Mostrando entradas con la etiqueta Sevilla. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sevilla. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de abril de 2016

El futuro de la Sevilla taurina

"Ladran, amigo Sancho, luego cabalgamos"


Sevilla fue taurina en el pasado, lo sigue siendo en el presente y continuará así en el futuro, a pesar de los ladridos de cien antitaurinos que exigen el fin de la Tauromaquia aprovechando el arranque de la Feria de Abril. Ni siquiera las arcas de las asociaciones ecologistas pueden borrar siglos de Historia de un plumazo. Sevilla es taurina desde que se puso toda amarilla, quebraíta de color, porque el río venía teñido con sangre de los Ortega... Y desde mucho antes, con su famoso matadero, forja de la tauromaquia a pie. Sevilla es responsable de genios como Juan Belmonte y Paco Camino; cuna de ganaderías bravas en la marisma y en la sierra, y vigía de La Maestranza. 


Bien es cierto que Sevilla a veces pierde el norte y cree haber encontrado a un nuevo Curro Romero en los toreros más insospechados, algunos con nombre de poetas del siglo XVI. O que se pega un chute de morantismo y se echa a dormir la siesta del fauno durante cinco días. Pero, pelillos a la mar, así es la rosa. Los antitaurinos tampoco entienden de esas cosas, tan sevillanas.


Y ahora -presente y futuro-, ojo con Sevilla, porque tiene un nuevo novillero que, éste sí, puede devolver las mieles a la afición de la Torre del Oro. Se llama Pablo Aguado y este domingo -mientras un puñado de aulladores clamaba frente al Palacio de San Telmo- ha debutado en Las Ventas, dejando una excelente impresión, de la que gusta a ambos lados de Despeñaperros: toreo clásico, puro, dando el pecho, cruzado y con desmayo al natural. La espada aún se le atraganta, pero tiempo al tiempo. De momento, ha dado una vuelta al ruedo en Madrid y, a buen seguro, la empresa ha apuntado su nombre para futuros carteles. A la espera de que suene el teléfono de sus apoderados, el 1 y 26 de mayo toreará en La Maestranza, para satisfacción de sus paisanos. Porque la Sevilla taurina tiene cuerda para rato. Tanta como manguera a Morante.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Los "sísifos" del toreo


Dice Antonio Ferrera que quiere matar seis victorinos en la Feria de Abril. Con semejante apuesta sobre el tapete, vuelve el guerrero de las 36 cornadas. Todo o nada. Acaba de recibir el alta definitiva tras fracturarse el brazo derecho el pasado mes de junio -lo que le obligó a cortar la temporada- y es consciente de que la partida comienza desde cero. Durante su convalecencia, otros matadores le han tomado la delantera en la ruleta de los carteles. Rafaelillo, sin ir más lejos. El toreo es implacable -a veces injusto- y el menor tropiezo se paga con el ostracismo o el olvido. De hecho, Ferrera no es el único "exiliado" de la temporada 2015. 

A causa de una mala tarde -la desafortunada encerrona del Domingo de Ramos en Las Ventas-, tanto detractores como partidarios hicieron de Fandiño un auténtico proscrito. Él, que encarna mejor que nadie el mito de Sísifo, también vuelve a empujar su pesada carga desde el pie de la montaña. Por otros motivos -dos espeluznantes cornadas a las que sobrevivió milagrosamente-, Jiménez Fortes es otro diestro que "renace" en 2016; sin olvidar a David Mora, quien, a partir de Fallas, retoma una lucha que quedó truncada en el San Isidro de 2014. 

Por cornadas físicas o morales, estos cuatro matadores reciben al próximo año bajo los sones de Begin the Beguine. Volver a empezar. Su mérito es inconmensurable y su cometido, aún mayor: encarnar la grandeza  -y la crudeza- del toreo como recientemente hizo Padilla. Por justicia, la afición no debe mostrarse cicatera con su inminente destino, pues incluso los valientes merecen magnanimidad de vez en cuando. Ya lo escribió Camus: "No hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza". Suerte y gratitud, pues, para los "sísifos" del toreo. 


"Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser se dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. No se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces cómo la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volver a subirla hasta las cimas, y baja de nuevo a la llanura" (Albert Camus, El mito de Sísifo).

lunes, 15 de junio de 2015

Echar el anzuelo

La vida de Paquita Rico es un folletín. A los diez años ya trabajaba para ganarse el sustento; a los veinte, era cancionista folklórica y a los treinta, estrella del cine. Y siempre bellísima. Natural que más de uno quisiera echarle el azuelo...


En 1956, Ochaíta, Valerio y Solano compusieron varias coplas para la película Curra Veleta, dirigida por Ramón Torrado y protagonizada por Paquita Rico, quien interpreta el papel de una guapa muchacha que vive con sus tíos en Ayamonte. La cinta arranca con unos espectaculares planos generales de la dársena de Ayamonte, donde los pescadores acuden camino de la lonja, para vender su mercancía. Paquita sale a escena en la parte más alta del pueblo, La Villa, con una cesta al brazo, cantando una simpática coplilla titulada El Anzuelo

El anzuelo,
el anzuelo procura afinarlo,
que no haya camelo
pa que luego,
si en la iglesia 
te ponen el yugo
al irte a casar,
no te larguen
un besugo...
¡qué bar... que barbaridad!

Mocita que en tu ventana,
te dan de pares y nones, 
ten cuidado que no te piquen
los malos y los tiburones.

Y cuando la pesca llegue,
procura con tu gracejo, 
que no caigan en tus redes
langostinos ni cangrejos.

Son pescaítos de plata
las niñas en buen estado, 
en cambio son las gambonas
y las raspas del bacalao.

Mocitos de veinte años,
filetes de pescaílla,
merluzos los solterones 
pa asarlos en la parrilla.


Paquita Rico vino al mundo en una modesta casa del barrio de Triana, en 1929. Mucho antes de rodar Curra Vetela, aprendió a distinguir un besugo de un filete de pescadilla: su padre era vendedor de cucuruchos de marisco por las calles de Sevilla. En 1960, se casó con Juan Ordóñez Araújo, hijo de El Niño de la Palma y hermano del famoso torero Antonio Ordóñez. Cinco años después de la boda, Juan, que en el mundillo sólo llegó a banderillero, teniendo que vivir a expensas de su mujer, se suicidó, dejando muerta de tristeza a La trianera de bronce. A su funeral, acudió el director de cine Orson Welles, quien besó la mano de la hermosa viuda.

lunes, 27 de abril de 2015

Saetas, toreros caninos y Miuras

Estrellita Castro cantando una saeta (Sevilla, 1942)

Manuel Jiménez Centeno podría considerarse el padre de la saeta moderna. Nació en la sevillana Puerta la Carne en 1885 y, antes de dedicarse al cante, sintió la llamada del toro. Siguiendo su primera vocación y ayudado por un tío materno -el afamado matador José Centeno-, se hizo banderillero y después novillero, pero la aventura duró poco, pues a los tres años colgó el traje de luces al recibir varias cornadas. Tiempo después, reconocería en una entrevista a El Liberal:

"Me da la afición por el toreo y salgo el año 1907 como banderillero. Verme la gente y decir aquí hay un matador de toros, todo fue uno. Ese mismo año marcho a Méjico con mi tío José Centeno, que fue gente en el toreo, y estoy allí un año. Regreso y debuté en Sevilla como matador, con Cuatrodedos y Morenito Chico de San Bernardo. Se me dio regular, y toreo seis novilladas, alternando con Angelillo, Ostioncito, Punteret y varios más. De estas corridas sacan mis amigos la impresión de que yo no soy banderillero ni matador, sino un buen torerito. ¡Y desgraciado de aquel que le digan que es un buen torerito. Hay que ser torero a secas, no toreador ni torerito. ¡Como no se sea torerazo, malo!".

Manuel Centeno con su tío, el torero José Centeno

Resultó que Centeno tenía la torería en la voz y no en los trastos. Afortunadamente, el hambre le hizo encontrar el camino y, tras su desafortunado lance taurino, se hizo cantaor de flamenco. En aquella entrevista para El Liberal, explicaba: "Yo empecé a cantar en un día raro. Era torero. Tenía mi coleta y todo. Llegué a mi casa a la hora en que se suele almorzar, y aquel día no había de qué. Con mi coleta, con cuerpo para pensar en otra cosa, en vez de pensar me puse a cantar tarantas y granaínas y fuera porque tenía el cuerpo vacío, o porque cantara con más sentimiento aquel día, lo cierto es que escuché más de una vez decir que me las podía buscar por el cante, y decidí buscármela".

"El Emperador de la Saeta"

El escritor Antonio Puente Mayor, en su libro Cofrades de Leyenda, resume así la trayectoria del Emperador de la Saeta: "Centeno fue un hombre muy polivalente, ya que además de cantaor fue novillero, actor y tenor de zarzuelas. En la Semana Santa de Sevilla llegará a ser el saetero más cotizado, tanto que le bautizarán con el sobrenombre de Emperador de la Saeta. Suya es la mágica innovación de cantarle a la Cruz de Guía del Silencio al salir de su templo. Fue en el año 1926 y la letra comenzaba diciendo: Silencio pueblo cristiano....

El cantaor Manuel Torre

[...] Otro de los grandes fue sin duda el jerezano Manuel Torre, figura a la que se le llegó a considerar cantador de leyenda pese a ser un gitano analfabeto. Federico García Lorca decía de él, sin embargo, que era el hombre con mayor cultura en la sangre. Manuel Barrios recoge una anécdota del cantaor en su apogeo saetero en Sevilla, cuando llegó a hacer llorar al ganadero Eduardo Miura una mañana de Viernes Santo:

Cuando cierra el pellizco del último ¡ay!, la gente que asiste, pasmada, al acontecimiento no aplaude ni vitorea. Todos sacan los pañuelos, en silencio, y la plaza de la Encarnación se convierte en un inmenso aletear de palomas blancas que piden una nueva saeta a aquel hombre fabuloso a quien un gitanillo, que le acompaña, dice, señalando a don Eduardo Miura:
- Fíjate, primo, con la mala uva que se gasta criando toros y ahí lo tienes, que me los ha hecho llorar".

domingo, 26 de abril de 2015

Aprieten los dientes, que llegan los Miuras

"Matar una corrida de Miura es una medalla que el torero cuelga de la pechera de sus mejores recuerdos" (Vicente Zabala Portolés).
 
 
Este domingo, tres matadores lidian Miuras en Sevilla: Eduardo Dávila, Iván Fandiño y Manuel Escribano. La ganadería lleva anunciándose en La Maestranza 75 años seguidos, sin faltar una sola temporada a la cita desde 1940, cuando terminó la Guerra Civil. Aquel 20 de abril, fueron Pascual Márquez, Juanito Belmonte y "Manolete" los encargados de estoquear los toros de la A con asas. Un año después, Pepe Luis Vázquez puso el kiosco boca abajo cortando dos orejas al Miura que cerraba plaza. En una entrevista publicada por El País en 1985, el torero de San Bernardo contaba: "Que no se dé cuenta de que le tienes miedo. Sobre todo, que no se dé cuenta, porque entonces abusa de su poder y ya no tienes dónde meterte. Estos toros entienden lo que pasa y, sobre todo, ven si eres débil. A mí me ha revolcado algún Miura, pero nunca he tenido una cornada grave. ¿Sabe por qué? Porque, si he tenido miedo, no me lo ha notado. Me he puesto cerca y he apretado los dientes".
 
 
 
En la misma entrevista, Pepe Luis recordaba que, hasta los cincuenta, ningún torero que se preciase cerraba la temporada sin haber lidiado un par de corridas de Miura. "Lo que de verdad diferencia a este toro es su personalidad, una especie de capacidad psicológica para darse cuenta de cuándo es dueño de la situación. Cuando sale el toro bueno, es bueno de verdad, te haces con él, y como son largos, de bonita lámina y bien armados,  la corrida es un lujo. Pero si te achicas, se da cuenta y entonces va por ti".
 
 
Para que este domingo, la corrida de Miura en Sevilla, la septuagésima quinta desde 1940, sea un lujo. Y que nadie se achique.

domingo, 19 de abril de 2015

Color moreno


Ya están las gitanas guapas, con sus delantales blancos de puntilla, haciendo buñuelos pa la feria. De color moreno ellas, como el chocolate. Ya están ahí, entre las calores del perol, cazando del aceite hirviendo las rosquillas fritas con sus varas de madera. Que en feria nunca falten unos buñuelos morenos a las claritas del día ni un bayón gitano, como aquel que Quintero, León y Quiroga compusieron para Luisa Ortega en 1954.


El clavito y la canela
con la menta y el limón,
rebujó en una cazuela
cierta noche el Faraón.

Y después de aquel guisao,
tras de mucho remové,
salió el coló aceitunao
natural de los calés.

Color moreno, casi tostao,
tienen los celos, tiene la zambra,
tiene el querer.
Color moreno, recetrinao,
Tiene, que tiene, ¡viva su mare!
quien yo me sé.

No le des vueltas al molinillo
porque nos vamos a mareá;
color moreno tiene el tanguillo,
color moreno, color moreno la soleá.

lunes, 13 de abril de 2015

En el pajar de Juan Belmonte


Antonio Ruiz Rodríguez nació el 29 de marzo de 1943 en el pueblo sevillano de Espartinas. Aunque en su familia no había antecedentes taurinos, cuando cumplió los 14 años, se marchó de casa para trabajar en la mítica finca de los Guardiola, El Toruño. Allí, Antonio era el encargado de echar el pienso a los toros y, de vez en cuando, pegaba algún capotazo a las vacas. Cuando terminó aquella etapa, el chaval de Espartinas se trasladó al pajar de Gómez Cardeña. Pronto Belmonte se percató de su presencia y preguntó a los vaqueros quién era aquel muchacho que se había instalado en el pajar. Le respondieron que un espartinero que pretendía ser torero y se negaba a irse de la finca. "El Pasmo" le hizo llamar para hablar con él, bautizándole desde entonces "El Remendao", por los muchos cosidos que poblaban su viejo pantalón. Con la generosidad de los grandes señores, Belmonte le regaló ropa nueva y le adecentó una habitación en Gómez Cardeña. A cambio, "El Remendao", profundamente agradecido, cuidaba los caballos y las monturas en el guadarnés del maestro.


Sobra decir que aquel muchacho con pantalones remendados era "Espartaco padre", quien llegó a tomar la alternativa en 1966, en la plaza de toros de Huelva. Años después, declaraba en una entrevista realizada por Francisco Mateos: "Hay muchos toreros, pero figuras sólo pueden ser unos pocos elegidos, porque se tienen que reunir una serie de cualidades muy importantes, y por eso todo el mundo no puede ser figura. A mí, Belmonte me puso en el camino para ser figura, y si no llegué a serlo es porque algo fallaba. De mí, los que me han visto, siempre han dicho que tenía mucho valor, pero que me faltaba cabeza. Hay una anécdota de Belmonte, que, después de verme en una plaza, me dijo que nada más saliera el toro me pusiera detrás del burladero y me agachara para que viera que tenía los cojones más grandes que los míos. Con ello quería decirme que en el toreo no todo se basa en el valor".


Hace poco más de una semana, Antonio Ruiz le cortó la coleta a su hijo en La Maestranza. Tras el triunfo, y huyendo de la algarabía que se había formado en el hotel, los Espartacos se reunieron, como tantas noches, en la casa familiar para cenar una tortilla de patatas.


martes, 7 de abril de 2015

La Virgen de la Esperanza ha servido de escudo al corazón del valiente Joselito

"Durante las pasadas fiestas taurinas de San Sebastián, Joselito, el torero valiente, el artista imponderable, que modela esculturas atrevidas ante las astas amenazadoras de los toros, que se burla de las fieras con su trapo ágil, seguro y elegante, muleteaba a un Saltillo, llevándole dócil, manejándole obediente y escuchando las aclamaciones frenéticas de la muchedumbre, que abarrotaba los huecos todos de la enorme plaza. Los vítores de la multitud traquean sus nervios mozos; y hambriento de gloria, levanta el arma y se atraca de toro entre pitón y pitón. Al salir la bestia de aquellos brazos con la muerte en el corazón, asestó una cornada peligrosa en el pecho del torero, y pudo ser golpe de venganza matando al morir. La concurrencia se apercibió del peligro y se levantó inquieta, anhelante. No fue nada; su ídolo permanecía en pie: cayó rota al suelo por el desgarrón de la camisa una cadenita de oro, se hundió en la arena una medalla abollada. La Virgen de la Esperanza ha servido de escudo al corazón del valiente. Joselito llevaba en su pecho la imagen de la Virgen que adoran los macarenos, el barrio sevillano de la majeza y la torería; y cuando la fiera le acometió de muerte, la punta acerada del cuerno se embotó en el disco dorado. Cuando Joselito tornó a la fonda, fue rodeado por su familia".

Publicado en el Blanco y Negro del 24 de agosto de 1913


En 1913, Joselito tenía 18 años y hacía su primera temporada completa como matador de toros, deslumbrando a público y crítica con su dominio de las suertes. A pesar de ser ya una eminencia en el toreo, aquella tarde de agosto en San Sebastián, fue una medalla de la Esperanza Macarena la que le salvó de una cornada segura. Al finalizar la temporada, Joselito, triunfal, viajó a París con el recuerdo del quite realizado por la Virgen ante un toro de Saltillo. El de Gelves entró en una de las grandes joyerías del centro parisino y compró, como regalo para la Señora de San Gil, cinco broches verdes compuestos de pétalos de cristal de roca francés engarzados en oro blanco y rematados con brillantes. A comienzos del siglo XX, este broche femenino, llamado también "mariquilla", era utilizado por las jóvenes de buena sociedad al ser una pieza muy atrevida y chic inspirada en el estilo art decó.
 
 
De vuelta a Sevilla, Joselito entregó las cinco "mariquillas" verdes a Juan Manuel Rodríguez Ojeda, afamado bordador y mayordomo de la hermandad hasta 1900. Pronto, aquellos broches verdes se integraron en la iconografía de la Macarena, hasta tal punto que, un siglo después, aún los lleva prendidos sobre su pecho.
 
 
Precisamente, fue Rodríguez Ojeda quien vistió a la Virgen de riguroso luto en 1920, cuando un toro de la Viuda de Ortega, Bailaor, arrancó la vida a Joselito en Talavera de la Reina un trágico 16 de mayo. Esta vez, la Macarena no pudo servir de escudo al corazón del "Rey de los Toreros".
 
 
Suspira bajo su manto
la Virgen de la Esperanza
y arrían en señal de duelo
banderas en La Maestranza.
Y Sevilla, enloquecía,
repetía a voz en grito:
¿pa´qué quiero mi alegría?
¿Pa´qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito?
 

domingo, 5 de abril de 2015

Domingo de Resurrección

Aquel maestro de mi infancia -¿Don Daniel? ¿Don Matías?- nos enseñaba las sílabas. Por cada sílaba, dábamos una palmada. “Y ahora vamos a hacer palabras bisílabas, esto es, las de dos sílabas” dijo. Levanté la mano y con dos palmadas pronuncié PA-SO. “Muy bien, paso, cuando uno camina da pasos” explicó aquel hombre bueno. Pero yo, que entonces no sabía que aquello se llamaba polisemia, me refería a nuestros pasos con canastos de oro y candelabros de guardabrisas. Aquellos que yo dibujaba, llamitas encendidas en los candelabros, con mis lápices de madera en los márgenes de los libros […] El Sábado Santo aquel mundo esperado se me iba desinflando. Poco a poco sentía que todo se acababa, un sentimiento de estar en el fin del mundo me poseía y me impedía, casi, disfrutar de las cuatro cofradías  que entonces procesionaban. “Esta es la última que da cera”, “éste, el último paso de palio”, “ésta, la última que lleva música”… 


Aquí estaban las sillas, queda cera
de cirios desangrados. Todo ha muerto
este domingo mudo cual desierto. 
No hay más nadie, tú y yo por la Carrera.

Aquí estuvo tu mano, niño mío,
como antes las de tantos, hacia el cielo
esperando una estampa, un caramelo…
y ahora sólo el azul, sólo el vacío.

Piensa en lo ya vivido, una quimera
será siempre este tiempo en tu memoria.
De soñar una nueva primavera
                       
ya no habrá desengaños que te quiten.
Sonreirás cuando cirios, oro, gloria…
como Dios -hoy domingo- resuciten. 

(Lutgardo García, Pregón de Semana Santa de Sevilla 2015) 


jueves, 2 de abril de 2015

¿Conocéis el lugar?

¿Cómo está la Virgen? Preguntaba la abuela al recibirnos en el patio donde ardía un jazmín en el centro y la ropa en los tendederos resumía la luz del día que reluce más que el sol. “¿Cómo está la Virgen?” “Cómo va a estar, abuela, tan guapa como siempre”. Y nos daba un beso, que eran varios juntos engarzados. En su mecedora, el abuelo, serio, apurando un cigarrillo negro que duraba un siglo, economizaba sus palabras, hasta que, por fin, mi insistencia de niño preguntón le hacía salir de la laguna de sus silencios para contarnos aquellas mañanas de Jueves, las madrugadas y los Viernes en la vieja casa.


¿Conocéis el lugar donde la luz ultima
miniaturas de estrellas dentro del limonero,
y un diapasón de plata marca el son de las tardes
mientras –como un faquir- hace pompas de incienso?

¿Conocéis el lugar,  donde –un río, un ocaso-
Jesús anda las aguas sobre los costaleros,
y, al sonar de tres golpes, un disparo de flores
de cera y bambalinas va directo hasta el cielo?            

¿Conocéis el lugar donde los niños llevan
 vestiduras de siglos, vuelan globos al aire
buscando a nazarenos que una tarde partieron
a hacer la estación última a la casa del Padre?
                       
¿Conocéis el lugar donde una cruz velada
abre malvas veredas y veis venir al Hombre,
a un desarmado Cristo -ay tic tac de aquel jueves-
bajando del Madero entre cardos y bronces? 

¿Conocéis el lugar donde los siglos corren
y los abriles vuelven renovando su rito
de cirios encendidos, y cornetas que sangran
tras el buen Galileo al que llevan prendido?

¿Conocéis el lugar, donde Dios suda sangre,
y las voces son flechas que lanzan ballesteros
cargadas del veneno de antiguas seguiriyas,
donde hay ya tanto mío que, al recordar, me hiero?
           
¿Conocéis el lugar donde el viento devuelve
antiguas melodías -Ione, Virgen del Valle-,
y las puertas alumbran las potencias de un Cristo
litigando en la piedra por salir a la calle?

¿Conocéis el lugar donde Dios dentro vive
-como aquello de Chesterton- de un capullo de rosa
despertado de un dedo; y hasta el dolor es bello
como bello es el llanto de nuestras dolorosas?
                                  
¿Conocéis el lugar, donde una plaza tiende
sobre el cielo las hojas -bóveda vegetal-,
y una Virgen sostiene en sus brazos a un mundo
que, Soledad del Sábado, sueña resucitar?
                       
¿Conocéis el lugar donde, encima del río,
la bisagra del puente une mis dos orillas?
Ese lugar es nuestro, es un sueño de luz
que hoy enciende mis labios… y se llama Sevilla.

(Lutgardo García, final de "El tiempo vivido", 
prosas y versos del Pregón de Semana Santa de Sevilla 2015)

miércoles, 1 de abril de 2015

Abril


Tengo urgencia de abriles este día.
Urgencia de su luz sobre la mesa.
De tenerlo en las manos como el agua
que, apenas nos bendice, ya se aleja.
Ni siquiera nosotros lo estrenamos,
siempre es el mismo abril el que regresa.
No es distinta la luz, hoy es entonces:
Al final de una calle, veo la niebla
de un paso que se acerca, pero aún tarda
y la bola de cera da sus vueltas.
Una hilera de cirios en el aire.
La túnica colgada de una puerta.
En el contraluz verde de la tarde,
contemplo a un penitente que se acerca,
sus manos bien conocen a las mías…
Es abril y es mi padre que hoy regresan.

(Lutgardo García, pregonero de la Semana Santa de Sevilla 2015)


viernes, 27 de marzo de 2015

Palmas orientales y ramones de olivo

Con el poeta Luis Cernuda, digo: “Es la luz misma, la que abrió mis ojos / toda ligera y tibia como un sueño / sosegada en colores delicados / sobre las formas puras de las cosas”. Cernuda -tan sevillanamente nieto de un comerciante de la Plaza del Pan, donde muchas veces vio a los gallegos que se encorvaban soñolientos y fofos, y sobrino del escultor Antonio Bidón-, definió al niño como dios sin tiempo. Porque en la infancia, ya sabes, los límites temporales son frágiles y un suceso, una tarde de oro en la orilla del río, unas palomas levantadas al oír las pisadas, pueden existir para siempre.


El Domingo de Ramos que mejor conozco es una película que comienza en mi antigua casa donde ya no viven más que los recuerdos. Hay una túnica a la que da el sol y un canario que canta. Después, me veo vestido ya de nazareno, con los primeros miedos por pisarme la blanca vestidura, camino de la Iglesia del Salvador.


Hoy va a ser aclamado con ramones de olivo,
con palmas orientales y ropas en el suelo.
Los gritos de los niños y el hosanna el que viene
se escucharán en Roma, Jerusalén, Sevilla…
Al trote del burrito, se abrirán las ventanas
por ver pasar a un hombre camino de su trono
rodeado de luces de teléfonos móviles.

Por la negra garganta de la puerta ojival,
surgirán los azules y platas de la Hiniesta.
El desprecio de Herodes y el desprecio del mundo
vendrán cuando las tardes ocupen los zaguanes,
y alguien rasgue las ropas dando a beber el trago
de la muerte en la cruz [...]

(Lutgardo García, fragmento del Pregón de la Semana Santa de Sevilla 2015)

viernes, 19 de diciembre de 2014

Poncio Pilato se hace presidente taurino

Se ha visto en Sevilla, a pocos metros del Archivo General de Indias, a Poncio Pilato presidiendo una corrida de toros. Desde el palco, que es su palacio, y escoltado por dos romanos -los asesores-, el prefecto no pierde detalle del festejo que se celebra en una coqueta placita de cal. No sabemos si, antes del arrastre del toro, Pilatos concederá las orejas al valiente matador.
 
 
Allí mismo, en la Feria del Belén, también hay flamencos bailando en honor del Niño. Y una boda. Incluso una procesión, que no aguanta las prisas por echarse a la calle a pesar de que Jesús aún lleva pañales.
 

viernes, 5 de diciembre de 2014

"Polvillo" nos desea Feliz Navidad


Definitivamente, ha llegado la Navidad. Y no porque hayan inaugurado el alumbrado, ni porque lo diga el Corte Inglés, sino porque la Panadería Polvillo, "nuestro buen pan de cada día" desde 1941, ha sacado su cartel para felicitarnos las fiestas. Con el objetivo que venga al mundo con un pan debajo del brazo, Polvillo, panaderos de garantía, obsequian al Niño con una amplia variedad de bollos: vienas, molletes, chapatas, andaluzas, baguettes...

 
Para entonar el estómago, en Polvillo también han inventado el "Pan de Navidad", que lleva frutas escarchadas y pepitas de chocolate.

 
Esta pequeña empresa nacida en Salteras por el maestro panadero don Fernando Polvillo García, y que ya distribuye pan congelado en todo el país, desarrolla unas estrategias de marketing mucho más eficaces que las usadas en la mayoría de las multinacionales. La pasada primavera, sacaron al mercado el "Chocovillo". Cuando le pregunté a la tendera de Polvillo qué era eso, me respondió salerosa: "Pues pan con chocolatillo". ¡Olé!

 
Tienen ofertas verdaderamente rompedoras, como el "Desayuno escolar", que consiste en un bocata (de chorizo, salchichón, mortadela, choped de ternera, fiambre de York o foie-grás), más una bolsa de patatas fritas, más una bebida (zumo, batido, Kas o Pepsi), por 1,25€. ¿Quién da más por menos?

 
Ha llegado la Navidad a Polvillo y, tal como está la economía, en Nochebuena, más de uno cenaremos el "Desayuno escolar". Que no anda el horno pa´muchos bollos.

jueves, 20 de noviembre de 2014

¡La de fatiguitas que habéis pasado los ricos!


Coincidieron una Feria de Abril Cayetana de Alba y Curro Romero. Entraron ambos en una caseta para comer pescaíto frito y se sentaron juntos. Llegaron los platos de pescaíto y la duquesa se tiró a los bichos con auténtico desenfreno. Según los asistentes, la señora no comía: devoraba. El Faraón de Camas, al contemplar aquella voracidad, exclamó: "¡La de fatiguitas que habéis pasado los ricos!". Dicen que, a aquellos que han vivido intensamente, hasta la muerte les sabe bien.
 
 
Una aristócrata, miembro de "la casta", ha sido más cercana, simpática y querida que muchos "plebeyos". Pablo Iglesias debe de estar pasando las de Caín, escuchando tantas palabras cariñosas dedicadas a la Duquesa de Alba.

miércoles, 22 de octubre de 2014

La cerámica en Triana (II)

"Oficio noble y bizarro, de entre todos el primero,
pues, siendo el hombre de barro,
Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro".


El barro usado en Triana se formaba con tierras de dos tipos que eran transportadas hasta el alfar a lomos de un burro. La primera era llamada por los artesanos "antilla" o "barro azul", muy orgánico, maleable y extraído a orillas del Guadalquivir. El otro tipo era el que denominaban barro "alagartao", es decir, del color de la piel de lagarto. Solía extraerse este último en la cuesta del Aljarafe, donde las vetas profundas quedan al descubierto por el corte del terreno.


Al llegar al alfar, las tierras eran trituradas, echadas en balsas, mezcladas con agua, batidas, tamizadas y dejadas reposar hasta que perdían por evaporación gran parte de su humedad. Con ese grado de consistencia, la arcilla era extraída de los depósitos y amasadas con los pies para formar las pellas, que se almacenaban en un lugar húmedo para que se destruyeran lentamente sus restos orgánicos. Antes de usar la arcilla, se amasaba de nuevo, esta vez con las manos, sobre el sobadero, y con ella se creaban las piezas.

 
Los cacharros, torneados en la rueda de alfarero, eran colocados sobre largas tablas en las que se dejaban "orear" durante un tiempo, antes de ser introducidos en el horno. Cargado el horno, se cerraba con ladrillo y adobe y comenzaba la acción del fuego, al principio más suave, lenta y con humo, y al final, más intensa y limpia. El proceso duraba entre 12 y 15 horas y debía ser controlado para que las cerámicas se cocieran correctamente. El enfriamiento final tenía que ser lento para evitar cambios bruscos de temperatura que pudieran dañar las obras por una contracción repentina. La distribución uniforme del fuego en todas las partes de la cámara se regulaba abriendo o cerrando las lumbreras que hacían de chimeneas. El combustible usado en los hornos de Triana ha ido cambiando con los siglos. En el pasado era la "chamiza" o también la rama de olivo y, para loza dorada, el "borujo", esto es, el desecho de la molienda de la aceituna. Más recientemente ha sido frecuente usar la leña de pino y la de eucalipto.

 
En todo alfar solía haber hornos para "bizcochar" piezas crudas, hornos para cocer piezas decoradas y muflas. Los dos primeros tenían la misma forma y, aunque se les llamaba "morunos", su estructura esencial estaba ya definida desde el mundo antiguo. Construidos a principios del siglo XX, estos hornos eran bautizados con los nombres de famosos toreros de la época, como Gallito y Belmonte.


Cocida la arcilla una primera vez y convertida en "bizcocho" o "juaguete", puede ser cubierta por una capa que la impermeabiliza y que sirve de base a la decoración, como la cubierta de un esmalte opaco (el esmalte, cuando aún está crudo, es llamado en Triana "levadura" por ser un polvo blanco). Finalmente, los colores son óxidos minerales que, al fundirse, producen un tono determinado en cada caso. En el barrio se practicaron muchos procedimientos de pintura cerámica. Una vez decoradas las piezas con el procedimiento elegido (pintura a pincel, pintura sobre esmalte cocido, técnica de la arista, cuerda seca, reflejo metálico...), debían ser cocidas por segunda, y a veces por tercera vez, para lograr el producto definitivo.


La industria cerámica, a causa de la emisión de humos, siempre fue una actividad productiva molesta y por ello solía ser ubicada fuera de las ciudades. En el siglo XII, las alfarerías de Sevilla se establecieron preferiblemente a la otra orilla del río y, desde entonces hasta el XX, Triana ha sido el núcleo de producción cerámica más importante de Andalucía y uno de los más fructíferos de España. En la década de 1920, estaban activas en Sevilla más de veinte fábricas de este ramo, alcanzando su cénit en los años previos a la Exposición Iberoamericana de 1929.

(Fuente: Museo de la Cerámica de Triana, en la calle San Jorge)
 
Selección de azulejos trianeros: