Mostrando entradas con la etiqueta Dean Martin. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Dean Martin. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de abril de 2013

Río sin retorno


"Río Rojo", "Río Salvaje", "Río sin retorno" y, quizás la mejor de todas, "Río Bravo". Sin estas películas, el género western sería como un caudal seco. Y, a pesar de sus confusos títulos -sobre todo cuando estás estudiando Historia del Cine-, nada tienen que ver entre ellas. Como digo, mi favorita es "Río Bravo", dirigida por Howard Hawks en 1959. Su guión es el reverso de otro western monumental: "Sólo ante el peligro" (Fred Zinnemann, 1952). En el primer caso, Hawks pone delante de nosotros a un sheriff fuerte y orgulloso (John Wayne) que, a pesar de no pedir ayuda para resolver sus numerosos problemas, es socorrido, de forma desinteresada, por tres amigos: un alcohólico (Dean Martin), un joven y diestro pistolero (Ricky Nelson) y un viejo cojo (Walter Brennan). En la película de Zinnemann, en cambio, un consternado sheriff (Gary Cooper) pide auxilio desesperadamente sin hallar respuesta entre sus conciudadanos.


Uno de los encantos de "Río Bravo" se esconde en la balada "My rifle, my pony and me", cantada a dúo por Martin y Nelson. El suave acompañamiento de la guitarra, la armónica y la voz aterciopelada del primero han provocado que, más de una madrugada, haya caído dormida escuchando esta nana-country desde la cama. Curiosamente, "My rifle, my pony and me" forma parte de la banda sonora de otro río: "Río Rojo" (1948), también dirigido por Hawks.
"The sun is sinking in the west
The cattle go down to the stream
The redwing settles in the nest
It's time for a cowboy to dream

Purple light in the canyons
That's where I long to be
With my three good companions
Just my rifle, pony and me".


Y hablando de música country y ríos, no puedo permitir que la corriente se lleve el "River of no return" de Tennessee Ernie Ford, tema principal del western homónimo de Otto Preminger (1954). La canción se hizo tremendamente popular merced a la actuación de una sensual Marilyn Monroe rodeada por buscadores de oro.

There is a river called “The river of no return”,
sometimes it's peaceful and sometimes wild and free.
Love is a traveler on “The river of no return”,
swept on for ever to be lost in the stormy sea.



Mientras tanto, en la primavera andaluza, el Guadalquivir continúa bravo, salvaje, desbordado y casi sin retorno. Contemplándolo desde la casa del vaquero, entran ganas de rodar un western en sus orillas.


"Las lluvias de abril caben todas en un barril, pero si el barril se quiebra,
no caben en el mar ni en la tierra" (refrán español).

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Ladrones de besos (altamente azucarado)


"¿Qué es un beso?
Hablábamos de un beso
La palabra es dulce.
En realidad un beso, ¿qué expresa?
Un juramento cercano,
Una promesa sellada,
Un amor que se quiere confirmar,
Un acento invisible sobre el verbo amar,
Un secreto que confunde la boca con las orejas,
Un instante infinito, un murmullo de abejas,
Un sabor dulcísimo, una comunión,
Una nueva forma de abrir el corazón,
De circuncidar el borde de los labios,
Hasta llegar al alma".
(Fragmento de Cyrano de Bergerac)


Si algún lector tiene el azúcar alta, le recomiendo que vuelva mañana. El artículo de hoy chorrea almíbar: de vez en cuando, sobre todo en fechas próximas a la Navidad, conviene cambiar las trincheras por la vie en rose.


La capitulación de Japón puso punto final a la Segunda Guerra Mundial. Alfred Eisenstaedt, alemán de origen judío y reportero de la revista Life, retrató mejor que nadie la alegría por la paz recién conquistada. La foto que lo hizo famoso fue tomada con una Leica M3 en la plaza neoyorkina de Times Square el 14 de agosto de 1945 (existe otra versión, desde un ángulo peor, de Víctor Jorgensen). En ella, un marinero besa apasionadamente a una joven enfermera a la que agarra por el talle. Al fondo, varias personas que observan la escena, sonríen. Ella, sorprendida por el gesto espontáneo de él, pierde el equilibrio y carga su peso sobre los brazos del joven, que representa la fuerza y el poder del hombre. Si los besos pudieran clasificarse, éste probablemente sería más eufórico que amoroso. Eisenstaedt, un auténtico obseso de los besos, fotografió muchos otros, sobre todo de despedida o reencuentro en estaciones de tren.

"I was running ahead of him with my Leica looking back over my shoulder... Then suddenly, in a flash, I saw something white being grabbed. I turned around and clicked the moment the sailor kissed the nurse" (Eisenstaedt).


El segundo beso más conocido de la historia de la fotografía lleva la firma del francés Robert Doisneau. Normalmente, en sus fotos intentaba pasar inadvertido, pero en "El beso del Hotel de Ville" -un emblema de París, la ville de l´amour (1950)- se acercó más de lo acostumbrado. Al final de su vida se demostró que sus imágenes estaban programadas, es decir, eran grandes escenas organizadas por él mismo con la colaboración de actores profesionales. En esta ocasión, una pareja de jóvenes pasea por una calle concurrida. Él, de aspecto bohemio, viste una bufanda clara que lleva remetida de cualquier manera entre las solapas de una chaqueta cruzada. Ella, con rebeca oscura, también parece sorprendida por el beso de su amante. A diferencia de la foto de Eisenstaedt, los viandantes hacen caso omiso a esta manifestación pública de cariño.

“The world that I was trying to present was one where I could feel good, where people were friendly, where I could find the love I wanted. My photos were proof that this world could exist.” (Doisneau).


Y, para rematar el empacho, ¿qué me dicen del beso patrio? Tengo la impresión de que en España somos menos dulces y más... salaos.


"La española cuando besa
es que besa de verdad,
y a ninguna le interesa
besar con frivolidad.
El beso, el beso, el beso en España
lo lleva la hembra muy dentro del alma".