“Cualquier destino, por largo y complicado que sea,
consta
en realidad de un solo momento:
el momento en que el hombre sabe para siempre
quién es”
(Jorge Luis Borges)
"El destino, al igual que todo lo humano, no se manifiesta en
abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia, en un pequeño lugar, en
una cara amada, o en un nacimiento pobrísimo en los confines de un imperio.
Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera
los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos
están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido
cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos
con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como
si hubiéramos pertenecido a una misma organización secreta, o a los capítulos
de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se
los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino.
El destino se muestra en signos e indicios que parecen
insignificantes pero que luego reconocemos como decisivos. Así, en la vida uno
muchas veces cree andar perdido, cuando en realidad siempre caminamos con un
rumbo fijo, en ocasiones determinado por nuestra voluntad más visible, pero en
otras, quizás más decisivas para nuestra existencia, por una voluntad
desconocida aun para nosotros mismos, pero no obstante poderosa e inmanejable,
que nos va haciendo marchar hacia los lugares en que debemos encontrarnos con
seres o cosas que, de una manera o de otra, son, o han sido, o van a ser
primordiales para nuestro destino, favoreciendo o estorbando nuestros deseos
aparentes, ayudando u obstaculizando nuestras ansiedades, y, a veces, lo que
resulta todavía más asombroso, demostrando a la larga estar más despiertos que
nuestra voluntad consciente".
Ernesto Sábato (2003)