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sábado, 19 de septiembre de 2015

3 Toreros 3


Tres toreros, tres generaciones, tres países, tres tauromaquias, tres horas de corrida y un espectáculo magnífico. Andrés Roca Rey llegó a Nîmes no sólo para tomar la alternativa, sino para espolear a los veteranos, para revolucionar el escalafón. Y este huracán peruano avivó a Enrique Ponce y Juan Bautista, quienes no se limitaron a cumplir con sus papeles de padrino y testigo, cortando tres orejas cada uno que les permitieron salir a hombros por la Puerta de los Cónsules. Ante la juventud que arreaba, los toreros curtidos exhibieron todo su pundonor, incluso si ello conllevaba dejarse los abductores por el camino. Ponce bregó contra el viento y contra una lesión muscular toreando sobre una baldosa, manifestando una afición desmedida. Bautista cuajó una primera faena de temple y seda, mientras que en la segunda desplegó la artillería pesada -variedad con el capote, banderillas, toreo de rodillas y filigranas en arrimón final- rematando el envite con una impecable estocada recibiendo. 


En el anfiteatro de Nîmes se han comprobado los beneficios de abrir los carteles, de permitir, al fin, que entre el aire. Porque la corrida -compuesta por cuatro toros de Victoriano del Río y dos de Juan Pedro Domecq- no salió, ni mucho menos, extraordinaria. De hecho, declinó hacia la vulgaridad. Fueron los toreros quienes convirtieron la tarde en algo inolvidable. ¿Si Roca Rey no hubiera sido invitado al banquete de la Vendimia, la corrida se habría saldado con el mismo resultado? Probablemente hubiera imperado el conformismo y la pulcritud, el estar bien sin cruzar la raya... Más de lo mismo. Los nuevos toreros no sólo regeneran el escalafón, sino que también mejoran a las figuras que llevan a sus espaldas 10, 15, y en algunos casos 25, años de alternativa.


Fotos de Isabelle Dupin

Roca Rey ha venido para quedarse, pero no es el único. Otros llevan tiempo llamando a la puerta y sólo necesitan un resquicio para acabar con el status quo. Y que cada cual aguante su vela. El toreo necesita más competencia y menos besos en los patios de cuadrillas.       

sábado, 30 de mayo de 2015

El sueño de una tarde de tormenta en la que no llegó a llover

Fotografía de Antonio Heredia

Hace más de un mes que no llueve sobre Madrid y, desde el último chaparrón, ya casi olvidado, la ciudad acumula sus miserias. En Madrid, sobre todo en primavera, la lluvia cumple una función purificadora. Antes de empezar la corrida, cayeron unas tímidas gotas, insuficientes. La tarde estaba cargada de tormenta cuando rompió el paseíllo. 

Lo admito: apenas pude ver a Finito con el que abrió plaza. La gente aún se acomodaba en sus localidades -inconvenientes de una tarde de "No hay billetes"- y tuve que esperar desde la bocana del tendido hasta acceder a mi localidad. Aunque escuché algunos pitos, no me dio la impresión de que el torero de Sabadell estuviera tan mal ante un astado con clase pero de nula fuerza. A lo sumo, anduvo bochornoso, como la tarde misma. Me instalé en el tendido cuando salió el segundo toro de Juan Pedro Domecq, de nombre "Embestido". Gran toro, a la altura de una sobresaliente corrida, con otros tres ejemplares vibrantes: "Destajoso" (3º), "Ballenito" (5º) y el sobrero de Parladé, "Mensajero" (6º bis). Juan Pedro puede enorgullecerse de haber lidiado la mejor corrida, hasta el momento, de este San Isidro 2015, bien presentada, de impecables hechuras y brava, tanto en el caballo como en la muleta. 


Sigue sin llover sobre Madrid; a cambio, Talavante ha desencadenado un aguacero de buen toreo. Este viernes, ha estado extraordinario, por distinto e improvisado. De sorpresa en sorpresa, el extremeño ha conjugado el valor con la clase, la naturalidad y la imperfección. No voy a detallar sus dos faenas, de sobra cantadas por los cronistas. Simplemente, fueron como un sueño... el sueño de una tarde de tormenta en la que no llegó a llover. Probablemente, no vuelva a repetirse algo semejante. Lloverá, o quizás prosiga el bochorno, pero Talavante seguirá imaginando sus faenas antes dos excelentes toros de Juan Pedro, de pie, de rodillas, con orejas o pinchando... qué importa. Jamás vi algo igual. Talavante ha estado inverosímil. Seductor.

Ante sus asombrosas filigranas, Luque ha puesto un punto de cordura y realismo a la tarde, de atornillar los pies sobre la tierra, principalmente con el tercero, al que toreó muy de verdad, sin mirarse tras sufrir una escalofriante voltereta. Sin embargo, el sexto pudo con él. Aquel sobrero de Parladé era mucho toro y comenzaba a soplar el viento de tormenta... 

Es tarde. Ya madrugada. El cielo ha vuelto a despejarse y la luna ilumina Madrid. Ni siquiera es hora de escribir. Probablemente, no lloverá en este San Isidro. Talavante tampoco será nombrado triunfador del ciclo al no haber abierto la Puerta Grande tras pinchar sus dos faenas. Tampoco importa. Ciertas tardes de toros no se olvidan. Creo que fue Ortega y Gasset quien escribió: "Por eso -porque el gran torero puede estar mal- es por lo que íbamos a las corridas de toros". Talavante estuvo tan imperfecto como mágico. Así es la rosa, también durante la sequía.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Desconcierto en el mundo de la Física a causa de Ivan Fandiño

Se dice que el grafeno es el material del futuro, que no existe en la Tierra nada más duro y que su resistencia supera de largo al acero. Craso error. Al lado de Fandiño, el grafeno parece gomaespuma. El orduñés los tiene de platino iridiado, como la barra que se guarda a la derecha del péndulo de Focault. Los últimos Premios Nobel de Física deberían abandonar el grafeno para estudiar la disposición de los átomos en las partes pudendas de Fandiño.
 
 
En palabras de Domingo Delgado de la Cámara, Fandiño encarna perfectamente al torero marcial, es decir, el descendiente de Marte, Dios de la guerra. Por consiguiente, los aficionados que reclaman más integridad, riesgo y lucha en la Fiesta son los partidarios de Marte; enemigos acérrimos de los aficionados venusianos, amantes de la belleza y detractores de la dureza.
 
 
En su regreso a Las Ventas, Fandiño ha estado marcial, vibrante y valiente. Sin esteticismo. En Marte, eso es la Tauromaquia: emoción a puro güevo. Nada de ballet ni pinturerías. Que Fandiño no es Curro Romero, se sabe. Por eso requiere ganaderías encastadas que transmitan sensación de peligro. El segundo toro de Parladé tuvo esa dosis de riesgo: tras mansear en los dos primeros tercios, se puso a embestir con rabia y casta en la muleta. El torero lo citó de largo, no se achicó y, estoicamente, clavó las zapatillas en el albero. Rubricó de una gran estocada con un colosal volapié. Primera oreja. En el quinto toro, después de una faena hilvanada por el pitón izquierdo, se tiró a matar sin muleta. Fue entonces cuando, en este 13 de mayo, por la sangre corrió un toro de escalofrío que dejó el alma clavada en una plaza en vilo. Allí en los terrenos del 6, un hombre acababa de entregar su más valiosa posesión: su propia vida. Cayó la segunda oreja, la anhelada.
 
Fotos de Javier Barbancho
 
A Fandiño ya se le habían escapado demasiadas Puertas Grandes, demasiadas batallas perdidas. Su pundonor no permitía otra salida a pie de Las Ventas. Porque, en realidad, y aquí reside el mayor secreto de la Física, el material más firme de la Naturaleza no es el grafeno, sino la voluntad férrea de Ivan Fandiño.

jueves, 23 de mayo de 2013

Crónica del 22 de mayo: "No queda sino batirse"

"En aquellos tiempos, la capital de las Españas era un lugar donde la vida había que buscársela a salto de mata, en una esquina, entre el brillo de dos aceros"
(El Capitán Alatriste - Arturo Pérez-Reverte)


Fandiño salió ayer al ruedo de Las Ventas a dentellada limpia. Como aquellos viejos soldados de nuestros tercios de Flandes, con la espada ropera y la vizcaína siempre a mano. Y es que en Madrid, parafraseando a Quevedo en la novela de Pérez-Reverte, no queda sino batirse. Vino, pues, el de Orduña, hecho un jabato, a puro güevo, y sin ponerse bonito. Ni falta que le hacía. Toreó de verdad, desbocado a veces, irreflexivo (los estatuarios quizás no fueran el mejor pase para fijar la embestida en el comienzo de faena), temperamental y ligado. Mató por arriba a costa de jugarse la vida. Cuando estaba igualando al toro, un listo le gritó desde el tendido que se le iba sin torear. Cosas de Madrid. El parte de guerra fue una cornada de 25 centímetros que lo va a dejar un mes apartado del frente. Ni con el muslo derecho abierto quiso irse a la enfermería hasta no ver doblar al de Parladé. Luchó como una fiera en brazos de los hombres de su cuadrilla para que lo dejaran en el ruedo. Un guerrero.
 
 
¿Y con qué toro se enfrentó Fandiño a cara de perro en las trincheras venteñas? Paradójicamente, se llamaba Grosella, pero de dulce o mermelada tuvo poco. Era un Parladé encastado, que galopaba como un torbellino, algo alocado y que iba con la cara suelta. No apretó en el caballo -Fandiño lo dejo crudito- y se dolió en banderillas, por tanto, no fue bravo, pero sí emocionante y fiero, con peligro por el pitón izquierdo.
 
 
El resto de la corrida resultó espesa. Al lado del Cid y Luque, cualquier torero parece la reencarnación de Belmonte. Cielos, qué sopor. Cuánta vulgaridad. Son una cruz a cuestas. El cuarto Parladé, de nombre Bonito, sí que fue para sacarlo en los postres, y no Grosella. Manuel Jesús -quién lo ha visto y quién lo ve- anduvo pegándole cucharada va y cucharada viene y la faena acabó por empacharnos.
 
 
Y hoy ya vuelven los del pañuelo asomando por el bolsillo de la chaqueta hablando de pellizco y el tarro de las esencias. Personalmente, prefiero los tercios de Flandes.

El siempre puntero @Dominguillos publica en Twitter
esta imagen con el siguiente mensaje:
"Hace muchos años que Antonio Machado
escribió acerca del tipo que gritó: -Se va sin torear".
 

viernes, 17 de mayo de 2013

Crónica del 16 de mayo: "Mi torero lleva chándal"


Alrededor de las seis, tomaba café en un bar aledaño a Las Ventas. Diez minutos después, entró un amigo, casi en tromba, me dijo: "-Suelta el café" y, presintiendo el desarrollo de los acontecimientos, pidió dos gin tonics. Yo, que nunca bebo pelotazos, obedecí de inmediato, en parte por respeto, y en parte también porque sabía que me iba a hacer falta. Tras semejante merienda, media hora más tarde estaba subiendo a mi grada con la tranquilidad que da la anestesia. Los recuerdos de la corrida son, pues, imprecisos.
 
 
Tan sólo un rosario de juampedros, algunos con hechuras de raspa de pescado, a cual más soso. También recuerdo que, en el tendido 6, casi acaban a tortazo limpio un morantista y un manzanarista. Poco después del minuto de silencio dedicado a Joselito, aún llegan a mis oídos gritos de "Morante, chorizo" y "Manzanares, gamberro". Creo que el confirmante del jueves, Jiménez Fortes, hizo lo que pudo en mitad de aquel ambiente tormentoso y se arrimó mucho. Luego, decidió brindar el sexto juampedro a sus "maestros" y, un aficionado sentado a pocos metros, sentenció con aire de fatalidad: "Si le ha brindado el toro a Morante, no hay nada que hacer". Ah, un quite a Trujillo y frío. Recuerdo que hacía un frío que pelaba.
 
 
Por la noche, llegué a casa y leí varias declaraciones que me despistaron todavía más. Al parecer, Juan Pedro junior solicitó en el Plus "cariño y tiempo" para sus toros. Aquello me sonó a bolero de Los Panchos. Luego, en Burladero, José Mari dijo que había estado disfrutando y que, cuando los toreros disfrutan, eso se transmite. Morante también soltó en ABC que, "a pesar de la división", había disfrutado mucho. ¡Arsa! Alegría pal´cuerpo y que nos quiten lo cobrado.
 
 
Y, para rematar la torrija, me rondaba la idea de que, por la mañana, antes del festejo, Morante se había paseado por Las Ventas con un chándal del Real Madrid. Sobre este episodio, sé que un rapsoda anda dándole vueltas a un proyecto de pasodoble que tendrá por título "Mi torero lleva chándal".
 
Cuando las excavadoras quitan
montones de arena gris,
 mientras Morante sueña
 verónicas de alelí,
enseñado la patita
con un chandita cañí,
 voces de coña sonaron
cerca del Guadalquivir.
 José Antonio de la Puebla
moreno de verde cuna,
 se estira el gemelo varonil:
 ¿Quién te ha puesto ese chandita
lejos del Guadalquivir?

martes, 25 de septiembre de 2012

Lengua de la Nueva Tauromaquia (LNT)

Estos días, la prensa continúa resacosa tras la catarsis tomasista-nimeña, que purificó el espíritu de tantas criaturas que viajaron cientos de kilómetros para tutearse con el Dios del toreo y arrancarle los alamares en el umbral del anfiteatro romano. La mañana, como comprenderán, dio para llenar varios pantanos de épica incluso en tiempos de sequía. Tal y como aseguró Simón Casas, empresario/productor artístico de Las Arenas de Nîmes, «José Tomás ya ha muerto en la plaza: en realidad, es Manolete resucitado». En la catarsis nimeña -fruto, como todas las catarsis, de la compasión y el miedo, eleos y phobos- no faltó de nada: tuvo una resurrección... y un indulto.

Simón, ese empresario que, si no existiera, habría que inventarlo

Ya ha regresado "Ingrato", el toro de Parladé salvado por el Dios JT -a semejanza de los emperadores cuando le concedían la vida a los gladiadores elevando el pulgar-, a su finca en "Lo Álvaro", paraíso en la tierra donde tiene a sus pezuñas un harén de 25 vacas. Gracias a la bondad de JT y sus picadores, el animalito sólo recibió dos puyazos breves, limpios y al relance y, una semana después de la catarsis, se encuentra fuerte y sano. Su ganadero, Juan Pedro Domecq Morenés, hijo del creador del "toro artista" y la "toreabilidad", aseguraba en una entrevista para "La Razón" que «no ha tenido ni fiebre, que es la mejor señal». Continúa Juan Pedro: «No pude ir a Nimes, pero por los vídeos que he visto fue un toro muy importante, con una bravura exquisita [...] Todo un cóctel de caracteres aglutinado en un genio y para otro genio».

El exquisito "Ingrato"

No me negarán que las palabras del ganadero son asimismo geniales: la "bravura exquisita" me ha llegado al alma. También me gusta cuando los toros salen "manejables", "toreables", "comerciales" o "enrazaditos" (¿no es más bonita la palabra "casta" en vez de "raza", que suena a perro?). Recuerdo otra frase maravillosa de Álvaro Núñez Benjumea, propietario de la ganadería de Núñez del Cuvillo: «La bravura nace de la mente del ganadero». Olvidó decir que también de su boca. Habría que registrar todas estas perversiones lingüísticas en un diccionario sobre la neolengua del toro de lidia que, a buen seguro, se convertiría en todo un best-seller.

Ejemplo de toro manejable

Pero, bien mirado, ¿cómo no van a salir toros de bravura exquisita si son "instrumentos musicales"? A la pregunta de si consideraba ético que los toreros eligieran para sus gestas "astados mansitos", Simón Casas, el productor de arte, respondió hace pocos días: «Mire, yo estoy a favor de que escojan el tipo de toro. Como los músicos, son libres para elegir su 'instrumento', ya sea un chelo o una trompeta. El peligro no viene de la envergadura del animal ni de su peso. Lo pone la manera de torear, el estilo... ¡Lo importante es la interpretación!».

Cuestión de estilo

Precisamente, esta semana se quejaba Alfonso Ussía también en "La Razón" de los neousos lingüísticos de la modernidad en los medios de comunicación: «En los informativos de las radios y las cadenas de televisión, han crecido como enanos los trituradores del lenguaje. O por analfabetos, o por cursis o por obediencia y seguimiento de consignas nubladas». En el toro, sin duda, nos hemos vuelto unos cursis: exhalamos almíbar. Franco, a nuestro lado, con su España como destino en lo Universal, por el Imperio hacia Dios y la conspiración judeo-masónica, era una sobria fachada románica. ¡Los ganaderos son los verdaderos prodigios del barroquismo lingüístico!

Para prendas delicadas y exquisitas

¿Qué análisis haría Víctor Klemperer de las musarañas verbales de los nuevos criadores de toros exquisitos, verdadera coctelería de caracteres? Probablemente las llamaría LNT ("Lengua de la Nueva Tauromaquia" o "Lengua de las Nuevas Tonterías"). La polisemia de las siglas, otra cuestión muy de moda, ya se sabe, es peligrosa y, a menudo, no entiende de exquisiteces.