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martes, 24 de noviembre de 2015

La sangre no se enseña... o sí


Desde el pasado sábado, algo me quita el sueño. Aún trato de digerir una noticia publicada por Fernando Carrasco en ABC, titulada "Un cordobés encuentra el estoque perfecto". La nueva -maligna, como digo- comienza así: "Al igual que se innovó con las banderillas, llega ahora algo que puede cambiar, radicalmente, la suerte suprema del toreo, tanto en el aspecto visual como a la hora de entrar a matar los diestros. Y es que un cordobés, Rafael de Lara, ha creado (ya está además patentado) un estoque que evitará la sangre y el sufrimiento del animal y que podrá propiciar, además, mayor índice de triunfos […] Técnicamente, la forma triangular de la parte de abajo permite el drenado, por medio de un canalillo, de la sangre, que llega hasta un depósito en una cápsula superior -situada debajo de la empuñadura-, con lo que la que se ve es mínima".

Paco Camino

Durante la suerte suprema, el torero pierde de vista la cara del toro, volcándose sobre él, jugándose la vida a carta cabal. Por ello, constituye uno de los momentos más emocionantes y puros de la faena. Antes de convertirnos en unos mojigatos hipócritas, inventores de "estoques incruentos", las espadas Luna, empleadas por todas las figuras del toreo, eran consideradas como las mejores... y las que más mataban. Porque una estocada certera porta en su empuñadura la llave del triunfo. 

Iván Fandiño

Si la suerte se ejecuta correctamente, la muerte de algunos toros resulta memorable, aguantando en el ruedo sin doblar las manos y con la boca cerrada, cara a cara ante el hombre que ha logrado introducir la hoja hasta los gavilanes. No se trata de una exhibición sanguinaria, sino del colofón imprescindible de una lucha noble donde, al final, uno de los dos combatientes tiene que morir, el toro o el torero. El hallazgo de un estoque que drena la sangre sólo demuestra nuestra imbecilidad, nuestra incomprensión y nuestros complejos ante un espectáculo tan honesto y conmovedor como la suerte suprema.

Bataclán tras los atentados

Vivimos en una sociedad hipócrita donde hay que ocultar la muerte y la sangre de un animal mientras, en todas las televisiones, nos bombardean con imágenes de atentados, de terroristas inmolándose, de civiles fallecidos. Escenas que no pertenecen al mundo de la ficción, sino de la realidad, y que las emiten constantemente, hasta insensibilizarnos. ¿Acaso las espadas Luna hieren más la susceptibilidad del público que las víctimas amontonadas sobre el suelo de la Sala Bataclán? ¿Se oculta la sangre vertida por el toro mientras, a todas horas, se exhibe la humana?

martes, 10 de septiembre de 2013

Paco Camino y el "mushasho"

José María Íñigo, en su libro "La tele que fuimos", narra un sonado incidente entre Palomo Linares y Paco Camino durante la grabación del programa "Directísimo". Camino le ofreció a Linares, educadamente, partirse la cara en la puerta del estudio, pero no delante del público. Corría el año 1975:


"Entrevisté primero a Palomo, que contó cómo había sido su temporada, su vida profesional, los más de 1.500 toros que había matado en las plazas... Durante una entrevista de quince minutos, muy entretenida, puso de manifiesto su gran oficio y éxito profesional. Salió Palomo Linares del estudio, hubo una canción, y después entrevisté a Paco Camino, que también disfrutaba de un momento profesional excelente. En la charla, Camino se refirió a Palomo Linares como ese mushasho; ese mushasho, sí, está bien; ese mushasho sí, torea, torea... Y dale con el mushasho para adelante y con el mushasho para atrás, de tal manera que Palomo Linares, que estaba viendo la entrevista en la sala de invitados, se le estaban hinchando las venas del enfado, viendo cómo se refería a él, todo un hombre hecho y derecho y un torero reconocido, como mushasho, casi con desprecio. En un momento determinado, no pudo más, abrió la puerta del estudio y se fue directo a la mesa del plató. Salió en pantalla, muy enfadado, y se organizó allí una pelea que apareció posteriormente en todos los periódicos, incluidos los de América en los países donde se celebraban corridas de toros.


Fue muy comentado, porque, después, las cuadrillas de ambos toreros se enzarzaron igualmente en una pelea y no hubo muertos de puro milagro -incluso tuvo que intervenir la dotación de las fuerzas del orden público de Prado del Rey-. Se convirtió en uno de los hechos más sonados en una época en la que no pasaban las cosas que pasan ahora en televisión. La historia del mushasho tuvo una repercusión notabilísima que todavía se recuerda, y que sirvió a los dos toreros para fomentar una especie de rivalidad o duelo en las plazas. Cuando los contrataban a los dos juntos, toda la plaza coreaba a gritos: mushasho, mushasho".

VER VÍDEO DEL BRONCAZO ENTRE PACO CAMINO Y PALOMO LINARES



 
La anécdota me parece aún más simpática ahora, cuando las "figuras" no dejan de mandarse besos y abrazos a través de las redes sociales. Como escribía José Luis Suárez-Guanes en el ABC del 8 de marzo de 2009: "Antes había más belicosidad que en los tiempos que corren. O más rivalidad. Otro concepto de la torería y el compañerismo. Primaba el hambre por cada porción de una tarta de la Fiesta mucho menor que la actual. Cada peldaño, cada puesto, se jugaba a vida o muerte. Otro sentido del orgullo que a veces se iba de las manos en los casos más extremos de tensión". Ya se sabe que, antes de empezar el paseíllo, el venezolano César Girón se volvía hacia sus compañeros y deseaba "muchas cornás pa tos".


sábado, 1 de diciembre de 2012

Hombres sin mano izquierda

Inés Sastre en el último número de Vanity Fair:
"Necesito un hombre que me lleve con mano izquierda".


Ay, Inés, tú, que te has vestido de luces, ¿sabes lo que estás pidiendo? La mano izquierda es la de los billetes y, por desgracia, hoy está en quiebra. Aquellos hombres que tenían la zurda firme, la muñeca de goma y el brazo vigoroso han desaparecido.

Manzanares, ante un toro de La Quinta en Málaga (2011)

Antoñete en Las Ventas con el ensabanao de Osborne (1966)

Paco Camino con un Pablo Romero (1971)

"¡Natural!
Escultural,
el brazo tenso -una cuerda
de violín-
haciendo la mano izquierda
-¡un jazmín!-
lentamente su camino
entre el cuerno y el destino..."
(José María Pemán)

Algunos hombres, que parecían perfectos con la mano izquierda, de la noche a la mañana, incomprensiblemente, se esfuman. Como si se tratara de un amor imposible, pensamos que volverán, y esperamos tarde tras tarde en vano que regresen aquellos naturales y trincherillas.


"Porque el toreo también es tan bonito como un amor imposible,
ése que a lo mejor ya no vuelve o puede volver mañana mismo" (Alfonso Navalón).

Asúmelo, querida Inés, a los hombres se les acabó la fuerza de la mano izquierda.