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miércoles, 18 de febrero de 2015

A media luz los tres


¿Todas las mujeres son iguales? ¿Es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer? ¿El buey suelto bien se lame? ¿Un burro es un caballo que no ha podido ir a la escuela? Con un ritmo trepidante, un humor que no ha pasado de moda y unos personajes llenos de frescura, la obra A media luz los tres, de Miguel Mihura, da respuesta a todas estas preguntas a través de las peripecias de Alfredo, un solterón cuyo único objetivo consiste en conquistar a una mujer, se llame Mariví, Elena o Lulú. Sin embargo, sus sucesivos fracasos amorosos -en comparación con los éxitos de su buen amigo Sebastián- provocan una pequeña crisis de fe en Alfredo, que empieza a considerar que no sabe tanto de mujeres como él creía.

Los tres actores en escena:
Rocío Saro Marqués, Jose Millor y Edgar Costas
 
ALFREDO.- Bueno, bueno, bueno… pues no sabes lo que me alegro de que estés aquí… (Se acerca a ella más, pero ante la mirada fría de MARIVÍ se levanta y va hacia la llave de la luz). Perdona un momento…
MARIVÍ.- ¿Qué vas a hacer?
ALFREDO.- Hay demasiada luz. ¿No te parece? Estaremos mejor así… (Apaga todas las luces, dejando solo su efecto de rojo y verde).
MARIVÍ.- ¿Vas a cantar un tango?
ALFREDO.- No, pero…
MARIVÍ.- En ese caso, prefiero que lo dejes como estaba…
ALFREDO.- ¿Qué más te da?
MARIVÍ.- Eso mismo digo yo… ¿Qué más te da dejarlo como estaba?
ALFREDO.- (Volviendo a encender). Bueno, como quieras… Pero haría bonito estar a media luz los dos…
MARIVÍ.- Dirás los tres.
ALFREDO.- ¿Los tres?
MARIVÍ.- Sí, claro. Tú, yo y el burro…
ALFREDO.- ¡Ja, ja, ja!... ¡Eres deliciosa! ¿Otro coñac?
MARIVÍ.- Sí… Doble…


A media luz los tres fue estrenada, por primera vez, en el Teatro de la Comedia de Madrid durante el invierno de 1953. La buena acogida entre el público, hizo que se llevara al cine en 1958, bajo la dirección de Juan Soler, y a la televisión para el programa de TVE Estudio 1. Recientemente, ModusOperandi Arte y Producción S.L. y la compañía Ves-Arte Teatro han vuelto a poner en escena esta deliciosa comedia que puede disfrutarse los viernes, sábados y domingos en el número 5 de la madrileña calle Reina Mercedes.

 
ALFREDO.- Estás tú muy tonto con las citas.
SEBASTIÁN.- Si tú vieras la gracia que me hace irme ahora a merendar a casa de una señora gorda y tocarle un brazo…
ALFREDO.- ¿Por qué vas entones?
SEBASTIÁN.- ¡Porque las señoras no me dejan en paz! Porque mi mujer, desde que se ha enterado de mis conquistas, no hace más que hablar con sus amigas de mis éxitos.
ALFREDO.- ¿Y qué?
SEBASTIÁN.- ¿Cómo que y qué? Que me hace una propaganda imposible... Que ya no hay ninguna amiga suya que no me guiñe un ojo… Y que con la propaganda aumenta la clientela, ¡y que ya estoy harto!
ALFREDO.- No exageres, caramba…
SEBASTIÁN.- No exagero ni un pelo… Vosotros los solteros, como no tenéis una mujer que os haga propaganda, no sabéis lo que es esto. Si tú te casaras, que es lo que deberías hacer, ya verías los líos que te saldrían…
ALFREDO.- ¿Es que me vas a decir ahora que no los he tenido ni que los tengo?
SEBASTIÁN.- Pero líos de soltero, pequeñitos y estúpidos… Y lo que quieren las mujeres son los líos gordos, enormes, llenos de peligros y de borrascas… Por eso nos prefieren a nosotros.


Fotografías de Elena Guerrero
 

martes, 3 de junio de 2014

El caso del señor vestido de violeta

La noche del 17 de abril de 1954, en el Teatro de la Comedia, Miguel Mihura estrenó El caso del señor vestido de violeta, la historia de Roberto Zarzalejo, un torero científico interpretado por Fernando Fernán-Gómez. Este matador era tan extremadamente meticuloso y erudito, que analizaba las fotos de los toros antes de lidiarlos en la plaza. Incluso, ordenaba hacerles un análisis de sangre. A su cuadrilla, el picador Patas Largas (Joaquín Regález) y el banderillero Carnicero (Manuel Alexandre), les tenía terminantemente prohibido hablar con acento andaluz, a pesar de que ambos habían nacido en Sevilla y eran muy devotos de la Macarena. Todas estas manías del maestro servían, cómo no, para disimular un profundo miedo...
 
 
El siguiente fragmento tiene lugar en la casa de Roberto Zarzalejo,
la mañana antes de la corrida.
 
ROBERTO-. ¡Nada de compare! ¡No olviden, señores, que yo soy el torero de la aristocracia! ¡El íntimo de la familia real inglesa! ¡El proveedor de la Real Casa!...
 
PATAS LARGAS-. ¡Pero don Roberto de mis carnes!...
 
ROBERTO-. ¡Ni carnes, ni cuernos! (Arrepentido, tocando madera). Y ustedes perdonen que pronuncie esta palabra antes de la corrida... Pero si no están conformes con pertenecer a mi cuadrilla, ingresen en la de los siete niños de Écija, donde se podrán expresar con esos modales impertinentes...
 
PATAS LARGAS-. (Esforzándose por no hablar en andaluz). Eso tampoco, señor Zarzalejo...
 
CARNICERO-. (Igual). Nosotros procuraremos ser lo más educados que podamos.
 
PATAS LARGAS-. Sobre todo, no debe usted alterarse por cuestión tan obvia...
 
ROBERTO-. Muy bien. Así... Y ahora volvamos al trabajo (A PATAS). Acérquese. Aquí, sobre las fotografías, le he marcado con unas iniciales los lugares exactos donde ha de picar el primer toro... Éste recibirá tres puyazos: en A, B y C. El segundo toro, según está tan aumentado de glóbulos, recibirá cuatro puyazos, marcados en A, B, C y D. Obsérvese bien que D, a escala, está a unos diez centímetros de A. ¿Entendido?
 
PATAS LARGAS-. ¿No lo voy a entendé?... Pero si está clarísimo... Lo que usted quiere es que me los cargue...
 
ROBERTO-. Quédese con los planos, y cállese.
 
PATAS LARGAS-. Sí, señó...
 
CARNICERO-. ¿Y yo, don Roberto, le tengo que agachá la cabeza al bicho?
 
ROBERTO-. Al primero se la agachará usted muy levemente. Respecto al segundo, le daré instrucciones en el lugar de acción...
 
CARNICERO-. Está bien, don Roberto... ¿Desea usted alguna otra cosita?
 
ROBERTO-. Deseo, señor Canales, que no vuelva a poner banderillas de papeles chillones y extravagantes. Nada de rojos y morados y amarillos... Para las banderillas debe elegir un gris perla, o un beige muy claro...
 
CARNICERO-. Sí, zeñó... Lo que usted mande...
 
ROBERTO-. ¿Habló con el director de la banda?
 
CARNICERO-. Ya le di el mandao... Le dije que cuando torease el señó no tocase pasodobles...
 
ROBERTO-. Exactamente... Me molesta esa música canalla... Prefiero que toquen Chopin, o Mozart, o, en el peor de los casos, Bizet... Y nada más, señores... A las cuatro en punto en la Plaza de las Ventas, Alcalá, 213. No lo olviden...
 
PATAS LARGAS-. No, señó; descuide...
 
CARNICERO-. ¿Dónde va uno a meterze azí vestío....?
 
ROBERTO-. (Le pone derecha la corbata a CARNICERO). La corbata, en su sitio. Y lávense las manos antes de salir al redondel...
 
CARNICERO-. Zí, zeñó...
 
PATAS LARGAS-. A las güeñas tardes...