con el compás abierto el Domingo de Resurrección. Su paso por Madrid (tres tardes) también fue anodino. En la funesta Feria del Arte y la Cultura, se le fue, por cierto, un toro de bandera del Puerto de San Lorenzo. A Velosico II, el sevillano le cortó una oreja "clavelera" cuando portaba un cortijo en cada pitón. Con esto no sostengo que Luque cometa un pecado pidiendo Victorinos -al contrario-, pero sí le reprocho que exija un mano a mano tras las apuestas de Urdiales y Aguilar, toreros con un camino a su espaldas mucho más abrupto, y que se han forjado en la fragua cárdena.

Urdiales, a sangre y fuego, en Bilbao

Alberto Aguilar, emoción en Las Ventas

Si la empresa de Sevilla se ha cepillado este año las primeras corridas de preferia (donde solían lidiar el Conde de la Maza, Palha, Cebada Gago y otras ganaderías "duras"), y ciertos toreros pretenden cerrar aún más el abanico rechazando la fórmula de la terna, ¿qué oportunidad les queda a aquellos que siempre bailan con la más fea? Máxime cuando los Victorinos ya están reservados en Madrid para Talavante, otro que se ha apuntado a la moda de las encerronas. ¿Y qué me dicen de Jiménez Fortes, que también quiere matar seis toros en Pamplona cuando todavía ni siquiera ha confirmado alternativa en Las Ventas? ¡Cuánto atragantón de toro! Ningún torero se hizo figura a base de encerronas, sino de competencia ante las ganaderías más difíciles y exigentes.


En 2010, Luque se estrelló en Las Ventas
con una encerrona para el olvido

¿Y sobre El Cid qué quieren que les diga? Aún sueño con aquel 19 de abril de 2007 cuando, de camino hacia La Maestranza con mi padre, por la calle Arfe, una gitana nos enjaretó una ramita de romero y dijo aquello de "la suerte, con papel se paga". Esa tarde, El Cid le cortó las orejas al Victorino Borgoñés. Casi seis años más tarde, aún conservo ese brote de romero y la crónica escrita al alimón, con la esperanza de que conserve la alegría intacta de una tarde de toros perfecta, y de que El Cid vuelva a ser aquel Cid.

El romero de la gitana de la calle Arfe seis años más tarde

Cruzábamos el Arco del Postigo para adentrarnos en El Arenal, cuando mi acompañante decidió echarse al coleto el segundo carajillo de Cazalla en un vano intento de humillar unos callos rebrincados que habíamos almorzado en la Puerta de la Carne. Arfe abajo íbamos con la bandera bajada cuando nos arrinconaron dos gitanas jamonas, de más de doce arrobas, para leernos la buen ventura. Servidor se resistía, pero mi camarada de tendido, con más experiencia en esos lances, advirtió:
“- Abre la mano que tardamos menos”.
Nos leyeron el gori-gori y nos dejaron bendecidos con el ramito de romero, pero cuando echamos manos a la faltriquera la jamona mayor se engalló y dijo:
“- La suerte con papel se paga”.
De modo que ya puestos a redondear faena, le dejé el billete en las simas del canalillo del escote y nos abrimos por Adriano adelante.

Entramos pronto en la plaza, que era tarde de mucho lío. Acodados en la baranda que el 10 tiene sobre el patio de cuadrillas, mi socio advirtió que a Pepín le caía mal el blanco del vestido; y dos señoras de permanente incombustible corrigieron que iba “de blanco roto o espuma de mar”.
“- La jodimos, tía Manuela”.



A Pepín, el primer Victorino le tiró derrotes de santos óleos más que de primera comunión. Y al cabrón de “Paquito” se lo quitó de encima de pinchazo y media en los bajos. A su segundo, Liria se fue a recibirlo a porta gayola. “Petrarquista” no salía, que estaría rematando sonetos, y a Pepín le hizo aguantar un quinario de órdago. Banderilleó valiente Diego Robles, que saludó montera en mano, y su matador, hecho un león toda la tarde, pasaportó al Victorino con una estocada tendida.
Se hizo presente en el ruedo maestrante Borgoñés y el Cid lo hipnotizó con los vuelos del capote: ¿venía ya hipnotizado por el brujo Victorino o lo hizo con su magia el de Salteras? El caso es que el diestro estuvo enorme a siniestras, toreando al natural las humilladas embestidas de aquel toro de bandera. El Cid acalló un alboroto de “indultitis” que se inició en el tendido con una estocada, y le cortó las orejas a ley. A su segundo, un “Baratero” que traía memorias de glorias pasadas, pero venía sin hipnosis, le dio Manuel Jesús los naturales más cuajados de la tarde. Y los “oles” parecían truenos venidos de las nubes del Aljarafe. Tardó en morir “Baratero” y en el último estertor acertó a herir Julio López cuando intentaba apuntillarlo.
Salvador Cortés estuvo ausente; se quitó de encima los peligros sordos del terciado tercero y desaprovechó clamorosamente el pitón izquierdo del sexto, por nombre “Estupendo”, que le estaba entregando las orejas, y Salvador sin enterarse.
Nos preguntábamos a la salida si la gitana jamona tuviera razón, con qué papel se pagarán la suerte Victorino y El Cid. Triunfo de clamor el del Cid en Sevilla: El Cid no necesita ir a Burgos para hacer jurar a la torería andante si alguien quisiera destronarlo del escalafón.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Hombres sin mano izquierda

Inés Sastre en el último número de Vanity Fair:
"Necesito un hombre que me lleve con mano izquierda".


Ay, Inés, tú, que te has vestido de luces, ¿sabes lo que estás pidiendo? La mano izquierda es la de los billetes y, por desgracia, hoy está en quiebra. Aquellos hombres que tenían la zurda firme, la muñeca de goma y el brazo vigoroso han desaparecido.

Manzanares, ante un toro de La Quinta en Málaga (2011)

Antoñete en Las Ventas con el ensabanao de Osborne (1966)

Paco Camino con un Pablo Romero (1971)

"¡Natural!
Escultural,
el brazo tenso -una cuerda
de violín-
haciendo la mano izquierda
-¡un jazmín!-
lentamente su camino
entre el cuerno y el destino..."
(José María Pemán)

Algunos hombres, que parecían perfectos con la mano izquierda, de la noche a la mañana, incomprensiblemente, se esfuman. Como si se tratara de un amor imposible, pensamos que volverán, y esperamos tarde tras tarde en vano que regresen aquellos naturales y trincherillas.


"Porque el toreo también es tan bonito como un amor imposible,
ése que a lo mejor ya no vuelve o puede volver mañana mismo" (Alfonso Navalón).

Asúmelo, querida Inés, a los hombres se les acabó la fuerza de la mano izquierda.

sábado, 6 de octubre de 2012

Ahí va un hombre, ahí va un torero: hasta pronto, Fundi


Brindó al público sabiendo que no era de brindis. El último toro en Madrid, “Caraserio” se llamaba, salió sin fuerza, derrengado por bajo en el embroque y a la defensiva si se le toreaba por alto. Fundi sabía que no era toro de brindis, ¿pero qué otra cosa podía hacer? Seguir adelante, una vez más, contra las circunstancias, como siempre ha hecho. Hay un pasaje de Baroja en Zalacaín que resume lo que ha sido su trayectoria en el toro: “Hay hombres para quienes la vida es de una facilidad extraordinaria. Son algo así como una esfera que rueda por un plano inclinado, sin tropiezo, sin dificultad alguna. ¿Es talento, es instinto o es suerte? Los propios interesados aseguran ser instinto o talento; sus enemigos dicen casualidad, suerte, y esto es más probable que lo otro, porque hay hombres excelentemente dispuestos para la vida, inteligentes, enérgicos, fuertes y que, sin embargo, no hacen más que detenerse y tropezar en todo. Un proverbio vasco dice: «El buen valor asusta a la mala suerte». Y esto es verdad a veces..., cuando se tiene buena suerte”.

Fotografía: Paloma Aguilar

Para su última tarde en Madrid, Fundi eligió un vestido grana con los bordados en azabache. Era el mismo terno que llevaba el pasado San Isidro cuando, bajo el diluvio, le sonaron los tres avisos y le echaron un Guardiola al corral. Con este detalle, quería el de Fuenlabrada sacarse la espina, pero tampoco pudo ser este viernes. La espina quedará clavada en él, como tantas otras que le curten desde hace 25 años, cuando se hizo matador de toros. Los hombres están hechos a base de astillas que no han sido capaces de arrancarse por los azares de la suerte. Eso los distingue de los niños, que comienzan la vida impolutos y sin un solo arañazo.

Fundi, el pasado 21 de mayo

A otros hombres, como escribía Baroja, la fortuna les visita a menudo. Es el caso del Cid en cada sorteo. Se llevó la bolita con el nombre de “Gracioso”, un toro negro y cinqueño del Puerto de San Lorenzo con galope alegre, pronto, humillado y que hacía el avión por ambos pitones. De lío gordo. El Cid se echó la muleta a la izquierda, la que fue su mano y la de los billetes, para dejar dos tandas de claroscuros hasta que se percató de que “Gracioso” embestía aún mejor por el derecho. De nuevo, anduvo irregular, sobre todo en la colocación, quedándose al hilo en varias ocasiones. Lo mató de múltiples pinchazos y al del Puerto las mulillas lo arrastraron con las orejas puestas. El de Salteras estuvo mejor con el quinto, un animal deslucido y que perdía las manos, al que toreó con pericia. Pero en lo que realmente destacó El Cid este viernes fue en la lidia, tanto para poner a sus toros en suerte, como para echarle un quite a sus compañeros.


Cerró cartel otro sevillano, Daniel Luque, al que siempre describen como una eterna promesa y, a este paso, así seguirá. El sexto toro del Puerto era para cortarle una oreja -se lo descubrió Antonio Manuel Punta con el capote-, sin embargo, la faena de muleta fue violenta y el negro bragado fue recortando más la embestida hasta descomponerlo todo. Trasteo, por cierto, larguísimo que aburrió hasta al más templado. Al tercero del Puerto, un inválido que apenas se tenía en pie, lo lanceó con gusto con el capote. Al igual que El Cid, tuvo el bonito detalle de brindarle un toro al maestro que se despedía.


Seguiremos viendo al Fundi en Las Ventas a la salida de los toros, donde es raro que se pierda una corrida. Cruzaremos el umbral que da al patio de arrastre a su paso, un paso cargado de hombría y dignidad, de persona seria y cabal, murmurando: “¡ahí va un torero!”. Porque torero se es dentro y fuera de la plaza. Gracias, Fundi.

Fotografías: Juan Pelegrín